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sábado, 24 de enero de 2009

EL REINO DE DIOS ESTA CERCA - III Domingo del T.O. - Ciclo B: (Mc 1,14-20)

COMIENZA EL CAMINO DE LA PLENITUD DE LOS TIEMPOS
Por Jesus Marti Ballester

1. Como decíamos en la homilía anterior, el recurso a San Juan, no tenía más objeto que enmarcar la acción salvífica y evangelizadora del Señor. Conseguida la transición de Juan como precursor que lo señala como el Cordero de Dios, que ya ha sido encarcelado y la espada que le cortará la cabeza está bien afilada, recurrimos de nuevo a Marcos, que nos transmite las palabras esenciales, resumen de toda la acción de Cristo. Juan ha cumplido su misión de introductor, de presentador y de testigo. Ahora es el momento de Jesús, que comienza a abrir el nuevo surco, que Juan va a cerrar con su cabeza cercenada y la lengua pinchada con el alfiler de oro de Herodías, según versión de Gabriel Miró:

"Ya se ha cumplido el plazo. Está cerca el Reino de Dios". "Ha llegado la plenitud de los tiempos" (Gal 4,4), el anuncio del evangelio por Jesús, para que Dios reine en plenitud. Me monté en mi ascensor, y ya estoy en el 5º, sólo me falta salir, abrir la puerta de mi piso, y entrar: "Convertíos y creed la buena noticia" Marcos 1,14. La noticia más importante; la consigna de los libros sagrados, tanto del Antiguo Testamento, como del Evangelio. Cuando el hombre se alejó de Dios, Dios no le dejó de esperar y de acompañar. Cuando siguió huyendo, y se perdió en el desierto; y cada vez se hundía más en el abismo, el Señor le dijo por Isaías: "Volved a mí y os salvaré" (45,22). Es necesario que cambiéis vuestra cabeza y vuestra actitud. Pensamientos, palabras y obras. "Metanóiete". Desde el paraíso, desde Adán, ¡cuántos hombres han esperado! Dios ha ido preparando, a través de los siglos, este momento, la Buena noticia. Dios es buena noticia. Dios es alegría. La alegría de la salvación. Estáis salvados. Vengo a borrar vuestro pecado. Dejaos reconciliar con Dios. Os traigo la paz. Para todos.

3. Mirad lo que ocurrió en Nínive. Era una ciudad pagana, pero también allí fue enviado Jonás, predicó el cambio, y Nínive hizo penitencia y se convirtió Jonás 3,1. Y el Señor tuvo piedad. Jonás se enfurruñó por la conversión, hasta llegar a desearse la muerte, porque su predicción había fracasado. En fin de cuentas, Jonás era un judío, nacionalista; ensoberbecido en su puritanismo, e Israel era el único pueblo llamado a la salvación, como lo serán y lo creerán los jefes religiosos que espiarán, calumniarán y crucificarán a Jesús. A Jonás le interesaba más su profecía que Dios. No quería dejar a Dios ser Dios. Le quería enjaular, desconociendo, que el atributo que más le caracteriza es el amor y la misericordia. Por eso Jesús nos llama a la conversión: "Convertíos". Cambiad de vida. Romped el cántaro de vuestros pecados por la contrición, y yo os daré un corazón nuevo. Y rebosaréis de alegría. Dios llama a los hombres a unirse con El. Pero se trata de pecadores de nacimiento, y de culpas personales. Por tanto, han de cambiar el rumbo. Metanoia. Si no nos convertimos, los hijos de Nínive nos condenarán en el día del Juicio (Mt 12,45).

. 4. Siempre cabe el peligro del fánatico musulmán puritano, escandalizado por la conducta de un joven libertino, y le amenazó con denunciarlo al Sultán y al Creador. Este dijo a Malik: - No te metas con ese joven, que es mi amigo. -¿Te ha dicho que soy su amigo? Lleno de emoción, se convirtió. Lo vendió todo y peregrinó a la Meca, donde murió, añorando al "amigo". Dios quiere salvar a todos. No sólo a los 120.000 de los Testigos de Jehová. Quiere salvar incluso a los gentiles: Nínive es una ciudad pagana de una extensión enorme, de proporciones hiperbólicas, que resaltan más la conversión en masa de la gran metrópoli asiria, famosa por su libertinaje: "¡Ay de ti, ciudad de sangre, toda llena de mentira y de rapiña, y de pillaje incesante. ¿Sobre quién no pasó sin tregua tu maldad?" (Na 3,1). Los monumentos y murales de los palacios de los reyes Teglatfalasar, Senaquerib y Assurbanipal, confirman las denuncias clamorosas del profeta Nahum.

