SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS
Por José María Maruri, SJ
Por José María Maruri, SJ
1.- ¿Por qué comenzamos el año con una fiesta de la Virgen? Porque fue María la que llevando a Jesús de su mano le enseñó a dar sus primeros pasos, y de la misma manera nos enseñará a nosotros a seguir los pasos del Niño Dios, también de su mano maternal. Así de una mano de María el Niño Dios y de otra, cada uno de nosotros esperemos caminar todo el año de 2010, aunque sea a trompicones, con tal que el Niño no se ponga a correr demasiado.
Es notable que aunque la fiesta es de Santa María, Madre de Dios, toda la liturgia insiste en María Virgen y Madre. María es La Virgen con mayúscula, para distinguirla de esas otras muchas vírgenes que han consagrado a Dios su virginidad. La virginidad de María creo yo que hace referencia directa a la Virginidad del Padre Eterno, que engendró a su Hijo sin participación de nadie, y la Virgen también engendró a su Hijo (el mismo Hijo de Dios) sin participación de hombre alguno.
2.- No cabe duda que la devoción a la Virgen María ha disminuido mucho entre nosotros. España yo no es la tierra de María Santísima. Y mucha culpa la tenemos los curas que a raíz del Concilio Vaticano II nos dimos prisa a quitar las imágenes de la Virgen de los altares sin caer en la cuenta de que cuando se quita de un altar a María, el Niño se baja también… y ahí tenemos el cristianismo que ahora nos gastamos.
3.- El que ha encumbrado tanto a María hasta elevarla al limite posible de la divinidad (sin jamás pasarlo, claro) es el mismo Dios que la ha hecho su Madre. Pero si vais a ver a ver el único título del que no consta por los evangelios que a María se enorgulleció fue de ser “la esclava del Señor”. Y eso a todos nosotros, sus hijos, nos enorgullece por aquello de Esclava del Señor, que cuanto mayor es el Señor más se ennoblece el esclavo.
Pero cuando eso de esclavo se refiere a los demás, nosotros, como lo interpreto Jesús poniéndose a lavar los pies de los apóstoles, eso ya es otra cosa, porque pensemos en los hermanitos que nos han tocado en suerte, molestos, antipáticos, sucios, ya no nos ennoblece tanto.
4.- Lo que Jesús y María, su Madre, nos enseñan con eso de ser esclavo de los demás es que ser cristiano es pasar por el mundo, siendo las manos visibles de la providencia de Dios en nuestra sociedad.
5.- Yo os aconsejo que le pidáis a la Virgen que os enseñe esas manos que siempre vemos unidas en oración y veréis que, en realidad, son manos de Esclava del Señor
--callosas y endurecidas de voltear la piedra que muele el trigo.
--ásperas y cortadas por el frío del agua del río o de la fuente.
--manchadas de grasa y de hollín.
--temblorosas cerrando los ojos del esposo querido.
--manos que desearon ser de pluma y algodón al recibir el cuerpo llagado del Hijo bajado de la Cruz.
Que nuestra madre nos enseñe a juntar las manos en oración y a abrirlas al servicio de nuestros hermanos, también hijos de nuestra misma Madre,
Es notable que aunque la fiesta es de Santa María, Madre de Dios, toda la liturgia insiste en María Virgen y Madre. María es La Virgen con mayúscula, para distinguirla de esas otras muchas vírgenes que han consagrado a Dios su virginidad. La virginidad de María creo yo que hace referencia directa a la Virginidad del Padre Eterno, que engendró a su Hijo sin participación de nadie, y la Virgen también engendró a su Hijo (el mismo Hijo de Dios) sin participación de hombre alguno.
2.- No cabe duda que la devoción a la Virgen María ha disminuido mucho entre nosotros. España yo no es la tierra de María Santísima. Y mucha culpa la tenemos los curas que a raíz del Concilio Vaticano II nos dimos prisa a quitar las imágenes de la Virgen de los altares sin caer en la cuenta de que cuando se quita de un altar a María, el Niño se baja también… y ahí tenemos el cristianismo que ahora nos gastamos.
3.- El que ha encumbrado tanto a María hasta elevarla al limite posible de la divinidad (sin jamás pasarlo, claro) es el mismo Dios que la ha hecho su Madre. Pero si vais a ver a ver el único título del que no consta por los evangelios que a María se enorgulleció fue de ser “la esclava del Señor”. Y eso a todos nosotros, sus hijos, nos enorgullece por aquello de Esclava del Señor, que cuanto mayor es el Señor más se ennoblece el esclavo.
Pero cuando eso de esclavo se refiere a los demás, nosotros, como lo interpreto Jesús poniéndose a lavar los pies de los apóstoles, eso ya es otra cosa, porque pensemos en los hermanitos que nos han tocado en suerte, molestos, antipáticos, sucios, ya no nos ennoblece tanto.
4.- Lo que Jesús y María, su Madre, nos enseñan con eso de ser esclavo de los demás es que ser cristiano es pasar por el mundo, siendo las manos visibles de la providencia de Dios en nuestra sociedad.
5.- Yo os aconsejo que le pidáis a la Virgen que os enseñe esas manos que siempre vemos unidas en oración y veréis que, en realidad, son manos de Esclava del Señor
--callosas y endurecidas de voltear la piedra que muele el trigo.
--ásperas y cortadas por el frío del agua del río o de la fuente.
--manchadas de grasa y de hollín.
--temblorosas cerrando los ojos del esposo querido.
--manos que desearon ser de pluma y algodón al recibir el cuerpo llagado del Hijo bajado de la Cruz.
Que nuestra madre nos enseñe a juntar las manos en oración y a abrirlas al servicio de nuestros hermanos, también hijos de nuestra misma Madre,
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