Publicado por El Blog de X. Pikaza
Domingo 3, tiempo ordinario. Ciclo A. Mt 4, 12-23. El evangelio de hoy presenta el comienzo de la vida pública de Jesús según Mateo e incluye dos temas:
-- cumplimiento de la profecía de Galilea(Is 8, 23−9, 1),
-- anuncio del Reino de Dios
En ese fondo quiero resaltar el carácter galileo de Jesús y del comienzo de su Iglesia.
El evangelio no empieza en los centros de poder religioso o político (Jerusalén, Roma…), sino en una tierra del margen social y religioso. Allí, en la oscura Galilea entre gentes mestizas y oprimidas, empezó el movimiento de Jesús. Volver a Galilea (cf. Mc 16, 6-7; Mt 28, 16-20) sigue siendo una tarea pendiente de sus seguidores: nos hemos instalado en Roma o Washington, en Madrid o Ginebra...
Hemos querido estar en los centros del poder para dominar (¿servir?)de esa manera al mundo. Pero el evangelio proponer otro camino: sólo volviendo a Galilea (desde las tierras de los marginados y oprimidos) podremos recuperar el origen del evangelio.
Texto
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, vino a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías:
País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos (Mt 4, 12-14; con cita de Is 8, 23− 9, 1).
Profecía de Isaías. Una luz que viene de Galilea
En el fondo de este pasaje está el famoso texto de Isaías sobre Galilea, la tierra del Norte de Israel que había caído en manos de gentiles (conquista asiria del 732 a.C.), perdiendo en gran parte su carácter israelita, por varias razones: (a) deportación de parte de sus habitantes; (b) introducción de grupos paganos del entorno, bajo presión asiria; (c) opresión del conjunto de los habitantes.
Pues bien, en un momento de cambio (quizá tras el año 700, cuando los asirios abandonaron el cerco de Jerusalén), Isaías abre un horizonte de esperanza para Galilea, la tierra del Norte, rodeada de gentiles en la Gran Ruta del Mar, que une Asiria con Egipto… diciendo que lleva una luz, una esperanza de redención. Hay autores que piensan que este oráculo se encuentra desplazado y que debe situarse en el contexto de las profecías de Jeremías, tras el año 640 dC, cuando el rey Josías (tras la caída del imperio de Asiria) empezó una política de restauración de Israel, que le llevó hasta Galilea.
Sea como fuere, en la Biblia de Israel había un pasaje esencial donde se hablaba, en el lugar más denso del libro de Isaías, de la restauración de Galilea, de una luz de Dios (de una salvación humana), que viene por Galilea, no desde Jerusalén.
Experiencia cristiana: la cosa empezó en Galilea
Jesús comenzó a proclamar su mensaje (la llegada del Reino de Dios) en Galilea, después de haber acompañado por un tiempo a Juan Bautista, compartiendo su programa de conversión y de esperanza de juicio (con bautismo) en el río Jordán. Pues bien, en un momento determinado, dejando a Juan y su lugar junto al río, dejando la práctica penitencial del bautismo, Jesús volvió a su tierra y comenzó a proclamar e iniciar el mensaje (el camino del Reino) en Galilea.
Éste es uno de los datos fundamentales de la tradición evangélica, como sabe Lucas y lo dice en el libro de los Hechos (la cosa empezó en Galilea: Hch 10, 37). Pero la Iglesia posterior, empezando por el mismo Lucas y por el evangelio de Juan (y de un modo especial por Pablo) ha tendido a olvidarse de Galilea, poniendo de relieve la importancia de Jerusalén, lugar de la muerte de Jesús y también del comienzo (previsible) de la Iglesia.
En esa línea se puede hablar de un “ocultamiento” de Galilea, de un olvido del primer mensaje de Jesús, que fue un mensaje “aldeano”, provinciano…, un mesianismo de campesinos, hombres y mujeres de pueblo, un movimiento laico de transformación de Israel y de esperanza escatológico, que empezó en Galilea.
Pues bien, los evangelios de Marcos y Mateo han programado ya un fuerte “retorno a Galilea”. Ciertamente, admiten y ponen de relieve el “paso” por Jerusalén, con todo lo que implica para Jesús y para el evangelio (con la muerte, la experiencia de la tumba vacía…). Pero el comienzo y raíz, el centro del evangelio, se encuentra para ellos en Galilea.
