Cheng Ching, terapeuta de profesión, se ha casado consigo misma en Natou, Taiwán, para recibir el año, 2011. Una noticia que me parece sintomática de la época que estamos viviendo.La boda de Cheng se ha celebrado el primer día del año justo en la fecha en que Taiwán celebra su 100 aniversario de la república. Por lo visto Ching declaró sentirse feliz por “encontrarme a mi misma y enamorarme de mi persona”.
Parece ser que Cheng no es la única mujer que se ha casado consigo misma, el mes pasado una trabajadora de 30 años en Taipei se casó consigo misma convencida de que ya era hora de que se casara aunque todavía no hubiese encontrado a su hombre ideal.
No está mal empezar el año con esta patachoda. Así se puede tirar los platos a ella misma, discutir con el espejo y divociarse cuando le dé la gana. Hemos llegado al culmen de la idiotez. Aunque, más allá de una historia personal, la noticia tiene más miga. El deterioro de nuestro mundo, la dificultad de las relaciones debidas a la tensión económica, la falta de aguante, el egoísmo y los modelos propuestos por los medios de comunicación motivan el crecimiento de soledad y de solipsismo. Al mismo tiempo la publicidad promete iconos inalcanzables de felicidad. Bien está fomentar cierta autoestima en función de una alteridad, pues toda heterovenevolencia debe suponer una autobenevolencia. Pero sin los otros, sin algún tipo de amor hacia afuera no somos nada. Yo creo que en realidad lo que esta mujer necesitaba como el comer era vestirse de novia, tener “el día más feliz de su vida” de cara a la foto. Después, imagino, entrar en brazos de sí misma en su apartamento y brindar con su deteriorado ego debió ser bastante patético. Pobre Cheng.
Parece ser que Cheng no es la única mujer que se ha casado consigo misma, el mes pasado una trabajadora de 30 años en Taipei se casó consigo misma convencida de que ya era hora de que se casara aunque todavía no hubiese encontrado a su hombre ideal.
No está mal empezar el año con esta patachoda. Así se puede tirar los platos a ella misma, discutir con el espejo y divociarse cuando le dé la gana. Hemos llegado al culmen de la idiotez. Aunque, más allá de una historia personal, la noticia tiene más miga. El deterioro de nuestro mundo, la dificultad de las relaciones debidas a la tensión económica, la falta de aguante, el egoísmo y los modelos propuestos por los medios de comunicación motivan el crecimiento de soledad y de solipsismo. Al mismo tiempo la publicidad promete iconos inalcanzables de felicidad. Bien está fomentar cierta autoestima en función de una alteridad, pues toda heterovenevolencia debe suponer una autobenevolencia. Pero sin los otros, sin algún tipo de amor hacia afuera no somos nada. Yo creo que en realidad lo que esta mujer necesitaba como el comer era vestirse de novia, tener “el día más feliz de su vida” de cara a la foto. Después, imagino, entrar en brazos de sí misma en su apartamento y brindar con su deteriorado ego debió ser bastante patético. Pobre Cheng.
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