NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

martes, 30 de marzo de 2010

Homilías para el Jueves Santo - Misa de la Cena del Señor (Juan 13, 1-15)


Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

HOMILÍA 1

La vida de Jesús, "el borracho y comilón", difícilmente se puede entender sin sentarlo a una mesa. Especialmente la mesa de la ÚLTIMA CENA.

Los hombres de todos los tiempos y lugares celebran la vida de familia, la hospitalidad y la amistad en torno a una mesa.

¿Cuándo el señor de la casa se siente más Señor?
Cuando reúne a sus invitados en torno a su mesa.
¿Cuándo el señor de la casa se siente más feliz?
Conversando en torno a su mesa.
¿Cuándo el señor de la casa se siente más padre?
En torno a su mesa.
¿Cuándo los niños se quejan más, piden más, dan más trabajo?
En torno a la mesa.
¿Cuándo sentimos más el gozo de la compañía y la amistad?
En torno a la mesa.
¿Cuándo tenemos algo que celebrar, en qué pensamos primero?
En poner la mesa.

Los primeros cristianos decían: "No podemos vivir sin celebrar el día, la mesa, del Señor".

"Deja todo el día del Señor y corre a tu asamblea porque es tu alabanza de Dios. De otro modo, ¿qué excusa presentarán a Dios los que no se reúnen para escuchar la palabra de vida y alimentarse con el divino alimento que perdura para siempre? (Didascalia)

Durante la persecución de Diocleciano, desafiando al emperador, los mártires de Abilinia confesaban : "Sin miedo celebramos la Cena del Señor porque no podemos faltar, es nuestra ley". "Sí, yo fui a la asamblea y celebré la Cena del Señor con mis hermanos porque soy cristiano".

La Eucaristía que celebramos cada domingo desde aquella primera Eucaristía que celebró Jesús en el cenáculo nunca ha dejado de celebrarse. Tal vez sea el único mandato de Jesús que la iglesia ha cumplido fielmente hasta hoy.

La Eucaristía hace tres cosas.

Reunión. Congrega a los seguidores de Jesús en torno a una mesa. Reúne a gentes de toda raza, lengua y nación para compartir el único banquete de Cristo. Los bautizados sabemos que no nos salvamos solos sino como miembros del Cuerpo de Cristo, del pueblo de Dios.

Afirmación. "Ninguna actividad de la iglesia es tan vital y constructora de la comunidad como la celebración del día del Señor y de la Eucaristía". Es el abrazo de Cristo a todos los marginados, a todos los no queridos ni amados del mundo. Todas las etiquetas que discriminan a las personas son superadas en torno a la mesa del Señor Jesús.

Reto. Nuestra participación en torno a la mesa del Señor declara que los comensales se comprometen a redimir el mundo por el amor. Caminamos hacia el "último Día del Señor", al domingo sin fin. Anticipamos la fiesta escatológica de las "Bodas del Cordero". Apocalipsis 19,9.

El día de Jueves Santo recordamos las dos tradiciones de la Última Cena.

La tradición cultual, narración de la institución, de Pablo, Lucas, Mateo y Marcos y la tradición testamento de Juan 13,17.

Ambas tradiciones son necesarias. "Haced esto"… en el culto, en el sacrificio de alabanza y "Ejemplo os he dado"… en el diario sacrificio de la vida, en el servicio, en el lavatorio de los pies. El ritual del servicio y la estima de los hermanos más pobres. Lavar los pies de los huéspedes es un trabajo de esclavos. No se puede afirmar de una manera más elocuente que lavar los pies de los hermanos corresponde a la naturaleza del compartir eucarístico: alimentar los cuerpos y las almas se hace tanto mejor cuanto se respeta la dignidad y la libertad de aquellos a los que se lava los pies.



HOMILÍA 2

"Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo".

Es fácil decir "te quiero"; pero es más difícil ser fiel al amor y demostrar el amor.

¿Cómo dijo Jesús, "te quiero"? ¿Cómo nos demostró Jesús su amor?

