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sábado, 8 de enero de 2011


Publicado por Dominicos.org

“Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto”

Celebramos el bautismo del Señor Jesús, que como uno más de su pueblo, se acerca a orillas del Jordán. Como Él escuchó la voz del Bautista, como los primeros cristianos escucharon e hicieron suyo el mensaje de la voz del Padre que marca y remarca la identidad de Jesús de Nazaret como su Hijo amado y predilecto, también nosotros quisiéramos escuchar y hacer vida de nuestra vida la voz del Espíritu del Señor Jesús que misteriosamente nos habita desde el día de nuestro propio bautismo.

Fieles a nuestra condición de bautizados en el nombre del Señor Jesucristo queremos hoy renovar y estrechar nuestra comunión con Él para vivir también como Él, ardidos por la pasión de hacer presente en nuestro mundo el Reino del Padre.
Que renovemos hoy el gozo y el compromiso que implica el haber recibido las aguas bautismales y el Espíritu de Cristo Jesús.

COMENTARIO BÍBLICO

Nota: El acontecimiento del Bautismo de Jesús ha causado siempre mucha extrañeza y sorpresa. Comenzó en la etapa apostólica. Los primeros cristianos se preguntaban: ¿Por qué se acercó Jesús al Jordán para recibir un bautismo de "penitencia y conversión"? ¿para qué quiere pasar por este rito Jesús? Ciertamente que Jesús no "necesitaba" el Bautismo de Juan. Jesús era el Hijo de Dios por naturaleza, no tenía pecado, Él mismo es la cabeza de la Iglesia y era heredero de Dios por naturaleza. Jesús respondió a Juan: Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. Por otra parte, la historicidad de este acontecimiento nunca se ha puesto en duda en la investigación bíblica ya que no se ha visto ninguna razón para que los cristianos crearan esta historia.

Primera lectura: (Isaías 42,1-4.6-7)

Marco: Es el primer cántico del Siervo de Yahvé. El profeta-poeta que llamamos Segundo Isaías (Is 40-55) nos ha dejado cuatro poemas sobre el Siervo de Yahvé de una belleza incomparable tanto literaria como teológicamente (Is 42,1-7; 49,1-7; 50,4-9; 52,13-53,12). Mucho se ha escrito sobre estos poemas, el resultado es: que se trata de una persona individual con una misión de "personalidad corporativa", es decir, que asume en su persona la responsabilidad del pueblo y de la humanidad; que se trata de un profeta con rasgos regios que sintetiza todas las cualidades de los profetas; que es elegido por Dios con singular atención y cuidado; que su destino es restaurar la alianza de Dios con su pueblo y, a través de él, con toda la humanidad a través de la predicación y del sufrimiento vicario. Fue humillado hasta una muerte ignominiosa, pero Dios lo rehabilitó, lo resucitó y le dio honor singular entre los grandes.

Reflexiones

1ª) ¡El Siervo, elegido y preferido de Dios, equipado para la misión!

Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. Hay que subrayar que el Siervo es elegido de modo singular y privilegiado por Dios. Es aquel en quien se complace su alma, es decir, del agrado total de Dios, es su preferido. El contexto inmediato de esta vocación es la liberación del pueblo de Dios del exilio de Babilonia, pero más allá de estas fronteras nacionales se vislumbra y abre un horizonte más amplio. Se le promete un don especial del Espíritu para que puede llevar adelante su misión que no sería fácil y que estaría sembrada de graves y duras dificultades. Con la luz y la fuerza del Espíritu llevará adelante con éxito la misión que se le encomienda. Aunque el Siervo es un profeta y la síntesis acabada del profetismo, tiene también rasgos regios. Por eso desde el primer poema se le atribuye una de las funciones más características de los reyes de Israel: la defensa del derecho de los pobres, los huérfanos, las viudas y los indefensos. Este poema manifiesta a los creyentes-testigos de Jesús que ser llamados a esta tarea es un privilegio de Dios y que son capacitados adecuadamente para realizarla. Por tanto, hay de disipar el miedo y las dudas y realizar nuestra misión con firmeza y confianza total.

2ª) ¡La misión del Siervo para su pueblo: restauración!

Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra. El Siervo de Dios que es modelo de respeto, suavidad y mansedumbre, realizará, no obstante, su misión de restauración con firmeza. Las circunstancias en que ejerció su tarea no fueron nada fáciles: exilio y el post-exilio de Babilonia. Todo estaba derrumbado y había que restaurarlo. En esta ardua tarea el Siervo va a la cabeza del pueblo. Por eso necesitará la firmeza que procede del Espíritu que se le ha prometido de modo especial. No se dejará arrastrar por la acepción de personas, ni por la debilidad. Implantará el derecho con limpieza, firmeza, ecuanimidad y equidad. Es el modelo ejemplar de profeta y gobernante que sólo aspira a hacer posible el bien común de todos. Los creyentes que vivimos en un mundo hostil y agresivo necesitamos esas cualidades del Siervo para cumplir nuestra tarea de testimonio vivo en nuestros ámbitos habituales de convivencia y de trabajo. Somos invitados a conjugar armónicamente la suavidad, mansedumbre con la firmeza y la valentía.

3ª) ¡La misión del Siervo: luz de las naciones!

Yo, el Señor, te he llamado... te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. La vocación del siervo transciende las fronteras de Israel. El profeta-poeta anónimo que compuso estos poemas abre el horizonte hasta englobar a todas las gentes y naciones. La experiencia de Babilonia y el encuentro con otros pueblos hizo madurar en su mente, iluminada por el Espíritu inspirador, que la tarea de este Elegido privilegiado de Dios era convocar a todas las gentes para que pudieran entrar en el proyecto salvador de Dios. Este pensamiento aparecerá en el Nuevo Testamento cuando se hable de la misión de Jesús (recuérdese el encuentro con Simeón y el envío de los Apóstoles por el resucitado según Mateo 20,18-20) y cuando se hable de la vocación de Pablo ( Hch 9, 22 y 26). Los discípulos de Jesús son llamados a proclamar al mundo que en Dios no hay acepción de personas; que todos son llamados a participar realmente de la salvación.

Segunda lectura: (Hechos de los Apóstoles 10,34-38)

Marco: Estos versículos forman parte del discurso de San Pedro en casa de Cornelio, donde se produjo la primera conversión de gentiles al evangelio como fruto de la exposición kerigmática que les proclamó. La misión de Jesús comenzó por su bautismo en el Jordán.

Reflexiones

1ª) ¡Dios no tiene acepción de personas!

Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. En los poemas del Siervo se anunció una tarea universal. Pedro comprueba que Jesús, el verdadero Siervo de Yahvé, ha realizado satisfactoriamente aquella misión anunciada como lo muestra el hecho de que, después de la escucha del Anuncio solemne sobre Jesús (kerigma), una familia de paganos se abre a la fe y a la salvación y recibe el Espíritu. Son la primicia y la garantía de una cosecha mucho más abundante. Realmente el Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no tienen acepción de personas; todos le interesan y todos son llamados a participar de la filiación divina adoptiva. Para los creyentes ya no hay distinción de razas, lenguas, naciones o expresiones religiosas. Desde la convicción de su propia fe vivida y experimentada sabe que el diálogo con todos es posible, necesario, sincero y urgente.

2ª) ¡Jesús ungido por el Espíritu Santo!

Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo. Otro aspecto de la promesa que se cumple en Jesús: ha recibido el don del Espíritu Santo para realizar su misión y su tarea. Pedro recuerda un aspecto importante en esta donación del Espíritu: Jesús recibió la fuerza del Espíritu. A Lucas le place llamar al Espíritu "Fuerza" (Dynamis) de Dios (Lc 1,35; Hch 1,8). Este aspecto es importante para comprender la misión de Jesús: a pesar de las graves dificultades, incomprensiones y rechazos, Jesús llevará adelante la misión hasta la consumación final. Tampoco a los discípulos de Jesús les faltará esta fuerza que viene de lo alto y contra la que nadie podrá. Ya lo habían experimentado los profetas (Jr 1,8s). Nunca ha sido fácil la tarea del testimonio de la vida y la evangelización. Pero siempre ha seguido adelante, especialmente por el testimonio de los mártires.

3ª) ¡Jesús, el hombre para todos, pasó haciendo el bien!

Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Así capacitado para la misión, Jesús pasó haciendo el bien. Era el hombre para los demás en todos los aspectos. Y Pedro lo recuerda solemnemente en su proclamación kerigmática. Este reconocimiento y proclamación define un aspecto importante de la misión y tarea de Jesús. Es una característica del Siervo de Yahvé el ser para los demás y por los demás. Se ha cumplido amplia y superabundantemente la profecía sobre el Siervo.

