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sábado, 17 de enero de 2009

Cuatro momentos para meditar el Evangelio: II Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo B

EL TRIUNFO ES DEL CORDERO.

1.- Muy queridos amigos:

Apaciblemente Jesús se viene acercando al Bautista en el Jordán y a esta humanidad, tan necesitada de un bautismo de renovación, como si fuese un Cordero poseedor en su mirada del proyecto de su vida y suscitador en su propia vida de la mejor de sus miradas.

Se trata de Aquel que tiene precedencia sobre el Bautista y sobre todos, que existía antes que Juan y que todos, aquel que bautiza con el Espíritu Santo, el Hijo eterno de Dios, ahora presente aquí en la tierra en la humildad del Cordero divino que ofrece su sacrificio en el silencio de su inocencia y en el misterio de la real divinidad unida a la verdadera humanidad.

Cordero Pascual, víctima inocente por cuya sangre hemos sido liberados todos los hombres de la esclavitud de nuestro Egipto espiritual.

Cordero de la Pascua verdadera y universal inmolado en la tarde de la preparación, en la víspera de la Pascua litúrgica del Pueblo de Israel para convertirse en el Cordero que ha de descender al lugar de los muertos para comunicar la libertad eterna a todos los que esperaron la redención de Israel.

Cordero de Dios en el altar de la cruz, al que no se le quiebran los huesos, para ser inmolado como víctima sin defecto para la redención de un Nuevo Israel con alcances universales.

Cordero de Dios y de los hombres inmolado, degollado, sacrificado, y que permaneces de pie frente al altar del tiempo y de la eternidad.

Cordero celestial y triunfante que con tu muerte redentora te has alzado con la victoria, y que compartes el trono del Dios eterno, que eres digno de la adoración de todos los seres, y que has sido investido de poder divino.

2.- ¡He aquí a Jesucristo! ¡He aquí al Cordero de Dios! Y en el Cordero divino he aquí la mirada y el proyecto de Dios, y en el Cordero de Dios he aquí nuestra mirada y nuestro proyecto.

La presencia del Cordero es elocuentemente persuasiva, y en ella se impone fuertemente ante nuestros ojos su fuerte carga de significado, su exhortación y un intenso contraste generado ante la propuesta actual del hombre y del mundo.

El verdadero triunfo es del Cordero de Dios no es del león solitario ni del ejército de lobos: el triunfo final es y será solamente de aquel que haya podido ofrecer su vida sin algarabías inútiles. El triunfo auténtico viene de una vida que no se impone sino que se propone. El triunfo finalmente no es de aquel que vence sino de aquel que convence.

3.- Y esta es la historia de aquel tiempo y la historia de todos los tiempos. El león atemoriza y los lobos destruyen, el Cordero ofrece confianza y nos ofrece salud.

Decía Emanuel Mounier que el totalitarismo de los leones y los lobos se encargan de dañar y de engañar al hombre: “los estragos causados a los hombres en nombre de un futuro radiante son casi siempre irreparables”.

4.- El Cordero de Dios: he aquí nuestra mirada y he aquí nuestro proyecto.
El ser Cordero es para nosotros una actitud, una postura ante la vida que todos los hombres del mundo pueden comprender.

El Señor y Dueño de todo el mundo ha querido aparecer ante el mundo como Cordero, como aquel que es manso, como pequeño, como humilde, como aquel que ha venido a servir, aquel que pasa su vida haciendo el bien.

El cristianismo de aquellos que hemos conocido y que amamos al Cordero de Dios, es para nosotros el recuerdo presente y constante de una postura ante la vida de aquellos que creen en el triunfo del bien callado, en la victoria de la labor aparentemente no premiada. Del triunfo del bien sobre el soberbio y el dominador.

El Cordero es también una figura silenciosamente sugerente de la grandeza de la pequeñez, de la elocuencia del silencio y de la proporcionalidad del ofrecimiento sincero.

El Cordero de Dios nos muestra la verdadera fuerza de Dios y de los hombres a través de una imagen sin alardes, ni imposiciones, ni dogmatismos, ni gritos, ni guerras, ni violencia.

5.- Y así, hemos comprendido que el verdadero triunfo del hombre no suele ser visto en lo cotidiano, temporalmente no suele ser premiado, generalmente no es reconocido, casi siempre no puede ni debe celebrarse en público.

Y así, ha acontecido que aquellos que no lo hemos comprendido hemos tenido que buscar nuestros propios triunfos en el aplauso, en el reconocimiento, en ese querer subir a toda costa un poco más, el tener un poco más, el querer ser un poco más..., ¡claro! pero siempre en una clara referencia a los demás, pero nunca en referencia a nosotros mismos, allí en donde se podría dar el auténtico crecimiento. Pero, eso es para quienes no hemos recibido la visita del Señor y que tenemos necesidad de otras visitas.

