Por CAMINO MISIONERO
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 2, 23-28
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 2, 23-28
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido ?»
Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?»
Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado».
No han pasado dos capítulos del evangelio de Marcos y ya hemos captado en los fariseos una actitud de querer observar casi milimétricamente el actuar de Jesús y sus discípulos, no ciertamente para aprender de él, sino para tener de qué hablar, de qué acusarlos. Parece que se pusieran de acuerdo para no dejarlos solos un instante.
El texto de hoy nos presenta a Jesús caminando con sus discípulos por entre unos sembrados de trigo y a los discípulos arrancando las espigas. La versión de esta misma escena confrontada con la de Mateo (12,1-8) y Lucas (6,1-15) nos presenta una variante que vale la pena resaltar.
Para Mateo Y Lucas la acción reprobable de los discípulos está en arrancar las espigas y comerlas; en cambio para Marcos es arrancar las espigas para abrirse camino entre el sembrado. De todos modos esto es secundario. En el relato lo más importante es captar el punto de vista de Jesús y esto nos queda sumamente claro. El problema para Jesús no está en arrancar espigas ni mucho menos en comerlas. El problema está en aferrarse a tradiciones vacías de contenido dentro de las cuales se pretende ‘cuadricular’ a las personas.
Podemos reflexionar sobre otro aspecto que nos presenta el texto y que lo constatamos también en el evangelio de ayer.
Los discípulos han seguido a Jesús, se han puesto de su parte, están con Él. En las dos escenas, la de ayer y la de hoy, en las cuales los fariseos los recriminan, es Jesús mismo quien los defiende, se pone de parte de ellos, ‘saca la cara por ellos’. Ante la mala intención de los fariseos, los discípulos no se defienden, es Jesús mismo quien los defiende.
Ante cualquier necesidad personal o comunitaria, cualquier prescripción que impida hacer el bien no tiene sentido. Esto Jesús lo ilustra muy bien con lo que sucedió al mismo David. (25-26), inclusive llama la atención que el hecho para David no sucedió en un sembrado sino en la misma casa de Dios, como para que no quede duda cómo la piensa el mismo Dios. Respecto a esto, aún hay mucha tela para cortar. Cuántas críticas y murmuraciones con las cuales simplemente repetimos lo que hicieron los fariseos y todo quizás por justificar una posición personal.
La frase central del relato con la cual Jesús deja bien en claro su posición es: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (27). Es decir: la persona es mucho más importante y cuando actúa, se debe partir siempre de ella. Ya en otras ocasiones Jesús había condenado la intransigencia de los escribas y fariseos que condenaban a Jesús cuando pretendía hacer el bien. Esto lo veremos más claramente en el evangelio de mañana.
1. ¿Cuál es la principal enseñanza que nos deja el evangelio de hoy?
2. ¿Cuál es mi actitud ante las fallas de los demás? ¿Los condeno, los critico o trato de salvarlos?
3. ¿Qué podemos hacer en nuestra comunidad o en nuestra familia para ayudarnos más a superar las dificultades? ¿Cómo actuamos cuando un miembro de nuestra familia o nuestra comunidad nos viene a hacer un comentario negativo de otro?
Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?»
Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado».
No han pasado dos capítulos del evangelio de Marcos y ya hemos captado en los fariseos una actitud de querer observar casi milimétricamente el actuar de Jesús y sus discípulos, no ciertamente para aprender de él, sino para tener de qué hablar, de qué acusarlos. Parece que se pusieran de acuerdo para no dejarlos solos un instante.
El texto de hoy nos presenta a Jesús caminando con sus discípulos por entre unos sembrados de trigo y a los discípulos arrancando las espigas. La versión de esta misma escena confrontada con la de Mateo (12,1-8) y Lucas (6,1-15) nos presenta una variante que vale la pena resaltar.
Para Mateo Y Lucas la acción reprobable de los discípulos está en arrancar las espigas y comerlas; en cambio para Marcos es arrancar las espigas para abrirse camino entre el sembrado. De todos modos esto es secundario. En el relato lo más importante es captar el punto de vista de Jesús y esto nos queda sumamente claro. El problema para Jesús no está en arrancar espigas ni mucho menos en comerlas. El problema está en aferrarse a tradiciones vacías de contenido dentro de las cuales se pretende ‘cuadricular’ a las personas.
Podemos reflexionar sobre otro aspecto que nos presenta el texto y que lo constatamos también en el evangelio de ayer.
Los discípulos han seguido a Jesús, se han puesto de su parte, están con Él. En las dos escenas, la de ayer y la de hoy, en las cuales los fariseos los recriminan, es Jesús mismo quien los defiende, se pone de parte de ellos, ‘saca la cara por ellos’. Ante la mala intención de los fariseos, los discípulos no se defienden, es Jesús mismo quien los defiende.
Ante cualquier necesidad personal o comunitaria, cualquier prescripción que impida hacer el bien no tiene sentido. Esto Jesús lo ilustra muy bien con lo que sucedió al mismo David. (25-26), inclusive llama la atención que el hecho para David no sucedió en un sembrado sino en la misma casa de Dios, como para que no quede duda cómo la piensa el mismo Dios. Respecto a esto, aún hay mucha tela para cortar. Cuántas críticas y murmuraciones con las cuales simplemente repetimos lo que hicieron los fariseos y todo quizás por justificar una posición personal.
La frase central del relato con la cual Jesús deja bien en claro su posición es: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (27). Es decir: la persona es mucho más importante y cuando actúa, se debe partir siempre de ella. Ya en otras ocasiones Jesús había condenado la intransigencia de los escribas y fariseos que condenaban a Jesús cuando pretendía hacer el bien. Esto lo veremos más claramente en el evangelio de mañana.
Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón.
1. ¿Cuál es la principal enseñanza que nos deja el evangelio de hoy?
2. ¿Cuál es mi actitud ante las fallas de los demás? ¿Los condeno, los critico o trato de salvarlos?
3. ¿Qué podemos hacer en nuestra comunidad o en nuestra familia para ayudarnos más a superar las dificultades? ¿Cómo actuamos cuando un miembro de nuestra familia o nuestra comunidad nos viene a hacer un comentario negativo de otro?
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