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viernes, 15 de abril de 2011

Comentario Bíblico y Pautas para la Homilía: Domingo de Ramos (Mt 26,14-27,66) - Ciclo A


Publicado por Dominicos.org

¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

¿Quién se presentaría a una batalla con un burro?

Jesús coincidiría con la costumbre de reyes, gobernadores y jefes al entrar en las ciudades victorioso, pero de una manera un tanto extraña. Se presenta a las puertas de Jerusalén sin otro preparativo o convocación que su vida discutida, incomprendida, aunque sí tenía una meta clara: morir. Esta es la última etapa de su camino, el final, el culmen, donde va a proclamar y coronar su mesianismo salvador de la debilidad y la humildad. Va a consternar realmente a la ciudad, su entrada es triunfante porque es pasión y solidaridad con los necesitados, a los que conduce a la vida.

Esta es la victoria de nuestro rey, el modo como Jesús agrada al Padre y la manifestación de acercamiento a la humanidad curvada, herida y engreída para reconducirla a la fidelidad. Hasta entonces todo se conquistaba con el poder, la fuerza, las armas, Jesús propone un camino distinto, desconcertante, que solo entienden los niños y los pobres: el camino de la debilidad, del anonadamiento, del no hacer valor los derechos.

¿Quién es este, que ha cambiado la idea de Dios que trasmitían los judíos, que ha hecho a Dios, amigo crucificado, que su gloria es dar vida? ¿Quién es este que dice, que para que el hombre goce de libertad tiene que despojarse de lo que le destruye y divide? ¿Quién es este, que para que haya paz propone tirar las armas y reconciliarse con el hermano? ¿Quién es este que se anonadó, que nadie tiene mayor amor, que entrega su vida?

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)


COMENTARIO BÍBLICO

Marco: Jesús camino de Jerusalén:

Jesús se dirigía a Jerusalén (Lc 9-18).

Repetidamente se insiste, en esta amplia sección del relato lucano, que Jesús se dirigía a Jerusalén, que iba en dirección de Jerusalén, que subía hacia Jerusalén porque un profeta no puede morir fuera de Jerusalén. También de modo insistente se afirma que Jesús iba con actitud decidida, valiente y libre. Que entregaba la vida libremente, porque él quería y que la recuperaría de nuevo. Todos estos gestos de Jesús provocaban en los Apóstoles una actitud de profundo miedo, de desasosiego y terror. "Iban llenos de miedo". Y de incomprensión: no entendían nada, les desbordaba todo lo que decía Jesús, no captaban el sentido de sus palabras (Lc 18,34). En la comprensión del evangelista Lucas este intenso viaje hacia Jerusalén es el camino del Hijo del hombre hacia el centro de la salvación y el camino de todos los discípulos de Jesús.

Es necesario recordar a nuestros fieles todos estos valores para una más honda celebración de la gran Semana que se abre con este gesto de Jesús. Y la urgencia de ponerse en marcha en medio de nuestro mundo. No se trata de celebraciones más o menos solemnes, sino de urgencia en actualizar el don de la vida que hace Jesús.
Es el camino del discipulado.

Lucas quiere expresar y así lo hace insistentemente en su relato que este es el camino abierto y preparado para el verdadero discípulo de Jesús. Debe recorrer el mismo camino sobre las pisadas marcadas por el maestro. El seguimiento de Jesús no puede ni debe reducirse a simples celebraciones. Sino que las celebraciones deben urgir una respuesta aquí y ahora. Es el sentido verdadero del discipulado. Entre los judíos el discípulo (a diferencia radical con el alumno) es aquel que escucha, aprende y asimila las palabras y hasta los últimos detalles de la conducta y gestos del maestro para intentar realizarlos en su vida. El Maestro es un espejo y un punto de referencia seguro y siempre provocador de conducta. Este camino de Jerusalén marca el sentido, el ritmo y el destino de todos los discípulos de Jesús.

