Se nos acumulan las causas, las urgencias, las situaciones de extrema necesidad. Los retos a los que la gran familia humana, en especial los más pobres, se está enfrentando aumentan día a día. A los ya existentes (Sida, desempleo, falta de respeto a los Derechos Humanos, pobreza, guerra, desarraigo...) se van añadiendo el cambio climático, la brutal subido del petróleo, la crisis económica, el alza de precios de los alimentos básicos, la nueva carrera de armamentos, la emigración forzada, la pérdida de derechos laborales...
Como comunidad cristiana, estamos llamados a realizar gestos proféticos claros. No es preciso salir en los medios de comunicación para poder hacerlo. Puede ser tan simple como un compromiso personal y comunitario con una acción que, sabemos, produce un efecto sanador, equilibrante, solidario.
Lo cual no quita que, como Iglesia, con mayúsculas, se nos pida algo más. En algunos países ricos, la Iglesia parece haber perdido parte de su autoridad moral en áreas como la paz, el desarrollo, los derechos humanos... Nuestra velocidad de reacción ante la cascada de acontecimientos es muy lenta. Mientras, los problemas se enquistan. Hay que decir y hacer algo en Darfur. Hay que evitar que nos olvidemos de Birmania. Hay que hacerse oír sobre los recursos básicos. Hay que luchar porque la solución al problema económico no sea rebajar a todos y todas los derechos laborales tan dolorosamente adquiridos.
Señor, envíanos profetas, hombres y mujeres que nos hagan salir de nuestra apatía y conformismo. Y abre nuestro corazón y nuestra mente para descubrir tu Palabra en ellos.
Juan Yzuel - Ciberiglesia
Como comunidad cristiana, estamos llamados a realizar gestos proféticos claros. No es preciso salir en los medios de comunicación para poder hacerlo. Puede ser tan simple como un compromiso personal y comunitario con una acción que, sabemos, produce un efecto sanador, equilibrante, solidario.
Lo cual no quita que, como Iglesia, con mayúsculas, se nos pida algo más. En algunos países ricos, la Iglesia parece haber perdido parte de su autoridad moral en áreas como la paz, el desarrollo, los derechos humanos... Nuestra velocidad de reacción ante la cascada de acontecimientos es muy lenta. Mientras, los problemas se enquistan. Hay que decir y hacer algo en Darfur. Hay que evitar que nos olvidemos de Birmania. Hay que hacerse oír sobre los recursos básicos. Hay que luchar porque la solución al problema económico no sea rebajar a todos y todas los derechos laborales tan dolorosamente adquiridos.
Señor, envíanos profetas, hombres y mujeres que nos hagan salir de nuestra apatía y conformismo. Y abre nuestro corazón y nuestra mente para descubrir tu Palabra en ellos.
Juan Yzuel - Ciberiglesia
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