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domingo, 5 de diciembre de 2010

Por ayudarnos…a ser libres


"Hablamos a cristianos adultos como si fuese niños"
Fr. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger

A Fernando, sólo por ayudarnos mutuamente a pensar. Escribiste así tu comentario a unas reflexiones mías en RD: "¿Y por qué no es ésta la predicación habitual de los Obispos de la Iglesia? Pues que aprendan y cambien el discurso los guardianes de la moral, y no confundan al personal con memeces y jeroglíficos de despacho clerical".

Yo no sabría decirte cuál es "la predicación habitual de los Obispos"; la mía intenta ser anuncio del amor de Dios a los pobres. Ese anuncio ya se había hecho, hasta parecer allí una obsesión, en la Escritura de la Antigua Alianza; pero en la Alianza Nueva el amor de Dios se hizo carne, y lo pudimos oír, ver y tocar en palabras y obras de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho pobre.

No creo que mis hermanos Obispos se hayan apartado de esa enseñanza, aunque no me cuesta trabajo aceptar que hayamos podido aparcarla, más de lo conveniente, fuera de los espacios de nuestra predicación.

No me parece, sin embargo, que sea eso lo que nos reprochas.
Si no te he entendido mal, más que conocer la calificación moral que se ha de dar al uso del preservativo en las relaciones sexuales, parece que deseas ver el producto etiquetado con garantía eclesiástica de bondad.

No creo equivocarme si te digo que la ley, si la abrazas, te hace siempre su esclavo, sea que prohíba algo, sea que lo permita, sea que lo imponga.

Es muy fácil amar la esclavitud, pero no seas tú quien pida a la Iglesia que te esclavice. Porque ahí está el meollo de toda esta cuestión, en la libertad, en tu libertad. Te la roba el que te dice, como si fueses un niño, «no hagas esto», «no lo uses»; pero también te la roba el que te dice «hazlo», «úsalo». Ambos se erigen en dueños de tu conciencia, y tú, aceptado ese dominio, habrás descargado en otro tu propia responsabilidad. Y eso no es digno de ti.

Sólo podemos ayudarnos a ser libres y a discernir, en libertad y con verdad, nuestras opciones morales. Yo puedo sólo ofrecerte la luz de la fe, para que, en libertad, seas tú quien vea lo que es bueno según Dios; puedo sólo indicarte criterios evangélicos de moralidad con los que tú, en la soledad de tu conciencia, trates de buscar humildemente la voluntad de Dios en tu vida.

Demasiadas veces, quienes ejercemos el ministerio de pastores, hablamos a cristianos adultos como si fuesen niños incapaces de decidir en libertad lo que conviene hacer. Pero no lo atribuyáis a intención perversa, pues a nosotros mismos nos tratamos de ese modo. Y es que la experiencia de la libertad, como la experiencia de la justificación, es gracia, y no todos hemos sido agraciados.
Cordialmente.

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