Publicado por Ecclesia Digital
1ª Estación: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE
"Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea.
Lo acepto todo con tal que tu voluntad
se cumpla en mi y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
No deseo más.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor del que soy capaz.
Porque para mí amarte es darme
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre".
más grande que la cruz.
Hecha está la cruz a la medida de Dios,
de nuestro Dios.
Y hecha está también a la medida del hombre...
Hazme una cruz sencilla, carpintero...,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos,
desnudos y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un sólo adorno que distraiga este gesto,
este equilibrio humano de los mandamientos.
Sencilla, sencilla....
hazme una cruz sencilla, carpintero.
Aquí cabe crucificado nuestro Dios,
nuestro Dios próximo,
nuestro pequeño Dios,
el Señor,
el Enviado Divino,
el Puente Luminoso,
el Dios hecho hombre o el hombre hecho Dios,
el que pone en comunicación
nuestro pequeño recinto planetario solar
con el universo de la luz absoluta.
Aquí cabe... crucificado... en esta cruz...
Y nuestra pobre y humana arquitectura de barro...
cabe... ¡crucificada también!"
"En la cruz está la vida y el consuelo
y ella sola es el camino para el cielo.
En la cruz está el Señor de cielo y tierra
y el gozar da mucha paz, aunque haya guerra.
Todos los males destierra de este suelo
y ella sola es el camino para el cielo.
Es una oliva preciosa la santa cruz,
que con su aceite nos unta y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz con gran consuelo.
Que ella sola es el camino para el cielo".
"Por el rastro de la sangre
que Jesús dejaba
va caminando su Madre:
quiebra el corazón miralla.
Las palabras que decía
son de mujer lastimada,
y cuando mira la sangre
por el suelo derramada,
acrecienta los suspiros
con dolor y ansia extraña.
Dice que va con prisiones
y con soga a la garganta,
y como un ciervo herido
que con sed va a buscar
agua.
Está mirando a su hijo,
que el alma se le arrancaba,
que casi no le conoce,
dícele de esta manera,
la cara desfigurada
con la voz llorosa y mansa:
¡Oh cordero sin mancilla!
¡Oh cordero que quitabas
los pecados con tu muerte
del mundo que tanto amabas!
Y estando en la cruz clavado,
vio a su Madre fatigada,
y no la pudo hablar
sino sólo una palabra".
“¡Ven, dulce cruz, así quiero decirlo! ¡Jesús mío, dámela siempre.
Si mis sufrimientos llegaran a ser demasiado pesados,
ayúdame a llevarlos...
Mira como extiende las manos Jesucristo en la cruz
para abrazarnos.
-¡Ven!
-¿Dónde?
-A los brazos de Jesús, dulce refugio y consuelo.
-¡Buscad!
-¿Dónde?
-En los brazos de Jesús.
-Avecillas del nido abandonado, vivid, morid,
descansad aquí, ¡quedaos!
-¿Dónde?
-En los brazos de Jesús crucificado"
"Ahí la tenéis
con su paño de lágrimas
levantándolo entre los dedos.
Parece la hija de un fotógrafo antiguo y mediocre,
mostrando la negativa de un retrato mal hecho.
¿Quién es?...¿Quién es ese del retrato?
¿A quién se parece?
Se parece a mucha gente;
se parece a ese transeúnte;
se parece al mal ladrón;
se parece a mí...;
se parece a todos los hombres de la tierra.
Es una fotografía muy mal hecha,
pero a mí me gusta mucho;
está revelada
con una extraña mixtura
de sudor, de lágrimas y sangre".
"Calor de Dios en sangre redentora
y en río de piedad en tu costado.
Bajo tu cruz quédeme arrodillado
con ansia y gratitud siempre deudora.
Conózcate, mi Cristo, en esta hora
de tu perdón si beso apasionado,
de ardiente labios de tu pie clavado,
sea flecha de amor y paz de aurora.
Conózcate en tu Vía Dolorosa,
y conozca, Señor, en los fulgores,
de tus siete palabras, mi caída.
Que en esa cruz pujante y misteriosa
pongo, sobre el amor de mis amores,
el amor entrañable de mi vida"
"¿Quién colocó mentira sobre el suelo
para las descansadas avenidas?
¿Para qué fe sin luz ansias mullidas
arropan al dolor con terciopelo?
Quien cabalgue amargura vaya a pelo
con las roncas esquelas doloridas,
fluyéndole la sangre por las bridas
sobre las ancas de la bestia en celo.
De rodillas aquellos los que ignoren
que pueden encontrarte en una rosa
o en la terrible soledad espesa...
