Publicado por Entra y Verás
La vida del cristiano podríamos compararla con la del espeleólogo que se introduce en una cueva y, poco a poco, va pasando de galería en galería, de asombro en asombro ante las maravillosas formas que surgen ante sus atónitas pupilas. De igual modo la vida del cristiano trata de ir escudriñando la realidad presente del Misterio, de Dios mismo, en una búsqueda ansiosa que no permite descanso alguno hasta el momento del encuentro definitivo, cuando la fe y la esperanza se transformen en certeza y visión. Hasta entonces debemos seguir buscando. «Cuando digas es suficiente entonces pereciste. Añade siempre algo camina continuamente, avanza sin parar, no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes» dice Agustín el inquieto buscador de la Verdad urgido por el ansia del encuentro definitivo.
Me gustaría colocar la clave de interpretación de las lecturas de hoydIOS O en el estribillo del salmo: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios, mío. La Sabiduría que se insinúa y sale al encuentro acompaña a ese novio que llega de improviso y pilla desprovistas de aceite a unas doncellas.
La llegada del Reino se compara con una fiesta de bodas. Las doncellas necias reciben una respuesta dura por no hacer provisión de aceite y no tenerlo en el momento oportuno para avivar las antorchas. La llegada del Reino exige fidelidad constante, y no vale el que otro tenga provisión La actitud ideal es vivir siempre a punto para recibir a Cristo en cualquier momento, y recibirlo en cada persona. El tema principal es Velad. La vigilancia no se refiere, sin embargo, a la vigilia, a no dormirse. De hecho unas y otras se duermen en la tardanza del Esposo. La imprudencia y necedad está en no haber caído en la cuenta de que el Esposo puede tardar y de que, por lo tanto, necesitan mayor acopio de aceite. De hecho llega el Esposo y encuentra a unas no preparadas para seguirle. Han fallado en el cumplimiento de su misión. No pueden acompañarle; a la vuelta encuentran la puerta cerrada. No hay entrada. No tienen que ver nada con la fiesta. El Esposo no las ha visto en el cortejo.
A lo largo del día, ocupados en muchas cosas, todos, seamos despistados o no, dejamos pasar cientos de detalles que nos hablan de la presencia de Dos entre nosotros. Muchas veces la rutina tiñe de gris el abanico multicolor de la realidad y seguramente todos deberíamos hacer ya desde ahora un esfuerzo por rescatar la capacidad de sorpresa, de esperar siempre algo nuevo. Resulta obvio decir que para disfrutar de un vaso de agua fresca es preciso tener mucha sed. Esa misma sed es la que debería caracterizar nuestro continuo encuentro con Dios en los sacramentos, donde la palabra y los hermanos nos aportan siempre una novedad.. No podemos perder de vista el carácter exagerado de las parábolas que apuntan siempre a la utopía.
Lo cierto es que no podemos adormilarnos y ver siempre la vida como una línea continua, monótona. Nuestra lámpara no puede apagarse sino que como ese espeleólogo caminamos por la gruta de sorpresa en sorpresa al encuentro de Aquel que siempre sale al encuentro pero que no siempre sabemos ver.
Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)
Me gustaría colocar la clave de interpretación de las lecturas de hoydIOS O en el estribillo del salmo: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios, mío. La Sabiduría que se insinúa y sale al encuentro acompaña a ese novio que llega de improviso y pilla desprovistas de aceite a unas doncellas.
La llegada del Reino se compara con una fiesta de bodas. Las doncellas necias reciben una respuesta dura por no hacer provisión de aceite y no tenerlo en el momento oportuno para avivar las antorchas. La llegada del Reino exige fidelidad constante, y no vale el que otro tenga provisión La actitud ideal es vivir siempre a punto para recibir a Cristo en cualquier momento, y recibirlo en cada persona. El tema principal es Velad. La vigilancia no se refiere, sin embargo, a la vigilia, a no dormirse. De hecho unas y otras se duermen en la tardanza del Esposo. La imprudencia y necedad está en no haber caído en la cuenta de que el Esposo puede tardar y de que, por lo tanto, necesitan mayor acopio de aceite. De hecho llega el Esposo y encuentra a unas no preparadas para seguirle. Han fallado en el cumplimiento de su misión. No pueden acompañarle; a la vuelta encuentran la puerta cerrada. No hay entrada. No tienen que ver nada con la fiesta. El Esposo no las ha visto en el cortejo.
A lo largo del día, ocupados en muchas cosas, todos, seamos despistados o no, dejamos pasar cientos de detalles que nos hablan de la presencia de Dos entre nosotros. Muchas veces la rutina tiñe de gris el abanico multicolor de la realidad y seguramente todos deberíamos hacer ya desde ahora un esfuerzo por rescatar la capacidad de sorpresa, de esperar siempre algo nuevo. Resulta obvio decir que para disfrutar de un vaso de agua fresca es preciso tener mucha sed. Esa misma sed es la que debería caracterizar nuestro continuo encuentro con Dios en los sacramentos, donde la palabra y los hermanos nos aportan siempre una novedad.. No podemos perder de vista el carácter exagerado de las parábolas que apuntan siempre a la utopía.
Lo cierto es que no podemos adormilarnos y ver siempre la vida como una línea continua, monótona. Nuestra lámpara no puede apagarse sino que como ese espeleólogo caminamos por la gruta de sorpresa en sorpresa al encuentro de Aquel que siempre sale al encuentro pero que no siempre sabemos ver.
Roberto Sayalero Sanz, agustino recoleto. Colegio San Agustín (Valladolid, España)
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