En el pórtico de la gran Semana, que culmina con la Pascua, es necesario insistir a nuestros fieles en este sentido urgente, comprometedor y actual del camino de Jesús. Sólo así nos preparamos adecuadamente para la celebración de las celebraciones: la Pascua; y sólo así haremos de la Pascua una celebración sacramental-existencial que transforma nuestra historia y nos capacita para ser testigos de libertad evangélica en medio de nuestro mundo.

Primera lectura: (Isaías 50,4-7)

Marco: En el Segundo Isaías (Is 40-55) encontramos cuatro fragmentos de especial belleza literaria y profundidad teológica centrados en un personaje con una singular misión. A estos fragmentos se les conoce con el título de "cánticos del Siervo de Dios" (Is 42,1-9; 49,1-7; 50,4-11; 52,13-13,12). Hoy proclamamos una parte del tercer cántico en el que se presenta al Siervo como profeta y como sabio que está a la escucha de Dios para realizar su misión cuya realización le proporcionará graves dificultades y sufrimientos.

Reflexión:

¡El Siervo alienta y abre caminos! La fuerte personalidad del Siervo realiza diversas tareas en el cumplimiento de su misión. La primera que se le asigna en este cántico es profundamente humana. El profeta-poeta anónimo que compuso estos cánticos realizó su misión hacia el final del exilio de Babilonia, un momento histórico especialmente delicado para el pueblo de Dios, el momento de las grandes preguntas, de las grandes sombras para Israel. En medio de esta situación amenazadora para la esperanza en Dios, surge este mensaje profundo, real y sobrecogedor que quiere ser una respuesta directa a aquellos graves problemas. Así se entiende su tarea especial de consolador en nombre de Dios. La Iglesia cristiana proclama esta lectura en el pórtico de la Semana Santa en la que Jesús va a realizar la parte central de su misión a través de su Muerte-Resurrección. Es una palabra viva y eficaz para nuestro mundo que tanto necesita el consuelo en medio de las gravísimas dificultades por la que atraviesa y que alcanza a todos los ámbitos de la vida humana. La palabra de Dios siempre lleva consigo un mensaje capaz de ser encarnado y de responder a las preguntas que atañen a la hondura del ser humano. ¡El Siervo es un Enviado de Dios y necesita estar siempre en comunicación con Él! El Siervo es un embajador de Dios, por tanto sólo puede transmitir lo que recibe. Un embajador está siempre en contacto con quien le envía para representar los intereses del país a quien represente y la voluntad de quien le envía en cada acontecimiento, en cada situación, en cada actuación. Esta es la tarea del Siervo en medio y frente a su pueblo en nombre de Dios. De este modo el profeta-poeta anónimo recoge y aplica al Siervo la mejor tradición de Israel que se ha distinguido por ser un pueblo de la escucha. Cierto que la ha cumplido con gravísimas dificultades y con no pocas rebeliones. Pero es su característica. Para los creyentes (y para la humanidad, porque Jesús es importante para toda la humanidad) estas palabras reflejan la hondura del ánimo de Jesús y se le aplican adecuadamente. Y también en nuestro mundo necesitamos volver a la escuela del Siervo para escuchar atentamente una palabra que llega a la profundidad de nuestro ser, que tiene sentido y que ofrece sentido a nuestras vidas. ¡La misión del Siervo se encuentra con la oposición y graves dificultades! En la situación vital en que se redactó este cántico no resultaba nada fácil entender la reacción ante la misión del Siervo. Ha sido el enviado por Dios para anunciar la inminente liberación a un pueblo que se debate en la frontera entre la esperanza y de la desesperanza. Y la respuesta es la oposición, el enfrentamiento, el desprecio grave (esto significa mesar la barba, signo de un desprecio total entre aquellas gentes, así como recortar los vestidos de los embajadores). Es una de las más graves paradojas de la historia de la salvación.