Que es muy fácil, Señor que aquí te lloren
con una bienvenida presurosa
y la sangre rotundamente ilesa"
"Cristo, cristal purísimo
que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria.
Bebo debajo de tu trono de espinas,
duermo en tu ala siempre viva,
y no hay porque pedirte por los hombres
porque todos los hombres están en tu memoria,
en tu luz desbordante con que nos amas sin méritos.
Sé que te desvives hasta morir, de nuevo,
en cada instante, por los son
que son ingratos con los otros.
Cristo, cristal purísimo
que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria".
"¡Qué vergüenza le daría
al Cordero santo el verse,
siendo tan honesto y casto,
desnudo entre tanta gente!
¡Ay, divina Madre suya!
Si ahora llegáis a verle
en tan miserable estado,
¿quién ha de haber que os consuele?
Mirad, Reina de los cielos,
si el mismo Señor es este,
cuyas carnes parecían azucenas y claveles.
Más ¡a Madre de piedad
que sobre la cruz le tienden
para tomar la medida
por donde los clavos entren!"
"¿Quién cuando cala el clavo, traspasada la albura,
tiene poder de hacer que la madera no sufra
al ser -cuidado puesto en ellos- ¡ay!, extraído...?
Y si el clavo es luz, ¿cómo sacarlo?
Sacar se puede de una vez la espina
sepultada en la carne; pero clavos macizos,
clavos de amor, ¡no pueden, no, sacarse!
Hay un destrozo en la toda la madera
y se derrama a un lado, como un río,
toda la savia en flor, toda la albura.
Está en el corazón la punta fiera
y está haciendo más daño que la herida;
pero qué bien guardar este tesoro
y no sacarle nunca, nunca, nunca, pues no hay mano
que le alcance a sacar sin el destrozo:
dejadla donde está, y que su sitio
sea en la luz del fondo, donde en punta
de diamante se recorta y relumbre y donde brilla
en gran constelación suya la carne.
¡Dejad el clavo del amor adentro!
No vengáis, no, por él...¡El clavo es uno
con el tuétano, y es uno con el hueso y la carne,
y tiene el brillo y el fulgor del golpe,
y es uno con el alma y el espíritu!
"Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que le hería,
siente deshecho el corazón María
del dolor de la inmensa pesadumbre.
Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía;
tiembla la tierra; el iluminar del día
cegando en tal horror, pierde su lumbre.
Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulso del amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo,
cerrando augusta, con el pie al profundo
y con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo".
"Estaba en la honda agonía
al pie de la cruz llorosa
la Madre, Virgen María,
y de la cruz afrentosa
el hijo muerto pendía.
Y porque culpa tan fea
ofrenda tan suave borre,
la hirviente sangre gotea,
y en el peñasco que corre
avaro el viento la orea.
Allí por tierra postrada,
moribunda y desolada,
la castísima María,
con el suplicio abrazada,
la ardiente sangre bebía.
Y parado el mundo entero
asombrado la miraba,
que sola en dolor tan fiero,
a su Dios muerto lloraba
al pie del santo madero.
-¡Ella llora y yo pequé...!
Madre amorosa, perdón,
que yo le crucifiqué,
yo su sangre derramé
y manché la creación.
Yo le robé de tus brazos,
si respeto a su deidad;
le até con estrechos lazos
para arrancarle, es verdad,
las entrañas en pedazos.
¡Tú llorando, Madre mía,
cuando una lágrima tuya
el mundo rescataría
cuando el tiempo le concluya
en el postrimero día!
¡Tus ojos llorosos tanto
cuando al sol prestan su luz!
¡Oh Madre, por tal quebranto,
que me salve a mí tu llanto,
al pie de la santa cruz".
"¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abandonada cabellera negra
de Nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el Reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo, al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de Nazareno.
Que eres, Cristo, el único
Hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida,
por Ti el hombre muerto que no muere,
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dio toda su sangre
porque las gentes sepan que son hombres".
"Padre, me pongo en tus manos.
Haz de mí lo que quieras.
Sea lo que sea.
Lo acepto todo con tal que tu voluntad
se cumpla en mi y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Padre.
No deseo más.
Pongo mi alma en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor del que soy capaz.
Porque para mí amarte es darme
entregarme en tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tú eres mi Padre".
(Beato Charles de Foucauld)
2ª Estación: JESÚS CARGA CON LA CRUZ
"Nada se ha inventado sobre la tierramás grande que la cruz.
Hecha está la cruz a la medida de Dios,
de nuestro Dios.
Y hecha está también a la medida del hombre...
Hazme una cruz sencilla, carpintero...,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos los maderos,
desnudos y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un sólo adorno que distraiga este gesto,
este equilibrio humano de los mandamientos.
