Por Clemente Sobrado C. P.
Hay cosas que no resultan fáciles de entender, al menos, para cuantos entendemos las cosas al estilo de todo el mundo. Tampoco Pilato entendió nada. Jesús se lo dijo y lo confesó abiertamente a sus propias narices: “Yo soy rey, claro que mi reino no es de este mundo”. ¿Y sabes por qué no es de este mundo? Claro que no lo sabes. Es que mi reino está en “ser testigo de la verdad”. Y eso ¿cómo la va a entender Pilato si está acostumbrado a hacer de la verdad lo que a él le interesa y le conviene?
Pero eso tampoco lo solemos entender demasiado nosotros. ¿No llevamos todos mucho de Pilato en nuestras vidas? ¿A caso no decimos que en política todo vale?
Vale la mentira.
Vale el engaño.
Vale la falsa promesa.
Vale la falsa imagen.
Yo no sabía que los candidatos a presidentes necesitaban de “asesor de imagen” y hasta un ¡maquillador! Yo sabía que eso se daba en televisión y las novias para casarse. Pero para ganar unas elecciones, ¡vaya por Dios!
Y claro, a Jesús le faltaron las dos cosas:
Le faltó un “asesor de imagen” y le falto un “maquillador”. Por eso se presentó como un reo condenado a muerte, coronado de espinas, azotado y cargando una cruz, como el hombre que prefiere el poder del amor al poder de la fuerza.
No, Jesús, así no. Así el mundo no te acepta como rey. Necesitas de uno de esos “asesores de imagen” que te diga cómo presentarte en público:
Con cara maquillada.
Con cara sonriente.
Con cara de mentira camuflada de promesas.
Y eso sí. Nada de cruces ni crucificados.
Nada de decir “el que quiera seguirme, bueno, digamos votarme en las urnas, que tome su cruz y me siga”. Así no. Así ni tus discípulos te van a seguir.
El mundo no entiende de esas cosas que son del pasado. Ahora nos interesa más el cuidado de nuestro maquillaje, la buena apariencia, la sonrisa aunque sea postiza y para un rato ante las cámaras de TV.
Ya sabes, para la próxima, si quieres tener éxito, “en política todo vale”.
Además no se te ocurra venir con eso de “ser testigo de la verdad”. Hoy eso ya no se lleva. Al menos di “testigo de la mentira camuflada de verdad” porque eso nos va mucho mejor. ¿No te das cuenta de que hoy todo el mundo miente?
Mienten los hijos a los padres.
Mienten los padres a los hijos.
Mienten los esposos a las esposas.
Mienten las esposas a los esposos.
Mienten los seglares.
Mienten los curas.
Mienten los Obispos.
Mienten los políticos.
Mienten los vendedores.
Miente todo el mundo.
¿A caso somos lo que decimos ser?
¿A caso vivimos lo que hablamos?
¿Tú crees que hoy con la verdad vas a llegar muy lejos?
Con la verdad te arruinas, te lo digo yo por experiencia. Alguien me dijo un día: “Padre, usted con la verdad y yo con la mentira, pero con dinero, le gano”.
Hoy lo importante no es la verdad del ser, sino del aparentar.
Hoy lo importante no es la coherencia de las vidas, sino que a uno se lo crean.
Hoy lo importante es que a uno no le descubran.
Y si te descubren, para eso tenemos buenos abogados que nos defiendan.
Además, si quieres mi consejo Señor, no hables de un “reino que no es de este mundo”.
Si lo único que a la gente le interesa es este mundo.
Pasárselo bien ahora. La vida hay que vivirla y sacarle el jugo.
Si lo único que a la gente le va son las cosas de este mundo.
Lo del otro mundo no está mal para después de la muerte.
Pero mientras vivimos, lo importante es lo de este mundo.
Pero eso tampoco lo solemos entender demasiado nosotros. ¿No llevamos todos mucho de Pilato en nuestras vidas? ¿A caso no decimos que en política todo vale?
