Jueves Santo: Hora Santa - Día del Amor y de la Noche Oscura

Publicado por Cipecar

EL DIÁLOGO MÁS HERMOSO DE JESÚS CON LA HUMANIDAD

Te alabamos y te glorificamos, Señor Jesús, por la belleza de tu diálogo de amor. Cuando todos te dejan solo, cuando en torno a ti se forma un cerco de silencio cómplice, Tú, Jesús, das un paso al frente y, en torno a una mesa, partes tu pan y repartes tu palabra. El diálogo más hermoso se abre paso, porque tu amor quiere ser amado.

En realidad toda tu vida fue un diálogo de amor. Tu encarnación es el diálogo que has querido tener con toda la humanidad, hasta convertir la creación en tienda de encuentro y el corazón en morada donde se gustan tus amores.

Tu deseo de dialogar, de “tratar de amistad”, se vistió unas veces de gestos de ternura hacia los más perdidos y orillados -¡qué ganas tenías de llegar a ellos y tocar sus heridas con tu mano y cómo te alegró que te respondieran con el gozo!-; otras veces el diálogo se asomó en ti, Jesús, como un silencio orante lleno de músicas sonoras por dentro, a las que el Padre respondía llamándote Hijo muy amado.

En muchas ocasiones el diálogo te salió del corazón como un torrente de palabras claras, sencillas, con las que anunciabas la novedad del Reino. Como ti se te rebosara la copa, tu fuente no hacía más que manar y manar. Con qué alegría recogiste de las orillas las palabras de los últimos, apenas sin voz, para colocarlas en el centro y darles importancia.

Y ahora, en los momentos difíciles del abandono, la traición y la condena, cuando el odio se espesa y se hace muerte, el diálogo te brota como un amor de siervo, que se pone en medio y lava los pies de los discípulos. Tu diálogo es un pan que se parte y se reparte. Tu diálogo es la confianza creativa con que miras de nuevo a tus amigos para invitarles a que hagan lo que tú has hecho.

Jesús, con tu diálogo increíble, desatas los nudos de la muerte, acercas las distancias que ha trazado el odio, abres las puertas cerradas por el miedo, enciendes una luz y huye la oscuridad atemorizada, abres camino en todas las estepas donde las gentes, escépticas, habían perdido el rastro al Dios de la ternura, cuyo oficio es bendecir.

Que el Padre no está lejos de sus hijos, nos dices en medio de la mesa. Que lo divino y lo humano se abrazan en tus gestos de entrega, nos sigues comunicando. Que Tú mismo te haces “cena que recrea y enamora”. De todo podemos hablar, de lo divino y de lo humano. Y nuestra alma, tan dormida, se despierta y empiezan a aflorar en nosotros los lenguajes, tan inusitados, del alma, que Tú has redimido con tu entrega.

Recibimos de Ti a manos llenas y te damos nuestro amor en palabras silenciosas de adoración, en palabras de llanto por no haber respondido tantas veces a tu amor. Dar y recibir. La emoción tan honda de tu entrega hasta la muerte, la belleza de tu rostro sin belleza que nos mira, rompen nuestro corazón de piedra y nos regalan un corazón de carne, como el tuyo.

Una vez más nos has enseñado con la vida. Tus gestos y palabras son tu forma de dialogar con nosotros, de amarnos hasta el extremo. Tu abrazo a la cruz es la forma nueva que tienes de compartir nuestro dolor, nuestras preguntas, nuestras búsquedas constantes de sentido.

Y ahora, permítenos una petición en este día de tu diálogo sorprendente de amor. Enséñanos a dialogar. Danos humildad para no imponer nuestra verdad, para buscarla juntas, en comunidad. Ayúdanos a callar cuando nuestras palabras sean lanzas que hieren y abren barrancos en la confianza. No dejes que tapemos la boca a quien no sabe decirse o se dice con lentitud. Danos la sensatez de reconocer errores y pedir el perdón. Pon en nuestros oídos la valentía de escuchar opiniones que no son como las nuestras, pero que buscan, como nosotros, la fuente. Danos el atrevimiento de iniciar cada día y cada noche diálogos de amor contigo, que se traduzcan en panes repartidos y en lavatorios de pies ininterrumpidos. Amén.

