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lunes, 18 de abril de 2011

Jueves Santo (Juan 13, 1-15) - Ciclo A: ME LAVÓ LOS PIES


En 1968, un día de julio, a las 3:30 p.m. hora de Houston, Buzz Aldrin y Lance Armstrong, aterrizaron en la luna.
Llamaron a Houston e invitaron a todos a hacer un momento de silencio.
Este es su testimonio:
“Para mí era el momento de comulgar. Abrí las bolsas de plástico que contenían el pan y el vino y eché el vino en el cáliz que mi parroquia me había entregado.
Era maravilloso pensar que el primer líquido jamás vertido en la luna y el primer alimento jamás comido en la luna eran el vino y el pan consagrados.
Antes de comulgar leí la Palabra de Dios: “Yo soy la vid, vosotros sois los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él dará mucho fruto porque sin mí no podéis hacer nada”.

Me sentí unido a mi iglesia y a la Iglesia universal.

Primera eucaristía celebrada en la luna, a millas de distancia de la tierra.

CELEBRIDADES VS. SERVIDORES
Las encuestas dicen que la religión está en retirada y no se equivocan.

Las jóvenes, enamoradas de Justin Bieber, cantan sus canciones como si fueran oraciones, sí, estas son sus únicas oraciones.

Los niños y los jóvenes, adoradores de los astros del deporte, no dedican ningún tiempo a la religión.

Hoy, la mayor religión es la de los no practicantes, los que han emigrado a ninguna parte.

La religión, premio o castigo en la otra vida, sólo le preocupa al clero.

Hoy, Jueves Santo, día en el que estamos invitados a compartir la cena con Jesús, somos pocos los que hemos aceptado su invitación.

Hoy, predicamos y se predicará, en todas las iglesias de la cristiandad, con gran entusiasmo sobre la primera eucaristía celebrada en el cenáculo, pero constatamos que cada día son menos los que la recuerdan y celebran.

Hoy, predicamos y se predicará con miedo y reservas sobre la institución del sacerdocio, pero cada día son menos los jóvenes ricos los que se embarcan en esta gran aventura.

Hoy, predicamos y se predicará con pasión sobre el mandato de Jesús “ejemplo os he dado, haced lo mismo”, sed servidores de los necesitados.

Mandato que se hace verdad en la vida de tantos hombres y mujeres que despojándose del ropaje del primer mundo se ponen el delantal y sirven a los pobres del tercer mundo. Es la iglesia que ha optado por los pobres.

La religión, culto y ritos fríos, cede su puesto a la religión servicio: misioneros sin fronteras, médicos sin fronteras, periodistas sin fronteras, ONG sin fronteras, voluntarios sin fronteras…lavatorio de los pies de Jesús presente en los pobres.

Albert Einstein, un día, decidió quitar de las paredes de su casa los retratos de Isaac Newton y de James Maxwell, hombres famosos por sus descubrimientos, y colgar los retratos de Mahatma Gandhi y de Albert Schweitzer, hombres sencillos pero grandes porque fueron más que nada servidores.

Olvidemos los hombres éxito y celebremos los hombres servidores.

“Jesús se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando la toalla, se la ciñe y se pone a lavarles los pies a los discípulos”.

Jesús no quiere ser objeto de culto.

En la cena del Jueves Santo, Jesús nos enseña con palabras y acciones que el culto se lo tenemos que dar a través del servicio a los pobres. Ese es el culto que le agrada y premia.

Jesús, despojado del vestido de la gloria de la divinidad, se revistió de nuestra humanidad, se puso el delantal, se arrodilló, se hizo el más pequeño de todos y en la cruz, vacío total, expiró como el mayor servidor de todos.

Jueves Santo es la noche en que Jesús nos complica de verdad y para siempre la religión.

La religión, culto a Dios, nos resulta relativamente cómoda a los que aún la practicamos.

La religión, comunión del pan y del vino, bien celebrada, puede ser estética y valiosa.

Pero la religión, comunión y culto a los hermanos, es la gran complicación que Jesús nos exige cada vez que celebramos la Cena del Señor. “Cuando Jesús acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?”. Ejemplo os he dado…

Como no hay eucaristía sin comunidad, tampoco hay Iglesia sin servicio y sin amor.

Nosotros, en esta noche santa, vamos a realizar también el gesto del lavatorio de los pies.

Sí, resulta un poco teatral y cómico porque nosotros, calzados con zapatos, no nos hemos manchado con el barro y el polvo de los caminos y como Pedro no necesitamos que nos los laven, nos creemos limpios.

Al repetir el gesto de Jesús, queremos recordar dos enseñanzas:

Lavar los pies de los demás simboliza vivir la vida como servicio, como perdón y como donación.

Dejarse lavar los propios pies simboliza dejarse perdonar por Dios y por los demás, purificación interior y sanación de nuestras motivaciones egoístas y ególatras.

ME LAVÓ LOS PIES

En el aire flotaba la pesadez y la santidad.
No podíamos explicar el estado de ánimo,
Sagrado y afligido.

Reunidos alrededor de la mesa,
Comiendo aquella solemne y santa cena,
Nos parecía la comida más importante
Que jamás hubiéramos compartido.

Estábamos inmersos
en el corazón del MISTERIO.
A pesar de la oscuridad de la noche,
La esperanza estaba justificada
Como si algo malvado
fuera a ser conquistado.

Y de repente
El-que-Amaba nos sorprendió a todos,
Se levantó de la mesa,
Y se puso el delantal.
¡DIOS EN DELANTAL!

La ternura nos invadió
Cuando Él se arrodilló ante nosotros
y nos dijo:
"Yo elijo lavaros los pies porque os amo".

Dios en delantal, arrodillado.
Mis ojos no lo podían creer.
Me sentí perplejo hasta que sus ojos
se encontraron con los míos.

Me sentí valioso. Él tocó mis pies
y los lavó.
Aún siento el agua
Aún siento el contacto de sus manos.
Aún siento la mirada de sus ojos.

Luego me dio la toalla y me dijo:
"Haz lo que yo he hecho.
Aprende a agacharte, a arrodillarte.

Deja que la ternura abrace
A todos los que encuentres.
Lava sus pies,
no porque tienes que hacerlo,
Sino porque quieres hacerlo.

Hay tantos pies que lavar,
me digo una y mil veces.
"No".

Dice la voz de Dios
que resuena a través del tiempo.
"Sólo mis pies".
Lo que haces por los demás
Lo haces por mi y a mí.


Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

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