Sencilla, sencilla....
hazme una cruz sencilla, carpintero.
Aquí cabe crucificado nuestro Dios,
nuestro Dios próximo,
nuestro pequeño Dios,
el Señor,
el Enviado Divino,
el Puente Luminoso,
el Dios hecho hombre o el hombre hecho Dios,
el que pone en comunicación
nuestro pequeño recinto planetario solar
con el universo de la luz absoluta.
Aquí cabe... crucificado... en esta cruz...
Y nuestra pobre y humana arquitectura de barro...
cabe... ¡crucificada también!"
(León Felipe)
3ª Estación: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ
"En la cruz está la vida y el consuelo
y ella sola es el camino para el cielo.
En la cruz está el Señor de cielo y tierra
y el gozar da mucha paz, aunque haya guerra.
Todos los males destierra de este suelo
y ella sola es el camino para el cielo.
Es una oliva preciosa la santa cruz,
que con su aceite nos unta y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz con gran consuelo.
Que ella sola es el camino para el cielo".
(Santa Teresa de Jesús)
4ª Estación: JESÚS SE ENCUENTRA CON MADRE EN LA VÍA DOLOROSA
"Por el rastro de la sangre
que Jesús dejaba
va caminando su Madre:
quiebra el corazón miralla.
Las palabras que decía
son de mujer lastimada,
y cuando mira la sangre
por el suelo derramada,
acrecienta los suspiros
con dolor y ansia extraña.
Dice que va con prisiones
y con soga a la garganta,
y como un ciervo herido
que con sed va a buscar
agua.
Está mirando a su hijo,
que el alma se le arrancaba,
que casi no le conoce,
dícele de esta manera,
la cara desfigurada
con la voz llorosa y mansa:
¡Oh cordero sin mancilla!
¡Oh cordero que quitabas
los pecados con tu muerte
del mundo que tanto amabas!
Y estando en la cruz clavado,
vio a su Madre fatigada,
y no la pudo hablar
sino sólo una palabra".
(Juan López de Ubeda)
5ª Estación: EL CIRINEO AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ
“¡Ven, dulce cruz, así quiero decirlo! ¡Jesús mío, dámela siempre.
Si mis sufrimientos llegaran a ser demasiado pesados,
ayúdame a llevarlos...
Mira como extiende las manos Jesucristo en la cruz
para abrazarnos.
-¡Ven!
-¿Dónde?
-A los brazos de Jesús, dulce refugio y consuelo.
-¡Buscad!
-¿Dónde?
-En los brazos de Jesús.
-Avecillas del nido abandonado, vivid, morid,
descansad aquí, ¡quedaos!
-¿Dónde?
-En los brazos de Jesús crucificado"
(La Pasión según San Mateo de Bach)
6ª Estación: LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS
"Ahí la tenéis
con su paño de lágrimas
levantándolo entre los dedos.
Parece la hija de un fotógrafo antiguo y mediocre,
mostrando la negativa de un retrato mal hecho.
¿Quién es?...¿Quién es ese del retrato?
¿A quién se parece?
Se parece a mucha gente;
se parece a ese transeúnte;
se parece al mal ladrón;
se parece a mí...;
se parece a todos los hombres de la tierra.
Es una fotografía muy mal hecha,
pero a mí me gusta mucho;
está revelada
con una extraña mixtura
de sudor, de lágrimas y sangre".
(León Felipe)
7ª Estación: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
"Calor de Dios en sangre redentora
y en río de piedad en tu costado.
Bajo tu cruz quédeme arrodillado
con ansia y gratitud siempre deudora.
Conózcate, mi Cristo, en esta hora
de tu perdón si beso apasionado,
de ardiente labios de tu pie clavado,
sea flecha de amor y paz de aurora.
Conózcate en tu Vía Dolorosa,
y conozca, Señor, en los fulgores,
de tus siete palabras, mi caída.
Que en esa cruz pujante y misteriosa
pongo, sobre el amor de mis amores,
el amor entrañable de mi vida"
(Martín Alonso)
8ª Estación: JESÚS ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
"¿Quién colocó mentira sobre el suelo
para las descansadas avenidas?
¿Para qué fe sin luz ansias mullidas
arropan al dolor con terciopelo?
Quien cabalgue amargura vaya a pelo
con las roncas esquelas doloridas,
fluyéndole la sangre por las bridas
sobre las ancas de la bestia en celo.
De rodillas aquellos los que ignoren
que pueden encontrarte en una rosa
o en la terrible soledad espesa...