Hoy, a las puertas de la Semana Santa, se invita a los discípulos de Jesús de nuestro mundo y nuestro tiempo a entrar en el tejido de la Pasión equipados con esta palabra de Dios. ¿Cómo es posible que sea condenado, de la forma en que lo fue Jesús, si pasó haciendo el bien, anunciando el evangelio del amor universal de Dios-Padre para todos los hombres? ¿Cómo es posible que el predicador de la paz, el cercano a todos, el hombre para los demás, sea condenado por su propio pueblo a quien fue enviado? La respuesta sólo se encuentra en el relato evangélico que recoge lo esencial de lo sucedido. ¿Cómo es posible que sigan produciéndose juicios del mismo género, sentencias injustas, atropellos vejatorios para la dignidad de la persona humana entre personas que se confiesan cristianas, que se declaran pertenecer al discipulado de Jesús? Es necesario entrar, con firmeza, con los oídos y el corazón abiertos, en esta gran Semana de la mano de estas palabras del profeta-poeta llamado Segundo Isaías. Tiene mucho que decirnos hoy a todos los que inmersos en múltiples perplejidades, desconciertos, contradicciones e incomprensibles persecuciones en todos los ámbitos. Esta palabra sigue palpitante, inquietante, comprometedora para los creyentes de hoy.

Segunda lectura: (Filipenses 2,6-11)

Marco: Se trata de un importante y hermoso himno que Pablo ha tomado de la liturgia cristiana primitiva con algunas adiciones que introdujo en él: vg. "y una muerte de cruz". Recoge armónicamente los tres estadios de la vida de Jesús Dios-Hombre: preexistencia, presencia en la historia de los hombres, exaltación y glorificación. Estas tres realidades marcarán nuestra reflexión.

Reflexión:

¡Cristo, de naturaleza divina, tomó la condición de esclavo! El autor de este himno, compuesto por un anónimo, pero que Pablo hace suyo en esta carta, se toma en serio sus expresiones: “tomó la forma se siervo, pasando por uno de tantos”. Así contemplaban a Jesús en el momento de hacerse realmente hombre como nosotros, menos en el pecado. Es necesario igualmente contemplar el contexto en que aparece: un fragmento cuyo tema central es la vida de la comunidad que está pasando por momentos muy delicados y muy difíciles (2,1-27 principalmente). Sólo iluminado por este contexto el recurso al himno es elocuente, directo y una palabra que trata de salir al encuentro de las dificultades que encuentra una comunidad, entrañable para Pablo, para realizar su programa de fraternidad, de mutuo y generoso servicio y su tarea evangelizadora en medio del mundo hostil en que se encuentra seriamente comprometida. Una advertencia severa y modélica para entonces y para ahora. Esta palabra sigue palpitante y necesaria hoy: es necesario estar en camino de mi a mi hermano siempre, como Jesús lo estuvo desde el seno de su Padre a la humanidad aceptando las limitaciones y errores de ésta para conducirla a la vida, a la paz, y a la verdadera felicidad. No son palabras para una placentera y desencarnada meditación (incluso idílica); son palabras que alcanzan la hondura del corazón de todos los hombres de hoy. Es necesario recorrer el camino de Jesús a través del camino de nuestros hermanos los hombres de todo el mundo. ¡Hasta el vaciamiento total: la muerte en cruz!. Es necesario recordar en este momento que de todos los acontecimientos de la vida de Jesús, el menos cuestionado durante las duras investigaciones críticas que se han producido en los dos últimos siglos, el relato de la muerte es el más firme y que ha resistido a todas las críticas de los distintos frentes. No estamos ante una historia inventada sino ante una historia real en sus rasgos fundamentales. Este fue el destino de Jesús por la conjunción misteriosa del proyecto de Dios y del comportamiento de los hombres, especialmente de los responsables de Israel, su propio pueblo. Aunque el Viernes Santo nos vamos a centrar exclusivamente en la Cruz como fruto del amor de Dios a los hombres y como fuente inagotable de liberación en todos los ámbitos, adelantamos algún pensamiento que nos pueda introducir ya en esta Semana Grande para los creyentes y para los hombres. Sólo podemos acercarnos a la Cruz de Jesús o a Jesús en la Cruz sabedores de que es la expresión acabada y suprema del amor misericordioso de Dios. En la boca y en la pluma de Oseas se nos revela así nuestro Dios: yo soy un Dios y no un hombre, santo en medio de Israel (Os 11) y esto lo hace precisamente en un contexto en que se subraya de modo admirable la ternura y la misericordia de Dios. La Cruz de Jesús se convierte así en un potente imán que atrae a toda la humanidad hacia sí: cuando sea levantado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí (Juan). Nuestro mundo necesita un encuentro más directo, más profundo y abierto con el mensaje de la Cruz, aunque en primera instancia pueda producir el rechazo. Sólo ahí (iluminada por el Resurrección y por el Espíritu) encuentra el hombre actual y de siempre su profundo sentido y la respuesta a sus graves interrogantes. ¡Por eso Dios lo levantó sobre todo! La Cruz no es el final, es el camino (Lc 9,23; Jn 17,24). Por eso Dios lo levantó y exaltó. La raíz más profunda de este proyecto es un amor entendido en su más pura realidad. El amor es eterno, es integral e integrador, porque Dios es Amor (1Jn 4,8). El amor es la fuente de la vida y de la felicidad. Por eso no podía truncarse en la Cruz (que en primera instancia es experiencia de muerte y de truncamiento). Dios es así. El hombre se encuentra con este regalo absolutamente gratuito por parte de Dios. Cuando ahora confesamos que Jesús es Señor estamos urgidos a entender su soberanía como expresión de su oferta liberadora, humanizadora y realizadora de los proyectos y anhelos más profundos del hombre. Nada más extraño a su soberanía que la extorsión, el dominio despótico y la anulación de lo más auténticamente humano. Entonces necesitaron superar el escándalo de la Cruz para encontrarse con la luz del amor de Dios. Hoy, y siempre, necesitamos volver a este encuentro. Y la Cruz o Jesús en la Cruz y en la Gloria (ahora está en la Gloria ya para siempre, estamos celebrando precisamente estas realidades en el sacramento festivo de la Pascua que se perpetúa para siempre) alcanza a todos los hombres y mujeres no importa de qué clase social, cultural o religiosa. Está en medio de los hombres como un estandarte liberador y se adapta y se acomoda a todos los niveles de las personas. La sabiduría de la Cruz no se adquiere con grandes esfuerzos, sino en el encuentro con ella, en su acogida por una fe personal y madura, en la acción de gracias y la experiencia humilde y perseverante. Todos somos invitados a vivir estas maravillas del amor de Dios que tienen como meta la gloria feliz para todos y para siempre.

Era necesario ofrecer estas reflexiones en el pórtico de entrada de la gran Semana para los creyentes y para todos los hombres en la que se actualizan y se celebran todos los acontecimientos centrales de la historia de la salvación para los hombres.

Evangelio: (Marcos 14,1,15-47).

Nota: no comentamos hoy el relato de la Pasión. El Viernes Santo haremos una amplia reflexión sobre la Cruz de Jesús, centro de este relato. En su lugar ofrecemos una reflexión sobre la entrada en Jerusalén y el siguiente gesto de la expulsión de los vendedores del templo como signos proféticos que revelan la gravedad y urgencia de la situación en que se encontraba Jesús.

Entrada en Jerusalén.
Sentido profético-simbólico.

