Publicado por El Blog de X. Pikaza
Domingo 3º de Adviento. Ciclo A. Año impar. Esta mañana (11 XII 10), temprano, he leído en El País Digital, los documentos que Wikileaks ha publicado sobre el Papa y la diplomacia del Vaticano. Al Papa Benedicto XVI le presentan como “verde”, buena persona, pero diplomático inmaduro (cosa que no me parece justa). Especialmente negativa aparece la figura de Bertone, y desfasados los manejos de la Curia.
Me ha producido tristeza la lectura de esos informes, que cualquiera puede leer en inglés (no sé si RD los ha publicado ya en castellano). Quisiera que la “diplomacia” del Vaticano apareciera de otra forma, con otra luz, propia del evangelio, que no está verde, sino maduro para la libertad, como indican los textos de este domingo, que ofrece la “buena noticia” de la libertad encarnada. Son cuatro textos básicos, que voy a presentar sencillamente, como expresión de la “buena noticia” de Dios.
Las filtraciones de Wikileaks son meros cotilleos de una diplomacia que, a mi juicio, no sabe llegar a la raíz de los problemas. Frente a ellas, el “evangelio” de los tres momentos del libro de Isaías y del mensaje de Jesús es una Buena Noticia de paz ya madura. La noticia de Dios. Felicidades a todos en ese domingo de adviento, con su anuncio de libertad. Es posible que los diplomáticos de USA no crean en este anuncio, ni les importe. Peor para ellos. Los que creemos podemos gozarnos en ellos.
1. Texto base, el Primer Isaías Is 35, 1-6.10
Los especialistas afirman que es un texto de la tradición posterior, vinculada al 2º Isaías, que recoge gran parte de los textos de la gran esperanza israelita, relacionada con la vuelta del exilio y con el restablecimiento del pueblo en la Nueva Tierra de las promesas.
(a) Ésta es una alegría cósmica: el mundo entero se transfigura al paso de los elegidos, de los rescatados de Dios.
(b) Ésta es una alegría personal, que se expresa en la presencia y acción de Dios, que viene y realiza su obra.
(c) Es una alegría que se expande y manifiesta en forma de curación de los enfermos.
a. El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.
b. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes;
decid a los cobardes de corazón:
"Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios,
que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará."
c. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.
Volverán los rescatados del Señor,
vendrán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría.
Pena y aflicción se alejarán (Isaías 35,1-6a.10)
2. El evangelio del Segundo Isaías
Evangelio se dice en hebreo, besorah, que significa buena noticia, anuncio de victoria y libertad para los hombres. Pero, más que el nombre besorah, Isaías emplea la forma verba, bissar que significa anunciar noticias buenas y gozarse en ellas. En ese contexto destaca la figura del mebasser, que significa "evangelizador": es decir, el que anuncia la buena noticia de Dios, es el heraldo o mensajero de la liberación final para los hombres.
Este es el sentido que recibe la palabra en el Segundo Isaías (Is 40-55), allí donde culmina la historia más profunda de la profecía israelita. Precisemos el momento. Estamos entre el 550 y 540 a. de C. Los judíos deportados en Babel se mueven entre el fracaso de la desesperación y las diversas ilusiones falsas, de carácter escapista. Un profeta de nombre desconocido, que la tradición ha situado en la línea del antiguo Isaías¬, eleva su voz fuerte de esperanza y exigencia. A su entender¬, el tiempo del castigo y de la ruina se ha cumplido; se abre un tiempo nuevo de revelación de Dios y de camino para el pueblo (Is 40, 1-4). Sobre ese mismo fondo, con palabra poderosa, que va delimitando el ritmo nuevo de la creación de Dios, este profeta presenta su evangelio:
Súbete a un monte elevado, evangelizador de Sion,
grita con voz fuerte, evangelizador de Jerusalén;
grita con fuerza, no temas, di a las ciudades de Judá:
¡Aquí está vuestro Dios!
Mirad: el Señor Yahvé se acerca con poder,
su brazo ejerce dominio sobre todo.
Mirad: él trae su salario y su recompensa le precede (Is 40, 9-10).
Esta es la buena nueva de Dios que anuncia el mebasser o evangelizador.
