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jueves, 12 de marzo de 2009

III Domingo de Cuaresma - Ciclo B: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración (Mc 9,2-10)

Publicado por DABAR


HACER ORACION

Jesús lo tenía muy claro: no se puede mercadear en el Templo de Dios. Es sagrado.

Es uno de los pocos momentos que nos muestra el evangelio donde Jesús pierde su compostura de hombre comprensivo, compasivo y cariñoso; explota en franca indignación y arremete contra todo y contra todos: “no convirtáis en un mercado la Casa de mi Padre”. El espacio donde habita Dios es sagrado y no ha lugar a mercadeos, egoísmos, beneficios y medias tintas; ES SAGRADO.

Quizá en aquellos tiempos más oscuros y de mentalidades más simples, el hombre judío tenía muy claro el lugar donde habitaba Dios: el Templo de Jerusalén, y allí, a su entrada, hacían negocio de la fe de la gente.

Hoy en día, nosotros ¿sabemos dónde habita Dios?, ¿en los templos?, ¿en los lugares de culto?, ¿en las reuniones de cristianos?

Jesús ya sabe donde habita el Padre, en su corazón, en el corazón del hombre:”destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.

No es arrogante concluir que si Jesús, hombre en el mundo, se sabía templo de Dios, nosotros -a quienes hizo hermanos e hijos por encarnación- somos como él, templos de Dios, SOMOS SAGRADOS.

Escondemos dentro de nosotros el tesoro más preciado del mundo y, al mismo tiempo, las mezquindades más grandes que podamos imaginar (y las que no, también). Podemos como los judíos entrar al templo a adorar a Dios y mercadear en nuestro propio beneficio.

Repito: somos sagrados, y como creyentes deberíamos adorar, amar al otro, como habitáculo divino y no mercadear con él.

Nos asomamos al mundo y observamos cómodamente desde nuestro sofá como se ultraja el Templo de Dios: en el Congo, en Gaza, con los niños soldados, con el tráfico de personas, con el creciente paro, los veinte años que ya hace de la muerte de Ignacio Ellacuría y acompañantes, la violencia de género, Guantánamo, la ablación de clítoris, ETA,... etc., etc. no queremos que Dios sea el Señor de nuestras vidas, que se instale en nuestro corazón. No. Queremos tomar el control, queremos tener el PODER: económico y personal (sometiendo al otro), queremos ser nuestro único Dios y mercadear a favor del Poder, “porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre”.

Todos estos atentados contra la dignidad del hombre, y de Dios, nos avergüenzan y abochornan, pero... ¡están tan lejos! ¿Qué puedo hacer yo?, quizá si intentásemos dejar a Dios ser Dios, si supiéramos sabernos y sentirnos habitados por Él, podríamos dejarlo salir al mundo para poder instaurar su Reinado de Amor.

Pero sin ser torturadores, o terroristas, o maltratadores..., sobreponemos nuestro poder, nuestro control a los de alrededor: controlamos a nuestra pareja, hijos y amigos; utilizamos el poder para imponer criterios o tomar decisiones en nombre de otros en nuestro trabajo, en las relaciones familiares,... Nos victimizamos, somos egoístas.

Vamos a las Iglesias a celebrar, a encontrarnos con Dios, y no sabemos escuchar al hermano, vecino, amigo, compañero,... nos reunimos en nombre de Dios y criticamos el hacer y el estar del otro.

Convertimos en “mercado la Casa del Padre”.

¡Abramos los ojos! ¡Veamos al otro como lugar sagrado donde habita Dios!, dediquémosle una sonrisa, una caricia, un espacio de nuestro tiempo. ¡Hagamos de nuestra vida y nuestras relaciones oración permanente!

CONCHA MORATA
concha@dabar.net



DIOS HABLA

EXODO 20,1-3.7-8.12-17
En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él».

I CORINTIOS 1, 22 25
Hermanos: Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados judíos o griegos , un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

JUAN 2, 13 25
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús. Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.





EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Resulta hermoso el relato de Ex 34,29ss cuando concluye con tantas vicisitudes y añadidos la entrega por parte de Dios de las ‘Diez Palabras’ a Moisés. Su rostro estaba radiante. Los que lo contemplaban, Aarón, los jefes, todos los israelitas, veían cómo cada vez que Moisés volvía de encontrarse con el Señor, su rostro irradiaba; tanto que se lo cubría hasta que volvía a encontrarse con el Señor.

Haber recibido y transmitido los mandamientos (‘las diez palabras’ =el Decálogo, como se le llama en le texto hebreo) transformó a Moisés. De alguna manera refleja para el pueblo algo de la Gloria de Dios, algo que nadie podía ver sino y de la forma que el Señor quiere (Ex.33,18-23).

Si la Ley (Pentateuco) es el eje sobre el que gira toda la Escritura, los mandamientos son el eje sobre el que gira toda la Ley.

El Decálogo, son Diez Palabras, que bien pueden decirse, por su estructura verbal, ‘talladas en piedra’. Apodícticas, contundentes, sin fisuras. Si bien en la actual redacción habría que poner entre paréntesis (la Liturgia lo hace) aquellos añadidos que amplifican el primer mandamiento (‘el Dios único y uno’) y el tercero (‘santificar el sábado’).

Leves diferencias entre la versión que hoy tenemos y la que nos conserva el Deuteronomio (6,6-21) nos permiten advertir cómo las motivaciones, y valores van cambiando con el tiempo, aunque se conserven inmutables algunos principios. Que nuestro texto incluya a la mujer entre las posesiones del prójimo que no hay que codiciar, nos indica poca consideración hacia la misma. El texto de Deuteronomio se dobla en dos para permitir distinguir entre el ‘desear la mujer de tu prójimo’ del codiciar los bienes del prójimo’. Así la misma ley provoca y va dando razón de progreso (leve puede parecernos) hacia una mejor consideración de la mujer.

De la misma manera, la justificación del descanso en el día del sábado, asociada a la santidad de Dios en el texto de hoy ‘porque Dios lo bendijo y lo santificó’ (v.11), contrasta con el Deuteronomio que da como razón el descanso debido a toda criatura, a la familia, al esclavo, a los animales, al forastero… ‘porque fuiste esclavo también tu en Egipto… y el Señor te sacó de allí’ (Dt 14,16).

Repasar los mandamientos básicos es siempre un ejercicio de reflexión vital de qué y porqué actuamos nosotros. No son ajenos a nuestro tiempo, por ello, las amplificaciones que el texto ofrece del primer y tercer mandamiento. (Muy antiguas por cierto, puesto que Deuteronomio las recoge y ya están en Éxodo).

‘No te postraras ni darás culto a nadie de arriba ni de abajo ni de debajo de la tierra’ (v.4). Sorprende nuestro mundo ‘descreído’ cuando proclama con fuerza su adoración y pleitesía a sus nuevos ídolos: el hombre mismo, la economía, el progreso científico. Nosotros lo definimos, nos fabricamos el ídolo y lo adoramos. Lo acabamos de ver en los últimos tiempos. Nosotros (los ricos, sabios y poderosos) fabricamos un ídolo ‘el capitalismo agresivo’ (o sea, sin escrúpulos) y a él se han inmolado las riquezas de toda la humanidad. Quien no creía en él era un necio, un idealista o un frustrado. Ha caído como Dagón hecho pedazos y se ha fagocitado a sus adoradores, destruyendo de paso a los inocentes a él sacrificados.

