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domingo, 6 de noviembre de 2011

Dom 6 XI 11. ¿Podríamos compartir el "aceite"? Vírgenes necias y prudentes (Mt 25, 1-13)


Publicado por El Blog de X. Pikaza

Domingo 32, tiempo ordinario, ciclo A, Mt 25, 1-13. Sigue el tema de ayer (1 Tes 3), un motivo que está relacionado con el paso de la historia y el fin de los tiempos, una parábola fuerte, para pensar y responder con la vida:
Todos hemos recibido (¿es cierto?) el mismo aceite de la vida. Unos lo conservan y se enriquecen. Otros lo gastan y se pierden. ¿Tienen los pobres la culpa de haber perdido su aceite? ¿Pueden los ricas prestar o regalar su aceite sobrante a las pobres?


Una parábola inquietante, en tiempos como éstos, en los que se nos dice que algunas personas (y países enteros como Grecia, España…) hemos derramado (perdido) el aceite de manera que andamos pidiendo a los ricos… ¿Pueden los ricos prestarnos su aceite? ¿No será mejor que cada palo aguante su vela, esto es, que cada alcuza se arregle con su propio aceite?

Parábola para discutir (y disentir se hace falta…). Parábola que habla no sólo del mucho o poco aceite de Grecia o España, sino de la vida entera de cada uno de los hombres y mujeres, mientras esperan (esperamos) las bodas.

Parábola. Mt 25, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:

-- ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:

--Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.

Pero las sensatas contestaron:

--Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:

-- Señor, señor, ábrenos.

Pero él respondió:

-- Os lo aseguro: no os conozco.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora."

1. Una parábola conocida. Elementos comunes

Esta parábola de “vírgenes” necias y prudentes está contada desde el trasfondo de la historia de Israel... Quizá tiene un fondo que proviene de Jesús (que se ha referido, sin duda a las bodas del reino: cf. Mc 2, 18-22). Pero tal como aparece aquí parece obra del mismo evangelista (o de la escuela de Mateo) que ha creado un gran “retablo” escatológico, con temas vinculados a la culminación (o sentido más profundo) de la historia, a lo largo de Mt 25 (vírgenes, talentos, ovejas y cabras). Sus datos son bien conocidos, tanto en el AT como en el contexto del mensaje de Jesús:

Las diez muchachas (vírgenes) son signo de la humanidad entera, como esposa-amiga ante Dios, esperando las Bodas finales de la historia.

El aceite recibido (alumbrando en la alcuza de su propia vida) es el don de la existencia, la vida entera. Hombres y mujeres son “aceite” que alumbra en la medida en que se consume, haciéndose luz para sí mismo, luz para los otros.

La división (cinco necias, cinco prudentes), cinco y cinco, buenas y malas, prudentes y sensatas, es propia de gran parte de las “historias” de ese tipo. Tiene un fondo parenético, y sirve para insistir en la posibilidad del bien y del mal… y en la exigencia de conversión (para que al fin todas puedan ser buenas).

Malgastar el aceite, dar aceite...
--Puede entenderse en sentido personal (que es el más importante en la parábola)
-- Pero también puede entender en sentido social y político (desde la perspectiva de nuestro tiempo, gran crisis del 2011, con países que parece que han perdido el aceite, con millones de pobres...

Amigas de la Novia, todas novias… el texto no lo pone de relieve, es parábola (no pura alegoría). Son la humanidad en busca de la plenitud de Dios, simbolizado no ya como Padre (Abba) sino como partner, amigo, esposo de la humanidad.