Es la buena nueva de la libertad que resuena poderosa sobre el mundo de opresión y cautiverio de los hombres. Ese mebasser que el texto griego de los LXX ha traducido rectamente como euangelidsomenos o evangelizador aparece como un personaje misterioso, de carácter poético-religioso. Ciertamente, es más que un hombre en el sentido normal de la palabra: es como un ángel de Dios, es su presencia gozosa y creadora entre los hombres. El ángel vuela y se presenta en las montañas que rodean a Sión, ciudad de ruinas y de llanto, pregonando allí la gran noticia de la venida de Dios. El Dios que parecía haberse diluido en la derrota de su pueblo, el Dios vencido y cautivado del exilio, llega y se desvela de manera creadora, transformante. Por eso, el mensajero anuncia su llegada en gesto victorioso de evangelio.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del evangelizador
que anuncia la paz, del evangelizador bueno que anuncia salvación!
De aquel que dice a Sión: ¡Reina tu Dios!
Escucha la voz de los vigías, que cantan a coro
pues contemplan cara a cara a Dios que vuelve a Sión.
Cantad a coro ruinas de Jerusalén...
pues los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios
(Is 52, 7-10).
Dios, noticia de libertad
Dentro del llamado Segundo Isaías (Is 40-56), aparece un famoso “Siervo de Yahvé”, es decir, ministro o heraldo de Dios, que anuncia y promueve la libertad para los hombres y mujeres de su pueblo. Así le dice Dios:
Yo, Yahvé, te he llamado para la justicia,
te he tomado de la mano y te he guardaré y te he constituido:
alianza del pueblo y luz para las naciones
Para que abras los ojos a los ciegos
y saques de la cárcel a los presos
y de la prisión a los que moran en las tinieblas (Is 42, 6-7).
El exilio en Babilonia se interpreta así como una cárcel donde los israelitas se encuentran encerrados, sir poder desplegar su vida en libertad. Ellos están como en prisión: moran encerrados, bajo la tiniebla de unos muros que no les permiten ver el sol. Lógicamente, la primera tarea del Siervo, delegado de Dios en la tierra, será la de ofrecer libertad a esos cautivos y/o presos israelitas, para que pueden desplegar su vida en libertad. Esta es la utopía social del Segundo Isaías, que entiende y promueve la vida de los hombres y mujeres de su pueblo como gran marcha que lleva, a través del desierto de la vida actual, hacia el futuro de la libertad. El mismo mensajero, siervo, de Dios dice:
Así dice Yahvé, el que me constituyó Siervo suyo
desde el seno materno,
para que trajese a Jacob, para que reuniese a Israel...
Te he guardado y te he constituido alianza del pueblo,
para restaurar la tierra, para repartir heredades asoladas,
para decir a los presos: Salid;
a los que están en tinieblas: Venid a la luz.
Por los caminos pacerán, y en todas las alturas desoladas pastarán...
Convertiré mis montes en camino, y mis senderos se nivelarán.
Mira, éstos vendrán de lejos;
unos del Norte y Poniente, otros de Sinim (Is 49, 5, 12).
3. Anuncio de Dios, el profeta liberador
Después de la vuelta del exilio, la nueva sociedad, que está surgiendo en Jerusalén, con la restauración sacral y el triunfo de un sistema religioso, centrado en el poder de los sacerdotes y el culto del templo, está creando una nueva forma de opresión. En contra de ella eleva su voz del profeta, que retoma el mensaje anterior de Isaías (dentro de lo que suele llamarse la obra del Tercer Isaías:
[Principio] El Espíritu del Señor Yahvé está sobre mí,
porque Yahvé me ha ungido, me ha enviado:
[Tareas] – para evangelizar a los oprimidos
– para vendar los corazones quebrantados,
– para proclamar la liberación de los cautivos
y a los prisioneros apertura de la cárcel para proclamar el Año de Gracia de Yahvé
y un Día de Venganza para nuestro Dios
– para consolar a todos los que están de duelo... (Is 61, 1-3)
4. Jesús, el que ha de venir. Evangelizar a los pobres
Desde ese fondo se entiende el mensaje de Jesús, el evangelizador de Dios. El Evangelio cristiano no ha planteado el tema en clave abstracta, sino en el contexto de un diálogo de Jesús con los mensajeros del Bautista, que le preguntan si es él “el que ha de venir”. Jesús responde:
[Principio] Id y anunciadle a Juan lo que habéis oído y habéis visto:
[Obras] – los ciegos ven,
– los cojos andan,
– los leprosos son curados,
– los sordos oyen,
− los muertos resucitan
− y a los pobres se les anuncia la buena noticia
[Conclusión] y dichoso aquel que no se escandalice de mí (Mt 11,4-6)
Estas palabras, quizá recreadas por la tradición eclesial, testifican una experiencia y enseñanza originaria de la iglesia. Asumiendo el mensaje de una vieja profecía (cf. Is 35, 5-6; 42, 18), Jesús ha interpretado la llegada del reino como liberación integral del ser humano, como sanación completa de los individuos y transformación de la sociedad. Él ha podido proclamar esta palabra porque ha ido curando a los humanos, haciéndoles capaces de vivir en libertad, de realizarse de manera autónoma, en gesto de fe profunda y creadora (cf. Mt 9, 36;14, 14 par). Desde este fondo se pueden entender las necesidades humanas y de los gestos proféticos de Jesús:
− Curaciones, en la línea por Is 35, 5-6; 4l, 7; etc. Es indudable que Jesús ha curado a hombres enfermos (cojos y ciegos, sordos y leprosos) en actitud de misericordia y de servicio activo, en gesto de evangelio.