Algo semejante se ha hecho con el día de descanso ‘para ti, para tus hijos, tu siervo, tu sierva, tus ganados, el forastero’ (v.10). ‘No se puede parar ni descansar’, ‘no se puede perder un día’ nos dijeron; no pueden pararse ni máquinas ni personas, ni comercio ni … se echaría a perder el dios (ídolo Manmón) que nos habíamos erigido. Y ahí seguimos esclavos, personas, animales y cosas…

¿Cómo vamos a tener radiante el rostro? Hemos acallado las Diez Palabras y nos ha invadido la tristeza y el mal genio!.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA

El contexto de esta breve frase paulina -al menos el contexto necesario para darle su justo sentido- es el intento de algunos corintios de comprender el cristianismo en términos puramente humanos, especialmente en términos de sabiduría o filosofía.
Lo realmente perverso de esta actitud no está en la equivocación que supone, sino en que, en el fondo, se está dando más valor al factor humano que al divino. Se mide el mensaje de Jesús por el baremo de la sabiduría humana, es decir, de lo que se cree que es la sabiduría humana la cual se erige en criterio definitivo. Es indiferente que ello se haga con la actitud judía o con la griega (cfr. v. 22). En cualquier caso es el hombre quien pone sus condiciones.
Evidentemente Pablo no puede aceptar esta actitud y, como puede verse fácilmente, contrapone su predicación con las opciones de judíos y griegos.
Realmente no es que Dios prefiera la locura, la insensatez, la falta de sentido común, la ignorancia... a la ciencia, la cordura, la sabiduría, la prudencia. A primera vista parecería algo de este tipo. Pero, en el fondo, de lo que se trata es de rechazar la actitud humana que se fía de sí misma, de sus saberes y capacidades, que se apoya en sí misma, todo lo cual resulta incompatible con poner la confianza absoluta en Otro.
En el fondo Pablo está proponiendo aquí una profunda actitud religiosa. Se trata de reconocer que Dios es, en sentido estricto, infinitamente superior al ser humano y que, por tanto, algunos de sus planes resultan incomprensibles y para éste. Deus semper maior como presupuesto y punto de partida Cuando se habla de "humildad", de reconocer esta infinita distancia entre lo divino y lo humano, aparte de que sea una total realidad, se está hablando de algo del todo necesario para la fe. No es que todo los designios de Dios resulte misteriosos para los humanos, pero puede suceder y hay que estar dispuestos a aceptarlo. En concreto la palabra de la cruz, Cristo crucificado, el Hijo de Dios muerto por los seres humanos, no es algo evidente y comprensible desde los presupuestos con que, de no haber revelación, nos moveríamos los seres humanos. Otra cosa es que nos hayamos ido acostumbrando, a fuerza de repetirla, a esta enorme paradoja. Pero lo sigue siendo.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

Texto. En lo que resta de cuaresma las lecturas evangélicas estarán tomadas del cuarto evangelio. El texto de hoy, a pesar de pertenecer al comienzo de la obra, nos presenta a Jesús ya en Jerusalén y en vísperas de la Pascua, la fiesta judía por antonomasia. Esta presentación es sorprendente si la comparamos con el esquema de los tres primeros evangelios, quienes sólo al final hablan de una estancia de Jesús en Jerusalén, en la que tiene lugar el mismo incidente del que Juan habla tan tempranamente.
Hay, sin duda, en el ordenamiento de Juan una intencionalidad programática en lo que al incidente del templo se refiere. Esta intencionalidad está puesta de manifiesto en la segunda parte del texto, donde se contrapone explícitamente templo de Jerusalén y cuerpo de Jesús. Se trata de una verdadera alternativa: o el uno o el otro; ambos resultan incompatibles.
Ambos, a su vez, tienen sus representantes y valedores. El templo de Jerusalén, los judíos; el cuerpo de Jesús, sus discípulos. En ambos casos, las designaciones no se refieren a grupos étnicos ni expresan totalidad; son designaciones exclusivamente religiosas y expresan dos modos distintos de ser religioso.
El texto quiere dejar en claro desde el comienzo mismo del evangelio que Jesús es el único templo, superior y mejor que todo lo representado por el templo de Jerusalén. Pero deja también entrever que esta superación y mejoría no es ajena a la muerte-resurección de Jesús.
El texto termina con unas observaciones del autor que van más allá del incidente del templo. En ellas se introduce una temática característica de todo el cuarto evangelio: la calidad de la fe en Jesús. ¿Qué significa creer en Jesús? ¿Cuándo podemos decir que tenemos fe en él? En esta primera introducción del tema el autor empieza dejando en claro que creer en Jesús no va necesariamente unido con ver los milagros que él hace. Creer por los milagros es una fe raquítica.