El amor no puede morir mil veces pero Jesús muere cada día, cada hora, muere en el altar. Este es el amor que se hace Eucaristía.

En su última cena, en aquel primer Jueves Santo, Jesús dijo:

Me voy, pero quiero quedarme. Y se fue. Y también se quedó.

Os dejo, pero quiero permanecer con vosotros. Y nos dejó. Y se quedó con nosotros.

No me veréis, pero quiero dejaros mi verdadera presencia. ¿Cómo? "Esto es mi cuerpo… Esta es mi sangre"…

En su ausencia, nos dejó su presencia real. La Eucaristía no es un regalo de una sola cara. Exige una respuesta. El amor llama al amor. La Eucaristía es un intercambio. Y nuestra respuesta tiene que ser la de un intercambio de amor.

Jueves Santo. ¿Cómo dijo Jesús, "te quiero"? ¿Cómo nos demostró su amor?

El amor se pone el delantal y lava los pies.

Lo que Jesús hace humildemente aquella noche es símbolo de lo que hará al día siguiente en el Calvario por todos los que ama.

"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"

Cuando me llamasteis, yo no me hice el sordo.

Cuando seguisteis vuestro propio camino, yo os esperé.

Cuando dudasteis de mí, yo no os rechacé.

"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"

En un tiempo en el que el poder cuenta, yo vine a vosotros como niño.

En un mundo de fuerza y violencia, yo me hice el menor entre vosotros.

En un mundo en el que el dinero habla, yo os hablé como un pobre.

En un mundo en el que todos pisotean a los demás para trepar, yo os lavé los pies.

"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?"

Vosotros buscáis expertos para la liberación, yo traigo una sabiduría diferente.

Vosotros ponéis vuestra confianza en un gobierno fuerte, yo vine como servidor.

Vosotros creéis en almacenar y guardar, yo me desprendí de todo.

Vosotros trabajáis mucho para comer y beber, yo os alimenté sin cobrar nada.

Vosotros derramáis la sangre del hermano para salvaros, yo derramé mi sangre para salvar a mi pueblo.

"¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?

Vosotros me llamáis Señor y Maestro… Os he dado ejemplo. Haced lo mismo.

Jueves Santo. Amor en delantal, amor en acción, amor para siempre.



HOMILÍA 3

Esta es la mesa donde la iglesia comienza.

Hoy el Señor comparte con nosotros el pan de la Alianza.

Pone en nuestras manos la señal de la Pascua.

Nuestros corazones se asombran y quieren mejor entender, pero es la palabra quien habla.

Jesús nos pregunta: ¿Cómo mediréis el amor que os doy?

Esta mesa, este altar, donde la iglesia comienza y es alimentada es el eslabón que une lo que Jesús hizo y lo que nosotros hacemos cada vez que celebramos la Eucaristía.

Hermanos, sí, queremos ver a Jesús, queremos escucharle, queremos que esté cerca de nosotros y sentir su presencia.

Si Jesús, nuestro Señor y Maestro, estuviera aquí, decimos, las cosas serían muy distintas y nosotros seríamos también muy distintos. Pero no está aquí, está ausente. Esta es la razón por la que las cosas y las personas son como son.

Hay muchas maneras de estar presente sin estar presente en persona.

La Eucaristía es el sacramento de la presencia del Señor en su ausencia. El pan que el Señor comparte con nosotros es el signo de su presencia. El pan que compartimos con los hermanos es el sacramento de su presencia. Este tipo de presencia a muchos se les antoja soso y poco elocuente y por esa razón la Eucaristía no les interesa y no la frecuentan.

Esta es "la tradición que nosotros, los católicos, nosotros, los discípulos hemos recibido del Señor". Y Jesús nos dice: "Haced esto en memoria mía". Una tradición todavía viva, que tenemos que guardar y entregar a otros y que tenemos que amar.

Los primeros cristianos solían decir: "No podemos vivir sin celebrar el Día del Señor, sin celebrar la Eucaristía". La Eucaristía es el corazón de la iglesia y de la fe y se remonta a la mesa de la amistad del mismo Jesús.