− Evangelio, en la línea de Is 61, 1. Las curaciones se expanden y vienen a mostrarse como signo (y prueba) de un anuncio gozoso más extenso: es portador del evangelio de Dios. Evidentemente, estos pobres son los pobres-hambrientos-llorosos de las bienaventuranzas (de Lc 6, 20-21 y de Mt 7, 1-6).
− En ese contexto puede hablarse de resurrección de los muertos. Esa palabra se puede interpretar de dos maneras: ¬como promesa histórica del propio Jesús que al realizar las curaciones y anunciar el reino a los pobres está abriendo el camino de la resurrección final de los que han muerto; o como confesión pascual de la iglesia que ha visto ya anunciado y realizado el gran misterio de la resurrección de los muertos en el mismo gesto las obras y promesas de Jesús. Sea como fuere, lo cierto es que la resurrección final, que luego será centro del mensaje pascual de la iglesia, sólo puede entenderse y proclamarse allí donde se asume el camino de Jesús y su evangelio dirigido hacia los pobres.
Conclusión.
Puede ser que la diplomacia de Benedicto XVI y de su curia esté verde. El evangelio, en cambio, está bien maduro.
Me ha producido tristeza la lectura de esos informes, que cualquiera puede leer en inglés (no sé si RD los ha publicado ya en castellano). Quisiera que la “diplomacia” del Vaticano apareciera de otra forma, con otra luz, propia del evangelio, que no está verde, sino maduro para la libertad, como indican los textos de este domingo, que ofrece la “buena noticia” de la libertad encarnada. Son cuatro textos básicos, que voy a presentar sencillamente, como expresión de la “buena noticia” de Dios.
Las filtraciones de Wikileaks son meros cotilleos de una diplomacia que, a mi juicio, no sabe llegar a la raíz de los problemas. Frente a ellas, el “evangelio” de los tres momentos del libro de Isaías y del mensaje de Jesús es una Buena Noticia de paz ya madura. La noticia de Dios. Felicidades a todos en ese domingo de adviento, con su anuncio de libertad. Es posible que los diplomáticos de USA no crean en este anuncio, ni les importe. Peor para ellos. Los que creemos podemos gozarnos en ellos.
1. Texto base, el Primer Isaías Is 35, 1-6.10
Los especialistas afirman que es un texto de la tradición posterior, vinculada al 2º Isaías, que recoge gran parte de los textos de la gran esperanza israelita, relacionada con la vuelta del exilio y con el restablecimiento del pueblo en la Nueva Tierra de las promesas.
(a) Ésta es una alegría cósmica: el mundo entero se transfigura al paso de los elegidos, de los rescatados de Dios.
(b) Ésta es una alegría personal, que se expresa en la presencia y acción de Dios, que viene y realiza su obra.
(c) Es una alegría que se expande y manifiesta en forma de curación de los enfermos.
a. El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios.
b. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes;
decid a los cobardes de corazón:
"Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios,
que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará."
c. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.
Volverán los rescatados del Señor,
vendrán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría.
