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sábado, 19 de julio de 2008

XVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Cuatro momentos para meditar el Domingo


1- IMPORTANCIA DE LAS PEQUEÑAS COSAS.


1.- Muy querido amigo:

Con que torpeza emitimos nuestros juicios las personas hoy en día. ¿No te has dado cuenta?

En la actualidad, las personas vivimos en un mundo cuantificante, en el cual el uso de las matemáticas se utiliza como si fuese el único criterio valorante. ¿Cómo comprender que hoy en día la cantidad haya pasado a formar parte de nuestra actitud ante la realidad de la vida?

En realidad. ¿Cuál es el origen de las matemáticas, sino precisamente ese deseo de ubicar al individuo dentro de la multiplicidad del universo y del mundo? ¿Cuál es el origen de la geometría sino exactamente esa relación numérica que se da entre las cosas?

Y así las cantidades las utilizamos para medir el trabajo, el esfuerzo, la fatiga, los logros y también los fracasos. Digamos que las matemáticas son parte de nuestra visión de la vida.

2.- Y a todos nosotros que nos manejamos en la vida diaria con todos esos criterios tan incomprensibles, pero al mismo tiempo tan arraigados, este domingo, el Señor Jesucristo en su enseñanza nos subraya reiteradamente la importancia que tiene la calidad sobre esa necesidad que tiene el hombre de las cantidades.

Al Señor Jesucristo, le interesa más la calidad que la cantidad. El Señor no se deja impresionar ni por nuestros volúmenes ni por nuestras estadísticas. Al Señor no le impactan ni nuestros largos rezos ni nuestros rostros alargados por el sacrificio.

El pensamiento de Dios no suele ser como nuestro pensamiento.

Dirán ustedes ¿Por qué el cura, ahora, le estará dando tanta importancia a las cosas insignificantes y no a aquello que puede ser realmente significativo en nuestra consideración?

Leer honestamente el texto de la Palabra de Dios de este domingo, y el adentrarnos al Evangelio mismo meditado íntegramente, nos puede dar la respuesta.

3.- ¿Te acuerdas, cuando los apóstoles le dijeron a Jesús: ¡Señor, aumenta nuestra fe!? El Señor subrayó entonces el valor de una fe tan pequeña como un grano de mostaza pero tan grande como para mover las montañas.

¿No lo has olvidado? Al Señor Jesús le gustó más la pequeña ofrenda de una viuda pobre, que le ofreció un don que humanamente no era tan deslumbrante, pero que con ello le ofreció todo lo que ella tenía para vivir, y prefirió esta aún sobre el abundante y sonante dinero del rico que le da mucho, pero que le ofrece de aquello que le sobra.

El Señor nos ha enseñado sobre la importancia que posee un poco de sal para darle sabor a la vida, así también de un poco de luz que puede iluminar a todos en la habitación, de un poco de aceite adicional, el cual podría significar la verdadera diferencia entre la vida eterna o la condenación perpetua.

Hoy mismo, el Evangelio nos habla de la grandeza potencial de un grano de mostaza y de la significativa diferencia que logra un poco de levadura mezclada con la harina.

Las pequeñas cosas son las que pueden hacer nuestra vida distinta, sobretodo, hacen diferente la auténtica vida cristiana.

El hombre actual se ha olvidado de las pequeñas cosas y, con ello, también se ha olvidado de vivir.

4.- En estos nuestros tiempos, en que el mundo está cansado, que los jóvenes no le encuentran el sentido a la vida, que muchos de los padres están fatigados, que muchos esposos están turbados o desorientados. Nos hace falta un poco de sal para darle sentido a la existencia, nos falta un poco de luz para recorrer nuestro camino, nos hace falta un poco de fe para que transforme el mundo entero, y, sobre todo, nuestro mundo.

¿No te has dado cuenta cómo unas pocas notas embellecen una melodía? ¿No te has fijado cómo unas pocas palabras manifiestan el sentimiento más sublime? ¿No has visto cómo un poco de agua sacia al sediento y un poco de pan sacia al hambriento? ¿Quisieras ignorar que un poco de tiempo para escuchar a alguien, permite que la persona descanse en su corazón? ¿No has observado cómo unas pocas semillas consiguen una cosecha para alimentar a un pueblo? ¿Quieres negar que un poco de levadura fermenta toda la masa?

5.- Son esas pequeñas cosas las que olvidan los esposos.

¡Qué diferentes son las cosas con el paso del tiempo!

Cuando se vivía el noviazgo, ellos hablaban largo y tendido por teléfono, a toda hora. La cuenta del teléfono subía exageradamente. Las visitas a la casa de la enamorada se prolongaban hasta desesperar a los familiares. Eran tantos los temas que se podían abordar, parecía que podían componer el mundo, solamente entre ellos dos.

Ahora, nos resulta triste el constatar que las conversaciones han desaparecido en muchos de los casos; en otros casos se limitan a monosílabos; y en la peor de las situaciones se ha cambiado el diálogo por los gritos y las ofensas con el lenguaje hiriente.

