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sábado, 17 de septiembre de 2011

XXV Domingo del T.O. (Mt 20,1-16) - Ciclo A: MÁS ALLÁ DE LA JUSTICIA



Los sindicatos actuales no estarían de acuerdo con el comportamiento del dueño de la viña del cual nos habla el evangelio, quien pagó por igual a todos los obreros que trabajaron en la viña: a los que empezaron la tarea a primeras horas de la mañana y a los que se incorporaron a las labores del campo a última hora de la tarde y que, por tanto, no soportaron el peso del calor.

A primera vista ciertamente resulta provocadora y sorprendente la presente parábola. Estos días, por ejemplo, los maestros de varias Autonomías están protestando y comparando el número de horas que trabajan en España con las horas que dedican los profesores de otros países europeos, como Finlandia. Ante este hecho difícilmente se entiende la actuación del dueño de la vida, que representa a Dios.

En la primera lectura el profeta Isaías anuncia que “mis planes (se refiere a los planes de Dios) no son vuestros planes. Vuestros caminos no son mis caminos. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes que vuestros planes”.

Yo diría que no solamente los caminos de Dios se diferencian del de los hombres. También los de los hombres entre sí. Hay personas que actúan de modo mercantil, se atienen a las leyes, a los acuerdos, a los contratos y son inflexibles. Otras, en cambio, reaccionan de forma distinta: van más allá de la justicia. No para caer en la injusticia o ser injustos, sino porque la complementan, la perfeccionan, tienen en cuenta otros aspectos. Así, las primeras comunidades cristianas repartían los bienes no de acuerdo al rendimiento, sino de acuerdo a las necesidades. En una familia unida no se distribuye el dinero según lo que gana cada miembro, sino que se evalúan las necesidades, la situación de cada uno. Sobre todo si hay algún enfermo: las mejores atenciones serán para él, prescindiendo de lo que pueda aportar a la bolsa común familiar. Pero una empresa no es una familia. Con lo cual no quiero decir que una institución o un negocio deben comportarse miméticamente como una familia. No en todo, por supuesto, pero sí en algunos puntos. Y Dios (el dueño de la viña) no obra injustamente, sino que trasciende la justicia, la complementa con otros valores, como la solidaridad, la compasión, etc.

En este escenario podemos situar al voluntariado. Es decir, los que dedican tiempo y esfuerzo a cambio de nada material. El voluntario auténtico se mueve por motivos diferentes al ciudadano corriente. Si destina dos años a trabajar en el Tercer Mundo, no exige un sueldo y, si en su pueblo o parroquia se ocupa de colaborar en actividades solidarias, no le darán al final ningún cheque. Como tampoco los padres presentan una factura a los hijos por las horas extra dedicadas a ellos.

Dando un salto al mundo de la empresa, hay algunos empresarios –probablemente no muchos- que contemplan a los empleados no solo como máquinas productivas, sino que les tratan como a personas. Descubren en ellos, además de la faceta de trabajadores, otras dimensiones humanas y que tanta importancia tienen en las relaciones laborales-sociales. Según la doctrina social de la Iglesia, “todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos”.

A los sacerdotes se les suele criticar por diversos motivos. Pero algunas cosas las hacen bien. Por ejemplo en economía. Todos ellos ganan igual: el jubilado y el que está en activo; quien atiende una parroquia rica igual que el que está al frente de una comunidad pobre. Para ello está lo que se llama la caja común, que permite equiparar, igualar a todos.

Un dato: en esta parábola no se pretende premiar al vago, al perezoso, ni al tramposo, que se las ingenia para escaquearse y llegar lo más tarde posible al trabajo. Todo lo contrario. La parábola enseña que hay tarea para todos en este mundo, en esta viña del Señor. Todos somos llamados a trabajar: a unos a los 20 años, a otros a los 70. Pero siempre hay posibilidades.

Afortunadamente hay personas para quienes el dinero ni es todo, ni es lo único importante.

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