El triunfo es del Cordero y de aquellos que quieren realmente servir como lo ha hecho el Cordero,... pero se trata de servir auténticamente, puesto que suele acontecer que somos muchos los que le queremos servir a Dios,... pero como consejeros, queremos diseñarle sus estrategias y con ello imponerle nuestros criterios,... los criterios del león y del lobo, no los del cordero.

6.- ¿Sabes? Hace algunos años me regalaron aquel bello libro que escribió Charles De Gaulle con el título de MEMORIAS DE ESPERANZA, y me fascinó desde la primera página, en donde me llamaba la atención la dedicatoria allí escrita a su esposa: “A Yvonne, pues sin ella no habría podido hacerse nada de lo que se hizo”.

Era la mejor de las puertas que me pudieron poner al frente como para así invitarme a ingresar en aquellas mágicas habitaciones de letras y conceptos, de pensamientos y sentimientos, de historias y acontecimientos.

De inmediato quise yo saber la razón de aquellas palabras, y terminé aquel libro y busque otros, hasta que hace apenas unos meses lo entendía al leer un relato biográfico sobre la familia De Gaulle, pero visto desde la perspectiva de la esposa. El libro se llama MADAME DE GAULLE y es de la autoría de Jean-Marie Javron.

Varias cosas me llamaron la atención: los casi cincuenta años de casados, ya que Charles De Gaulle murió el 9 de Noviembre de 1970, y de haber llegado al 7 de abril de 1971, cinco meses después, hubieran cumplido sus cincuenta años de matrimonio.

También me llamó la atención, ¿cómo no lo iba a hacer?, su catolicismo arraigado, al igual que su entereza y dedicación a cada uno de sus tres hijos: Philippe, Elizabeth y Anna. Especial dedicación tuvo para con Anna, quien habían nacido afectada por el gen causante de la Trisonomia del par 21, mejor conocida como mongolismo. Ivonne atendió a Anna con dedicación y amor hasta su muerte cuando en 1948 la hija contaba con 20 años de edad. Atrajo mi atención el hecho de que ella supo estar al lado de su esposo en casi todos los 31 atentados de muerte que él padeció, especialmente el de aquel 22 de agosto de 1962 durante la rebelión argelina. Aún cuando un proyectil le paso a pocos milímetros de la cabeza de Yvonne, ella decidió seguir acompañando a su esposo a sus viajes. Durante ese atentado fue cuando su esposo le empezó a decir: TANTE IVONNE, y, ¡en verdad que fue grande!

Quizá lo que más me impactó de Ivonne fue aquella entrevista que concedió a la publicación LE NOUVEL OBSERVATOUR, y en cuyas expresiones habrá alguien que no coincida con mi beneplácito: Le preguntaban acerca de la fórmula para resolver el problema del ser esposa de un roble real. A lo que Yvonne respondió: “Charles es un Roble Real y Yo elegí ser el suelo en donde él echara sus raíces”.

Fue entonces cuando me dí cuenta de que Charles De Gaulle tenía grandes razones como para que le dedicara a su esposa Yvonne su libro MEMORIAS DE ESPERANZA, con esas palabras: “A Yvonne, pues sin ella no habría podido hacerse nada de lo que se hizo”.

7.- Jesucristo es manso y humilde de corazón. Y para nosotros los seguidores del Cordero, la soberbia será uno de los vicios más peligrosos, su raíz se encuentra en el amor propio desordenado.

Si sabemos proceder con humildad nos amarán más que al hombre dadivoso. Debemos hacernos mucho más pequeños cuanto más grande pensamos ser.

En Cristo, el Cordero sin mancha que quita el pecado del mundo, Dios se ha manifestado en la sencillez.

El Cordero es nuestro símbolo, nuestra confesión y es también nuestro proyecto. Al contemplar al Cordero de Dios que se acerca al Bautista en el Jordán sabemos cómo debemos actuar y cuáles deben ser nuestras convicciones.

¿Sabes? Le preguntaban al entonces Cardenal Angelo Giussepe Roncalli, quien después fue el Papa Juan XXIII sobre las personas que él más admiraba, y él contestaba con claridad que cuando él era más joven, admiraba a las personas listas, a los sobresalientes, a los sumamente inteligentes, a las personas geniales. Ahora que soy viejo –contestó-, admiro a las personas que son bondadosas. Y concluía la entrevista diciendo: “Un corazón bueno vale más que todas las cabezas de este mundo”.

8.- El Cordero de Dios es aquel que nos salva y él es también nuestro proyecto.





II - CORDEROS QUE SE DISFRAZAN DE LOBOS.


“En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús.