La tardanza es quizá signo del retraso de la “parusía” (la venida del Novio)… Es el paso del tiempo, es la noche…

Todas se durmieron… Parece que el texto está evocando la muerte… Aquí no hay muchachas “vivas” cuando llega el esposo (como dice Pablo en 1 Tes). Todas se duermen, todas mueren en el gran “cementerio” (dormitorio) que es la vida humana…

Las muchachas duermen/mueren, pero su aceite queda… La buenas obras, la buena memoria, el valor de la vida… para el Esposo

2 Una parábola escandalosa. Principios

Resulta escandalosa, por muchos motivos, y así la cuenta Jesús, para que la pensemos y pensemos nuestra vida.

a) ¿Han recibido todas el mismo aceite? La alcuza de aceite de una niña de Guinea no es igual que la alcuza de una chica de Kansas o Virginia. Unas parecen que vienen al mundo con mucho aceite, otras parece que no tienen nada. Sea como fuere, las muchachas llevan «lámparas» (lampadas) en la noche de la espera. ¿Se podrá decir que ellas mismas son lámparas, puras lámparas de Dios (de la vida), cuya función es arder y dar luz y se fuego?

b) Diferencia entre las novias. Externamente hablando, todas son novias de un esposo polígamo, que va a casarse, al mismo tiempo, con diez o con aquellas de las diez que sean prudentes. ¿O son sólo simples compañeras/asistentes de la Novia, que aquí no se presenta? La imagen del esposo polígamo de diez muchachas que esperan en la noche puede evocar quizá el signo del Dios distinto y universal, Dios esposo/esposa de todos los seres humanos. Pero el tema de fondo no es la poligamia, sino la diferencia entre las novias: ¿Vienen todas con el mismo aceite?

c) En otro plano, es una parábola machista: El novio viene, como dueño y señor, las novias aguardan… ¿Por qué son chicas que esperan al novio-señor y no chicos que esperan a la Novia/Diosa, la divinidad materna y total, novia infinita y personal de cada uno de los seres? ¿Cómo superar la imagen masculina y pasar a la imagen/experiencia total de de un amor de fuego que arde y emociona y enamora...?

d) Como la “parábola de la hormiga y la cigarra… Éste es un tema que aparece en muchas tradiciones de oriente y occidente. Unos malgastas, otros guardan el aceite… ¿Es bueno siempre guardar? ¿No será bueno arriesgar y gastar? ¿Cómo han perdido las necias el aceite? ¿Lo han malgastado en borracheras y cenas?

-- Alguien podría decir que las "necias" han perdido el aceite porque se lo han robado precisamente las llamadas prudentes
-- ¿No vivimos en un sistema donde se invita a malgastar... de manera que las "necias" han hecho simplemente lo que debían hacer?

e. ¿Es bueno que las “homiguitas” no presten a las necias su aceite? En contra de toda la enseñanza del evangelio, aquí se dice que las prudentes no deben dar aceite a las necias... ¿Por qué no comparten la luz, haciéndose luz todas, unas para otras, luz compartida para iluminar el camino del novio/novia universal? ¿O hay un aceite personal que no puede compartirse, pues cada uno tiene el suyo y debe guardarlo?

3. Una reflexión sobre el aceite

a) ¿De que aceite-luz se trata? ¿Tiene más luz una muchacha/estrella de la propaganda mediática, dueña de millones de barriles de petróleo, que una niña estellada de un país empobrecido, sin más riqueza que el hambre? Además, la luz que son las muchachas: ¿para qué sirve? ¿a quien dirige y guía? ¿Sirve para alumbrar al novio/novia que viene... o para dirigirles a ellas/ellos (novias en fiesta), a la humanidad que espera y camina con su propia luz en la noche de la vida, hacia el amor total que llega?

b) ¿Se puede hablar así de buenos y malos? Ésta es una parábola con buenos y malos, parábola extraña de muchachas necias y sabias…entre las que parece dividirse el mundo… ¿No se podría dar una respuesta compasiva, de manera que las prudentes ayudaran a las necias, para que al fin todas pudieran ser buenas...? ¿No podría traer el esposo/esposa su aceite y ponerla en las manos y en el corazón de cada una de las que esperan sin fuego ni luz, en medio de la noche? ¿No podríamos hablar de un esposo/esposa aceitero, que ofrece su propio combustible de amor infinito para todos/todas?

