III Domingo de Cuaresma - Ciclo B: Hoy Jesús nos invita a buscar el verdadero Templo (Juan 2, 13-25)

Publicado por Misioneros Monfortanos

“Jesús subió a Jerusalén” (Jn 2,13)

Eso era el deber de todo judío cuando se celebraban las grandes fiestas del año; era el sueño de los exiliados, o de los judíos dispersos por el mundo… Y sigue siendo el deseo de todo creyente que sabe que no se trata de viaje turístico. Subir a Jerusalén es un paso espiritual; es ir hacia Dios. La Cuaresma nos recuerda que nuestra vida es un andar hacia el Padre, teniendo a Jesús como guía.

“Hizo un azote de cordeles” (Jn 2,15)

No estamos acostumbrados de ver a Jesús enfadado. Sin embargo aquel día lo estaba de verdad. Y nosotros nos preguntamos el por qué de esa actitud. Jesús mismo nos da la respuesta: “No convirtáis en mercado la casa de mi Padre”. Jesús no sólo volcó las mesas de los cambistas, sino viene a cambiar totalmente el modo de encuentro con Dios. Actualiza el salmo 39. “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas… Entonces yo digo: Aquí estoy”. Hasta ahora había que desplazarse hasta el templo, en adelante hay que escuchar el mensaje de amor de su Enviado y gozar de sus acciones en favor de la salvación, signos de la atención de Dios hacia los hombres

En adelante Dios se deja acercar en su Hijo, que se preocupa de las prostitutas, los publicanos, come con ellos, toca a los leprosos sin nunca pedir a quien sea de ir al Templo para purificarse. Desde Ahora, dice san Pablo, “en Jesús tenemos acceso al Padre”. Jesús es el único sacrificio que nos salva y nos da la vida.




“Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn 2,19)

Jesús hace alusión a su muerte y a su resurrección al tercer día. Pero nadie entiende esta frase enigmática, tampoco los discípulos. Ellos piensan en el templo de piedras. Y Él, en el Templo nuevo, radicalmente nuevo: él de la Vida, su cuerpo resucitado. Jesús anuncia por adelantado: podéis destruir este templo ya que estoy aquí. Se nos presenta un nuevo culto.

En adelante el lugar de encuentro del hombre con Dios ya no será el Templo, ya no será un lugar, sino alguien: el Cuerpo de Cristo y una multitud infinita de hermanos con quienes Jesús se hace uno.
Al echar a los vendedores del Templo, lo que Jesús ha querido decir es inmenso.

“Los discípulos se acordaron de que lo había dicho” (Jn 2,22)

La Palabra de Jesús se hará luminosa para los creyentes después de su resurrección: la presencia de Dios no es una construcción de piedras sino que está en el corazón mismo de la humanidad, en el Cuerpo del Resucitado. Cuando vamos a comulgar es este hombre, Jesús resucitado, que viene a llenarnos de su presencia. Y así nos hacemos presencia de Dios ante nuestros hermanos.

Oración

Los ídolos son las respuestas
a nuestros vacíos interiores
cuando Dios no ocupa el centro de la vida.
Los ídolos de la moda y las marchas nocturnas
dan falsa seguridad a nuestros jóvenes.
El trabajo sin horarios y el afán de prestigio
son ídolos que van ganando el espacio
que corresponde a la familia y a Dios.
Los tiempos fuertes de la vida cristiana
se convierten en tiempo de vacaciones.
No queda tiempo para Dios.
Hoy Jesús nos invita
a buscar el verdadero Templo.
Jesús es el Templo donde Dios se hace presente.
Es un Templo sin puertas.
Está en 'todas partes y su culto se resume
en cosas tan sorprendentes como:
Entra en tu cuarto, ciérrate con llave,
y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará.
Que no se entere tu mano derecha
de lo que hace tu izquierda...
Sed misericordiososcomo vuestro Padre es misericordioso.