En relación a las pequeñas cosas, la etapa del noviazgo tenía como su característica la delicadeza. Cada uno de los enamorados se esforzaba por ganarle al otro en la creatividad; era una competencia romántica, una especie de olimpiadas del corazón. Los regalitos el día del cumpleaños, en los aniversarios y en otras muchas fechas vistas siempre como especiales, ¡era imposible que se pudieran olvidar! Siempre había en el léxico de los enamorados nuevos piropos por agregarle a los diccionarios y por sugerirles a los miembros de la Real Academia de la Lengua Española. Eran cosas, quizá simples, como una invitación a tomarse un refresco o a comerse un helado..., pero, ¡todo parecía un poema!

¡Lástima que estas cosas tan pequeñas y bellas se reserven sólo para el tiempo del noviazgo! Son cosas muy sencillas, es cierto; pero que manifiestan lo que hay en el corazón, que patentizan en la vida diaria que en el corazón existe una llama que está ardiendo. Cuando se descuidan estas cosas se vive en la fatalidad. El no valorar las pequeñas cosas va minando la vida de muchos matrimonios.

6.- Cosas como lo anterior nos las recordaba el poeta Ovidio cuando escribía sobre esa gota de agua que horada la roca, no por su fuerza o por su volumen, sino por su persistencia.

En nuestra cultura, existen cientos de historias que resaltan la importancia de las pequeñas cosas: esa puerta cerrada que impide que se ingrese a una casa, ese documento sin firmar que no permite alcanzar el negocio de la vida. Se cuenta que el mismo Thomas Alva Edison perdió una patente por un decimal mal colocado. ¿Quién no leyó en la primaria aquella narración sobre la batalla que se perdió por la falta de un clavo en la herradura de aquel caballo?

Aquellos que colindan con mis pocos años: ¿A poco nunca se pusieron sentimentales al escuchar aquella bella canción de Roberto Carlos titulada: Detalles? ¿Quién de ustedes siendo mi contemporáneo no se acuerda de la certeza literaria de aquella canción de Juan Manuel Serrat titulada: “Aquellas pequeñas cosas”?

7.- Así es también, en nuestra aspiración y búsqueda de la vida eterna, no podemos desatender nada en absoluto. Todo es importante.

¡Date cuenta! Para un cirujano no hay pequeñas cosas: el menor de los errores es cuestión de vida o de muerte. Para un abogado no existen las pequeñas cosas: la más mínima o vaga confusión le puede costar la libertad a su cliente. Para un arquitecto o un ingeniero no existen las pequeñeces: un error de cálculo o de diseño puede ser fatal.

Lo anterior puede hacerte comprender entonces que, para un clérigo no puede haber pequeños problemas: ¡Discúlpame!, pero cuando se trata de la salvación de los hombres, no existen cosas que sean pequeñas.

En la vida ordinaria, ¡Sé cuidadoso con las pequeñas cosas! Decía Demóstenes que “los grandes sucesos dependen de los incidentes pequeños”.

Son las pequeñas cosas las que hemos olvidado los hijos, quienes somos muy buenos para exigir, pero no somos capaces de colaborar. Buenos para exigir los “derechos” y pésimos para corresponder en nuestros deberes.

8.- Las pequeñas cosas nos ayudan o nos destruyen. La polilla es tan diminuta pero en una noche puede consumir una enciclopedia.

Son las pequeñas cosas las que hacen felices o desdichadas a las personas. Las más grandes cualidades nacen siendo pequeñas cosas y los más grandes vicios así empiezan también, con esas “cosillas insignificantes” que desatendemos. Una gran construcción se inicia con pequeños bloques y un gran incendio se inicia con una pequeña chispa.

El arte de la vida consiste en ésa nuestra capacidad para no desatender ni lo pequeño ni lo grande. Pero, para ello hay que pedirle a Dios su sabiduría: Resulta extraño ver cuántos matrimonios no comprenden que, cediendo uno en las cosas pequeñas y ordinarias, uno podrá triunfar en las verdaderamente grandes y extraordinarias.

9.- ¡Compréndelo! Todo lo que hagamos tendrá su trascendencia en nosotros, o en los demás. Y no podemos seguir viviendo como si las cosas no tuvieran ninguna importancia.

Cuando lleguemos a comprender que las grandes consecuencias provienen de las cosas insignificantes, tendremos la claridad suficiente para llegar a pensar que no hay cosas pequeñas.

Es necesario que los cristianos sepamos estar en nuestro lugar y afirmar nuestras convicciones, comprendiendo que si la superficialidad y la frivolidad han producido todo el daño que han producido, también la firmeza y la solidez de nuestras convicciones son el principio actual de redención tanto para la sociedad, así como para el individuo.

Seamos firmes en la sabiduría de Dios y comprendamos que Dios bendice al hombre que sabe la trascendencia de sus palabras, de sus juicios, de sus decisiones y de su conducta. Dios bendice al hombre que sabe de la trascendencia de las pequeñas cosas.

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2- LA PEQUEÑEZ QUE DESTRUYE.

En aquel tiempo Jesús les propuso a la muchedumbre esta otra parábola: “El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, llega a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas”.