1.- Muy estimados amigos:

Estaba recordando una célebre homilía de san Juan Crisóstomo:
“Mientras seamos corderos, la victoria es nuestra y superaremos a los lobos, aunque nos rodeen en gran número. Pero si llegamos a ser lobos, entonces seremos vencidos, porque entonces nos faltará la ayuda del Pastor. Este, en efecto, no apacienta lobos, sino corderos, y por esto te abandona y se aparta de ti, porque no lo dejas mostrar su poder”

2.- El Cordero de Dios, Pastor eterno, nos lanza una invitación para que seamos Corderos,... situación difícil, pero, ¿quién te engañó al decirte que la vida cristiana era fácil?

Difícil y, ¡más que difícil!, pero no imposible, sobre todo y aún cuando consideramos que este mundo se ha convertido en la estepa de los lobos, y para muestra bastaría un solo boton proveniente del casimir de ese lobo que se ha exhibido en la pasarela de la humanidad en estos días en que el hambre y los brotes endémicos se han convertido en la secuela de las devastaciones naturales en nuestro querido Tabasco y Chiapas. ¡Qué lamentable que los políticos y los artistas sólo estuvieron en estas tierras mientras podían aparecer en los medios! Y que hoy en día, a casi tres meses de aquel dolorosamente recordable 02 de noviembre, se halla sacado pematuramente a la gente de los albergues y no se hubiesen seguido los lineamientos de la seguridad que dictan los organismos internacionales.

La necesidad insoslayable de alimentos y medicamentos, en estas condiciones, han hecho que muchos medios informativos nos recuerden sobre la injusta distribución de la riqueza, sobre las negligencias en cuestión de prevención de desastres,... pero mucho más que una sola información se nos ha hecho conscientes de una sola realidad: “el mundo en el que vivimos se ha convertido en el campo de juego para la justa de unos lobos que han desplazado a los corderos”.

Es muy cierto, que nuestra mirada no se puede quedar en una óptica dirigida desde el pesimismo, ya que entonces la unilateralidad y el reduccionismo se encargarían de anular la sensatez y el fermento de verdad que se pueda poseer en nuestra reflexión. No todo es negativo en esta nuestra “civilización”.

3.- En honor a la verdad, tenemos que decir que nuestro tiempo nos asombra cada día con las empresas espaciales, nos sobrepasa con la capacidad que se tiene de reducir distancias y nos entusiasma con las conquistas de la técnica; reconocemos que los logros obtenidos en la ingenieria y en la ciberbetica aplicada a los más diversos campos, entre ellos la medicina, nos han dejado perplejos...

4.- Pero el asombro se transforma en incomprensión cuando consideramos dos datos que poco tenemos presentes en estos días de solidaridad ante la desgracia: En los arsenales atómicos del mundo están depositadas varias decenas de millares de megatones. Si una revista norteamericana que goza de total seriedad no se equivoca: existen 20 toneladas de trilita por cada habitante de la tierra. Si el documento de Aparecida nos ha hablado con la verdad, hoy existen medicinas contra el Sida, sólo que algunos pocos se enriquecen con la enfermedad y la muerte de no pocos.

No obstante no son estos los únicos regalos que nos han dejado este progreso que terminará en el peor de los regresos. Hay otro regalo que nos ofrece una civilización en la que los lobos han vencido y hasta convencido a los corderos: dicen los nutriólogos que para tener una vida normal se necesitan dos mil setecientas calorías al día, pero que si un hombre consume debajo de dos mil calorías está viviendo en un “ayuno crónico”. Y de esta manera nos dicen las estadísticas en las revistas de la ciencia que 30 millones de personas mueren al año a causa de una alimentación insuficiente... Por falta de pan.

Ojalá, que se pudiera sugerir a través de los medios que se implante un centro de canje para ofrecer nuestra trilita y megatones por un poco de alimento o de medicamentos a favor de nuestros hermanos que han sufrido la devastación.

5.- Pero los lobos continúan escribiendo con tinta sangre de inocentes nuestras líneas de la historia, como lo reflexiona Salvatore Quasimodo en este texto que le dejo a Don Jaime Oyangúren del Castillo que nos lo comparta:

“ Eres tú el mismo, el mismo de la piedra y de la honda,
hombre de mi tiempo. Estabas en tu escondite, yo te he visto,
con tus alas malignas, meridianos de la muerte,
y en el carro de fuego, en el patíbulo, y en la rueda maldita que tortura-
Yo te he visto. ¡Eras tú!
Con tus ciencias hambrientas sedientas de exterminio,
sin amor y,... sin Cristo.
Has seguido matando como siempre; como hicieron los padres,
Como mataron aquellos primeros animales que encontraste.
Esa sangre está clamando al cielo como la de aquel día,
Cuando un hermano le dijo al otro hermano: “vámonos de paseo”.
Y ese eco frío, cortante,
Ha llegado hasta ti, metiéndose en tu vida”.

6.- Aunque a los lobos les moleste, es necesario comprender que la verdadera civilización todavía está por empezar, a pesar de los aviones supersónicos, de los satélites artificiales, de los milagros de la cibernética.