Una entrada sin ejércitos (recuérdense las actuaciones de los falsos mesías que durante el siglo I menudearon y todos fracasaron en sus intentos militares), sin armas, sin violencias. Gesto revelador del verdadero mesianismo: "He aquí que viene manso y modesto y cabalgando sobre un pollino". De este modo Jesús representa una corrección acabada de las falsas esperanzas mesiánicas. Jesús es, ciertamente, el verdadero Mesías, entra en su ciudad que es la morada de su Padre, "manso y modesto".

Sentido teológico y programático:

Jesús se acerca libremente al lugar de su entrega: "He aquí que vengo para hacer tu voluntad". "Nadie me quita la vida, la doy porque quiero". Jerusalén es el centro de la Salvación hacia el que convergen todos los pueblos y desde donde la luz de Dios se expande y se proyecta a toda la humanidad. Este sentido teológi-co profundo de Jerusalén-centro salvífico, lo heredan los autores del nuevo Testamento, especialmente Lucas, del profeta Isaías.
Jesús el testigo fiel que realiza su camino hasta el final. Era necesario culminar el proyecto del Padre. Y ese debe realizarse en Jerusalén.

Significación actual de este acontecimiento.La esperanza del hombre en el Mesías que le libere debe desbordar todos los cálculos humanos. Es necesario llegar hasta el Calvario, lugar privilegiado de la revelación de Dios, del amor de Dios que es el único que libera profunda y realmente. Los medios humanos sólo deben entrar en juego como respuesta y colaboración con el Dios-Amor que es verdaderamente libertador. Es necesario huir y vencer todas las tentaciones de creer que la liberación y la felicidad del hombre se consiguen con la violencia. Pero también es una advertencia severa a quienes huyen de todo compromiso. El Dios del Amor o el amor de Dios manifestado definitivamente en Jesús, compromete enteramente al hombre en todas las facetas de su vida. Ilumina y transforma la existencia humana en todas sus manifestaciones. Una fiesta que invita a realizar una reflexión profunda con un mensaje actual y permanente. Jesús había proclamado esta congratulación que sólo entienden y pueden vivir sus verdaderos discípulos: "Dichosos los no-violentos activos porque ellos poseerán la tierra" (Mt 5).

Expulsión de los vendedores del Templo.

El acontecimiento

La teología deuteronomista, especialmente, afirmaba insistentemente que el templo es el lugar elegido por Dios para establecer su morada, donde pudiera habitar su Nombre. Es el lugar de encuentro, de comunión y de convergencia de las tribus de Israel con su Dios. Pero el templo era entendido también como un bastión de falsas esperanzas (Jer 27). El templo es un punto de referencia, un lugar de encuentro. Pero lo importante es Dios y el hombre; la voluntad de Dios expresada en su Palabra y realizada por los hombres en la justicia y equidad. El templo es una realidad ambivalente y equívoca que es necesario clarificar.

Significación teológica de este acontecimiento:

Jesús llega a la Casa de su Padre: "¿No sabíais que tenía que dedicarme a las cosas\ en la casa de mi Padre?". "El celo de la casa de Mi Padre me devora". El culto en el espíritu y en verdad (Jn 4): el lugar del encuentro de los hombres con el Dios verdadero, su Padre, ya no será ni en el monte Garizim ni en el monte Sión (Jerusalén). Dios es Espíritu y busca que sus adoradores lo hagan en espíritu y en verdad.

Significación profética de este acontecimiento.

Sólo se trata de un gesto, de un signo, de un símbolo. A punto de coronar su misión en el mundo, Jesús se remite a un gran profeta: Jeremías. También a aquel profeta le costó grandes sacrificios atreverse con el templo desmitificando su sentido y su valor. No es el templo de Jerusalén el instrumento de la salvación. La voluntad de Dios vivida en la justicia, ahí radica la verdadera salvación del hombre.

Significación cristológico-eclesial del acontecimiento.