1.- Muy queridos amigos:

Al hablar acerca de la importancia positiva que tienen las pequeñas cosas en nuestra vida, me tocaba a la puerta de la memoria, el recuerdo de aquel refrán español que dice: "Aquellos polvos trajeron estos lodos", por lo cual quisiera no dejar de enfatizar el posible efecto negativo que también poseen algunas pequeñas cosas.

Y es que, en el Evangelio del día de hoy, nos debe sorprender el cómo una cosa tan insignificante como es el grano de mostaza o un puñado de levadura puedan ser los detonantes de realidades, que en sí mismas bien se podrían antojar como desbordantes en sus dimensiones ¿Cómo puede ser que una cosa tan pequeña pudieron tener tanta trascendencia?

Y, sin embargo, aquí es en donde precisamente entra el sentido de la enseñanza de la parábola.

2.- La enfermedad de nuestros tiempos, como en el fondo bien pudo haberlo sido de aquellos y de todos los tiempos, así como de todas las generaciones, es esa incapacidad para comprender la trascendencia de lo que decimos, de lo que hacemos, así como de lo que no decimos o de lo que nosotros dejamos de hacer.

Así por ejemplo, hay ocasiones en que me sorprende la facilidad con la cual las personas tomamos algunas decisiones; la superficialidad sobre la cual basamos esos nuestros juicios que poseen una enorme trascendencia; la frivolidad verdaderamente delictuosa, culpable e intolerable con la cual comprometemos definitivamente los valores y nuestros principios de la convivencia humana y cristiana, sin los cuales ni hay futuro inmediato, ni puede haber eternidad, ni podemos vivir en el presente.

3.- El Evangelio nos está haciendo una llamada a todos nosotros para que seamos verdaderamente profundos, para que seamos auténticamente responsables, para que seamos de una buena vez capaces de comprender la trascendencia de lo que estamos diciendo y de lo que estamos haciendo.

En ocasiones, llega a tal grado nuestra inconsciencia e indolencia que no sabemos ni siquiera pagar esas consecuencias que vienen con nuestras frivolidades,… y hasta la llegamos a emprender violentamente contra Dios. Y no hay más culpable que nuestra propia enfermedad, nuestra propia frivolidad y nuestro ser superficiales en esos criterios, que en ocasiones se encargan de diferir lo que realmente es importante e inaplazable.

4.- Hace algunos años leía un artículo de un hombre llamado John Aspi y que se titulaba simple y llanamente: “Hablar con el muchacho”.

Él lo narra con sus palabras y yo te los transmito con las mías:

“Llegué a la casa cansado pero satisfecho por los logros obtenidos. Al fin me iban a reconocer mi impecable trayectoria laboral y, esto, sin duda, iba a ser un detonante para la posición económica de mi familia. Yo pensaba, que, sin lugar a dudas, mi esposa se iba a llenar de felicidad, y mis hijos y mi parentela también.

Y al llegar a la casa me recibió mi esposa con una mala noticia: Los maestros se quejaban de mi hijo: que faltaba a clases, que fracasaba una y otra vez en los exámenes, que se mostraba irrespetuoso con los académicos. Y además, que gastaba mucho más dinero del que convenía a un chico de su edad. Y aquellas malas compañías...

-“Habla con el muchacho”- me dijo ella, preocupada por aquella situación.

-Pero, después lo hago-, decía yo en mi interior... La mujer exagera, así son ellas, le dan tanta importancia a las superficialidades... Tengo muchas cosas en el trabajo, no debo quedarme atrás, se acerca esa excelente oportunidad de ascenso. Las juntas de la empresa no pueden esperar.

-“Otro día lo haré, hay más tiempo que vida”-, pensé en mis adentros.

Fue entonces que saqué de mi portafolio la agenda y escribí en ella, como todo lo que era importante: “Ha-blar con el mu-cha-cho”. Le dí un beso a mi mujer y me fui a dormir…

Y se fue pasando el tiempo y nunca hablé con el muchacho. Y un día el tiempo se me vino encima repentina o, mejor dicho, en su ritmo normal.

Una tarde regresé a la casa, con la espalda encorvada por el peso del sufrimiento y la vergüenza, entré en mi cuarto y vi sus cosas. Yo ya no tenía que trabajar, me habían jubilado prematuramente. Todas las cosas de mi casa me parecían extrañas, como extraño había sido siempre mi hijo para mí. Quizá pude decir alguna vez que tenía un hijo, pero mi hijo no pudo decir jamás que tuvo un padre.

Y ahora, la cárcel, y la acusación probada de que mi hijo andaba en cosas de drogas y de automóviles robados, y aquella fotografía en el periódico, y las conversaciones que solamente cesaban cuando yo llegaba al círculo de mis amigos.

Sentí de pronto la ausencia del hijo, que ahora llevaba como una herida en la mitad del pecho. Molesto le reclamaba a Dios, mi desventura... “¿Por qué Dios eres injusto?”, gritaba desde mi interior.

