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sábado, 7 de abril de 2012

Domingo de Pascua: Se necesitan instrucciones puestas al día para «cumplir con pascua»



La mujer obstinada y el cura comprensivo

«Con precisión, ¿qué significa cumplir con pascua?». El predicador ha puesto allí la pregunta fatídica. Alguno le ha mirado con un aire ligeramente molesto: «Pero ese, ¿qué quiere? ¿no le basta ver que estamos aquí?».

Antes se sabía qué quería decir «cumplir con pascua». Para muchos hombres significaba irse a confesar y comulgar. En la práctica: ponerse en regla, pagar una especie de peaje anual. Después ya no se pensaba más. Para ciertos tipos era como sacarse un diente.

La preparación se hacía en casa, con un bombardeo intensivo por parte de la mujer que martilleaba al marido recalcitrante y huidizo con una serie de insistentes «mira que tienes que ir a cumplir con pascua, como todos». Por supuesto, después de repetidos ataques, la mujer terminaba por debilitar la resistencia del hombre, aunque fuera de corteza dura.

Después, especialmente para los más ajenos al asunto, se preocupaba el cura, en la sacristía, de sacarlos del apuro, porque además los reconocía a primera vista. Recuerdo que el viejo y encallecido «Pedrito el quesero» (uno que, además del domingo, trabajaba todos los días de la semana «de sol a sol») se me confiaba: «¿Y qué voy yo a decir al cura? No sé ni hacer ni decir pecados, sólo sé trabajar... Por suerte él me entiende... Nos entendemos al vuelo, contando además con que yo le doy la autorización».

¿Qué quiere decir? me informaba curioso.

«Quiere decir que me presentaba así: `Empiece usted que entiende de esto. Como de costumbre... yo estoy de acuerdo'. Y así él me saca los pecados sin necesidad de que yo abra la boca. Pero cuando pasa para la bendición de la quesería y del establo, lo recompenso generosamente con una media docena de huevos».

Es inútil precisar que ese era un modo demasiado expeditivo y reductivo de «cumplir con pascua».


Paso

Nuestro párroco, el domingo, ha insistido en la palabra «paso». Pascua es paso de la muerte a la vida. Paso de las tinieblas a la luz. Paso de un cristianismo sombrío y flojo a un testimonio alegre. Paso del interés exclusivo por las cosas de este mundo al descubrimiento de otros valores que trascienden el horizonte terreno («...buscad los bienes de allá arriba», como dice Pablo). Paso de un estilo de vida insulso y rutinario a un planteamiento radicalmente nuevo de la propia existencia. Etcétera... No era posible anotar mentalmente todos los «pasos» detallados por el predicador en su hablar fluido.

Refiriéndose después a la secuencia pascual «Victimae paschali laudes», el cura primeramente ha ilustrado la bellísima imagen del duelo decisivo que trabaron la muerte y la vida. Un «prodigioso duelo» del que el «Señor de la vida» ha salido triunfante. Al llegar aquí, nuestro párroco nos ha interpelado: «¿Pero nosotros estamos verdaderamente convencidos de que la muerte, el día de pascua, ha sido definitivamente vencida, y así la muerte se convierte para nosotros, no en muro impenetrable, sino en `paso' hacia la vida definitiva? ¿estamos convencidos de que la muerte no tiene la última palabra, o por el contrario, a pesar de lo que decimos creer, pensamos que la muerte es la que cierra el discurso?».

Después ha tomado motivo de dos versos famosos, «Dic nobis, Maria, quid vidisti in via?» («Dinos, María, lo que has visto en el camino»), para provocarnos: «Si alguien hoy, por el camino, os pidiese informaciones respecto de lo que habéis visto, descubierto, celebrado el día de pascua, ¿qué contaríais?». En este momento caí en la cuenta de que el seminarista nos había robado la «secuencia», sustituyéndola con uno de esos banales motivos alegres de siempre (Santiago los define desdeñosamente «griteríos musicales») y con acompañamiento de guitarras. No teniendo en cuenta que a muchos de nosotros el latín -que naturalmente no hemos estudiado- nos dice mucho más.

Menos mal que el párroco, en el sermón, con habilidad diplomática, nos ha restituido esas estrofas que nos eran tan familiares.


«Cumplir con pascua» ¿acaso significa despertarse?

Por mi parte he añadido otras consideraciones. Primero: ¿qué significa «cumplir con pascua» para un cura? ¿simplemente hacerla cumplir a los demás? ¿o también él tiene que demostrar, de alguna manera, que ha cumplido con pascua? Y en ese caso, ¿cuál es el «paso» más comprometido para él? Después he reflexionado sobre el hecho de que, para todos, «cumplir con pascua» en el fondo significa despertarse. Se trata de sacudir los párpados pesados por el sueño o la somnolencia. Caer en la cuenta de que ha ocurrido algo sensacional («conocéis lo que sucedió...», como dice Pedro en su discurso), que ha despuntado un mundo nuevo, y, por tanto, nuestra vida no puede continuar de la misma manera. «Cumplir con pascua» quiere decir, sobre todo, hacer un poco de claridad.

Existe una ligazón muy estrecha entre iluminación y despertar. En casa, mi hija teóloga me ha confirmado que en oriente la palabra «iluminación» significa «despertar». Y, a su vez, el hijo casi doctor-desocupado me ha dicho que, según la opinión de un autor llamado «místico burlón», los hombres nacen, viven y mueren dormidos. Me lo sospechaba también yo.

Mi último pensamiento se ha enredado en torno al tema de la ausencia. El evangelio de hoy está atravesado, no de pasos, sino de carreras afanosas. María de Magdala, al principio camina. Pero después, de improviso, se pone a correr para comunicar a los apóstoles su descubrimiento. Y también corren Pedro y Juan.

Esas carreras indican que la ausencia resultaba insoportable. Es demasiado fácil terminar: Pascua es paso de un paso cansino, resignado, arrastrado, a un paso ágil, ligero, veloz.

Sí, pero el problema sigue siendo cómo hacer insoportable la ausencia, cómo despertar el deseo, cómo impedir que uno se acomode en la resignación.

Muchos se sienten satisfechos con lo que hacen, y no caen en la cuenta de lo que les falta, y por tanto no buscan. ¿Es posible transformarles en gente insatisfecha, un poco inquieta, que se pone a perseguir lo que no tiene?

Naturalmente no tengo las respuestas. Pero quizás una manera no muy banal de «cumplir con pascua» puede ser la de sembrar nuestro camino de algún preocupante punto interrogativo.

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