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martes, 20 de mayo de 2008

Corpus Christi - Ciclo A: Recuerda el camino que el Señor tu Dios te he hecho recorrer…

Publicado por Pastoral Vocacional


¿Qué me hace vivir? ¿Quién me hace vivir? ¿En qué o en quién se apoya y sostiene mi vida? Quizá nos cueste responder estas preguntas. Quizá para hacerlo bien convendría echar un vistazo atrás, a la vida ya recorrida. Seguro que muchas personas nos han ayudado y han estado a nuestro lado en todo momento. También habrá quien tiene la sensación de haber sido abandonado por todos. A pesar de todo ¿quién me ha dado el ser?
A lo mejor necesitamos a alguien que como a los judíos nos diga “recuerda el camino que el Señor tu Dios te he hecho recorrer…”. Vivimos momentos de alegría y de tristeza, de gozo y de desesperación. Pero Dios siempre está ahí. Nunca nos ha dejado ni nos dejará. Él alimentó al pueblo de Israel en el desierto con un alimento desconocido: el maná. Y Dios lo hizo con una intención pedagógica: “para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios”. Por desgracia hace falta la muerte de alguien para que valoremos la vida; la enfermedad para tomar conciencia del don de la salud, etc… Las situaciones más complicadas de nuestra historia personal nos recuerdan que lo único que importa realmente en nuestra vida, en nuestro mundo, es Dios. Él es el que nos sostiene en todo momento.

Dando un paso más, los cristianos hemos recibido de Jesús un regalo para mantenernos en pie. Jesús se nos ofrece él mismo como alimento: “el que come de este pan vivirá siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Este mensaje fue muy difícil de aceptar y comprender tanto por los judíos como por cristianos provenientes del mundo griego. Pero también hoy a nosotros nos resulta difícil vivir este misterio porque nos hemos acostumbrado a él e, incluso, nos aburrimos durante su celebración. La participación en la Eucaristía es nuestra fuente de vida. Nos da vida en plenitud, en abundancia, vida eterna. Después de haberla celebrado no se puede vivir de cualquier manera, porque nuestra vida ha recibido un plus de gracia que no se puede despreciar.

¿Cómo vivo la Eucaristía y participo en ella? Jesús nos dice que “el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”. Y así la Eucaristía viene a ser un misterio de comunión íntima entre Jesús y cada uno de nosotros; pero acaso ¿soy consciente de ello cuando entro en la Iglesia?

Además, participar de esa comunión es asimilar ese alimento de tal manera que se haga existencia en nosotros. Comulgar es aceptar querer identificar nuestra vida con la de Jesús, transformarnos en él. ¿No es esta nuestra primera vocación? Y sin embargo, ¡cuántas veces se nos olvida!
No obstante, esta comunión íntima deriva y posibilita también la comunión en la comunidad: “El pan es uno y así nosotros” (segunda lectura). De aquí se deriva que la participación en la misa no es un asunto personal, sino que nos lleva y nos exige trabajar por crear la unión en la comunidad y en la sociedad. Celebrar la Eucaristía es ser enviado y si no se tiene conciencia de esto, es una celebración estéril.

2.Ideas clave para la homilía

-La pregunta que origina nuestra reflexión es ¿dónde encuentro el alimento que sostiene mi vida?
-Como al pueblo de Israel, también a nosotros conviene recordarnos que es el Señor quien nos sostiene
-Jesús nos recuerda que la Eucaristía es para nosotros fuente de vida eterna. Pero ¿cómo vivimos y celebramos la Eucaristía? Comer su cuerpo y beber su sangre es aceptar que nos queremos identificar con Jesús.
-Por eso la Eucaristía es fuente de la comunión en la vida de la comunidad.

3.Preguntas para la reflexión personal o en grupo

-¿Dónde encuentro lo que me sostiene (el sustento) en mi vida?
-¿Qué experiencia tengo de Dios acompañándome a lo largo de mi historia personal?
-¿Qué valor le doy a las cosas materiales?
-¿Cómo me preparo a celebrar la Eucaristía?
-¿Qué cambia en mí una vez que la celebración eucarística toca a su fin?
-¿De qué manera considero que la Eucaristía es alimento para mí?
-¿Soy consciente de que la participación eucarística me llama a configurarme con Cristo?
-¿Soy consciente también del compromiso social que adquiero una vez que he comulgado?

4. Un poco de poesía

Dame, Señor, tu ocio, ocio para adorarte,
ocio de pensamiento si las manos se enfangan,
ocio azul del espíritu mientras cavila el seso,
ocio de Ángel sin tiempo tras cancela de plumas,
de mariposa absorta en el borde del Cáliz
que abre y cierra sus alas abanicando el éxtasis,
ocio de alta vigilia reclinada en tu sueño.
No tener prisa, no tener prisa, no tener prisa.
Señor, Tú estás presente, Tú eres presente,
Tú eres el Presente.

Déjame despojarme de todo, de mis hábitos,
de mi calzado cómplice oloroso a tomillo,
de mi seda, mi música y mi rosa,
de mi retina y mi pincel abeja.
No quiero entenas, arríame, tómame,
desarbólame, déjame en puro casco
flotante y sin un rumbo, oscilando en tu mar.

Aquí me tienes, Señor, ahora ya puedo
acercarme, sumirme en tu inmensa presencia,
todo en ti convertido, deseado.
Ya sólo existo, soy, para adorarte.
Círculo eres sin fin y sin principio.
En el Pan Tú reposas y de onda en onda creces,
naciendo sin cesar para quererme.
Círculo quiero ser como tu blanco Cuerpo,
como el brocal de oro que se asoma a tu Sangre,
un redondo adorarte, anillo puro.

Nada hay más absoluto que este amor que nos une.
Cuerpo, Sangre de Cristo, báñame de tus ondas,
aliméntame, fúndame, concéntrame,
oh milagro sin víspera y contigo,
súbito arranque, asombro
de la viña, nueva revelación del trigo,
consejo de María inocente en las bodas
(Gerardo Diego)

5.Para darle vueltas

..así como el pan material se convierte en carne del hombre, porque aquel es inferior a éste, al contrario el pan eucarístico, que es más noble que el alma que lo recibe, la atrae, por decirlo así, y la transforma en sí. Por consiguiente, venimos a ser otro Cristo. Y como tales debemos aparecer....recibiendo la Eucaristía, debemos ser y representar a Jesucristo, que nos transforma en Él. (Beato Manuel Domingo y Sol)

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