Así lo dice Marcos, de forma programática, en 1, 14-15 (Jesús empezó a proclamar en Reino en Galilea); así lo resalta al final del evangelio, cuando dice a las mujeres (y por ellas al resto de los discípulos) que vuelvan a Galilea, para retomar el camino de Jesús, dejando Jerusalén (Mc 16, 6-7).
Así lo dice Mateo, de un modo todavía más solemne. Ciertamente, para Mateo la Ley de Jerusalén (con el templo y con los sacerdotes) sigue teniendo su importancia. Pero el centro y raíz del evangelio es Galilea, la tierra de los pescadores y campesinos a los que Jesús anunció el Reino.
(a) Por eso retoma el comienzo del evangelio en Galilea, apelando a la cita básica de Isaías: la tierra antes condenada, tierra de sombra y de muerte, ha sido el principio de la luz, el lugar donde ha comenzado la salvación del Reino (texto de este domingo: Mt 4, 12-14).
(b) Por eso, tras haber recorrido el camino de muerte, tras haber cumplido su tarea en Jerusalén, después de haber sido condenado por los Sacerdotes de la Ciudad Santa y del Templo (¡tema central, durísimo, de Mateo!), el Jesús pascual vuelve con sus discípulos a Galilea y desde allí (no desde Jerusalén) les envía al mundo entero, a crear comunidades de discípulos (Mt 28, 16-20).
Galilea y Jerusalén. Recuperar el evangelio en Galilea
Ciertamente, Jerusalén es importante, como tierra del Templo y de sus Sacerdotes, lugar del mensaje final y del “fracaso” de Jesús, ciudad donde le matan y le entierran…. Más aún, el evangelio de Jesús de entroncarse en las traiciones de Jerusalén, como ha puesto de relieve Pablo (¡que no cita a Galilea…!), como ha destacado luego Lucas (tanto en su evangelio como en Hechos quiere arraigar el camino de la Iglesia de Jesús en Galilea…).
Pero Galilea sigue siendo esencial para entender el evangelio. Así lo sabe el mismo evangelio de Juan, que pone de relieve las tradiciones de Jerusalén, pero que tiene que acabar reconociendo la importancia de Galilea (cf. Jn 21), lugar de los primeros milagros de Jesús, lugar donde empezó la verdadera misión de la Iglesia.
Por eso es urgente “recuperar a Galilea”, precisamente ahora, en este año 2011, en un tiempo en que parecen seguir dominando en la iglesia un tipo de tradiciones (¡y encima falseadas!) de Jerusalén, en la línea del libro de los Hechos, como si el evangelio pasara directamente de Jerusalén a Roma… como si Roma heredara las tradiciones sagradas de Jerusalén (templo y sacerdotes, organización clerical y teocracia sagrada…). Es necesario, yo diría esencial, volver a Galilea, como supone y propone el evangelio de hoy.
Éste es el tema: Hemos olvidado el carácter galilea del evangelio, que es evangelio de campesinos y pescadores, de gentes de pueblo que han escuchado la gran voz de la profecía... Jesús no ha querido ir a las ciudades del entorno (Séforis, Tiberíades...), sino que ha querido promover un movimiento de reino en las aldeas y pueblos pequeños, en las zonas marginadas de Galilea.
¿Qué significa volver a Galilea, empezar por Galilea?
Éste es un tema clave que propuso por ejemplo el teólogo hispano/americano Virgilio Elizondo, en un libro famoso titulado: Galilean Journey. The Mexican American Promise (New York 2000; versión cast. El viaje de Galilea: la promesa México-Americana, New York 2000). Elizondo supone que la iglesia yanqui (y universal) tiene que volver a Galilea, es decir, a las provincias, a los barrios populares, a las zonas marginadas… El Evangelio de la Gran Jerusalén, Roma, Washington DC (no de los suburbios del Washington pobre, pobrísimo) ha fracasado; es el evangelio que se ha aliado con el poder, que ha tomado el mando, que ha dejado al pueblo.
Según Elizondo, “la nueva galilea” se vincula con los hispanos pobres del gran imperio, con los rechazados del sistema. Entre ellos (y los que son como ellos, en América del Sur o en África, en Europa o Asia….) puede y debe recomenzar el evangelio, la vuelta a Jesús y a su movimiento.
Pero aquí no se trata de seguir a Elizondo, sino a Jesús, según el evangelio, para recuperar el sentido de Galilea. Pues bien, este programa de vuelta a Galilea implica un mejor estudio del sentido de Galilea en el NT. De ello hablaremos mañana y quizá pasado.
