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viernes, 7 de noviembre de 2008

Evangelio Misionero del Día: Sabado 08 de Noviembre de 2008

Por CAMINO MISIONERO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 16, 9-15

Jesús decía a sus discípulos:
«Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero».
Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús. Él les dijo: «Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres resulta despreciable para Dios».

Compartiendo la Palabra

Poner el dinero a favor del prójimo
Publicado por Cebipal
“Ningún criado puede servir a dos señores... No podéis servir a Dios y al dinero”


En el evangelio de hoy Jesús hace la aplicación de la parábola del “administrador astuto” que leímos ayer (Lc 16,1-8; el que desde la lógica del patrón era un “administrador incompetente”).

Jesús saca las consecuencias prácticas tanto para sus discípulos (“Yo os digo”; 16,9ª) como para los fariseos (“Y les dijo”; 16,15ª). A los primeros les regala tres enseñanzas positivas y a los segundos les hace una denuncia profética. El núcleo de la enseñanza es el cómo alcanzar la comunión con Dios (“las moradas eternas”, “lo mucho”, “lo verdadero”, “lo vuestro”), y el de la denuncia es el hecho de “dárselas de justos”.

(1) La enseñanza para los discípulos: “hacer amigos” (16,9-11)

Jesús dice: “Haceos amigos con el Dinero injusto” (16,9ª). El calificativo de “injusto” para el dinero no quiere decir que de por sí el dinero sea malo, sino que con él se cometen muchas injusticias; valga agregar que Jesús deja entender que el dinero, en última instancia, no es de uno (“ajeno” dice el v.12).

Aún así la frase suena extraña, pero la comprendemos mejor si miramos el pasaje siguiente en el cual se cuenta que el rico epulón no hizo –en vida- amistad con el mendigo Lázaro y después no fue recibido en el cielo (ver 16,19-31). Jesús, precisamente había enunciado en la segunda parte de la frase: “para que cuando os llegue a faltar, os reciban en las moradas eternas” (16,19b).

De esta manera Jesús invita a hacer uso correcto del dinero. Un discípulo de Jesús se va a distinguir por el ejercicio de la “Fidelidad” (16,10-12; note la repetición tres veces del término) que nos hace dignos que nos hace dignos de recibir el bien mayor, que sí nos pertenece y que permanece definitivamente, que es la comunión con todos nuestros hermanos en la eternidad de Dios. Allí donde ya no hay ambigüedades ni brechas, donde crecemos: no en nuestras fortunas sino en desarrollo de todas las potencialidades de nuestro ser.

(2) La advertencia para los fariseos “amigos del dinero” (16,14-15)

Por su parte los fariseos, que creen haberse ganado el cielo y así se presentan ante el pueblo (“se las dan de justos”), ridiculizan las palabras de Jesús.

Pero la Palabra de Jesús los hace aparecer desnudos ante Dios: “Dios conoce vuestros corazones”. Ante Dios no pueden acomodarse pensando que ya recibieron el premio de Dios y que prueba de ello es la “bendición” de la riqueza; no, ellos deben compartir (es el esfuerzo de que habla el v.16 de este capítulo). Además, el apego al dinero se convierte en una forma de idolatría que desdice de su confesión de fe en el único Señor.

Es Dios el que declara quién es justo y por qué camino se alcanza esta justicia (por eso el v.17 y los vv.29-31).

(3) El valor mayor es el servicio a Dios y su proyecto (16,13)

A lo largo de todo el pasaje –por medio de alusiones- se habla de la relación con Dios, en el v.13 es explícita y es el eje de todo este pasaje: “No podéis servir a Dios y al dinero”.

El corazón debe pertenecerle a Dios, Él debe ser el Señor al cual amamos y hacia el cual orientamos nuestra vida. Sólo a partir de nuestra entrega completa a Él, es posible establecer una relación con los bienes terrenos “justo” y capaz de asegurar el futuro.

Quien reconoce a Dios como Señor, lo reconoce también como Señor de los bienes materiales y sabe que no es el patrón absoluto de ellos sino apenas un administrador y que esta administración la debe ejercer con fidelidad y confiabilidad. En cambio, quien “sirve” al dinero, lo hace su dios, se apega a él, espera de él la realización de la vida, de ahí que no lo puede emplear libremente en función de otras personas, y al final se lleva una tremenda frustración.

Entendemos mejor ahora por qué el ser “amigo del dinero” pone en riesgo el señorío de Dios en la propia vida. Por lo tanto no puede haber términos medios: sólo la actitud del verdadero discípulo, para quien el dinero –con relación a sí mismo- es lo mínimo, ajeno, relativo, y –con relación a los demás- lo pone al servicio de la generación de comunión y no de brechas, es la actitud correcta porque somete todo al señorío y al proyecto de Dios.


Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. ¿Me siento apegado al dinero? ¿Qué lugar ocupa el dinero dentro de mi escala de valores? ¿Qué hago con él?

2. ¿Qué actitudes me pide el evangelio de hoy que tome con relación a mis posesiones? ¿Qué debe caracterizar mi relación con el dinero?

3. ¿Qué es “lo verdadero”, según Jesús? ¿Qué importancia tienen para mí Dios, mi prójimo y mi futuro?


P Fidel Oñoro C cjm
Centro Bíblico del CELAM

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