Pena y aflicción se alejarán (Isaías 35,1-6a.10)
2. El evangelio del Segundo Isaías
Evangelio se dice en hebreo, besorah, que significa buena noticia, anuncio de victoria y libertad para los hombres. Pero, más que el nombre besorah, Isaías emplea la forma verba, bissar que significa anunciar noticias buenas y gozarse en ellas. En ese contexto destaca la figura del mebasser, que significa "evangelizador": es decir, el que anuncia la buena noticia de Dios, es el heraldo o mensajero de la liberación final para los hombres.
Este es el sentido que recibe la palabra en el Segundo Isaías (Is 40-55), allí donde culmina la historia más profunda de la profecía israelita. Precisemos el momento. Estamos entre el 550 y 540 a. de C. Los judíos deportados en Babel se mueven entre el fracaso de la desesperación y las diversas ilusiones falsas, de carácter escapista. Un profeta de nombre desconocido, que la tradición ha situado en la línea del antiguo Isaías¬, eleva su voz fuerte de esperanza y exigencia. A su entender¬, el tiempo del castigo y de la ruina se ha cumplido; se abre un tiempo nuevo de revelación de Dios y de camino para el pueblo (Is 40, 1-4). Sobre ese mismo fondo, con palabra poderosa, que va delimitando el ritmo nuevo de la creación de Dios, este profeta presenta su evangelio:
Súbete a un monte elevado, evangelizador de Sion,
grita con voz fuerte, evangelizador de Jerusalén;
grita con fuerza, no temas, di a las ciudades de Judá:
¡Aquí está vuestro Dios!
Mirad: el Señor Yahvé se acerca con poder,
su brazo ejerce dominio sobre todo.
Mirad: él trae su salario y su recompensa le precede (Is 40, 9-10).
Esta es la buena nueva de Dios que anuncia el mebasser o evangelizador.
Es la buena nueva de la libertad que resuena poderosa sobre el mundo de opresión y cautiverio de los hombres. Ese mebasser que el texto griego de los LXX ha traducido rectamente como euangelidsomenos o evangelizador aparece como un personaje misterioso, de carácter poético-religioso. Ciertamente, es más que un hombre en el sentido normal de la palabra: es como un ángel de Dios, es su presencia gozosa y creadora entre los hombres. El ángel vuela y se presenta en las montañas que rodean a Sión, ciudad de ruinas y de llanto, pregonando allí la gran noticia de la venida de Dios. El Dios que parecía haberse diluido en la derrota de su pueblo, el Dios vencido y cautivado del exilio, llega y se desvela de manera creadora, transformante. Por eso, el mensajero anuncia su llegada en gesto victorioso de evangelio.
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del evangelizador
que anuncia la paz, del evangelizador bueno que anuncia salvación!
De aquel que dice a Sión: ¡Reina tu Dios!
Escucha la voz de los vigías, que cantan a coro
pues contemplan cara a cara a Dios que vuelve a Sión.
Cantad a coro ruinas de Jerusalén...
pues los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios
(Is 52, 7-10).
Dios, noticia de libertad
Dentro del llamado Segundo Isaías (Is 40-56), aparece un famoso “Siervo de Yahvé”, es decir, ministro o heraldo de Dios, que anuncia y promueve la libertad para los hombres y mujeres de su pueblo. Así le dice Dios:
Yo, Yahvé, te he llamado para la justicia,
te he tomado de la mano y te he guardaré y te he constituido:
alianza del pueblo y luz para las naciones
Para que abras los ojos a los ciegos
y saques de la cárcel a los presos
y de la prisión a los que moran en las tinieblas (Is 42, 6-7).
El exilio en Babilonia se interpreta así como una cárcel donde los israelitas se encuentran encerrados, sir poder desplegar su vida en libertad. Ellos están como en prisión: moran encerrados, bajo la tiniebla de unos muros que no les permiten ver el sol. Lógicamente, la primera tarea del Siervo, delegado de Dios en la tierra, será la de ofrecer libertad a esos cautivos y/o presos israelitas, para que pueden desplegar su vida en libertad. Esta es la utopía social del Segundo Isaías, que entiende y promueve la vida de los hombres y mujeres de su pueblo como gran marcha que lleva, a través del desierto de la vida actual, hacia el futuro de la libertad. El mismo mensajero, siervo, de Dios dice:
Así dice Yahvé, el que me constituyó Siervo suyo
desde el seno materno,
para que trajese a Jacob, para que reuniese a Israel...