Yo, que trabajó toda la vida por mi familia, que me fatigué a horas y deshoras, que siempre llevé las mejores cosas a su casa, que les ofrecí los mejores regalos a mis seres queridos y, ahora Dios me pagaba de esa manera... ¡Sin duda, aquello era injusto! Pensaba en mis adentro: otras personas que se portan mal en la vida les suele ir mejor. ¿Por qué a mí me ha sucedido esto?

Pensando en esto, me puse a revolver papeles viejos en busca de una fotografía que me diera el menos la imagen de un día pasado en mi familia, felizmente. Pero, no encontré nada. Sin embargo en mi pobre baúl de los recuerdos, me encontré una vieja agenda que tenía un doblez en una de las hojas, y en ella una inscripción borrosa por el paso de los años que se fueron y que nunca han de volver: “Ha-blar con el mu-cha-cho”.

5.- Querido amigo: ¿No te has dado cuenta? Todo en nuestra vida trasciende, tanto aquello que cometemos como aquello que omitimos.

A la luz del Evangelio, que es siempre lo más importante, recordemos el día de hoy que todo acto humano, todo lo que nosotros hacemos en la tierra, se refleja en el cielo y hasta la eternidad. No existe dicho, ni sentimiento, ni pensamiento del hombre, que no llegue hasta la presencia de Dios y por aquí, podemos empezar a comprender también que no existe dicho, ni juicio, ni palabras del hombre que no tenga trascendencia a su alrededor. Así mismo, no existe una decision, una palabra o un juicio del hombre que no tenga su trascendencia hacia el futuro.

Comprender esto es ser prudentes, es ser responsables y ser sabios, con esa sabiduría que empieza por comprender esta realidad como presupuesto y punto de partida para alcanzar la sabiduría de Dios.

No podemos seguir actuando como actuamos, por motivos tan frívolos, tan miopes, tan superficiales como son los motivos que están en la base de muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor.

6.- ¿Cómo no vamos a comprender que hay ciertas opiniones irreflexivas que están minando los fundamentos mismos del futuro?

¡Tánto!, que si nosotros empezamos a considerarlo atentamente, nos damos cuenta de que si nos empeñamos en destruir esos fundamentos no hay futuro para nadie.

¡Con cuánta frivolidad se habla de las cosas más trascendentes! Sobre el aborto. ¡Ah!, pero es que si la mujer fue violada... Un momento, ¿quién es el enemigo? ¿El inocente o el violador? ¡No comprendo! ¿Por qué fregados siempre tienen que pagar los inocentes las culpas de los demás? ¿Cómo no comprender que estamos comprometiendo el mismísimo respeto por la vida? ¿Cómo van a vivir las generaciones futuras sin un respeto por la existencia? O qué, ¿la solución está, como siempre, en que la cuerda se rompa por lo más delgado? ¿Qué? ¿Vamos a resolver nuestros problemas destruyendo al inocente? ¿Cuándo vamos a salir de esa mentalidad que pretende resolver las contiendas humanas por la violencia? ¿O es acaso que nuestra solución tiene que estar en el resolver con delitos y con infamia las situaciones que se han creado simplemente por la inmoralidad y la superficialidad de nuestras acciones?

¡Qué cosa tan pequeña! Bueno y tú, ¿qué le aportas al mundo? Se trata de un grano de mostaza que puede contener bondad o maldad. Se trata de la levadura buena que pueda fermentar la vida o de esa levadura de pecado que contamina todo lo que toca. ¡Mide bien las consecuencias de tus actos!

7.- ¡Con cuánta frivolidad se habla de cosas trascendentes! Las personas, hoy en día, no quieren vivir un noviazgo limpio. No quieren una relación sentimental sin tomarse anticipos, que ofenden a Dios, dejan sabor a hiel y ceniza y marchitan el amor. ¡No debieran olvidar que todos los anticipos siempre nos cobran intereses redoblados!

¡Son cosas tan pequeñas! Tú conoces cuáles son las ocasiones próximas de destrucción y de autodestrucción: ¡Huye! Los paseos en coche y muy entrada la noche, la soledad y el aislamiento, esa punta de lanza que es el alcohol y que disminuye todas las defensas. Todo eso lo conoces mejor que yo: lucha, y si algún día te ves en un traspié, reacciona, no sigas por la pendiente. ¡Para!

8.- ¡Con cuánta frivolidad se habla de cosas trascendentes! Hoy se quieren imitar esos devastadores ejemplos que nos ofrecen los medios. Si tal artista es madre soltera, parece que esto se convierte automáticamente en un criterio de conducta.

Se trata en realidad no de madres solteras sino de madres solteronas. Y es que a una persona que en su soltería no renunció al valor de la vida, hay que apoyarla. Pero, no podemos estar de acuerdo con aquellas mujeres para las cuales los hijos se convierten en unos artículos que se adquieren y que reclaman como un derecho. Es demasiado egoísmo. ¡Es que no quiero quedarme sola en la vejez! Bueno, y ¿qué pasará cuando él o ella se queden sólos? Para eso existen las familias, ¡forma una como Dios manda!

9.- "Aquellos polvos trajeron estos lodos", nos dice el refrán español, y nos lo recuerda la vida.