Que es muy fácil, Señor que aquí te lloren
con una bienvenida presurosa
y la sangre rotundamente ilesa"
(Pilar Paz Pasamar)
9ª Estación: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
"Cristo, cristal purísimo
que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria.
Bebo debajo de tu trono de espinas,
duermo en tu ala siempre viva,
y no hay porque pedirte por los hombres
porque todos los hombres están en tu memoria,
en tu luz desbordante con que nos amas sin méritos.
Sé que te desvives hasta morir, de nuevo,
en cada instante, por los son
que son ingratos con los otros.
Cristo, cristal purísimo
que no se rompe nunca.
Cristo, creo en tu cruz
que nutre nuestra arteria".
(Gloria Fuertes)
10ª Estación: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS
"¡Qué vergüenza le daría
al Cordero santo el verse,
siendo tan honesto y casto,
desnudo entre tanta gente!
¡Ay, divina Madre suya!
Si ahora llegáis a verle
en tan miserable estado,
¿quién ha de haber que os consuele?
Mirad, Reina de los cielos,
si el mismo Señor es este,
cuyas carnes parecían azucenas y claveles.
Más ¡a Madre de piedad
que sobre la cruz le tienden
para tomar la medida
por donde los clavos entren!"
(Félix Lope de Vega y Carpio)
11ª Estación: JESÚS ES CRUCIFICADO
"¿Quién cuando cala el clavo, traspasada la albura,
tiene poder de hacer que la madera no sufra
al ser -cuidado puesto en ellos- ¡ay!, extraído...?
Y si el clavo es luz, ¿cómo sacarlo?
Sacar se puede de una vez la espina
sepultada en la carne; pero clavos macizos,
clavos de amor, ¡no pueden, no, sacarse!
Hay un destrozo en la toda la madera
y se derrama a un lado, como un río,
toda la savia en flor, toda la albura.
Está en el corazón la punta fiera
y está haciendo más daño que la herida;
pero qué bien guardar este tesoro
y no sacarle nunca, nunca, nunca, pues no hay mano
que le alcance a sacar sin el destrozo:
dejadla donde está, y que su sitio
sea en la luz del fondo, donde en punta
de diamante se recorta y relumbre y donde brilla
en gran constelación suya la carne.
¡Dejad el clavo del amor adentro!
No vengáis, no, por él...¡El clavo es uno
con el tuétano, y es uno con el hueso y la carne,
y tiene el brillo y el fulgor del golpe,
y es uno con el alma y el espíritu!
(Bernardo Casanueva)
12ª Estación: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
"Muere Jesús del Gólgota en la cumbre
con amor perdonando al que le hería,
siente deshecho el corazón María
del dolor de la inmensa pesadumbre.
Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía;
tiembla la tierra; el iluminar del día
cegando en tal horror, pierde su lumbre.
Se abren las tumbas, se desgarra el velo,
y a impulso del amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo,
cerrando augusta, con el pie al profundo
y con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo".
(Antonio Almendros Aguilar)
13ª Estación: JESÚS MUERTO EN LOS BRAZOS DE SU MADRE
"Estaba en la honda agonía
al pie de la cruz llorosa
la Madre, Virgen María,
y de la cruz afrentosa
el hijo muerto pendía.
Y porque culpa tan fea
ofrenda tan suave borre,
la hirviente sangre gotea,
y en el peñasco que corre
avaro el viento la orea.
Allí por tierra postrada,
moribunda y desolada,
la castísima María,
con el suplicio abrazada,
la ardiente sangre bebía.
Y parado el mundo entero
asombrado la miraba,
que sola en dolor tan fiero,
a su Dios muerto lloraba
al pie del santo madero.
-¡Ella llora y yo pequé...!
Madre amorosa, perdón,
que yo le crucifiqué,
yo su sangre derramé
y manché la creación.
Yo le robé de tus brazos,
si respeto a su deidad;
le até con estrechos lazos
para arrancarle, es verdad,
las entrañas en pedazos.
¡Tú llorando, Madre mía,
cuando una lágrima tuya
el mundo rescataría
cuando el tiempo le concluya
en el postrimero día!
¡Tus ojos llorosos tanto
cuando al sol prestan su luz!
¡Oh Madre, por tal quebranto,
que me salve a mí tu llanto,
al pie de la santa cruz".
(José Zorrilla)
14ª Estación: JESÚS ES DEPOSITADO EN EL SEPULCRO
"¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abandonada cabellera negra
de Nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el Reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo, al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de Nazareno.
Que eres, Cristo, el único
Hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida,
por Ti el hombre muerto que no muere,
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dio toda su sangre
porque las gentes sepan que son hombres".
(Miguel de Unamuno)
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