Evangelio: (Mateo 3,13-17)

Marco: El contexto es bien conocido. Mateo se limita a decir que Jesús fue desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Lucas parece sugerir que Jesús se acercó al Jordán en medio de los que se dirigían allí a recibir el bautismo de Juan. Es necesario anotar que todo el relato del bautismo de Jesús es una epifanía, es decir, un relato revelador de realidades muy profundas en un lenguaje austero y sobrio: es el momento en que Jesús recibe su misión y el equipamiento necesario para la misma.

Reflexiones

1ª) ¡Jesús, entre los pecadores, se acerca al Jordán!

Fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que le bautizara. Sorprendente situación: Jesús entre los pecadores camino del Jordán. Desde el comienzo del relato se invita al lector a centrar su atención adecuadamente. Todo el acontecimiento está cargado de profundo sentido y el evangelista quiere que desde el principio dirijamos la mirada en la dirección que él estima la adecuada. Jesús va a recibir la misión y tarea del Siervo: asumir sustitutivamente la responsabilidad del pueblo y de la humanidad. Por eso presenta de modo anticipado visualmente esta misión y tarea. Los discípulos de Jesús no caminan por el mundo aislados. Al contrario, lo hacen por los mismos caminos y en los mismos ámbitos que sus hermanos los hombres. Ahí, en medio de todos, el creyente es sal y luz. Y es llamado a no escandalizarse del mal de nadie, sino a reconocerlo, asumirlo y tratar de superarlo. Ardua pero noble tarea.

2ª) ¡Es necesario cumplir el plan de Dios!

Juan intentaba disuadirlo diciéndole: soy yo el que necesita que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Jesús le contestó: Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. Este corto diálogo de Jesús con Juan es altamente dramático y significativo. En el relato de la infancia según Mateo nada se nos dice de Juan. Es Lucas quien recuerdo ampliamente la anunciación de su concepción y las circunstancias de su nacimiento. Incluso lo presenta como pariente de Jesús. Por tanto, habrá que pensar que es el primer encuentro de lo dos frente a frente. Juan, como profeta, descubre a quién tiene delante y se niega a bautizarlo. La respuesta de Jesús es una expresión cargada de sentido en la historia de la salvación. Dios tiene un plan y en él está incluido este encuentro fundamental. Realicemos este proyecto desde los comienzos, insiste Jesús.

3ª) ¡Donación del Espíritu para la misión!

Salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Es necesario observar que la donación del Espíritu no está relacionada con el bautismo. Se abren los cielos y desciende el Espíritu cuando Jesús ha salido de las aguas del Jordán. El bautismo de Juan no confiere el Espíritu Santo. Esto es un privilegio propio del bautismo cristiano y sólo del bautismo cristiano. La apertura de los cielos y el don del Espíritu son dos realidades que convergen en la misma significación: en este momento se declara solemnemente que aquel hombre, llamado Jesús, que está al borde del Jordán es a la vez el Profeta escatológico, es decir, el Profeta esperado para el momento culminante de la salvación y el Siervo de Yahvé que llevará adelante el proyecto de Dios. Por eso recibe el equipamiento necesario para cumplir esta misión. El don singular del Espíritu Santo que, en la visión de Juan el evangelistas, permanece establemente sobre él y siempre (característica especial del momento culminante de la salvación) (Jn 1,32).

4ª) ¡Jesús es el predilecto de Dios!

Y vino una voz del cielo que decía: este es mi hijo, el amado, mi predilecto. La voz que se oye procedente del cielo corrobora la vocación de Jesús. Aquel hombre es a la vez el Siervo de Yahvé y el Hijo de Dios, el Elegido para llevar adelante la salvación. Mateo ya nos había anunciado que Jesús es el Hijo de Dios desde la concepción virginal. Pero en una reflexión cristológica éste descubrimiento (alimentado y dirigido por el Espíritu Santo) fue lento en la primera Iglesia: comenzó después del Acontecimiento Pascual, se entendió ya en el Bautismo y finalmente en la concepción virginal. La misión de Jesús engloba todos los aspectos que fueron anunciados para el Siervo, pero realizados de una manera supereminente: anunciar la Palabra para restaurar e inaugurar la nueva alianza y asumir sustitutivamente la responsabilidad del pueblo y de la humanidad. Por eso es tan importante este acontecimiento de la vida de Jesús. El creyente en medio del mundo es un freno de la agresividad, violencia y egoísmo ambicioso de los hombres. Es un instrumento de reconciliación y de paz, a imitación y representación de Jesús, en medio de los hombres. Esta tarea y misión son especialmente urgentes de nuestro tiempo. El testimonio de la promoción de la paz con la vida y las palabras es una forma excelente de imitar a Jesús en su tarea y misión del Siervo.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)