ORACIÓN EN LA NOCHE OSCURA DE JESUS

Motivación

Quizás no tengas ganas de orar. Reconocerlo es bueno porque te ayuda a ponerte en verdad. Pero no se trata de tener ganas o no, se trata de una petición de Jesús. Es El quien te pide que ores con El. Te necesita. No te hagas muchas preguntas. Te necesita y eso basta. Atrévete a orar con Él. Muchas veces abrió Jesús su corazón para expresar el gozo del Reino, ahora abre su corazón para gritar su angustia y su tristeza al Padre. No busques una experiencia placentera. Hay momentos en los que el amor se expresa con silencios, con gestos pocos ruidosos en los que solo decimos que estamos, que estamos con El. Si entras en el corazón orante de Jesús, verás muy cerca el rostro de María y los rostros de los mejores amigos y amigas de Jesús que no quieren dejarle solo en la noche, verás a todos los que están cerca de los pobres, los enfermos, los inmigrantes, porque en todos ellos ven a Jesús que sufre.

Deja que sea Jesús quien ore. Tú, únete a El. No dirá muchas palabras, porque ahora el silencio crucificado es la mejor forma de decir el amor. Y además, si no comprendes su mirada de amor en la cruz, tampoco entenderás largas explicaciones. Busca una hora en la noche. Acércate a un sagrario. Ten a mano los Evangelios para leer algunos textos. Empieza a orar con Jesús.

I. JESÚS PONE SU VIDA EN LAS MANOS DEL PADRE

Tienes delante las palabras orantes de Jesús en la noche. En concreto las que nos narra el evangelista Juan en Jn 17,1-5. Si te ayudan, puedes seguir estos pasos:

1. INVOCA AL ESPÍRITU SANTO

Pídele la luz y la sabiduría del corazón, que te abra el entendimiento. Pídele que te conceda la humildad, que es la puerta para entrar en la intimidad orante de Jesús.

2. TEN EN CUENTA LA SITUACION EN QUE SE ENCUETRA JESUS

Jesús ha recorrido los caminos de Palestina. Se ha encontrado con pobres, con enfermos, con pecadores. También le han salido al paso los que tenían el poder. Abiertamente ha comunicado su mensaje en plazas y calles. Ahora, solo habla abiertamente con el Padre, con quien, por otra parte, ha estado en comunicación permanente. El ha venido a cumplir su voluntad. El ruido del odio no puede apagar el murmullo del amor.

3. LEE EL TEXTO EVANGÉLICO

Hazlo con una lectura pausada, casi masticando las palabras. Lee el texto varias veces.

4. HAZ SILENCIO

Deja que las palabras de Jesús te resuenen por dentro. Subraya los acentos que más te hablan.

5. EVOCA-DEJA QUE TE RESUENE LA ORACIÓN DE JESÚS:

¿Qué aspectos te han llamado la atención en estas palabras de Jesús? Fíjate en dos o tres.

6. ¿QUÉ DICE ESTA ORACIÓN DE TI?

“Esta historia es mi historia”

¿En qué interpela tu vida? ¿Qué dice de ti?

7. RESPONDE

¿A qué te lleva lo que ora Jesús? ¿Qué compromiso te está pidiendo?

8. ORA

Termina haciendo espontáneamente una oración a que brote de la sinceridad de tu corazón.

9. ABRE TUS MANOS Y ENTREGA, COMO JESÚS, TU VIDA AL PADRE

(Gesto: manos abiertas)
En tus manos de Padre pongo mi vida,
mis esperanzas y miedos,
mis alegrías y fracasos,
mi momento presente y mi mañana.

Te confío mi vida,
mis horas difíciles y oscuras,
mis momentos de paz, de lucha y de gozo,
con todo el amor que Jesús me ha regalado.

También pongo en tus manos amorosas de Padre
las personas que llevo en el corazón,
los dolores y gozos de la humanidad.

Con Jesús, me fío de Ti,
Dios de la Vida y del Amor.
Hágase tu proyecto. Amén.


10. CANTA

El Señor Dios nos amó como nadie amó jamás.
El nos guía como estrella cuando no existe la luz.
El nos da todo su amor mientras la fracción del pan,
es el pan de la amistad, el pan de Dios.

