Por José María Maruri, SJ
1.- Ya veis que el anticlericalismo no siempre viene de viciadas fuentes liberales o izquierdistas. En la primera lectura es el mismo Dios el que se muestra anticlerical y vapulea a los sacerdotes, a los “curas” del tiempo de Malaquías.
Y Jesús, aunque directamente, no habla de los sacerdotes, sí ataca duramente a los letrados (intérpretes de la ley) y a los fariseos (los que se consideraban los mejores cumplidores de la ley) a la clase religiosa que debería enseñar y dar ejemplo. En resumen, también en parte a los curas. También Jesús se muestra anticlerical. Lo que yo quisiera saber es lo que diría hoy Jesús de los “curas” si se ratificaría en sus diatribas contra los fariseos.
Jesús descarga su ira contra los que no hacen lo que dicen. Y contra de aquellos que se valen de su cargo o estado religioso para alimentar su vanidad, su orgullo, pavonearse como sabelotodos y poseedores de la verdad, jueces de vivos y muertos.
Por lo primero, por no hacer lo que decimos y profesamos somos fariseos hipócritas todos, curas y no curas. Por lo menos yo digo que el primer hipócrita fue San Pablo que nos confiesa que hacía lo malo que no quería y dejaba de hacer lo bueno que quería y predicaba.
2.- Todos, y especialmente los curas, deberíamos ser como han sido los hombres y las mujeres de la verdad. San Francisco predicó la pobreza y la vivió en extremo. San Pedro Claver predicó la igualdad de los esclavos y se llevaba a su cuarto a los negros que llegaban enfermos a Cartagena de Indias.
La Madre Teresa de Calcuta predicó el cariño a los más desamparados e iba recogiendo por las calles a los enfermos y moribundos y los acompañaba con delicadeza y cariño consiguiendo que murieran con una sonrisa. Hoy lo siguen haciendo sus monjitas, sus seguidoras. Los Cottolengos y otras instituciones predican la absoluta dependencia de la divina Providencia y dan lo que les llega cada día sabiendo que al día siguiente Dios proveerá. Hacen lo que dicen. Contra ellos y ellas no tiene nada ni el Dios anticlerical de Malaquías, ni Jesús.
Contra los que os predicamos lo que Jesús quiere que hagamos y luego somos los primeros en no hacerlo si tiene Dios y Jesús algo en contra. Los que desde aquí tenemos que decir lo que creemos que Jesús nos dice a todos para que lo cumplamos, somos fariseos conscientes y dolientes. Conscientes de que nuestras acciones...Conscientes de que nuestras acciones y nuestras palabras no concuerdan. Y dolientes sabiendo que a pesar de todo, lo tenemos que decir. Porque no faltaría más que encima falseáramos lo que el Señor nos quiere decir a todos. Yo diría que somos fariseíllos de segunda clase porque al menos tenemos el deseo de que algún día nuestras palabras y nuestras acciones concuerden.
3.- Por lo segundo que ataca el Señor es por la honrilla que alguno quisiera sacar de su actitud o cargo religioso, creo que aunque aún haya algún “cura” que le llamen monseñor, o señor cura. O algún seglar que como antaño le agrade tener su reclinatorio en primera fila, la gran mayoría es menos infantil y más sensata y anhelamos esos pavoneos y honrillas.
Pero si, hay. Y el peligro de que existan gentes así lo habrá siempre porque el fariseísmo es la sombra y la trampa de lo religioso. Digo que lo que más fácilmente hay es el pavonearse de que somos los únicos que tenemos que tenemos toda la verdad, el de despreciar a esa gentecilla que se droga, los que no viven más que para el sexo, los que se proclaman agnósticos y ateos. Y ese desprecio nunca ha sido la actitud de Dios. Su actitud ha sido siempre de compasión, de misericordia, de cariño, porque todo hombre es hijo suyo.
En resumen, en este teatro del mundo en que vivimos, mirémonos todos vestidos con filacterias y borlas de fariseíllos, que deseamos no serlo de todo corazón, pero a los que se nos ve de vez en cuando… las filacterias.