PAUTAS PARA LA HOMILÍA

En el Señor Jesucristo los creyentes cristianos descubrimos el cumplimiento de las promesas que durante siglos nutrieron la esperanza del pueblo de Israel. El siervo de Yahvé anunciado por el profeta Isaías, que trae el derecho a las naciones, es este Jesús de Nazaret que se acerca como un judío más, atraído por la llamada a la conversión que Juan el Bautista está proclamando a orillas del río Jordán, a ser bautizado por él.

Tras el bautismo acontece la teofanía. El Espíritu que se posa sobre Jesús y la voz del Padre, marcan y sellan la identidad de Jesús. Dios mismo está en Él, nadie como Jesús ha poseído ni poseerá la presencia del Espíritu de Dios, es tal y tan estrecha esta presencia que se hace identidad. El bautizado en el Jordán es el Hijo de Dios, Dios- uno-como-nosotros.

He aquí un primer acento a destacar en nuestras homilías de este domingo del bautismo de Jesús: nuestra fe en Él como la presencia del misterio de Dios en la historia y en el devenir de la humanidad. Bueno sería destacarlo muy formalmente, incluso con algún rito particular dentro de la celebración eucarística.

Un segundo punto es fijarnos en la misión que el ungido, animado por el Espíritu divino, viene a desempeñar. Él va a implantar el derecho y la justicia. Y ciertamente Jesús lo hizo. Muy particularmente se empeñó en dignificar la vida de todos aquellos con quienes se encontró por los caminos de Galilea y que vivían sin la dignidad, los medios y la felicidad que el Padre quiere para sus hijas e hijos. Esta acogida de Jesús hacia los hallados en los márgenes de la sociedad inaugura un mundo nuevo y una nueva humanidad, una nueva forma de entendernos y de relacionarnos los seres humanos, que sobre todo desde el esfuerzo por instaurar la fraternidad universal hará presente el Reino de Dios en nuestro mundo.

En tercer lugar es importante destacar que es ésta una buena ocasión para recordar y actualizar en todos los miembros de la comunidad creyente nuestra condición personal de bautizados en el nombre del Señor Jesús. A veces da la impresión de que el gran sacramento del Bautismo que nos une y configura con Cristo Jesús, “el más bello y el más sublime de los dones de Dios”, en la expresión de San Gregorio Naciancieno, lo tenemos un tanto olvidado.

Caer en la cuenta de nuestra condición de bautizados debería instarnos a vivir siempre dando gracias y buscando caminos de coherencia en conformidad con nuestra condición de discípulos y seguidores de Jesús.

Dando gracias por este misterio de comunión con Cristo Jesús, que nos sumerge en su mismo destino de vida entregada hasta el extremo y recuperada por la fuerza del Espíritu de Dios a otra Vida-sin-amenaza-alguna. Bautismo y gozo pascual y sentimiento de plenitud de sentido van siempre estrechamente unidos en lo más profundo del ser creyente cristiano.

Y buscando siempre caminos de coherencia. Hoy los ungidos por el Espíritu de Dios somos nosotros, los creyentes cristianos, y nuestra misión es la misma que dinamizó toda la vida del Señor Jesús. Al igual que Él, también nosotros deberíamos pasar por el mundo haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por cualquier tipo de mal. El sufrimiento sigue estando ahí, marcando y lacerando la vida de no pocas personas. Bautizados en el nombre de Cristo Jesús, fieles a su mismo Espíritu, también nosotros cada día hemos de enarbolar la búsqueda del derecho y de la justicia para tantos seres humanos que carecen de ambos.

Nos descubrimos ungidos y urgidos a hacer presente y a extender en nuestro mundo el Reino de Dios, a cuya causa el predilecto del Padre dedicó todo su ser. Así nos configuramos con Cristo y desde nuestra comunión bautismal con Él vamos impulsando el resurgir de la nueva humanidad cuyo motor es el amor mismo del Padre hacia todo ser humano.


Fr. Cesar Valero Bajo O.P.
Casa San Martín de Porres – Móstoles (Madrid)

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