-- cumplimiento de la profecía de Galilea(Is 8, 23−9, 1),
-- anuncio del Reino de Dios
En ese fondo quiero resaltar el carácter galileo de Jesús y del comienzo de su Iglesia.
El evangelio no empieza en los centros de poder religioso o político (Jerusalén, Roma…), sino en una tierra del margen social y religioso. Allí, en la oscura Galilea entre gentes mestizas y oprimidas, empezó el movimiento de Jesús. Volver a Galilea (cf. Mc 16, 6-7; Mt 28, 16-20) sigue siendo una tarea pendiente de sus seguidores: nos hemos instalado en Roma o Washington, en Madrid o Ginebra...
Hemos querido estar en los centros del poder para dominar (¿servir?)de esa manera al mundo. Pero el evangelio proponer otro camino: sólo volviendo a Galilea (desde las tierras de los marginados y oprimidos) podremos recuperar el origen del evangelio.
Texto
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, vino a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías:
País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: "Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos (Mt 4, 12-14; con cita de Is 8, 23− 9, 1).
Profecía de Isaías. Una luz que viene de Galilea
En el fondo de este pasaje está el famoso texto de Isaías sobre Galilea, la tierra del Norte de Israel que había caído en manos de gentiles (conquista asiria del 732 a.C.), perdiendo en gran parte su carácter israelita, por varias razones: (a) deportación de parte de sus habitantes; (b) introducción de grupos paganos del entorno, bajo presión asiria; (c) opresión del conjunto de los habitantes.
Pues bien, en un momento de cambio (quizá tras el año 700, cuando los asirios abandonaron el cerco de Jerusalén), Isaías abre un horizonte de esperanza para Galilea, la tierra del Norte, rodeada de gentiles en la Gran Ruta del Mar, que une Asiria con Egipto… diciendo que lleva una luz, una esperanza de redención. Hay autores que piensan que este oráculo se encuentra desplazado y que debe situarse en el contexto de las profecías de Jeremías, tras el año 640 dC, cuando el rey Josías (tras la caída del imperio de Asiria) empezó una política de restauración de Israel, que le llevó hasta Galilea.
Sea como fuere, en la Biblia de Israel había un pasaje esencial donde se hablaba, en el lugar más denso del libro de Isaías, de la restauración de Galilea, de una luz de Dios (de una salvación humana), que viene por Galilea, no desde Jerusalén.
Experiencia cristiana: la cosa empezó en Galilea
Jesús comenzó a proclamar su mensaje (la llegada del Reino de Dios) en Galilea, después de haber acompañado por un tiempo a Juan Bautista, compartiendo su programa de conversión y de esperanza de juicio (con bautismo) en el río Jordán. Pues bien, en un momento determinado, dejando a Juan y su lugar junto al río, dejando la práctica penitencial del bautismo, Jesús volvió a su tierra y comenzó a proclamar e iniciar el mensaje (el camino del Reino) en Galilea.
Éste es uno de los datos fundamentales de la tradición evangélica, como sabe Lucas y lo dice en el libro de los Hechos (la cosa empezó en Galilea: Hch 10, 37). Pero la Iglesia posterior, empezando por el mismo Lucas y por el evangelio de Juan (y de un modo especial por Pablo) ha tendido a olvidarse de Galilea, poniendo de relieve la importancia de Jerusalén, lugar de la muerte de Jesús y también del comienzo (previsible) de la Iglesia.
En esa línea se puede hablar de un “ocultamiento” de Galilea, de un olvido del primer mensaje de Jesús, que fue un mensaje “aldeano”, provinciano…, un mesianismo de campesinos, hombres y mujeres de pueblo, un movimiento laico de transformación de Israel y de esperanza escatológico, que empezó en Galilea.
Pues bien, los evangelios de Marcos y Mateo han programado ya un fuerte “retorno a Galilea”. Ciertamente, admiten y ponen de relieve el “paso” por Jerusalén, con todo lo que implica para Jesús y para el evangelio (con la muerte, la experiencia de la tumba vacía…). Pero el comienzo y raíz, el centro del evangelio, se encuentra para ellos en Galilea.