Malas lenguas cuentan que una Fundadora de una Congregación religiosa dejo dicho en su Testamento que no la canonizasen. Y dicen que aún esta esperando.
Y Jesús, aunque directamente, no habla de los sacerdotes, sí ataca duramente a los letrados (intérpretes de la ley) y a los fariseos (los que se consideraban los mejores cumplidores de la ley) a la clase religiosa que debería enseñar y dar ejemplo. En resumen, también en parte a los curas. También Jesús se muestra anticlerical. Lo que yo quisiera saber es lo que diría hoy Jesús de los “curas” si se ratificaría en sus diatribas contra los fariseos.
Jesús descarga su ira contra los que no hacen lo que dicen. Y contra de aquellos que se valen de su cargo o estado religioso para alimentar su vanidad, su orgullo, pavonearse como sabelotodos y poseedores de la verdad, jueces de vivos y muertos.
Por lo primero, por no hacer lo que decimos y profesamos somos fariseos hipócritas todos, curas y no curas. Por lo menos yo digo que el primer hipócrita fue San Pablo que nos confiesa que hacía lo malo que no quería y dejaba de hacer lo bueno que quería y predicaba.
2.- Todos, y especialmente los curas, deberíamos ser como han sido los hombres y las mujeres de la verdad. San Francisco predicó la pobreza y la vivió en extremo. San Pedro Claver predicó la igualdad de los esclavos y se llevaba a su cuarto a los negros que llegaban enfermos a Cartagena de Indias.
La Madre Teresa de Calcuta predicó el cariño a los más desamparados e iba recogiendo por las calles a los enfermos y moribundos y los acompañaba con delicadeza y cariño consiguiendo que murieran con una sonrisa. Hoy lo siguen haciendo sus monjitas, sus seguidoras. Los Cottolengos y otras instituciones predican la absoluta dependencia de la divina Providencia y dan lo que les llega cada día sabiendo que al día siguiente Dios proveerá. Hacen lo que dicen. Contra ellos y ellas no tiene nada ni el Dios anticlerical de Malaquías, ni Jesús.
Contra los que os predicamos lo que Jesús quiere que hagamos y luego somos los primeros en no hacerlo si tiene Dios y Jesús algo en contra. Los que desde aquí tenemos que decir lo que creemos que Jesús nos dice a todos para que lo cumplamos, somos fariseos conscientes y dolientes. Conscientes de que nuestras acciones...Conscientes de que nuestras acciones y nuestras palabras no concuerdan. Y dolientes sabiendo que a pesar de todo, lo tenemos que decir. Porque no faltaría más que encima falseáramos lo que el Señor nos quiere decir a todos. Yo diría que somos fariseíllos de segunda clase porque al menos tenemos el deseo de que algún día nuestras palabras y nuestras acciones concuerden.
3.- Por lo segundo que ataca el Señor es por la honrilla que alguno quisiera sacar de su actitud o cargo religioso, creo que aunque aún haya algún “cura” que le llamen monseñor, o señor cura. O algún seglar que como antaño le agrade tener su reclinatorio en primera fila, la gran mayoría es menos infantil y más sensata y anhelamos esos pavoneos y honrillas.
Pero si, hay. Y el peligro de que existan gentes así lo habrá siempre porque el fariseísmo es la sombra y la trampa de lo religioso. Digo que lo que más fácilmente hay es el pavonearse de que somos los únicos que tenemos que tenemos toda la verdad, el de despreciar a esa gentecilla que se droga, los que no viven más que para el sexo, los que se proclaman agnósticos y ateos. Y ese desprecio nunca ha sido la actitud de Dios. Su actitud ha sido siempre de compasión, de misericordia, de cariño, porque todo hombre es hijo suyo.
En resumen, en este teatro del mundo en que vivimos, mirémonos todos vestidos con filacterias y borlas de fariseíllos, que deseamos no serlo de todo corazón, pero a los que se nos ve de vez en cuando… las filacterias.
Malas lenguas cuentan que una Fundadora de una Congregación religiosa dejo dicho en su Testamento que no la canonizasen. Y dicen que aún esta esperando.
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