Vale la mentira.
Vale el engaño.
Vale la falsa promesa.
Vale la falsa imagen.
Yo no sabía que los candidatos a presidentes necesitaban de “asesor de imagen” y hasta un ¡maquillador! Yo sabía que eso se daba en televisión y las novias para casarse. Pero para ganar unas elecciones, ¡vaya por Dios!
Y claro, a Jesús le faltaron las dos cosas:
Le faltó un “asesor de imagen” y le falto un “maquillador”. Por eso se presentó como un reo condenado a muerte, coronado de espinas, azotado y cargando una cruz, como el hombre que prefiere el poder del amor al poder de la fuerza.
No, Jesús, así no. Así el mundo no te acepta como rey. Necesitas de uno de esos “asesores de imagen” que te diga cómo presentarte en público:
Con cara maquillada.
Con cara sonriente.
Con cara de mentira camuflada de promesas.
Y eso sí. Nada de cruces ni crucificados.
Nada de decir “el que quiera seguirme, bueno, digamos votarme en las urnas, que tome su cruz y me siga”. Así no. Así ni tus discípulos te van a seguir.
El mundo no entiende de esas cosas que son del pasado. Ahora nos interesa más el cuidado de nuestro maquillaje, la buena apariencia, la sonrisa aunque sea postiza y para un rato ante las cámaras de TV.
Ya sabes, para la próxima, si quieres tener éxito, “en política todo vale”.
Además no se te ocurra venir con eso de “ser testigo de la verdad”. Hoy eso ya no se lleva. Al menos di “testigo de la mentira camuflada de verdad” porque eso nos va mucho mejor. ¿No te das cuenta de que hoy todo el mundo miente?
Mienten los hijos a los padres.
Mienten los padres a los hijos.
Mienten los esposos a las esposas.
Mienten las esposas a los esposos.
Mienten los seglares.
Mienten los curas.
Mienten los Obispos.
Mienten los políticos.
Mienten los vendedores.
Miente todo el mundo.
¿A caso somos lo que decimos ser?
¿A caso vivimos lo que hablamos?
¿Tú crees que hoy con la verdad vas a llegar muy lejos?
Con la verdad te arruinas, te lo digo yo por experiencia. Alguien me dijo un día: “Padre, usted con la verdad y yo con la mentira, pero con dinero, le gano”.
Hoy lo importante no es la verdad del ser, sino del aparentar.
Hoy lo importante no es la coherencia de las vidas, sino que a uno se lo crean.
Hoy lo importante es que a uno no le descubran.
Y si te descubren, para eso tenemos buenos abogados que nos defiendan.
Además, si quieres mi consejo Señor, no hables de un “reino que no es de este mundo”.
Si lo único que a la gente le interesa es este mundo.
Pasárselo bien ahora. La vida hay que vivirla y sacarle el jugo.
Si lo único que a la gente le va son las cosas de este mundo.
Lo del otro mundo no está mal para después de la muerte.
Pero mientras vivimos, lo importante es lo de este mundo.
Oración
Señor: Te admiro por tu sinceridad y por tu valentía.
Tú no eres de los que disimulan la verdad para caer bien.
Ni la disimulas aunque todo el mundo te deje y te abandone.
Aún así yo te acepto como eres, sin maquillajes, condenado y crucificado.
Quiero aceptarte como el Rey “testigo de la verdad”.
Haz de mi también uno de esos testigos, aunque a veces me complique la vida.
Señor: Te admiro por tu sinceridad y por tu valentía.
Tú no eres de los que disimulan la verdad para caer bien.
Ni la disimulas aunque todo el mundo te deje y te abandone.
Aún así yo te acepto como eres, sin maquillajes, condenado y crucificado.
Quiero aceptarte como el Rey “testigo de la verdad”.
Haz de mi también uno de esos testigos, aunque a veces me complique la vida.
Clemente Sobrado C. P.
www.iglesiaquecamina.com
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