Comentario. A la hora de entender este texto, la dificultad tal vez mayor a superar sea la de reducirlo al pasado histórico de Jesús, cuando, en realidad, la problemática planteada en él trasciende ese pasado y ahonda sus raíces en todo tiempo y lugar. La alternativa sigue vigente: o lo representado por los templos o lo representado por el cuerpo de Jesús. Ambas representaciones no coinciden necesariamente. En este punto podemos estar tan engañados como lo podían estar los religiosos contemporáneos de Jesús, y podemos estarlo con la mayor inconsciencia y, en muchos casos, con la mejor buena voluntad.
El cuerpo de Jesús, con la muerte y resurrección formando parte de él, sigue siendo acicate y provocación a todo sistema religioso de seguridades y garantías preestablecidas, donde todo está organizado y asegurado, con sus ritos, ritmos, distinciones y componendas. Puede incluso suceder que el propio Jesús quede asumido por el sistema religioso, al igual que Yavé lo había sido por el judaísmo. La tendencia a controlar es tan poderosa en el hombre que a ella no escapa ni siquiera Dios o, mejor, el hombre siente especial necesidad de controlar a Dios. De ahí la religión al uso.
El texto de hoy nos invita a revisar nuestras construcciones religiosas (las internas, por supuesto; el cuarto evangelio no tiene nada en contra de la estética arquitectónica) y a entrar en la dinámica religiosa representada por Jesús, el templo vivo de la presencia de Dios. La opción de fe se plantea ante la persona de Jesús y su destino de muerte-vida o, mejor, de vida en la muerte. Fuera de eso no hay más templo. Dios se halla presente sólo donde hay entrega total hasta la muerte. Fruto de esa presencia es que la muerte no es en realidad el final humano.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

La Palabra de Dios que se nos proclama hoy abunda en matices que pueden ayudarnos a profundizar y avanzar en nuestro camino cuaresmal hacia la Pascua; en este proceso de conversión en el que andamos metidos, permitidme que os sugiera varios elementos para que cada uno de nosotros pueda revisarse en profundidad y ver cuál le puede resultar más útil y sugerente.

El lugar del encuentro con Dios
Hasta en las religiones más panteístas –las que afirman que Dios está en todo y por tanto cualquier lugar es sagrado por su presencia en todas y cada una de las cosas- existen lugares de una presencia especialmente significativa e intensa del dios del que se trate. Para los judíos el templo de Jerusalén era ‘la casa de Dios’, el lugar donde Él moraba, y por tanto el lugar donde poder encontrarse con Dios con absolutas garantías. Era tan corta la distancia que existía entre este mundo y el mundo trascendente de Dios que incluso podría traspasarse el límite con las fatales consecuencias que eso reportaba. Por eso el evangelio no se ahorra detalles que hablan de esa cercanía-lejanía de Dios en el templo cuando habla del velo que se rasga, de sacerdotes como Zacarías que al entrar en el fanum salen tocados por la experiencia del Altísimo, etc.
Jesús supone una transformación de eso. Dios vive entre los hombres, sí, pero no en una casa de piedra. Mejor dicho: no sólo vive entre los hombres, sino que vive en el hombre. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. No vive entre unos muros de piedra, sino que se hace profundamente inmanente a cada uno de sus hijos.
Una primera propuesta hoy sería revisar dónde estamos buscando a nuestro Dios. Para muchos el sentimiento religioso no consiste en otra cosa que reservar un tiempo el domingo para acercarse a Dios; unas horas “santas” en las que vestir nuestras mejores galas, abrir nuestro corazón y darnos cuenta de que es posible ser buenas personas durante un rato. Tras ello, de nuevo nos vestimos el chándal y volvemos a nuestras batallas domésticas, a nuestras rutinas alejadas de Dios, a nuestros trabajos donde a menudo no tenemos siquiera una ética digna –por no hablar de una auténtica moral evangélica-, y a nuestro tributo cotidiano a los diosecillos del tener y del poder. Por eso, nuestra conversión quizás pueda preguntarse: ¿cómo puedo acudir al templo auténticamente cristiano? ¿Cómo puedo ser yo un templo en el que Dios viva las 24 horas del día, siete días a la semana? ¿Qué puedo hacer para conseguir que mi vida entera sea vivir como templo en el que vive Jesús? Es, en el fondo, una primera revisión que podemos hacer hoy de en qué consiste nuestra actitud religiosa.

