(Ap 11,19a…12,1-10ab; 1Cor 15,20-27ª; Lc 1,39-56)
¡Qué hermosa es esta fiesta de la Asunción de María! ¿No os parece como la explosión de la victoria de Cristo sobre toda muerte ya que, en María, la muerte ha sido definitivamente vencida? Es el anuncio resplandeciente del Reino de Dios, ya que esta fiesta nos presenta a María unida, en cuerpo y alma, a la gloria de su Hijo para la eternidad, y eso como continuación normal de su vida terrestre en la que estaba unida a Él, en sus misterios de gozo como en sus pruebas.
En verdad, el apóstol Juan tiene razón al presentarnos a la Virgen María (1ª lectura) como un “signo grandioso en el cielo”. Ella es el signo de nuestro futuro, de nuestra resurrección y de nuestra vida eterna.
¡Cuan grande ha de ser nuestra alegría al poder unirnos a su acción de gracias, rezando nosotros personalmente su Magnificat!
Sí, el Señor se inclina siempre hacia sus servidores, hacia cada uno de nosotros, para realizar maravillas. Continuamente, de edad en edad, su amor nos empapa…
1. Sí, lo creemos, el orgullo del hombre – el mío – está ya radicalmente vencido por la fuerza de su brazo.
2. Sí, también lo sabemos, la sabiduría de Dios es siempre capaz de derribar a los que se creen los poderosos, y de exaltar, de poner en valor, a los humildes y a los pequeños…
3. Sí, para la sabiduría divina, las manos de los ricos están como vacías y los hambrientos tienen el derecho de ser satisfechos.
¡Oh, María! Te saludo… el Señor está contigo…
En verdad, el apóstol Juan tiene razón al presentarnos a la Virgen María (1ª lectura) como un “signo grandioso en el cielo”. Ella es el signo de nuestro futuro, de nuestra resurrección y de nuestra vida eterna.
¡Cuan grande ha de ser nuestra alegría al poder unirnos a su acción de gracias, rezando nosotros personalmente su Magnificat!
Sí, el Señor se inclina siempre hacia sus servidores, hacia cada uno de nosotros, para realizar maravillas. Continuamente, de edad en edad, su amor nos empapa…
1. Sí, lo creemos, el orgullo del hombre – el mío – está ya radicalmente vencido por la fuerza de su brazo.
2. Sí, también lo sabemos, la sabiduría de Dios es siempre capaz de derribar a los que se creen los poderosos, y de exaltar, de poner en valor, a los humildes y a los pequeños…
3. Sí, para la sabiduría divina, las manos de los ricos están como vacías y los hambrientos tienen el derecho de ser satisfechos.
¡Oh, María! Te saludo… el Señor está contigo…
Oración : La Asunción de la Virgen
Hoy, Virgen humilde,
el Señor que ha obrado en ti maravillas
te exalta muy arriba, hasta lo alto del cielo.
Primera discípula de Jesucristo,
y primera que llega en cuerpo y alma,
sé en la Iglesia modelo para el camino
y esperanza nuestra de alcanzar el mismo fin.
La mirada se extasía, al ver cómo os eleváis;
estrella del cielo, María, guiad nuestro caminar.
Vuestro cuerpo, tan glorioso el sepulcro no retuvo;
dadnos vuestra gracia, el gozo de vuestro abrazo seguro.
Dios, que exalta a los sencillos, os corona en su palacio.
Proteged a vuestros hijos,
reina de amor y de paz.
Hoy, Virgen humilde,
el Señor que ha obrado en ti maravillas
te exalta muy arriba, hasta lo alto del cielo.
Primera discípula de Jesucristo,
y primera que llega en cuerpo y alma,
sé en la Iglesia modelo para el camino
y esperanza nuestra de alcanzar el mismo fin.
La mirada se extasía, al ver cómo os eleváis;
estrella del cielo, María, guiad nuestro caminar.
Vuestro cuerpo, tan glorioso el sepulcro no retuvo;
dadnos vuestra gracia, el gozo de vuestro abrazo seguro.
Dios, que exalta a los sencillos, os corona en su palacio.
Proteged a vuestros hijos,
reina de amor y de paz.
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