Hoy que vemos a una nación entera y sobre todo a los más inocentes, a los más pobres, a los más necesitados, pagando con su vida, con su sangre, con su sudor, las consecuencias de una serie de decisiones frívolas y superficiales, que ahora se tienen que pagar y que las van a pagar los inocentes, como de costumbre, pidámosle a Dios: Qué comprendamos que en nuestra vida y en nuestras relaciones sociales, es necesario llamar a las cosas por su nombre, afirmar convicciones y principios con firmeza. No ceder, ni doblegarnos ante las presiones de una sociedad corrompida y egoísta como es la que nos ha tocado vivir.

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3- EL FANTASMA DEL ADULTERIO.

En aquel tiempo Jesús les propuso esta parábola ala muchedumbre: “El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó el enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.

1.- Muy queridos amigos:

En el campo de nuestras familias también ha acontecido aquello que se nos narra en el Evangelio: Dios sembró el trigo de su bondad y ha venido el enemigo del dueño a sembrar la cizaña. ¿No lo quieres creer? ¿Te parece exagerado lo que te digo? Bueno te invito para que nos ofrezcamos recíprocamente un espacio de tiempo para que yo te explique y para que tú puedas sacar tus conclusiones…Empezamos:

2.- ¿Qué momentos tan difíciles nos ha tocado vivir en nuestra historia? Las observaciones de campo sirven para apoyar una idea que actualmente circula: la familia está en crisis. Todo el mundo lo dice: la familia está en crisis, pero,… ¿en qué consiste la crisis de la familia?

En realidad, he de decirlo, lo que está en crisis no es tanto la familia sino las funciones de la familia. ¿Te acuerdas? La sociología de la familia distingue dos tipos de funciones de la familia: las funciones llamadas institucionales y las así llamadas funciones personales.

Dentro de las Funciones Institucionales se encuentran la biológica, la económica, la protectora, la cultural y la de la integración, en tanto que dentro de las Funciones personales se encuentra la conyugal, la parental, la filial y la fraternal.

3.- Quiero en este corto espacio sólo referir una de las crisis que más dolor le provocan a la familia: la crisis existente en la función conyugal.

¿Sabes? Napoleón Bonaparte solía decir: el destino de cada batalla se decide en el espacio de unos cinco minutos. En efecto, todas las maniobras militares y las preparaciones estratégicas confluían en el puntual e ineludible momento de la crisis. Si el líder tenía la visión y las agallas para sacar la ventaja de esos pocos momentos, la derrota del enemigo sería completa: si, empero, el líder se portaba pusilánime y mediocremente lo dejaba pasar, la propia derrota era segura.

Podría también captarse muy bien que la vida de una persona, o de una familia, no se decide exclusivamente por los acontecimientos ordinarios de lo cotidiano, sino más bien en los dos o tres grandes momentos de decisión que tienen lugar en toda vida.

A este respecto menciona un poema anónimo:
Hay una marea en los asuntos de los hombres
Que, tomada en creciente, lleva a la fortuna.
Evadida, todo el viaje de sus vidas
Queda sumido en sombras y miserias.

4.- Pero, ¿cuáles son esas situaciones que en la vida de un matrimonio marcan los cinco minutos en los que se puede perder o ganar una batalla?

Es justo y necesario el que cada uno de nosotros pueda detectar las diferentes situaciones de peligro, para lo cual más que dejarle un lugar a mi imaginación recurro al genio y profesionalismo del psiquiatra matritense Enrique Rojas en su libro “El Amor Inteligente” que nos refiere como una situación de peligro en el matrimonio los siguientes cinco factores: primero los antiguos amores, segundo los nuevos amigos, tercero los subordinados, cuarto los superiores y quinto los compañeros de trabajo.

5.- Te habrás de preguntar: ¿Cuál suele ser el recorrido de una situación de infidelidad en la mujer? No pocas veces un marido sumamente exitoso, pero de ordinario absorbido por su trabajo.

En este escenario aunque esté rodeada de notables lujos su esposa, ella se siente incomprensiblemente sola. Y sucede que un buen día ella se encuentra casualmente con un hombre que resulta amable y atento con ella, sin descartar que sea un antiguo amor de la juventud, con quien aunque la relación no fructificó, en medio de la lacerante enfermedad que ahora padece por los mecanismos de contraste vienen una y otra vez a su mente aquellos momentos de dicha que pasaron juntos, aunque también puede ser que quien le ilusione sea un perfecto desconocido, pero... le trata bien, con educación y caballerosidad, y así ella se deja llevar con la imaginación de lo que hubiera sido un matrimonio con este segundo hombre. Aquí todavía ella no cede, puesto que la mujer suele de ordinario tener una mayor resistencia que el hombre. Pero si las cosas se mantienen igual y si se da un nuevo encuentro se puede producir una circunstancia ocasional y un beso furtivo con este segundo hombre, y después se dará la necesidad de repetir este momento... Y así después, puede venir el adulterio, y con ello una familia deshecha,...

Se trata de un proceso lento pero seguro, si es que no se tiene la capacidad de cortar al principio radicalmente, pero sobre todo sí él no es capaz de corregir y de aplicar los elementos preventivos para un matrimonio que Dios le ha confiado.