Más aún, mientras este mundo sea de lobos no podemos hablar de una civilización auténtica. Lo constataba Antonio de Rivarol al escribir: “Las personas más civilizadas están tan cerca de la barbarie como el hierro más pulido lo está de la herrumbre.”

La primera página de la historia de la civilización tendrá que empezar con una noticia vulgar para muchos de nosotros que nos ufanamos del progreso y de la ciencia: “sobre la tierra había un pedazo de pan para cada hombre”.

Pero,... hoy se sigue escribiendo la historia de los lobos, la narrativa de la barbarie entre los hombres. Una barbarie capaz de cosas inauditas, de refinamientos inesperados, pero al fin y al cabo barbarie.

7.- Nuestra propuesta no es otra que la del Cordero, ante la violencia, para el cristiano no hay más postura que la no-violencia. Pero la no-violencia auténtica es la de los verdaderamente fuertes no la de los resignados ni los débiles, ni de los impotentes que se amargan la existencia; ¡entendámoslo bien!
En China relatan una anécdota antigua y que tiene su base en sus tres o cuatro mil años de civilización: “Se dice que dos peones chinos estaban discutiendo con apasionamiento en medio de una multitud, mientras que en sus palabras y en el movimiento de sus manos manifestaban la ira en ascenso. Un forastero que los veía, expresó su sorpresa al ver que se retiraron sin que se hubiesen dado de golpes. Un amigo del país le explicó: “El que pega primero reconoce que ya no tiene ideas, o que las ideas le han fallado.”

Los hombres parece que hemos olvidado que la no-violencia debe ser la expresión clara de nuestra fuerza. Los cristianos debemos ocupar en la vida la parte que nos es propia: la del Cordero, aunque se rían burlonamente los lobos.

8.- Ojalá, comprendiéramos que precisamente en donde los lobos están logrando su más preciada victoria es allí en donde ellos han conseguido que los corderos les imiten... Como lo corrobora Mazzolari, nuevamente en la voz de Don Jaime:

“No se puede hacer una guerra sino de lobo a lobo, entre lobos, usando los métodos del lobo, mientras que en la guerra de guerrillas se participa de ella sin dejar de ser corderos pero imitando a los lobos,...

El lobo debe llevarse una sorpresa agradabilísima cada vez que se da cuenta y descubre que el cordero le imita.

Degollar a un cordero parece cosa fácil. Y no es así... El balido llega a lo más hondo del corazón;...

Que un lobo se convierta en cordero es menos monstruoso que el que un cordero se convierta en lobo. Cambiándose en lobo, el cordero demuestra que no cree en la bondad, mientras que el lobo, al vestirse de cordero, le rinde su homenaje.

El que muere como lobo tendrá la recompensa del lobo; quien muere como cordero, se asemeja al cordero “que quita los pecados del mundo” y tendrá su recompensa.

El cristiano que ataca al maligno con los mismos medios del maligno ya es presa del maligno”.

9.- Y, de esta manera, aunque hay quien se ríe de nuestra propuesta de corderos, aún así tenemos que gritar: ¡La violencia engendra violencia! La espiral de la violencia, no consigue nada, excepto heridas.

Hay que salir de este cerco. Hay que romper esta concatenación de actos de violencia con un hecho nuevo: asumir una conducta distinta a la del adversario.

Hay que dar el primer paso para acercarse. Hay que salir del círculo infernal del odio y del rencor. Nosotros conocemos la salida: tener la idea prodigiosa de comenzar a amar al enemigo, es aquí en donde sucede lo inesperado.

Y esto lo corroboraba Francis Bacon, el filósofo no el pintor, en el siglo XVII: “Vengándose, uno iguala a su enemigo; perdonando, uno se muestra superior a él.”

10.- El Cordero nos ayuda a pensar las cosas de forma distinta.Y sí lo pensamos bien, llegaremos a comprender que la capacidad de disculparse es probablemente uno de los atributos más civilizados del ser humano, y nos hace algo más que civilizados.

La misericordia nos hace creadores y el perdón nos dimensiona en otra órbita. Lo decía William Shakespeare: "El poder humano se parece al divino cuando la misericordia produce la justicia."

Dios es el Cordero, Él no se ha dejado esclavizar por el pecado, por la ira, por el rencor, no hace como nosotros. Cuando el primer hombre se escondía Él le salió a su encuentro y cuando el hijo del primer hombre se había manchado las manos de sangre Él le ha protegido. Dios da siempre el primer paso y su corazón nunca deja de latir por amor al hombre.

Se trata de ser libres, el Cordero de Dios es libre y nos pide que descubramos el rostro del hombre en el del enemigo y detrás de él el rostro del hermano... y el rostro auténtico de Cristo, del Cordero sin mancha.

