“En un momento dado el Señor vino en carne al mundo, del mismo modo, si desaparece cualquier obstáculo por nuestra parte, en cualquier hora y momento se halla dispuesto a venir de nuevo a nosotros, para habitar espiritualmente en nuestras almas con abundancia de gracias” (San Carlos Borromeo). Esta es la venida que puede acaecer en cualquier momento de nuestra vida, es el adviento constante del Señor Jesús.
La primera venida es la que esperaron con tanto ahínco los profetas en Antiguo testamento, el que esperó con gran reverencia María la madre de Jesús y más desde el momento en que se le anunció que ella era la escogida para ser la madre del Redentor. En los nueve meses en que el Hijo de Dios se iba tejiendo en sus entrañas, su espera reverente también debía crecer hasta que lo pudo estrechar en sus brazos llenos de ternura maternal. María es el modelo por excelencia del adviento.
Pero Jesús nos anunció también su ultimo advenimiento al final de los tiempos: “Cuando vendrá el Hijo del Hombre con majestad”. Esta venida acaecerá al fin de nuestros días cuando él nos juzgará por nuestras obras y para poder oír de los labios del Juez justo: “Venid benditos de mi Padre”, tenemos que estar alerta y pedir que venga a nosotros cada día para no quedar confundidos el último día.
“Esperamos tu venida, ven Jesús, ven Salvador; líbranos de las cadenas del pecado y del dolor”, reza un himno de Adviento. Es como una oración jaculatoria que podemos repetir al largo del tiempo de adviento.
La primera venida es la que esperaron con tanto ahínco los profetas en Antiguo testamento, el que esperó con gran reverencia María la madre de Jesús y más desde el momento en que se le anunció que ella era la escogida para ser la madre del Redentor. En los nueve meses en que el Hijo de Dios se iba tejiendo en sus entrañas, su espera reverente también debía crecer hasta que lo pudo estrechar en sus brazos llenos de ternura maternal. María es el modelo por excelencia del adviento.
Pero Jesús nos anunció también su ultimo advenimiento al final de los tiempos: “Cuando vendrá el Hijo del Hombre con majestad”. Esta venida acaecerá al fin de nuestros días cuando él nos juzgará por nuestras obras y para poder oír de los labios del Juez justo: “Venid benditos de mi Padre”, tenemos que estar alerta y pedir que venga a nosotros cada día para no quedar confundidos el último día.
“Esperamos tu venida, ven Jesús, ven Salvador; líbranos de las cadenas del pecado y del dolor”, reza un himno de Adviento. Es como una oración jaculatoria que podemos repetir al largo del tiempo de adviento.
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