6.- Ahora bien, ¿Cuál es el proceso o el retroceso hacia el adulterio en él? La “compasión” suele ser una de las causas por las que un varón puede llegar al adulterio, máxime cuando se cultivan con una dama distinta a la esposa, esos lazos de los proyectos y esfuerzos en común, esto puede ser en una escuela, en un trabajo o hasta en un club deportivo,... sucede que él se encuentra con otra persona a la que conoce atravesando una situación difícil. El buen corazón del varón le inclina a ayudarla, no viendo ningún peligro en ello, y en ese trato nace el afecto entre los dos.

Diría el refrán español que “por la caridad entró la peste”, y parece ser que él no se ha dado cuenta de que por convertirse en el paño de lágrimas de una persona que la ha pasado mal va a detonar las lágrimas de aquellos que más le aman, que por querer ofrecer un poco de consuelo a una dama con carencia de afecto detonará un desconsuelo irreversible a aquellos que como hijos, esposa, padres y hermanos confiaron plenamente en su persona.

Y, es que, a causa de las atenciones recibidas ella se siente agradecida y comprometida a complacerle en todo, y hasta le llega a idealizar... Es cierto que este esquema puede poseer tantas variantes, pero si el hombre, premeditadamente, engaña a una mujer en su dolor para encariñarla y aprovecharse de ella, eso es una canallada a causa de la perversidad.

7.- Con reñir y sermonear constantemente al cónyuge sólo se logra acumular una presión de vapor que, más tarde o más temprano, hará estallar la caldera. Además, ¿qué ganamos con demostrar que tenemos razón? Cuando mucho, probar que la otra persona no es perfecta. El hombre y la mujer que realmente aspiren a la convivencia feliz deberían recordar que el amor tiene ojos, pero también tiene párpados.

Ojalá que todos aquellos y aquellas que un día se enredan en situaciones de infidelidad pudieran comprender que el pronóstico de la nueva relación es por demás incierto. Y es que el enamorarse es demasiado fácil, pero lo difícil será el mantenerse enamorado.

Así mismo, todos aquellos que un día viven el infierno de la infidelidad deben aceptar que al adulterio no se llega ordinariamente de un solo golpe, sino después de una serie de ligerezas repetidas, de imprudencias permitidas y de concesiones autojustificadas,... así como de descuidos de ambas partes.

8.- En algunos ambientes cada vez más pervertidos, algunos matrimonios hasta llegan a practicar el intercambio de parejas, como si esto fuese un juego inofensivo: pero con esto ellos están preparando una bomba que combina la relojería con los explosivos que, antes o después, hará saltar, hecho añicos, su matrimonio. La verdad es que es sorprendente el que todas esas series norteaméricanas puedan incidir en nuestra población como lo están haciendo, pero más sorprendentemente aún ha resultado nuestra débil estructura de valores.

Algo que no deberá olvidar jamás el esposo varón es que la amante del hombre puede llegar a ser toda una profesional que va, por donde se le permita, buscando hombres casados con solvencia para vaciarles sin escrúpulos la cartera. Y ellos se sienten ilusamente los galanes de las películas y no se dan cuenta de que ella es una mujer de cuatro letras, que en lugar de trabajar en la calle o en un tugurio lo está haciendo en lugares lujosos, entre ellos muchas de las oficinas de las empresas, pero que en realidad se trata de una profesional del vicio que una vez que consiga su objetivo, el vaciar la cartera, habrá perdido el atractivo que le atraía hacia aquel incauto “galán”. Claro que ella aparece con menos kilogramos que ella, con una piel más tersa, con una cabellera más arreglada, con unos vestidos más elegantes y usando una serie de lociones más enloquecedoras,… y él no se da cuenta de que su esposa posee más kilos, su piel muestra las huellas del tiempo y los tintes tienen que cubrir las secuelas del tiempo, porque ella ha sido quien le ha puesto su hombro para que él no desfallezca, y que en gran parte el patrimonio que ahora posee y que le hace resultar atractivo ante la zorra oportunista, ha sido precisamente el esfuerzo de administración que ella le ha ofrecido a lo largo de todos esos años que le ha acompañado en el matrimonio y que también le ha dado los hijos que ahora posee.

9.- En tanto las esposas casadas que pasan por el momento de la crisis deberán recordar siempre que al convertirse ellas, en esa mujer “ingenua”, que insensiblemente se enreda en un amor prohibido, su ingenuidad no deja de ser culpable, aunque pueda tener mil pretextos que se antojan como si fuesen buenas razones, pues ella bien sabe que su corazón ya posee un dueño y que aquel corazón de aquel hombre ya posee una dueña, y que ambos dueños han recibido el obsequio de nuevos huéspedes.

Las personas casadas deben ser de una prudencia extrema en este punto, y saber cerrar cuidadosamente la puerta de su corazón al mínimo síntoma de un afecto desordenado naciente hacia una tercera persona.