c) El gozo de la vida, a la espera de las bodas… Aquí se vincula luz con matrimonio, aceite con bodas. Éste es, por tanto, una parábola gozosa que habla de una luz que puede “alumbrar” la fiesta de las bodas, una luz que es el mismo brillo del amor que emerge allí donde unos seres humanos se aman y se encuentran en la noche y entran en su propio espacio luminoso, dándose la vida... Pero hay personas, vírgenes quizá necias, que no quieren bodas, sino líos y más líos… ir derramando el aceite “infinito” que piensan que tienen en muchos amores que pasan en la noche. ¿Se puede decir que en el fondo todas esperan, todos esperamos?

4. Una reflexión sobre la vida

a) Quizá la parábola evoque un amor personal y total, el amor de aquellos que esperan y el amor de los vienen, todos envueltos en luz... un amor hermoso, abierto a todos (todos reciben el aceite), pero también “arriesgado”, pues se puede perder y gastar el aceite de un modo equivocado, quedando al fin vacios. Estas bodas de luz están abiertas a todos, pero algunos se pueden perder (derramando en vano su aceite), malgastando la propia vida.

b) Sin duda, el novio que viene en la noche (¡una noche de frío, oscuridad y muerte!) es el amor que tarda, pero que está llegando, la luz plena que se hace esperar (¿a dónde te escondiste….?), pero que vendrá muy pronto, si seguimos esperando, espabilando la lámpara, que siempre tiene aceite, pues la alcuza de la vida nunca se vacía. Por su parte, las novias que esperan son los hombres y mujeres, capaces de cuidar su luz o de apagarla, hombres y mujeres con responsabilidad de amor, llamados a cuidar su aceite, a mantener en vela su esperanza.

c) Las bodas son dos luces que se unen, formando una luz compartida, luz de dos, en la gran Luz del Novio-Novia que les acoge en su amor. Son dos luces distintas, dos personas diferentes, y una luz única y compartida, que se abre a otros, a los amigos y a los hijos luz creadora, en la Luz de Dios, donde se unifican y completan, cada uno en el otro y para el otro, cada uno desde el otro y con el otro. En este contexto podemos decir que, para los cristianos, la luz originaria se ha venido a revelar en Cristo.

d) Al final queda la gran revelación del amor. Todo lo demás pasa y queda en un segundo plano. Se trata de descubrir el potencial inmenso del amor que somos y que viene, que nos sale al encuentro. Para que ese amor sea plena, para que las bodas puedan celebrarse, hay que esperar compartiendo el aceite, espabilando la alcuza, gozando por anticipado el don de las bodas.

5. Una simple conclusión que deja el tema abierto

En un sentido, esta parábola nos habla de aquello que vendrá después, al fin de nuestra vida. Posiblemente, la ha creado la misma comunidad de Mateo para explicar la tardanza de la parusía… un tiempo de espera en el que muchos se apagan y mueren, al parecer sin esperanza.

Pero la parábola tiene otro sentido. No habla sólo, ni sobre todo, de aquello que vendrá después, sino de aquello que está pasando ahora, en nuestra vida, que es tiempo bueno para guardar el aceita y para iluminar a los que están a nuestro lado.

Éste es el aceite de Jesús (toda la vida), que se da y conserva cuanto más se comparte, de tal forma que sólo tiene aceite que lo da, quien se vuelve “aceite”, luz para los otros. El aceite del que aquí se habla es aceite para consumirse en la lámpara, convirtiéndose en luz. Sólo sirve para alumbrar, para consumirse, pues sólo produce luz en la medida en que se quema y consume.

¿Y qué hacemos con la economía?

¿Tienen toda la culpa los países sin aceite, o la culpa será del sistema y de los mismos países ricos que no comparten el aceite de la vida?

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