¿Ves a Cristo en el hermano? Si así le ves, descarga tu odio... si es que te atreves.





III - EL CORDERO ES EL QUE PERDONA EL PECADO.

Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa “maestro”). El les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde.

1.- Jesús, el Cordero de Dios, es también el Hijo de Dios y nos ha enseñado a perdonar. Le reconocemos como el Cordero que nos ha venido a salvar, a aquel que le pedimos perdón y que le pedimos la paz.
Pidámosle en este día la gracia de aprender a perdonar.

2.- Muy queridos amigos, al meditar sobre este pasaje del Evangelio de san Juan inmediatamente se dio cita en mi memoria una frase que leí cuando cursaba los estudios filosóficos: “ERRAR ES DE HUMANOS, PERDONAR ES DIVINO”.

“ERRAR ES DE HUMANOS, PERDONAR ES DIVINO”. Con esta frase de Alexander Pope quiero abrir esta puerta de nuestra reflexión. De acuerdo al pensamiento de este poeta inglés del siglo XVIII, pareciera que las ofensas y los errores formaran una parte ineludible de la vocación humana, así mismo parece afirmar que el perdón encierra la totalidad de la vocación cristiana.

Sin caer en una imagen únicamente negativa del hombre podríamos coincidir con el poeta, en cuanto a aquello que se refiere al hombre sin Cristo; ya que tenemos que decir que el hombre que vive bajo el signo de Cristo cuenta con la ayuda de la gracia, aún cuando nuestra concupiscencia nos siga poniendo a prueba. Esta concupiscencia es la que provoca que aún con la ayuda de la gracia divina, cada uno de nosotros nos mantengamos en lucha incesante mientras llegamos plenamente hasta la vida perfecta en Cristo. El hombre, mientras está de camino por esta vida, puede ofender o puede ser ofendido, y en muchas ocasiones no precisamente por maldad. Puede ser, por ejemplo, a causa de la desatención, de la negligencia, del descuido,...

3.- Es por ello que el gran distintivo que marca la enseñanza cristiana será siempre el tema del perdón. Podemos decir que el perdón forma parte importante del factor cristiano, y que inclusive es este la expresión más clara del factor cristiano. Por Cristo y en Cristo, hemos conocido que el perdón se ha convertido en la manifestación más nítida del amor que alguien puede tener en su corazón.

Sin embargo, los cristianos debemos contemplar el perdón con ojos muy distintos de aquellos que no reconocen la fe en Jesucristo. Dios se ha convertido en nuestro mismísimo modelo en esa puesta en práctica del perdón. Esto es lo que hoy nos recuerda el Evangelio al mostrarnos a Cristo como el Cordero de perdón para el mundo.

4.- El rencor y la cólera, respaldados por el orgullo y la soberbia, son aquello que nos impide perdonar al hermano. Ese resentimiento va provocando una serie de efectos nocivos en nuestra vida: son como una especie de residuos en el fondo del corazón que pueden intoxicar la totalidad de la vida cristiana, son como esas adherencias que forman parte de nuestros órganos, las cuales podrían causar alarma en cualquier médico sensato. Al final de cuentas, somos tú y yo los que nos volvemos esclavos de nuestros resentimientos, ya que el rencor no suele dañar a aquel que se le tiene sino a aquel que lo tiene y lo quiere conservar.

Saber perdonar es querer vivir en libertad, es aprender a vivir hacia el futuro sin lastres ni rencores, es saber dar el paso definitivo hacia el dominio de mis instintos de venganza y de mi propia justicia.

El Cordero de Dios nos invita a levantar la mirada hacia arriba para que seamos menos egoístas. Todo acto de egoísmo nos encierra, y todo mirar hacia arriba nos eleva y nos comunica con los deseos profundos de nuestro ser. El pecado y el rencor es, entre otras muchas cosas, el dejarse arrastrar por cualquier cosa que acabe en mí y sea sólo para mí.

5.- Te quería referir lo que escribe Francine Cockenpot, una joven mujer salvajemente agredida en su casa, en su libro titulado: EL AGRESOR. Ella vivió un largo combate interior antes de poder finalmente perdonar. Sin embargo, gracias a la ayuda de Dios, pudo ella liberarse del saco de resentimientos, rencores, odios y resquemores que llevaba cargando durante años en sus frágiles espaldas. De acuerdo a su libro, este es su itinerario:

“Lo que me has hecho, difícilmente puedo perdonártelo...
no soy capaz de perdonártelo.
Dirígete al que hizo a los lobos al mismo tiempo que a los hombres.
Dirígete al que sabe que tú no eres un lobo, sino un hombre...
Yo no tengo el valor de mirarle,
Porque lo que tú has herido en mí, es la imagen misma del hombre.
Dirígete a Él y olvídame; yo soy un obstáculo entre Él y tú...