5. Andrés y Juan, siguen a Jesús porque se sienten atraídos por la fuerza de su personalidad. Juan Bautista se lo ha señalado como “el Cordero de Dios”, y ellos le siguieron. En ese momento, saben muy poco de Jesús, nada de su doctrina y menos de las consecuencias de su seguimiento. Le siguen como quien descubre “algo fundamental en su vida”. Juan y Andrés eran discípulos del Bautista, él les había bautizado y formaban parte de su pequeña comunidad. Ahora lo abandonan y siguen a alguien de quien no saben cómo se llama, ni dónde vive, ni qué hace. Pertenecían al Antiguo Testamento, cuyo último profeta era el Bautista. El paso que dan hacia Jesús es el comienzo de una vida nueva, de la que aún no tienen experiencia alguna y cuyo último sentido tardarán en comprender.

6. Es el programa del discípulo de Cristo: dar el paso hacia un mundo nuevo, aún desconocido, aunque deseado desde lo más profundo del corazón. Nosotros no podemos comprender en toda su hondura lo que suponía para aquellos hombres abandonar el “Antiguo Testamento”, que era el mundo cultural y religioso en el que ellos se habían criado, educado y vivido; aquel era su esquema de valores, su patria, sus instituciones; su “todo”, representado por Juan el Bautista, hombre que atraía por la fuerza de su fe, por su valentía y por su palabra enardecida. Pero que siendo el primer maestro, debe ceder el paso al auténtico “Maestro” la Palabra encarnada del Padre.

7. Pasar del Antiguo Testamento al Nuevo, era dejar el mundo conocido, lo seguro, lo vivido, lo experimentado, ya hecho y terminado. El paso del Word Perfect, al Word, muchísimo más perfecto, pero complicadísimo para el que ya estaba seguro en el primer sistema, puede darnos una idea del cambio de rumbo de estos hombres. Seguir a Jesús era dar “el paso” hacia el mundo de lo desconocido, de lo nuevo e inseguro, de lo que se debe hacer y completar. Desde entonces aquellos primeros discípulos, como el resto de los apóstoles, debían empezar a aprender lección a lección, la nueva Palabra divina, el nuevo Camino de la vida. Todo el Evangelio es un testimonio de lo difícil que les resultará a los apóstoles recorrer este nuevo camino; pero también es testigo de su inquebrantable confianza en el Señor, que un día los eligió para comenzar un nuevo pueblo. La conversión es una gracia de iniciativa de Dios. Jesús trae esa gracia. Ahora mismo puede estar pidiendo a cada uno algo: confesar aquel pecado, comenzar a vivir con mayor exigencia cristiana, seguir la vocación, o seguirla mejor y con mayor fidelidad, obedecer la orden de un traslado, pagar una deuda, apartarse de tal ocasión, emprender un viaje evangelizador largo y costoso.

8. Jesús no quiso trabajar solo. Dios se ha hecho hombre como nosotros y quiere trabajar en equipo con los hombres, asociándoles a su obra redentora. Y, ¿dónde los busca, dónde los llama? Donde cada uno está: junto al lago, en su trabajo, en su circunstancia. Jesús va buscando a la gente donde está y en su propio medio. Los ya elegidos habremos de interrogarnos sobre el estilo de llamar, para hacerlo como Jesús. A unos, los encontrará pescando. A otros en el banco de los impuestos. A miles de kilómetros otros, para la llamada no hay distancias, y menos en los tiempos de los multimedia. A cada uno Jesús nos ha llamado allí donde estábamos. Muchísimos pasarán de su llamada. Muchísimos, ni la escucharán. Y muchísimos, la mayoría, la tapiarán. Cuando me llamó a mí, llamó a otros amigos. Uno dijo: "No. Yo quiero acostarme con mujer". Y se casó, y a los tres años, enviudó y ya se ha muerto. En mis Bodas de Oro se pasó la misa llorando, yo le tuve que consolar en el besamanos. Ya sacerdote, con mis muchos acólitos fuimos al monte poblado de romero y les recordé: "el que va al monte y no coge romero, no tiene amor verdadero". Y terminé el refrán, para no convertirme en aguafiestas. "Pero si se lo lleva a casa, no se casa". El que ya tenía el romero en la mano para asegurar el amor verdadero, dijo: "pues yo lo tiro". Y lo tiró. A mí me hizo gracia su decisión, que recuerdo nítida. Se casó, y murió muy joven. Su hermano pequeño, hoy es arzobispo (Seguramente se llevaría el romero a casa). Ya veis que tengo muchas cosas que contar, pero eso es lo que nos pasa a los viejos; aunque, siguiendo el ejemplo de Juan Pablo II, que a una aclamación de los jóvenes hace unos días, que no recuerdo exactamente qué le dijeron, les gritó: "¡Yo no soy viejo!", pero el Señor hablaba en parábolas, y como estoy entre amigos y sin protocolos, yo me la permito y supongo que me la aceptáis, como ilustración de que la juventud no está por la labor de entregarse incondicionalmente, exceptuando casos muy especiales.

9. A veces, Jesús ha en entablado un diálogo personal, y les ha invitado a seguirle, a ir con él: "Venid conmigo". Así lo hizo con Simón y Andrés; y con Santiago y Juan. Les llamó a ir con El. No les invitó a defender una idea o a luchar por una causa, o a construir una carretera, o a hacer cualquier actividad visible, u organizar carreras de bicicletas, que los pueblos agradecen; sino que les pidió confianza y abandono en su Persona. En realidad quien llama es Jesús, y las mediaciones nunca pueden ser sucedáneas del Resucitado. Y ¿cómo respondieron ellos, los llamados?: "Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron". A nosotros nos ha hecho la llamada bautismal. A algunos, les ha llamado a una consagración total. A otros se las propone por los medios modernos, como Internet. Para seguir sin demora al Señor, ser fieles y constantes y perseverar con alegría es necesario "permanecer con él".

9. El evangelio dice que Simón tiene padre, y que Santiago y Juan son hijos del Zebedeo, y que tienen jornaleros. Se van cuatro hombres y de los más interesados en la prosperidad de su propio negocio. Cuatro hombres que tendrán que ser reemplazados por otros tantos jornaleros, con la consiguiente pérdida económica. Y a pesar de todo, dejaron a su padre, sus redes y todo, y siguieron a Jesús. ¿Aquellas redes que ellos soltaron, no nos estarán enmarañando y nos tendrán enredados en nuestra vocación y llamada? En fin de cuentas esto ya lo había hecho Jesús Niño en el Templo, poniendo a prueba a sus padres, y Jesús adulto, dejando en Nazaret a su Madre, cuando más lo estaba necesitando, hacia el Sur de Palestina, a Judea, al Jordán y al desierto de Judá para sufrir las tentaciones del diablo. Hemos de clamar al Señor con la misma súplica que hace Moisés en el Exodo 33,13, cuando el Señor le ordena conducir a su pueblo a la tierra prometida. Hasta Moisés, el pueblo tiene poca revelación. Escrita, casi ninguna. Oral y tradiciones son las que han configurado la conducta del pueblo elegido. Moisés nota la carencia de doctrina y la pide al Señor para poder conducir a aquel pueblo primitivo y rebelde. El salmista, posteriormente, pide también conocer y discernir los secretos de la providencia deDios sobre su vida personal para poder responder a las llamadas interiores y a las voces de los pastores legítimos, como camino de felicidad y de cumplimiento de las promesas de las bendiciones del Señor. Y le dice:

10. "Señor, instrúyeme en tus sendas. Enséñame tus caminos, tú que enseñas el camino a los pecadores" Salmo 24. Te seguiremos con la prontidud e incondicionalidad con que te siguieron Simón, Andrés, Santiago y Juan, porque la "representación del teatro de este mundo se termina" 1 Corintios 7,29, y queremos ayudarte a llevar el reino de Dios y la salvación a todo el mundo.

11. Miremos a Cristo. De El viene la paz y la fuerza. Cristo siempre presente en su Iglesia. En el sacrificio de la misa, en la persona del sacerdote, en las especies eucarísticas. En los demás sacramentos. En su palabra. Está presente cuando la Iglesia suplica y canta salmos, pues Él mismo prometió: "Donde dos o tres están reunidos estoy yo en medio" (Mt 18,20). Estará presente y actuante en la comunión cuando le recibamos, Dios con nosotros.

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