Así lo dice Marcos, de forma programática, en 1, 14-15 (Jesús empezó a proclamar en Reino en Galilea); así lo resalta al final del evangelio, cuando dice a las mujeres (y por ellas al resto de los discípulos) que vuelvan a Galilea, para retomar el camino de Jesús, dejando Jerusalén (Mc 16, 6-7).
Así lo dice Mateo, de un modo todavía más solemne. Ciertamente, para Mateo la Ley de Jerusalén (con el templo y con los sacerdotes) sigue teniendo su importancia. Pero el centro y raíz del evangelio es Galilea, la tierra de los pescadores y campesinos a los que Jesús anunció el Reino.
(a) Por eso retoma el comienzo del evangelio en Galilea, apelando a la cita básica de Isaías: la tierra antes condenada, tierra de sombra y de muerte, ha sido el principio de la luz, el lugar donde ha comenzado la salvación del Reino (texto de este domingo: Mt 4, 12-14).
(b) Por eso, tras haber recorrido el camino de muerte, tras haber cumplido su tarea en Jerusalén, después de haber sido condenado por los Sacerdotes de la Ciudad Santa y del Templo (¡tema central, durísimo, de Mateo!), el Jesús pascual vuelve con sus discípulos a Galilea y desde allí (no desde Jerusalén) les envía al mundo entero, a crear comunidades de discípulos (Mt 28, 16-20).
Galilea y Jerusalén. Recuperar el evangelio en Galilea
Ciertamente, Jerusalén es importante, como tierra del Templo y de sus Sacerdotes, lugar del mensaje final y del “fracaso” de Jesús, ciudad donde le matan y le entierran…. Más aún, el evangelio de Jesús de entroncarse en las traiciones de Jerusalén, como ha puesto de relieve Pablo (¡que no cita a Galilea…!), como ha destacado luego Lucas (tanto en su evangelio como en Hechos quiere arraigar el camino de la Iglesia de Jesús en Galilea…).
Pero Galilea sigue siendo esencial para entender el evangelio. Así lo sabe el mismo evangelio de Juan, que pone de relieve las tradiciones de Jerusalén, pero que tiene que acabar reconociendo la importancia de Galilea (cf. Jn 21), lugar de los primeros milagros de Jesús, lugar donde empezó la verdadera misión de la Iglesia.
Por eso es urgente “recuperar a Galilea”, precisamente ahora, en este año 2011, en un tiempo en que parecen seguir dominando en la iglesia un tipo de tradiciones (¡y encima falseadas!) de Jerusalén, en la línea del libro de los Hechos, como si el evangelio pasara directamente de Jerusalén a Roma… como si Roma heredara las tradiciones sagradas de Jerusalén (templo y sacerdotes, organización clerical y teocracia sagrada…). Es necesario, yo diría esencial, volver a Galilea, como supone y propone el evangelio de hoy.
Éste es el tema: Hemos olvidado el carácter galilea del evangelio, que es evangelio de campesinos y pescadores, de gentes de pueblo que han escuchado la gran voz de la profecía... Jesús no ha querido ir a las ciudades del entorno (Séforis, Tiberíades...), sino que ha querido promover un movimiento de reino en las aldeas y pueblos pequeños, en las zonas marginadas de Galilea.
¿Qué significa volver a Galilea, empezar por Galilea?
Éste es un tema clave que propuso por ejemplo el teólogo hispano/americano Virgilio Elizondo, en un libro famoso titulado: Galilean Journey. The Mexican American Promise (New York 2000; versión cast. El viaje de Galilea: la promesa México-Americana, New York 2000). Elizondo supone que la iglesia yanqui (y universal) tiene que volver a Galilea, es decir, a las provincias, a los barrios populares, a las zonas marginadas… El Evangelio de la Gran Jerusalén, Roma, Washington DC (no de los suburbios del Washington pobre, pobrísimo) ha fracasado; es el evangelio que se ha aliado con el poder, que ha tomado el mando, que ha dejado al pueblo.
Según Elizondo, “la nueva galilea” se vincula con los hispanos pobres del gran imperio, con los rechazados del sistema. Entre ellos (y los que son como ellos, en América del Sur o en África, en Europa o Asia….) puede y debe recomenzar el evangelio, la vuelta a Jesús y a su movimiento.
Pero aquí no se trata de seguir a Elizondo, sino a Jesús, según el evangelio, para recuperar el sentido de Galilea. Pues bien, este programa de vuelta a Galilea implica un mejor estudio del sentido de Galilea en el NT. De ello hablaremos mañana y quizá pasado.
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