10.- Para una persona fiel, lo importante no es cambiar, sino realizar en la vida el ideal de la unidad en virtud del cual decidió casarse con una persona. Pero hoy se glorifica el cambio, término que adquirió últimamente condición de "talismán": parece albergar tal riqueza que nadie osa ponerlo en tela de juicio. Frente a esta glorificación del cambio, debemos grabar a fuego en la mente que la fidelidad es una actitud creativa y presenta, por ello, una alta excelencia.

Si uno adopta una actitud hedonista y vive para acumular sensaciones placenteras, debe cambiar incesantemente para mantener cierto nivel de excitación, ya que la sensibilidad se embota gradualmente.

Esta actitud lleva a confundir el amor personal -que pide de por sí la estabilidad y la firmeza- con la mera pasión, que presenta una condición efímera.

De ahí el temor a comprometerse de por vida, pues tal compromiso impide el cambio. Se olvida que, al hablar de un matrimonio indisoluble, se alude ante todo a la calidad de la unión. El matrimonio que es auténtico perdura por su interna calidad y valor. La fidelidad es nutrida por el amor a lo valioso, a la riqueza interna de la unidad conyugal. Obligarse a dicho valor significa renunciar en parte a la libertad de maniobra -libertad de decisión arbitraria- a fin de promover la auténtica libertad humana, que es la libertad para ser creativo.

Y es que en el matrimonio hay que evitar dos cosas; tanto los celos infundados, pero también el ser bobalicones poniendo en peligro la fidelidad del otro cónyuge.

Recuerda que una aventura amorosa extramatrimonial bien puede hundir la felicidad de la familia, que no podrá recuperar el cariño de antes. Y esto no tiene precio.

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4- ¿QUIÉN ES BUENO Y QUIÉN ES MALO?

En aquel tiempo Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”.
Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo de la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá en el fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

1.- Muy queridos amigos:

Extraña actitud entraña el corazón de tantos hombres, los cuales nos sentimos superiores a los demás, pero todavía es más extraña y nociva la actitud de aquellos hombres que nos juzgamos buenos, a costa del desprecio de los hermanos.

Los hombres, tal parece que no hemos comprendido la realidad sobre la salvación que trajo Jesucristo, la cual por ser divina, tiene alcances universales. Los seres humanos no hemos comprendido que Dios ama a todos los hombres y, que espera algún día tenernos reunidos como su familia, en torno a la mesa del banquete eterno.

Sin embargo, estos hombres de todos los tiempos y de todas las religiones, entre los cuales estamos tú y yo, hemos estado luchando contra esa gran tentación que amenaza al hombre religioso: la reducción del particularismo. Los hombres nos hemos encargado de segregar y proscribir al hermano.

Somos los hombres, los que hemos fraccionado esta tierra que Dios nos dio. Nos hemos dado a la tarea de crear esas líneas imaginarias que marcan las fronteras en la geografía de este mundo. Todo esto, hasta cierto punto, es comprensible. Nuestra verdadera complicación radica, en que no hayamos alcanzado a comprender que en la geografía de Dios no existen los confines, que para Él no hay lugares limítrofes. En la geografía del divino Creador no se han diseñado distancias y, por tanto, para Él no existen los distantes.

2.- Sin embargo, nosotros mismos nos hemos encargado de separar a la humanidad por colores, por raza, por cultura, por economías y por ideologías. Los hombres hemos fabricado los ghettos, las alambradas y los muros. Casi todos los hombres, despreciamos a los que son distintos, y le hemos querido llamar pureza a nuestro racismo y al desprecio por el hermano le hemos llamado patriotismo.

Este domingo, tenemos que reconocer, con verdadera vergüenza, que la frontera más dolorosa y la más intransitable suele ser la frontera religiosa, y que las guerras más despiadadas han sido, son y serán las que emprendemos los hombres en el “supuesto” nombre de Dios.

El que los hombres nos sintamos distintos no entraña pecado alguno, pero sí el sentirnos superiores a los demás, y más aún, trasladar nuestro afán de superioridad al plano moral y religioso despreciando, desacreditando, condenando, y muchas veces, atacando al que no piensa como yo, o que no pertenece a mi exclusivo círculo. A esto, se le llama fundamentalismo.

El hombre fundamentalista, suele mirar a los enemigos propios como si fueran enemigos de Dios; es por ello que el Señor Jesús, en su sabiduría y amor, nos pide amar a los enemigos y rezar por ellos (Mt 5,43). El Señor Jesucristo, bien sabe que en el momento en que rezo por alguien, ése alguien, por quien elevo una plegaria, ha dejado de ser mi enemigo.

3.- Los cristianos tenemos que ser coherentes con la fe que profesamos. Nosotros debemos luchar contra la hipocresía de nuestros fariseísmos.

Se trata de la falsedad, porque en nuestra visión de la vida nosotros siempre somos los héroes y los otros son los villanos, nosotros somos los buenos y los otros son los malos. Muchos predicadores parecemos esos niños que juegan a policías y ladrones, en donde nosotros seremos siempre los guardianes del orden y los demás son los que delinquen. En el guión de la trama que nosotros mismos hemos redactado, nosotros seremos siempre los santos y los otros serán los pecadores.

