Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio
Un día, cuando yo era niño, un anciano me colocó sobre sus rodillas y puso su mano sobre mi cabeza como si me fuera a dar una bendición.
Alexis, me dijo, te voy a decir un secreto. Eres muy pequeño para entenderlo ahora, pero mira, ni el cielo ni la tierra son suficientemente grandes para contener a Dios, sólo el corazón humano es bastante grande para albergar a Dios.
Así pues, Alexis, ten mucho cuidado, que mi bendición te acompañe siempre y nunca, nunca, hieras el corazón de otra persona.
Este Dios que se hace presente y entra en la historia del mundo y en nuestras vidas no es un meteorito caído del espacio, ni un extraterrestre venido de otro planeta.
El evangelista Mateo nos ha dicho en este evangelio que hemos proclamado:
"El nacimiento de Jesús fue de esta manera: "La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo."
Dios necesita la colaboración humana de José y de María para nacer.
Jesús es el fruto del Espíritu Santo pero necesitó el consentimiento de José y de María.
Dios es un amante que nos necesita siempre.
Hay días en que no entendemos sus planes y pensamos que otros son más amados que nosotros y sentimos los celos del amor.
Hermanos, este José que el evangelio nombra cuatro veces y luego se olvida de él por completo, este José vivió un gran drama.
María estaba embarazada y José no tenía ni arte ni parte en el asunto.
Todos podemos imaginar sus celos, su preocupación y su dolor.
Yo me imagino a José yendo a la casa parroquial a consultar a su párroco. Le explicaría su situación y le diría: Padre, ¿qué debo hacer?
Juntos consultarían la Biblia y las tradiciones y juntos orarían.
María sabemos que dijo su Sí al plan de Dios. Pero José ¿fue forzado o dijo también su sí? José parece ser el hombre de más en esta historia de Navidad.
Cuentan que un grupo de estudiantes iban a representar la escena del nacimiento antes de las vacaciones y el joven que iba a desempeñar el papel de San José enfermó y llamó al director para comunicarle que no podría hacer su papel.
"Ya es muy tarde para buscar a otro que haga el papel de José", dijo el director. Lo tendremos que eliminar de la obra. José quedó eliminado y casi nadie lo echó en falta el día de la representación. San José pinta poco en ésta y en toda la historia de la salvación, pero tuvo un importante papel que jugar. Sin su presencia hasta la misma vida de Jesús habría sido más que sospechosa e inaceptable. Y la vida de María habría sido imposible en su Nazaret natal.
Hay muchos Josés entre nosotros. Hay muchas relaciones rotas y muchos sueños hechos añicos entre nosotros. Hay muchas situaciones conflictivas en los matrimonios entre nosotros.
Pero José que era un hombre justo pidió a Dios un signo antes de divorciarse de María y Dios se lo concedió.
Dios le habló en un sueño.
Se imaginan a José diciendo a María: "María, anoche tuve un sueño muy hermoso. Un ángel del Señor me dijo: "No tengas miedo"…
José aceptó y creyó en el signo de Dios y aceptó ser padre y dar nombre a un hijo que no era suyo sino del Espíritu.
Jesús necesita a José para tener un nombre, para crecer y para vivir y José, pasando a segundo plano, se quedó con María, adoptó el niño, adoptó a Dios, obedeció y cumplió la misión para la que Dios le había elegido.
Dios nos da signos como al rey Ajaz, como a José… nos da sueños y hermanos para reconocerlo y adoptarlo como hermano.
Alexis, me dijo, te voy a decir un secreto. Eres muy pequeño para entenderlo ahora, pero mira, ni el cielo ni la tierra son suficientemente grandes para contener a Dios, sólo el corazón humano es bastante grande para albergar a Dios.
Así pues, Alexis, ten mucho cuidado, que mi bendición te acompañe siempre y nunca, nunca, hieras el corazón de otra persona.
Este Dios que se hace presente y entra en la historia del mundo y en nuestras vidas no es un meteorito caído del espacio, ni un extraterrestre venido de otro planeta.
El evangelista Mateo nos ha dicho en este evangelio que hemos proclamado:
"El nacimiento de Jesús fue de esta manera: "La madre de Jesús estaba desposada con José, y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo."
Dios necesita la colaboración humana de José y de María para nacer.
Jesús es el fruto del Espíritu Santo pero necesitó el consentimiento de José y de María.
Dios es un amante que nos necesita siempre.
Hay días en que no entendemos sus planes y pensamos que otros son más amados que nosotros y sentimos los celos del amor.
Hermanos, este José que el evangelio nombra cuatro veces y luego se olvida de él por completo, este José vivió un gran drama.
María estaba embarazada y José no tenía ni arte ni parte en el asunto.
Todos podemos imaginar sus celos, su preocupación y su dolor.
Yo me imagino a José yendo a la casa parroquial a consultar a su párroco. Le explicaría su situación y le diría: Padre, ¿qué debo hacer?
Juntos consultarían la Biblia y las tradiciones y juntos orarían.
María sabemos que dijo su Sí al plan de Dios. Pero José ¿fue forzado o dijo también su sí? José parece ser el hombre de más en esta historia de Navidad.
Cuentan que un grupo de estudiantes iban a representar la escena del nacimiento antes de las vacaciones y el joven que iba a desempeñar el papel de San José enfermó y llamó al director para comunicarle que no podría hacer su papel.
"Ya es muy tarde para buscar a otro que haga el papel de José", dijo el director. Lo tendremos que eliminar de la obra. José quedó eliminado y casi nadie lo echó en falta el día de la representación. San José pinta poco en ésta y en toda la historia de la salvación, pero tuvo un importante papel que jugar. Sin su presencia hasta la misma vida de Jesús habría sido más que sospechosa e inaceptable. Y la vida de María habría sido imposible en su Nazaret natal.
Hay muchos Josés entre nosotros. Hay muchas relaciones rotas y muchos sueños hechos añicos entre nosotros. Hay muchas situaciones conflictivas en los matrimonios entre nosotros.
Pero José que era un hombre justo pidió a Dios un signo antes de divorciarse de María y Dios se lo concedió.
Dios le habló en un sueño.
Se imaginan a José diciendo a María: "María, anoche tuve un sueño muy hermoso. Un ángel del Señor me dijo: "No tengas miedo"…
José aceptó y creyó en el signo de Dios y aceptó ser padre y dar nombre a un hijo que no era suyo sino del Espíritu.
Jesús necesita a José para tener un nombre, para crecer y para vivir y José, pasando a segundo plano, se quedó con María, adoptó el niño, adoptó a Dios, obedeció y cumplió la misión para la que Dios le había elegido.
Dios nos da signos como al rey Ajaz, como a José… nos da sueños y hermanos para reconocerlo y adoptarlo como hermano.
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