El lugar de la práctica religiosa
¿Imagináis que hoy entráis aquí, a vuestro templo, y antes de llegar al asiento donde os encontráis tuvierais que traspasar un puesto de cambio de moneda, un puesto de venta de animales, otro puesto de venta de artículos litúrgicos…? Hoy no lo comprenderíamos quizás. Tenía su sentido: el devoto que acudía al templo de Jerusalén lo hacía para cumplir con las prácticas propias del buen judío: dar gracias por el nacimiento de un niño, ofrecer un sacrificio en algunos momentos de la vida, entregar ofrendas o limosnas… y allí mismo, en el atrio, estaban instalados todos los que facilitaban lo animales, moneda y objetos necesarios y habían hecho de ello su forma de vida. Al final, como suele pasar con casi todo en la vida de los humanos, terminamos corriendo el riesgo de perder el sentido de para qué hacemos las cosas… y de ahí a entender el templo más como un mercado que como el lugar donde el corazón del hombre vive la experiencia religiosa sólo había un paso.
No nos pensemos que esto sólo ocurría entonces. En muchos santuarios a los que habréis acudido os habrá sobrecogido, impresionado o indignado ver tiendas y tiendas de medallas, rosarios y otros objetos; exvotos de cera colgados en las paredes; losas adheridas en los muros recordando el generoso donativo de la familia donante; estantes y vitrinas presentando libros de espiritualidad a módicos precios…
Si antes decíamos que Jesús quiso transformar el dónde encontrarse con Dios, ahora también creo que podemos afirmar que quiso transformar el cómo. La Casa del Padre es casa de oración. Parece que tiene mucho más valor que los sacrificios, ofrendas, donaciones… oración. Es decir, tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos que nos ama, como decía Santa Teresa de Jesús. ¿Cómo vives tú tu fe? ¿Cómo vives tu encuentro con Dios? ¿Qué constituye tu práctica religiosa? ¿Cuánto tratas de hacer crecer la amistad con Él?

La experiencia religiosa ayuda a poner límites
No puedo evitar reflexionar también sobre algo que rompe la visión dulzona y almibarada que suelen darnos de Jesús. Me parece que es fundamental para formarnos un buen criterio de qué es lo que Él nos pide.
Solemos quedarnos con un Jesús que tiene palabras dulces, de perdón, de amor, de poner la otra mejilla cuando nos abofetean… y nos olvidamos de su contundencia ante los fariseos, de sus duras palabras e insultos hacia quienes vivían en la hipocresía, de su petición de explicaciones al soldado que le abofetea ante Pilatos (¿no debía haber puesto la otra mejilla y callar?) o de la escena de hoy, trenzando unos azotes con los que expulsar del templo a los mercaderes. ¿Jesús se contradecía? Yo creo que no. Más bien nos da una buena lección: ser capaces de perdonar y aceptar las limitaciones del otro, pero al mismo tiempo ser veraces, fieles a la verdad, capaces de poner límites al otro, confiados en la justicia de Dios, exigentes con el respeto a la vida, a los derechos de las personas, y perdonar desde la exigencia, poner la otra mejilla alzando la voz al mismo tiempo reclamando que se sea justo, y utilizar si es necesario palabras duras y directas para que el prójimo corrija su camino torcido. También esas son formas de amar.
¿Cómo vivimos nosotros los límites que nos ponen? ¿Son, por ejemplo, los mandamientos de la ley de Dios un camino que nos libera y nos ayuda, o son meras imposiciones que vivimos como duras cargas a cumplir? ¿Qué se nos pongan límites significa vivir permanentemente asustados por el castigo? Y cuando nosotros vemos algo que es injusto, ¿somos capaces de ser contundentes a pesar de que eso nos sitúe en el conflicto?