ES MI CUERPO, TOMAD Y COMED.
ESTA ES MI SANGRE, TOMAD Y BEBED.
PUES YO SOY LA VIDA, YO SOY EL AMOR.
OH SEÑOR, CONDÚCENOS HASTA TU AMOR.

El Señor Dios nos amó como nadie amó jamás.
El reúne a los hombres y les da a vivir su amor.
Los cristianos todos ya miembros de su cuerpo son.
Nadie puede separarse de su amor.

ES MI CUERPO, TOMAD Y COMED.
ESTA ES MI SANGRE, TOMAD Y BEBED.
PUES YO SOY LA VIDA, YO SOY EL AMOR.
OH SEÑOR, CONDÚCENOS HASTA TU AMOR.

II. JESÚS ORA POR LA COMUNIDAD DE SUS AMIGOS

El texto evangélico que te proponemos para este segundo momento es el Jn 17,6-9. Jesús continúa orando al Padre. Aparecen los discípulos en su diálogo orante. Desea que el Espíritu comunique a sus amigos la fortaleza para el testimonio en medio de un ambiente contrario al proyecto de amor universal que trae el Reino.

Sigue los pasos que hemos señalado en el apartado anterior con ligeras variaciones.

Canta: DONDE HAY CARIDAD Y AMOR, AHÍ ESTÁ EL SEÑOR

Piensa en las personas que llevas en tu corazón. Pronuncia en silencio sus nombres.

Ora por ellos.
Padre, gracias por las personas que viven en mi corazón.
Tú me las has dado a lo largo del camino.
Muchas veces he hablado de Ti con esos amigos.
Saben que todo lo que soy, Tú me lo has dado.
Yo sé que te llevan muy grabado en lo hondo del corazón.
Te ruego por cada uno, por cada una.
Derrama tu Espíritu sobre todos ellos,
para que sean testigos de tu vida en el mundo.
Que el Amor de Jesús esté siempre en su corazón.

III. JESÚS ENTREGA LA HUMANIDAD AL PADRE

El texto evangélico que te proponemos para este tercer momento es el Jn 17,20-23. Jesús continúa orando al Padre. En su diálogo amoroso con el Padre aparecen los que todavía no nos cristianos. Jesús confía en el Padre y en el Espíritu; está seguro de que su obra continuará; siempre habrá hombres y mujeres que respondan a la llamada y acojan en sus corazones el regalo del amor de Dios. Pide y desea que la nueva humanidad goce y se realice viviendo adheridos a su Persona, siguiendo sus huellas de amor. La comunión de todos será fundamental para que posible y visible el testimonio.

Sigue los pasos que hemos señalado en el apartado anterior con ligeras variaciones.

Canta: LA MISERICORDIA DEL SEÑOR, CADA DÍA CANTARÉ

Ora
Padre, me brota el asombro en esta noche.
¡Qué fidelidad la de Jesús a tu proyecto!
¡Con qué decisión entrega su vida!
En esta noche, ésta es mi oración a Ti,
que eres Padre de la misericordia entrañable.
Envía tu Espíritu para que haya hombres y mujeres
que continúen haciendo presente en el mundo
la forma de amar de Jesús,
la gratuidad y la ternura de Jesús,
el cuidado de la vida que tenía Jesús.

IV. JESÚS ENVÍA A SUS AMIGOS A VIVIR EL AMOR

El texto evangélico que te proponemos para este cuarto momento es el Jn 17,24-26. Jesús continúa orando al Padre. Sabe que ha llegado su hora. En la cruz va a revelar el amor incondicional y gratuito del Padre. Todo lo pone en manos del Padre. El grano de trigo muere para dar mucho fruto. De su costado surgirá, bella, la Iglesia.

Sigue los pasos que hemos señalado en el apartado anterior con ligeras variaciones.

Ora
Padre, que manifiestas tu ternura a todos tus hijo e hijas.
Enséñame a acoger a todos los que están en las orillas de la vida.
Aquí estoy.
Envíame a anunciar la buena noticia del Reino.
Llévame donde los hombres y mujeres necesiten tus palabras,
donde falte la esperanza, la alegría, la ternura.
Llevando siempre en el corazón
el Evangelio de tu Hijo Jesús,
concédeme la fortaleza y la sabiduría
para decir a los que encuentre en el camino,
que en la mesa del Reino hay sitio para todos,
porque en tu corazón de Padre
hay una morada preparada para todos. Amén.