Espero de Ti, Señor, la experiencia del perdón.
No el que se desvía, no el que olvida,
Sino el que se acuerda para amar más,
Para devolver la vida a lo que estaba muerto o era “no vida”.
Espero de Ti, Señor, que mi agresor viva en mí
Como un hermano al que no habría conocido bastante pronto
Para amarlo e impedirle ser un asesino...

Te dejo.
Sigue tu vida. Yo intentaré vivir la mía.
No serán jamás las mismas, ni la mía ni la tuya...
Entre tú y yo hay una vida destruida y quizá la esperanza...
De una vida de la que yo no conocía nada,
de la que tú no conoces nada.
Otra vida, otra tierra fertilizada por la sangre y el incendio.
Otra vida para ti y para mí.

Quizás Señor...
Cuando me presente ante ti
te hablaré de él primero.
Puede que nadie jamás te haya hablado de él.
Puede que nadie jamás te haya pedido
con tanta fuerza para que se convierta en tu hijo pródigo...

Perdóname que te diga: No me salves sin salvarle.
Padre, en tus manos encomiendo mi alma.
Tómala ensangrentada y torturada, y pacifícala.
La justicia de los hombres no da paz,
sino que condena los remordimientos e incita a la revancha...
Tú sólo lo levantas de nuevo.
Tú solo, con una mirada de amor,
Transformas en hombre al que vivía con los lobos.
Yo no sabía que tú ibas a permitir
Que su salvación estuviera ligada a la mía por el crimen de sangre.
Padre, en tus manos encomiendo nuestras almas.”

6.- El Cordero de Dios nos muestra en su propia vida su propio mensaje. ERRAR ES DE HUMANOS, PERDONAR ES DIVINO: ¡No hay ninguna duda de que es el perdón el que nos acerca a Dios! Es el perdón lo que nos permite mostrar en nosotros el rostro amable del Nazareno, del Cordero de Dios, de aquel que perdonó hasta a sus verdugos. Ya san Juan Crisóstomo, les decía a sus feligreses de Constantinopla, a través de su predicación, en los principios del siglo V: “nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar”.

El perdón que debemos ofrecer no termina nunca, no se interrumpe, nunca se acaba. El perdón es una historia estupenda ininterrumpida

Es aquí, en donde nos encontraremos con la más grandes de nuestras carencias. Se trata de la necesidad que todos tenemos de una cirugía mayor para nuestra alma. Esto sí que resulta difícil pero no imposible para el cristiano. La intervención consistirá en bajar hasta lo más profundo del corazón y limpiar todo perfectamente, como cuando una mujer limpia su casa de las impurezas, como cuando un cirujano extirpa el tejido más profundo de células cancerosas.

El perdón, pedido y otorgado, se convertirá en nuestra fuente de alivio y de libertad. El expediente debe quedar limpio: Solamente así será como la persona que ha sido perdonada ya no deberá llevar la carga de su culpa, pero de la misma manera, la persona que haya perdonado ya no deberá llevar la carga del resentimiento.

La ofensa nos causa una herida y cuando la persona nos pide perdón está intentando sanar la herida, pero tal parece que a nosotros nos gusta ir caminando con las llagas abiertas, con nuestros tejidos expuestos,... no somos capaces de perdonar al otro y, no nos damos cuenta de que, por esa misma razón no hemos sido capaces de sanar.

Resulta increíble que nosotros mismos hayamos creado circunstancias de rencor y de odio y, lo más increíble es que las sigamos alimentando, de tal manera que con ello vayamos amargando nuestro ser, nuestra vida, nuestra existencia. Soy yo el primer afectado por mi rencor, soy yo el que me esclavizo con mis resentimientos.

Todos necesitamos de la conversión, sin conversión no se pide perdón. Convertir nuestra vida de lobos en una vida de Corderos. Hace falta internarnos en nuestra propia vida y revisar honestamente todo aquello en lo que hemos lacerado al hermano, todo aquello en lo que le hemos dañado o en lo que le hemos dejado de ayudar, reconocer nuestras comisiones y nuestras omisiones. El que ha pecado con la ofensa necesita conversión.

7.- Sin embargo, también aquel que recibe una solicitud de perdón necesita un cambio en su vida, sin conversión no se sabe perdonar. Alguno pudiera presumirse como alguien sin faltas, que se ha esforzado en no ofender a nadie, y lo ha cumplido,... pero si no existe el amor en su corazón, esa persona posee el mayor pecado que puede haber, y por lo tanto, también necesita de la conversión.

Como ser humano, como cristiano y como sacerdote, estoy plenamente convencido de que, para que alguien solicite el perdón a alguien tiene necesidad de humildad, puesta en práctica desde el momento en que reconocemos que hemos transgredido o lastimado a una persona. Sin embargo, también estoy convencido de que para que alguien de nosotros perdone, suele tener necesidad del amor en nuestro corazón. La persona que no ama no perdona.