"Destruid este templo y yo lo reconstruiré en tres días" (Jn 2, 12ss). Esta es la clave central del acontecimiento. Jesús invita a dirigir la mirada a otra parte más importante. Este templo material, edificado por manos humanas, debe orientar la mirada y el pensamiento del hombre a otro templo no construido por manos humanas. "Él hablaba del templo de su Cuerpo, cuando resucitó de entre los muertos los discípulos creyeron en la palabra de Jesús (Jn 2,19ss). Atreverse con el templo, condujo a Jesús al martirio como certifican los relatos evangélicos del proceso ante el Sanedrín. Aunque la causa final fuera la acusación de "blasfemia", el atreverse con el templo significó una piedra fundamental en el camino que conduce al calvario.

La Iglesia primitiva, en sus primeros pasos, no se despren-de del Templo. Los primeros hermanos en la fe acuden gustosos al templo para orar (Hechos 2 y 3). Es el lugar del encuentro con Dios. Esteban, el Protomártir, será el encargado por el Espíritu para urgir el alejamiento de la Iglesia del templo. El templo fue el centro del pueblo judío. La Iglesia tiene otra misión y otra tarea. Y Esteban se encarga, guiado por el Espíritu, de revelar este proyecto de Dios para la Iglesia (Hechos 7). Y también en este caso templo y muerte martirial están relacionados. ¡Sorprendente paradoja: la casa de Dios relacionada en los grandes momentos con el martirio! El culto cristiano no es solamente una manifestación externa, y menos folklórica. "El velo del templo se rasgó de arriba a bajo". Y el centurión romano expresa su fe en el mártir del calvario. Visión universal de la salvación.

Apéndice: Durante los días que suceden al Domingo de Ramos, según la versión actual de los evangelios, se le plantearon a Jesús algunas preguntas fundamentales para la historia salvífica y para el destino de la humanidad:

1) ¿Después de la muerte, qué? (Mc 12,18-27).
2) ¿Hay que pagar tributo al César y reconocer su dominio sobre Israel, el pueblo de Dios, o no? (Mc 12,13-17).
3) Tú ¿quién eres? Dínoslo claramente (Mc 12,35-37).
4) ¿Cuál es el mandamiento principal? (Mc 12,28-34).
5) ¿Cuáles son los signos del fin? (Mc 13)
6) ¿Cuál es el destino de este mundo y de la humanidad? (Mc 13)

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo
Convento de Santo Domingo. Torrent (Valencia)


PAUTAS PARA LA HOMILÍA

El rey salvador viene a su casa, a los suyos, año tras año, trayendo salvación y las actitudes de los receptores se vuelven a repetir: unos le aclaman con cantos y ramos y otros no le reciben. Entonces no sabían dónde iba Jesús y qué iba a hacer, nosotros, sí lo sabemos: va a entregar su vida por nosotros, va a llevar a cabo un mesianismo que pasa por la cruz. ¡Bájate de la cruz!, le decían los que pasaban por allí, ¡sálvate a ti mismo! Menos mal que nuestro Dios no piensa como nosotros y no huye ni sortea el sufrimiento. Menos mal que no piensa solo en sí mismo, sino en los demás.

La pasión de Mateo señala la derrota de Jesús: traicionado, mal vendido, esclavo, …; señala su soledad en el prendimiento, en los juicios, en el camino de la cruz, en la muerte sin brillo, sin gloría, sin lucha, aunque se respira un ambiente de violencia. Es el triunfo de las tinieblas, de la noche, cuando los discípulos se desestructuran, cuando canta el gallo. Es expresión de lo que somos los humanos de paradójicos y contradictorios: elegimos el mal (Barrabás), cuando Dios nos destina al bien, optamos por el mal proclamando el bien. Menos mal que en medio de tanta contradicción siempre hay algún Cirineo, representante de la semilla de bondad que llevamos dentro los hombres, que a pesar de todo valoramos a quien se entrega y ama. Pero también, al pasión de Mateo, señala su inocencia y su solidaridad con los abatidos y humillados, crucificado entre los malditos, ladrones y abandonado por la justicia; señala cómo la noche sólo se vence con la luz de la resurrección y el “¡Dios mío, Dios mío!” de Jesús es la confianza mantenida en el Padre, que produce y es semilla de resurrección. Por eso se siente acompañado, sobre todo de la verdad, independientemente de las apariencias y el fracaso aparente antes los ojos hasta de sus discípulos que no entienden mucho.