Esta reunión, esta comunidad no tiene sentido, es aburrida y vacía, si se celebra sin fe y sin compromiso. A Jesús sólo se le ve con los ojos de la fe. Sólo está presente en los corazones de los creyentes. Sólo se revela a los que alimentan su fe en su mesa.

En la Última Cena Jesús hizo un gesto profético. El Lavatorio de los pies es una revelación. Conocemos a Jesús no tanto por lo que dijo sino por lo que hizo. Y esta noche, sin decir una palabra, Jesús nos ofrece su mejor discurso.

El Lavatorio de los pies significa:

Humildad: todos hijos de Dios, todos tratados como tales.

Obediencia: Dios quiere que Jesús sea para los demás.

Servicio: Vine a servir, no a ser servido.

Hermandad: Vosotros sois hermanos.

Compromiso: Lucha por la justicia y la paz.

Acción: Haced algo tangible para demostrar el amor.

Qué difícil es entender el mandamiento de Jesús y sus gestos y qué difícil es ponerlos en práctica.

Vivimos en la jungla donde sobreviven los más fuertes y Jesús lavó los pies para decirnos que los más fuertes deben cuidar y amar a los más necesitados.

El primer efecto de cada eucaristía que celebramos debería ser el de la hermandad. Y nuestra hermandad debería ser una oración y un grito de alegría, de amor y de servicio por la paz y la justicia.

Haced esto en memoria mía. La Eucaristía dominical es nuestra maravillosa rutina, rutina de amor. Hoy, invitados todos a sacudirnos la rutina porque en el amor no puede haber rutina. Hoy, invitados a pedirle a nuestro querido Dios que nos dé la gracia de acogerle y recibirle como si fuera nuestra Primera Comunión, nuestra última Comunión, mi única Comunión.

El alimento que nos da el Señor es un alimento peligroso. Es alimento para el servicio, alimento para derramarse en el día a día , alimento de muerte y de resurrección.

Haced lo mismo. No es un consejito piadoso. Es un mandamiento.



HOMILÍA 4

Estamos aquí esta noche porque no queremos olvidar. No queremos olvidar nunca cómo vivió y murió Jesús. No queremos olvidar nunca cómo se preocupó de los pecadores y abrió su corazón a sus sufrimientos. No queremos olvidar cómo sanó a los enfermos y consoló a los que sufrían.

Pero de una manera especial queremos recordar, en esta noche santa, cómo comió y bebió con sus amigos más íntimos. Queremos recordar cómo su gracia disipaba el sentimiento de culpa de los corazones humanos. Queremos recordar cómo su gran compasión daba valor a los que se sentían aplastados. Y cómo daba fuerza a los que se sentían derrotados.

Es bueno que recordemos cómo eran las cosas entonces y saber cómo son aún hoy las cosas. Cuando partimos el pan y compartimos la copa en su Espíritu, Jesús está realmente presente entre nosotros. Nos invita a salir de la escasez a la abundancia, del pecado a la salvación, de la soledad al amor, del aislamiento a la comunidad.

Venimos a la mesa del Señor no porque tenemos que, obligación, sino porque podemos. Venimos no porque estamos llenos, sino porque nuestro vacío grita por la plenitud de Dios.

Venimos a la mesa con el peso de la culpa arrastrándonos por tierra; venimos con preguntas y preocupaciones albergadas en nuestro corazón; venimos con nuestros miedos e incertidumbres que plagan nuestras mentes.

Venimos porque y a pesar de todo no hay un sitio mejor a donde ir. En el cielo y en la tierra, la alegría es estar con Jesús.

Esta noche, en la última cena del Señor, aceptamos su invitación al banquete del amor. Aceptamos el reto de vivir más plenamente como uno de sus amigos más íntimos. Nos atrevemos a abrir nuestro corazón al que nos conoce mejor que nosotros mismos. Y que desea nuestra felicidad más que nosotros mismos. Porque su corazón es más grande que nuestro corazón.

Eso, sobre todo, no lo olvidaremos.

Fr. James Smith

No hay comentarios: