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martes, 17 de marzo de 2009

Evangelio Misionero del Día: Martes 17 de Marzo de 2009

Por CAMINO MISIONERO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18, 21-35

Se acercó Pedro y dijo a Jesús: «Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le respondió: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes". El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda". Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?" E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos».

Compartiendo la Palabra
Publicado por Díscipulas del Divino Maestro

Perdonar al estilo del Padre y de Jesús

Al comenzar nuestra lectura orante, invocamos al Espíritu con una oración o un canto


1. Leemos la Palabra

Mateo 18,21-35



Orientaciones para la lectura y la meditación

21-22 DIÁLOGO ENTRE JESÚS Y PEDRO

A la ofensa ilimitada se le debe oponer el perdón ilimitado.

v.21: Pedro pregunta y se adelanta a dar la respuesta a Jesús: ¿Hasta siete? Es bastante calculador tanto en la pregunta como en la respuesta. Casi tímidamente Pedro ofrece un número generoso a Jesús y cual será la sorpresa de Pedro frente a la respuesta de Jesús, que es muchísimo más generosa y amplia.

v.22: Jesús acaba con el esquema condicionado de Pedro y le plantea descubrir nuevos horizontes en el plano del perdón: “Hasta setenta veces siete”, es como si el perdón fuera el oxígeno que respiramos en nuestra atmósfera diaria, debe haber suficiente oxígeno para irrigar nuestros pulmones, e igual cantidad de perdón para vitalizar y tonificar nuestra vida.


PERDONAR AL ESTILO DEL PADRE Y DE JESÚS (v.23-27)

v.23: La comparación que emplea Jesús para profundizar en la importancia del perdón es realmente bella. Rey y funcionarios, en tónica de arreglar cuentas.

v.24-25: Presenta el caso particular de uno que debe mucho y no tiene con qué pagar. La incapacidad para pagar hace que el rey ordene que lo vendan como esclavo a él, a su esposa, a sus hijos y todo lo que tenía.

v.26-27: La súplica del funcionario: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo” y la intención de pagar lo que debe, hace que el rey le perdone la deuda y lo ponga en libertad.

La compasión nos lleva a abrir nuestro corazón a las miserias, y necesidades de los hermanos, para darnos a ellos con amor. La compasión de Dios redime a todo grupo humano. Es interesante que se enfaticen los componentes de la familia: él, la esposa y los hijos. Nos habla también de una responsabilidad conjunta, todos tenemos que ver en la suerte de los hermanos.


NO PERDONAR AL ESTILO DEL PADRE Y DE JESÚS TIENE SUS CONSECUENCIAS (V.28-35)

En los versículos siguientes, Jesús nos dice lo que no debemos hacer con el hermano necesitado de perdón, amor y misericordia. Y nos muestra los contrastes a la hora de recibir y dar perdón.

v.28: Entramos en el plano de las desproporciones. Este siervo debía: “Muchos millones” y su compañero le debía una “pequeña cantidad”. La actitud agresiva contrasta con la actitud de escucha y comprensión que han tenido con él unos minutos antes, podríamos decir: ¡Qué mala memoria tiene!

v.29: En la súplica del compañero encontramos las mismas palabras que él acaba de pronunciar: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Cuando Dios es compasivo y bondadoso con nosotros, nosotros somos mezquinos con nuestros hermanos. Podríamos decir: “Si alguien tiene dudas de cómo tratar a su hermano consulte sus propios deseos”.

v.30: Hace con su compañero todo lo contrario de cuanto el amor misericordioso de Dios ha hecho con él.

v.31: Siempre hay quienes contemplan nuestra dureza y no se quedan indiferentes, frente a esta desproporción no se admite una posición neutra, debemos tomar posición y actuar en consecuencia. Le cuentan al Rey y éste lo manda llamar.

v.32-33: El rey confronta al siervo: ¡Malvado! Le reprocha no haber dado lo que él ha recibido con tanto amor y en abundancia. No perdonar al hermano es algo que al Padre le duele y nos excluimos de ser hijos por nuestra dureza. Con dolor en el corazón muchas veces el Padre nos tiene que decir a cada uno, como a este siervo: Si tú recibiste perdón a gran escala, ¿no debías ofrecerlo en pequeña escala?

v.34: El pecado de los pecados es no perdonar, Dios no es un Padre indiferente y bonachón que deja pasar todo. Él corrige y pide la enmienda de aquel que perdona; nosotros mismos le hemos dicho muchas veces: “Perdónanos como nosotros perdonamos”. El don está pero, si lo rechazamos, esto tiene sus consecuencias.

v.35: Todo esto nos invita a hacer proceso para que todos podamos perdonar de corazón al hermano; el corazón es la sede de los sentimientos y las emociones, y si hay un sentimiento que deba invadir de una manera desproporcionada nuestro corazón es el perdón, es un principio de salud personal, comunitario y familiar, porque nada desgasta y agota más que un sentimiento de odio y de deseo de venganza en nuestro corazón.

Jesús nos enseña que el bienestar del hermano es el nuestro, y que en la medida que recibimos debemos dar.

2. Oramos

Maestro Divino, trabaja nuestra intimidad

y ayúdanos a descubrir nuestro propio pecado y debilidad,
para aprender a ser compasivos y comprensivos
con los errores y límites de nuestros hermanos.

Maestro Divino, danos un espíritu disponible y ágil,
a la hora de perdonar y olvidar las ofensas que nos hacen.

Maestro Divino, danos generosidad y nobleza de ánimo
cada vez que un hermano se acerque a pedirnos perdón.

Maestro Divino, háblanos al corazón de un modo persuasivo
y ayúdanos a optar radicalmente y permanentemente
por la opción del perdón y la reconciliación.

Maestro Divino, capacítanos para ofrecer a cada hermano
el don del perdón, con la misma dulzura y cariño
con que Tú nos lo ofreces cada instante.

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