El Cordero de Dios, es nuestra bandera, nuestra fe y nuestror proyecto.



IV - EL ANHELO DE PAZ.


Andres, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés, fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir “el Úngido”). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir “roca”)”.

1.- ¿Qué es lo que ha pasado en nuestras calles?

2.- ¿Qué es lo que sucede en nuestra ciudad y en nuestra patria?

3.- ¿Cuál es la razón por la que en un espacio que hasta hace algunos años era plácido y seguro y en donde se experimentaba agradablemente nuestro desarrollo, repentinamente se ha introducido la hoz que destroza y que deja tirados los cuerpos en los caminos?

4.- ¿O es que nos hemos acostumbrado a que esas amenazas en forma de cuerno de chivo se encarguen de desintegrar prematuramente a las familias?

5.- ¿Cómo puede ser que quienes estaban ayer en el útero de la ciudad hoy no están y todos coincidimos en que antes de tiempo se les ha extirpado de la placenta de nuestra familia de manos de quienes no tienen derecho de acabar con la vida y alterar nuestra historia?

6.- ¿Qué es lo que se necesita para que la paz regrese a nuestras calles, vidas y familias?...

7.- Escribía el célebre jesuita Theilhard de Chardin: “Llegará el día en que, tras aprovechar el espacio, los vientos, las mareas y la gravitación, aprovecharemos las energías del Amor en beneficio de Dios y en beneficio del hombre. Y ese día, por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego”.

8.- La paz en esta tierra aparece como un anhelo del reino de los hombres y como una de las características del Reino de los cielos.

Se trata de una necesidad que apremia en nuestros corazones y que solamente Dios puede satisfacer plenamente.

Vivimos en esta selva de asfalto, en la jungla de concreto y este hombre que vive golpeando el rostro del hermano, está reclamando la paz para su vida.

9.- Decía Séneca: “una era construye las ciudades y una hora las destruye”, y ¡cuánta razón tenía!, el pasado martes 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, el jueves 11 de marzo de 2004 en Madrid, el jueves 7 de julio de 2005 en Londres, y por desgracia casi todos los días del 2007 en nuestra propia ciudad, lo pueden tristemente ratificar.

10.- Entendamos que el hombre no puede encontrar, al margen de Dios, la verdadera fisonomía de la paz.

¿Quién puede olvidar a un gran hombre como lo fue San Agustín buscando y solicitándoles la paz a los mares-oceános, a las montañas y a los astros del cielo,... en donde una y otra vez recibe la invitación para buscar más arriba de sus propios ojos, y cuándo un día es capaz de buscar efectivamente más arriba encuentra auténticamente la paz?

¿Quién puede olvidar aquellas escenas trágicas que se muestran como reflejo de esa miseria humana que quebrantan la paz en el hombre, como la de Otelo que por celos le ha cortado la vida a Desdémona en la obra de Shakespeare?

¿O quién puede olvidar la escena de Lady Macbeth huyendo de su propio conflicto de conciencia que le interroga en aquel olor penetrante de la sangre en sus propias manos y que no lo ha podido borrar de su piel ni con los perfumes más caros traídos de Arabia?

11.- El hombre busca la paz y él mismo se encarga de destruirla.

¿Sabes? En la cercanía con aquellos estragos que la Segunda Guerra Mundial había traído a la humanidad, en unas heridas que estaban todavía sin cicatrizar, y por una guerra fría que se iba acentuando progresivamente, Su Santidad Paulo VI, el año del 1967 estableció en nuestra Iglesia Católica la Jornada Mundial de Oración por la Paz, a celebrarse todos los días Primero de Enero de cada año civil. Se trata de una invitación para que todos los fieles cristianos, eleváramos una plegaria para conseguir de Dios este don por el que el hombre se afana todos los días de su vida.

12.- ¿En qué consiste esa paz de la que todos los hombres nos sentimos necesitados? La anhelaban los hebreos, los griegos y los romanos,... y la anhelan todos los hombres de todos los tiempos y de todos los espacios.

El pueblo Hebreo entendía la paz como la prosperidad material y espiritual del hombre, los Griegos, por su parte, la entendían como un estado libre de contrastes en el cosmos, y los Romanos la pretendieron como la prosperidad Universal.

13.- El hombre actual sigue caminando en la búsqueda de la paz verdadera. Según se nos ha dicho, Neil Armstrong, John Aldrin y sus compañeros que alunizaron, llevaron una inscripción en metal que dejaron en la superficie lunar aquel 20 de julio de 1969, y que es todo un testimonio del anhelo de todos los hombres de todos los pueblos: “Hemos venido en busca de la paz para toda la humanidad”.

14.- ¿En qué consiste la paz que nos brinda el Reino de Dios?