RAMON GARCÍA
ramon@dabar.net



PARA LA ORACION

En este camino hacia la Pascua ayúdanos, Señor, a tomar conciencia de lo envejecidos que están nuestros corazones, y que tu gracia vaya regalándonos la ilusión, la vitalidad y la fortaleza para vivir como hombres y mujeres nuevos según el ejemplo de tu Hijo
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Elegiste, Señor, el pan y el vino, símbolos de lo cotidiano y de la fiesta, como signo de tu presencia permanente entre nosotros. Toma el esfuerzo de cada uno en las tareas de cada día, junto a nuestro ocio, nuestro tiempo de estar contigo y nuestro buscarte en el prójimo como la mejor ofrenda que podemos hacerte para que tú la transformes.
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En un mundo marcada por el individualismo fruto de nuestro egoísmo, y por el aislamiento fruto de nuestra evitación de los problemas, tu Hijo nos muestra que es posible luchar por la justicia y por todo aquello que nos haga vivir la realidad de tu reino, que nos regalas y está ya entre nosotros. Por eso, con la confianza puesta en que nos liberarás de nuestros miedos y de nuestra comodidad, nos unimos a todas las criaturas para cantarte un himno de alabanza.
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No sólo nos regalas, Señor, tu presencia entre nosotros, sino que eres el amigo tan íntimo que incluso eliges el corazón de cada uno para vivir en Él. Haz que sepamos ofrecerte la morada que mereces, y que esa presencia tan cercana nos haga vivir siempre contigo a nuestro lado como el amigo que nunca nos deja.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Vivimos en un mundo en el que muchos aún se preguntan dónde está Dios. Incluso nosotros, creyentes, en muchas ocasiones nos sentimos con mayor capacidad de encuentro con Él en este o aquél templo, en determinada celebración festiva o en algún santuario recóndito en el que le sentimos más cerca. Nuestra celebración de hoy nos invita una vez más a reunirnos en su nombre… y por eso sabemos que está entre nosotros. Nos invita a recordar sus palabras: yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo… y por eso sabemos que está entre nosotros. Y nos invita a abrirle nuestros corazones y dejar que su Espíritu entre en ellos. Es la mejor forma de saber que está entre nosotros. Comencemos, pues, nuestra celebración.