Los abatidos, los pobres y humillados tienen a quien mirar: al que ha sido levantado en la cruz, obediente al Padre, que ofrece su espalda y no oculta su rostro. Por eso la cruz deja de ser maldición, para hacerse bendición y señal de identidad. Desde ahora a los más castigados por la vida, los invisibles porque nadie mira, lo peor de la sociedad les asiste el espíritu de exhaló Jesús en su muerte, es decir el espíritu de vida que Jesús pasa a la comunidad para que viva.
La pasión que hemos escuchado es para contemplar y recuperar la memoria, de donde nos viene la salvación. Contemplar, como Jesús, que no contestó a una sola pregunta, (27, 14,) la aceptación silenciosa de su suerte de pobre desauciado, que no quiere decir que estuviera de acuerdo con el poder opresor que le llevaba a la muerte; contemplar la donación de su vida, que él no defiende, ni justifica, ni se queja, porque esa es su verdad. Y es también una memoria subversiva, porque como hijos de Dios vivimos en un mundo en estado de pasión, desgarrado por condenas injustas, desigualdades, diferencias, intereses políticos, alianzas interesadas,…Los ramos no son fetiches, ni adornos, sino signos de salvación para nuestros entornos inhumanos que los poderes del mundo siguen proporcionando. Jesús no utiliza los derechos de Dios, renuncia al éxito y a las victorias, se hace hombre.

Tantas pasiones en nuestro mundo producidas por las guerras, los egoísmos de los poderosos, nuestra falta de compartir o de asegurarnos nuestra imagen a cambio del sufrimiento de otros, (emigrantes y refugiados siempre en camino; niños utilizados como escudos de desamor; compañeros de trabajo pisoteados; parados de larga duración; …). Nuestra posición suele estar del lado de la pena y lástima, mucho mejor si nos ponemos en el lado de la solidaridad y hacemos que desaparezca alguna pasión; mejor si nuestra solidaridad expresa hoy la entrega de Jesús y pone freno al mal para que no se lo crea, ni se extienda; mejor si nuestra solidaridad deja que las pasiones que sabemos y conocemos nos mueven a actuar.

Las pasiones, los sufrimientos de nuestros hermanos, vecinos, conocidos o no, nos llevan a gritar a Dios, pero no todos lo hacemos de la misma forma: cuando contemplamos el sufrimiento desde lejos, le exigimos y preguntamos a Dios ¿por qué permites esto?, como si fuera alguien insensible; cuando el sufrimiento lo padecemos en nuestra carne, el acento es otro: ¿Dios mío por qué te ocultas? ¿dónde estás? ¿no ves mi dolor y mi pena? Si Dios nos abandonara sería insensible y hasta cruel, pero como a Jesús, no nos abandona en su silencio. Cristo sufre la muerte en cruz y el Padre sufre la muerte del Hijo, es la pasión del Padre. Si Dios está sufriendo en la cruz de Cristo trae la comunión del Padre para quienes se sienten humillados y maltratados, para los crucificados de nuestro tiempo. Por eso mismo a Dios le duele el hambre de los pobres y las desgracias de cualquier hombre. Este Dios crucificado entre nosotros es nuestra esperanza, no sabemos por qué lo permite, pero es así y sí que sabemos que es una cruz que termina en esperanza, en resurrección.

Fr. Pedro Juan Alonso O.P.
Convento del Santísimo Rosario (Madrid)

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