Los cristianos entendemos la paz como nuestra unión con Dios y la recepción plena de sus dones. La paz cristiana es aquella que sobrepasa todo anhelo y esfuerzo humano, y es uno de los frutos del Espíritu Santo, así como una de las características del Reino de Dios.

15.- La paz de Jesucristo aparece como uno de los elementos centrales del mensaje Evangélico. Desde las primeras escenas en Belén hasta sus últimos episodios en el cenáculo el día de la resurrección, el mensaje de la paz va danzando a lo largo y ancho de la Buena Nueva que el Señor Jesús nos ha traído.

Al nacer en el tiempo el Hijo eterno del Padre, el canto de los ángeles es exclamación de gloria para Dios y un sincero deseo de paz para los hombres. Al concluir el Evangelio, el mensaje es también de paz: Jesucristo que ha resucitado, muestra sus llagas ahora glorificadas y al saludar a los apóstoles desconcertados, les dice en repetidas ocasiones: “La paz sea con ustedes”. Es Cristo, el Rey de la Paz, Aquel que ha vencido con la mansedumbre y con su propia vida, la violencia de Caín y la de todos los hombres.

16.- Los acontecimientos desgarradores en nuestra ciudad y en nuestro mundo de estos nuestros días y de estos nuestros años deben dejarnos en claro aquello que nunca será la paz. Debemos darnos cuenta de que la paz de Dios no es como la paz del mundo. La oferta del mundo parece decir: Vive tu vida, sé feliz, disfruta cuanto puedas y deja los asuntos importantes para cuando no haya más remedio. Esa paz es cómo si prefiriéramos unos momentos de locura a toda una vida de verdadera paz.

17.- Hoy, para solucionar nuestros muchos problemas, los hombres hemos creado imágenes ficticias de la paz, tan bellas como las esferas pero tan frágiles como las mismas.

Y nosotros debemos ser conscientes de que tanto la paz como la guerra comienzan en la propia casa. Si en verdad queremos paz para el mundo, debemos comenzar por amarnos mutuamente dentro de nuestras familias.

18.- ¿No te has dado cuenta? Si a este mundo podemos llamarle: familia global, a nuestros hogares podemos llamarles: Universo concentrado. Pensemos en ese nuestro microcosmos que es nuestra propia casa y consideremos las siguientes imágenes ficticias de la paz: Unos la entienden como la ausencia de conflictos. Otros más viven la paz de aquel que impone y de aquellos que son sumisos. Y otros, finalmente, viven la paz de los que no se comprometen ni se preocupan por el otro.

Digamos que algunos parecen amar la paz de los sepulcros en tanto que otros parecer preferir la de los esclavos.

19.- La paz cristiana no es la ausencia de conflictos sino la capacidad de solucionarlos. La paz auténtica no puede ser confundida ni con la subterránea paz de los sepulcros, en donde no hay vida y prevalece la muerte, ni con la paz de los subyugados esclavos quienes se auto-engañan al encumbrar la paz de sus cadenas y que han perdido la dimensión de su propia dignidad. La paz no será jamás del que vence sino del que convence.

20.- La paz de Jesús tampoco es el conformismo con la injusticia, la violencia, el egoísmo, el desamor, la dulce comodidad del status quo, el laxismo y la mentira.

21.- La paz de los cristianos es la paz que Jesús llamó suya y que es mucho más que unas relaciones sociales no-violentas. La paz es la plenitud de la dicha y del perdón. La paz auténtica se convierte en acciones no en omisiones, la paz genuinamente cristiana se construye, es algo por lo que se trabaja y, aunque no lo entiendas de inmediato, es algo por lo que se lucha, y como lo ha dicho el maestro le pertenece a los que se han violentado.

22.- Se trata de la paz de un corazón que está bien con Dios, y por eso está en condición para estar en bien con todos los hombres y consigo mismo.

La verdadera paz que nadie nos puede quitar es la que cada uno puede lograr desde la fidelidad a la Vida y al Amor. La Paz Cristiana se consigue, no tan sólo en el respeto al derecho ajeno sino también en el mismo ejercicio de los propios deberes y obligaciones.

23.- Ciudadanos de nuestro tiempo: En el nombre de Dios y en el nombre del hombre, ¡no maten!, ¡No preparen a los hombres destrucciones y exterminio!, ¡No envenenen a nuestra juventud!, ¡No despojen al corazón de la inocencia y al cuerpo de su pureza!, ¡Piensen en sus hermanos que sufren hambre y miseria!, ¡No propicien la desintegración de nuestras familias!, ¡Respeten la dignidad y la libertad de cada uno de los hombres!, ¡No conviertan nuestras calles en campos minados ni en espacios cinegéticos!
24.- Cristianos, ¡qué nada nos quite la paz del corazón! Que la paz del alma y del mundo la concede Dios a quienes le sirven y a quienes son capaces de soportar con alegría el peso de la vida y del servicio sincero a los hermanos.

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