Te he guardado y te he constituido alianza del pueblo,
para restaurar la tierra, para repartir heredades asoladas,
para decir a los presos: Salid;
a los que están en tinieblas: Venid a la luz.
Por los caminos pacerán, y en todas las alturas desoladas pastarán...
Convertiré mis montes en camino, y mis senderos se nivelarán.
Mira, éstos vendrán de lejos;
unos del Norte y Poniente, otros de Sinim (Is 49, 5, 12).
3. Anuncio de Dios, el profeta liberador
Después de la vuelta del exilio, la nueva sociedad, que está surgiendo en Jerusalén, con la restauración sacral y el triunfo de un sistema religioso, centrado en el poder de los sacerdotes y el culto del templo, está creando una nueva forma de opresión. En contra de ella eleva su voz del profeta, que retoma el mensaje anterior de Isaías (dentro de lo que suele llamarse la obra del Tercer Isaías:
[Principio] El Espíritu del Señor Yahvé está sobre mí,
porque Yahvé me ha ungido, me ha enviado:
[Tareas] – para evangelizar a los oprimidos
– para vendar los corazones quebrantados,
– para proclamar la liberación de los cautivos
y a los prisioneros apertura de la cárcel para proclamar el Año de Gracia de Yahvé
y un Día de Venganza para nuestro Dios
– para consolar a todos los que están de duelo... (Is 61, 1-3)
4. Jesús, el que ha de venir. Evangelizar a los pobres
Desde ese fondo se entiende el mensaje de Jesús, el evangelizador de Dios. El Evangelio cristiano no ha planteado el tema en clave abstracta, sino en el contexto de un diálogo de Jesús con los mensajeros del Bautista, que le preguntan si es él “el que ha de venir”. Jesús responde:
[Principio] Id y anunciadle a Juan lo que habéis oído y habéis visto:
[Obras] – los ciegos ven,
– los cojos andan,
– los leprosos son curados,
– los sordos oyen,
− los muertos resucitan
− y a los pobres se les anuncia la buena noticia
[Conclusión] y dichoso aquel que no se escandalice de mí (Mt 11,4-6)
Estas palabras, quizá recreadas por la tradición eclesial, testifican una experiencia y enseñanza originaria de la iglesia. Asumiendo el mensaje de una vieja profecía (cf. Is 35, 5-6; 42, 18), Jesús ha interpretado la llegada del reino como liberación integral del ser humano, como sanación completa de los individuos y transformación de la sociedad. Él ha podido proclamar esta palabra porque ha ido curando a los humanos, haciéndoles capaces de vivir en libertad, de realizarse de manera autónoma, en gesto de fe profunda y creadora (cf. Mt 9, 36;14, 14 par). Desde este fondo se pueden entender las necesidades humanas y de los gestos proféticos de Jesús:
− Curaciones, en la línea por Is 35, 5-6; 4l, 7; etc. Es indudable que Jesús ha curado a hombres enfermos (cojos y ciegos, sordos y leprosos) en actitud de misericordia y de servicio activo, en gesto de evangelio.
− Evangelio, en la línea de Is 61, 1. Las curaciones se expanden y vienen a mostrarse como signo (y prueba) de un anuncio gozoso más extenso: es portador del evangelio de Dios. Evidentemente, estos pobres son los pobres-hambrientos-llorosos de las bienaventuranzas (de Lc 6, 20-21 y de Mt 7, 1-6).
− En ese contexto puede hablarse de resurrección de los muertos. Esa palabra se puede interpretar de dos maneras: ¬como promesa histórica del propio Jesús que al realizar las curaciones y anunciar el reino a los pobres está abriendo el camino de la resurrección final de los que han muerto; o como confesión pascual de la iglesia que ha visto ya anunciado y realizado el gran misterio de la resurrección de los muertos en el mismo gesto las obras y promesas de Jesús. Sea como fuere, lo cierto es que la resurrección final, que luego será centro del mensaje pascual de la iglesia, sólo puede entenderse y proclamarse allí donde se asume el camino de Jesús y su evangelio dirigido hacia los pobres.
Conclusión.
Puede ser que la diplomacia de Benedicto XVI y de su curia esté verde. El evangelio, en cambio, está bien maduro.
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