Nosotros somos Abel y los otros son los Caínes. Pero, ¿Quién es realmente bueno y quién es auténticamente malo en la vida?

4.- Hoy, el Evangelio nos habla del trigo y de la cizaña y nos muestra el rostro de un Dios que no se deja engañar y que no se suele precipitar en los juicios, ni mucho menos en sus decisiones.

El Divino Sembrador sabe que en el brotar de las plantas: el trigo y la cizaña se parecen demasiado, son casi idénticas. Él conoce bien que al ir creciendo las dos plantas guardan una cierta semejanza. Y, ésta es su principal preocupación: que el trigo se confunda con la cizaña.

Le ocupa que al precipitarnos en querer arrancar la cizaña, cometamos la grave injusticia de llevarnos de encuentro al trigo en su natural desarrollo.

Es por ello, que el Sembrador Divino no tiene prisa, puesto que Él conoce bien los procesos y, sabe bien que la diferencia inequívoca se tendrá solamente al final: el trigo tendrá su espiga de granos bondadosos y la cizaña no fructificará. La operación de Dios se llama paciencia. Esta es la principal estrategia del Divino Redentor: paciencia.

5.- ¿Quién es bueno y quién es malo en los campos de Dios? Al inicio de la historia o en el transcurso de la misma, el hombre puede equivocarse. Dios prefiere esperar a que termine nuestra película de la vida, a que se desarrolle también la escena final y, aparezcan ya los créditos en la pantalla de la existencia, para que entonces no haya margen de error,… ni de injusticia.

Esta parábola del Reino, tiene tanto eco a lo largo y ancho del Evangelio.

¿Te acuerdas? Un Padre tenía dos hijos y le manda a uno trabajar y dice que sí va pero no fue, el otro le dice que no al principio, pero sí lo hace. ¿Quién resultó ser el bueno y quién el malo al final?

¡Haz un poco de memoria!: En la parábola llamada del Buen Samaritano, en donde al ver a un hombre herido, ni el sacerdote ni el levita se detienen a ayudarle, y el único que se detiene a hacer una obra de misericordia es un “mal llamado” apestoso Samaritano. ¡Sí!, fue un Samaritano, a quién los judíos del tiempo de Jesús, le llamaban “perro”, por ser considerado un mestizo, el cual se comportó como prójimo del hombre mal herido en el camino. ¿Quién es bueno y quién es malo al final de la historia?

¿Puedes hacer otro esfuerzo? En el templo, frente al altar de Dios hay un virtuoso y presuntuoso fariseo y, a la distancia, un publicano que ante Dios ni siquiera levanta la cabeza y solamente alcanza a reconocerse como un "pecador", y a pedirle incesantemente perdón. Dice el Señor que el publicano bajó justificado y el fariseo no. Así dice Jesucristo en el Evangelio: Bajó justificado, es decir que ante Dios el recaudador de impuestos es visto como un justo. ¿Quién es realmente bueno y quién es malo?

La historia parece no terminar, sí es que no perdemos la memoria: Una mujer es sorprendida en flagrante adulterio y sus acusadores tienen ya las piedras en sus manos para lapidarla. Jesús escruta, interroga, va directo a lo esencial y luego le deja al hombre decidir y actuar: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. ¿Quién resultó ser el malo en la historia?

Y la verdad que Dios nos enseña, continúa interminablemente. Las historias son insistentes y, con ello, se vuelven contundentes: Un padre tiene dos hijos y el menor le pide la parte de su herencia, y va y malgasta sus bienes de forma disoluta. El otro permanece en casa, al parecer fielmente. Termina la parábola y ¿Quién fue el bueno y quién fue el malo?

Concluyamos, de una buena vez, sin que con ello silenciemos la elocuencia de Dios: Jesús va a comer a la casa de Simón el fariseo y, una mujer de mala vida se cuela en la reunión y se sienta a sus pies, está llorando y con su llanto lava los pies del Maestro. El virtuoso fariseo ciertamente no se imaginaba tan inesperada e incómoda visita en su casa y emite su juicio de la descalificación ajena y de la autocalificación hipócrita. ¿Te acuerdas del Evangelio? ¿Quién fue el bueno y quién terminó siendo el malo?

6.- ¿Quién es, pues, el trigo y quién es la cizaña? ¡Dios no tiene prisa! Él sabe, que solamente al final de la historia los granos de trigo de las buenas obras, se ubicarán muy por encima de nuestras solas apariencias y confesiones de fe. El Señor sabe que no basta con una buena reputación ni tan sólo con palabrerías. Cristo sabe que no basta con que el hombre le llame “Señor, Señor” para que entre al Reino de los cielos.

El Evangelio del día de hoy, nos invita a reconocer que todos ante Dios podemos tener un cambio. Que ante Dios, sea cual fuere nuestra forma de vida, seguimos siendo personas y que todos merecemos respeto y una nueva oportunidad. Dios tiene siempre un nuevo boceto para la historia del hombre. Cuando aquellos que te rodean piensen que tu vida se te ha ido de las manos, Dios tendrá preparado siempre un nuevo proyecto.

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