SALUDO
Que el Dios de la misericordia, que nos invita al encuentro con Él y que transforma nuestros corazones, esté con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Pidamos una vez más, hermanos, que el Señor nos conceda el regalo de una auténtica conversión, que transforme nuestros corazones y nuestras vidas, y que perdone nuestros pecados.
-Por vivir muchas veces nuestra fe más como una obligación que como un regalo, Señor, ten piedad.
-Por no dejar que tu presencia en nuestras vidas las transforme completamente, y olvidarnos de ser cristiano todos los días y a todas horas, Cristo, ten piedad.
-Por evitar demasiado a menudo los conflictos permitiendo muchas injusticias que ocurren a nuestro alrededor para evitar meternos en problemas, Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Cada vez que nace una relación de amistad surgen unas reglas del juego que, aunque no estén escritas, marcan de manera concreta cómo esos nuevos amigos van a mostrarse el amor mutuo que se tienen: te preocuparás por el otro, serás generoso, comprenderás las limitaciones, estarás siempre disponible… No son otra cosa que ciertos “mandamientos” que tácitamente los dos asumen. En la primera lectura Dios nos va a ofrecer su amistad y el camino para mantenerla: nos va a regalar sus mandamientos para que sepamos cómo ser fieles a su amistad.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 18)
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila.
Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
A muchos les ha costado y les cuesta entender cómo hace Dios las cosas. Seguro que habremos oído renegar de la fe a personas que no consiguen comprender la manera que tiene Dios de actuar: desde darnos libertad incluso para autodestruirnos, pasando por no utilizar su omnipotencia para salvarse de la cruz, o para evitar el dolor de sus hijos. Como los primeros cristianos, estamos invitados a comprender y aceptar a ese Dios que rompe los esquemas y que en muchas ocasiones desborda nuestra lógica tan limitada.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El templo de Jerusalén era el centro de la vida judía; era el lugar de la experiencia religiosa, del cumplimiento de los preceptos del buen devoto, y por tanto todo giraba a su alrededor. En ese contexto, hoy Jesús se muestra contundente, firme, y anuncia a un Dios que no se ciñe a los esquemas que los hombres le marcamos, y que más allá de eso, anuncia su promesa de resucitar, de estar siempre con nosotros, y de recordarnos que ha tomado carne para no quedarse encerrado en las cuatro paredes del templo.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Dejemos que el Espíritu Santo entre en nosotros y nos ayude a pedir como conviene, y recemos juntos por las necesidades de la Iglesia, del mundo y de todos los hombres
-Por la Iglesia, por el Papa, los obispos, los sacerdotes, religiosos y religiosas y por todos los fieles laicos. Para que nuestra vida sea una permanente búsqueda de dios, que está a nuestro lado, y nuestra práctica religiosa sea un intento por vivir el evangelio todos los días de nuestra vida. Roguemos al Señor.
-Por los que dirigen los gobiernos de todos los países. Para que sean conscientes de su obligación de crear un mundo cada día en constante perfeccionamiento, y olvidando sus intereses particulares contribuyan a una nueva humanidad definida por la paz, la justicia, la igualdad, el respeto… que no son otra cosa sino el Reino de Dios que está ya entre nosotros y debemos colaborar para que fructifique. Roguemos al Señor.
-Por todos los que sufren, víctimas de la injusticia, de la explotación, de la violencia. Ara que encuentren la ayuda de Dios, que está presente en sus vidas también en el dolor y el sufrimiento. Y para que nosotros sepamos aportar nuestros esfuerzos para reclamar el fin de su sufrimiento. Roguemos al Señor.
-Por cuantos nos preparamos en esta Cuaresma para celebrar la gran fiesta de la Pascua. Que la esperanza firme en la promesa de Jesús nos anime a superar nuestras caídas, a formular nuevos propósitos de conversión, y a dejar que sea Dios el que transforme nuestros corazones. Roguemos al Señor.
Oración: Ayúdanos, Padre, a caminar con paso firme al encuentro contigo, y si por debilidad, por error o por orgullo no sabemos acercarnos a ti, regálanos siempre tu presencia que nos haga encontrar de nuevo el camino. Te lo pedimos por tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

DESPEDIDA
La promesa del Señor se nos anuncia una vez más: Él quiere salvarnos, y necesita simplemente que nos abramos a esa salvación. Ahora, al volver a nuestras vidas, no abandonemos su presencia, y que todo cuanto hagamos, digamos o sintamos siga teniéndole a Él delante para así poder vivir en cristianos cada minuto de nuestra existencia. Vayamos en paz.




CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: No adoréis a nadie más que a Él; Cristo nos da la libertad; Hoy vuelvo de lejos.
Acto penitencial: Señor ten piedad del disco "Dios es Amor".
Salmo: LdS o El Salmo de Palazón (2 CLN D 43).
Ofertorio: Yo no soy nada de Luis Alfredo, del disco "Ven Espíritu Santo"
Santo: del nuevo disco titulado "12 Canciones Religiosas y Litúrgicas para el siglo XXI".
Comunión: Alabad al Señor (popular); Cristo fue sincero del disco "Cristo Libertador"; Un mandamiento nuevo.
Final: Victoria, Tú reinarás.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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