La Semana Santa se puede vivir de muy diversas maneras. Puede vivirse simplemente como días de vacaciones y si se puede pasarlas en el mar. Puede también vivirse con un barniz de Semana Santa viendo en la Tv películas de la Pasión de Cristo o Ben Hur.
Puede ser también simplemente una semana más.
Al decir esto no estoy haciendo ningún juicio moral, ni digo que eso sea malo. Simplemente digo lo que suele pasar. Hay otra manera de vivir la Semana Santa participando en las Celebraciones en los templos o Iglesias o en los Viacrucis en las calles. Se puede suponer que esta es una buena manera en que los cristianos que lo juzgan conveniente, podemos celebrar la Semana Santa. Esto es verdad, pero todavía dentro de ese marco hay dos maneras bien distintas de Celebrar la Semana Santa. Y en esto quiero detenerme.
Se puede participar con mucha devoción en las tan ricas celebraciones litúrgicas de Semana Santa y también en lo que se vive en la religiosidad popular como La Judea, el Huerto, la procesión del silencio, el santo entierro. Eso está bien y da buenos frutos pues se centra en Jesús y en su inmenso Amor que lo llevó a dar la vida por nosotros en medio de tanto dolor, sufrimiento, traiciones y abandono. Pero se puede celebrar eso aisladamente de lo que pasa en Nicaragua, y en particular de lo que le está pasando a tantos niños que están en la calle, tantos desempleados y emigrantes que son los crucificados de hoy día. Y lo que es también muy grave, se puede vivir fuera del contexto real en donde vivió Jesús los misterios de la Última Cena, Pasión, Muerte y Resurrección que estamos celebrando. Para remediar el primer aislamiento que menciono, se suelen tomar con razón varias iniciativas, por ejemplo en el Viacrucis en cada estación nos detenemos en el Viacrucis de Jesús y el Viacrucis del Pueblo. Y cada día en las Celebraciones se ora por las distintas necesidades de la población.
Eso está bueno y hay que hacerlo, y no quedarse en celebraciones como en el limbo fuera del espacio y del tiempo. Recuerdo que en las CEB hace tiempo decíamos: La Misa y la vida siempre unidas. Y Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, afirmaba que un mal muy grave de nuestro tiempo es la separación de la Fe y la Vida. Como voy diciendo, eso hay que hacerlo y seguirlo haciendo con Fe y creatividad.
Pero eso no basta si no tenemos presente el contexto real en que Jesús vivió y padeció lo que estamos celebrando. Por ahora vamos a detenernos a reflexionar en el Domingo de Ramos.
DOMINGO DE RAMOS. Aquí se da un conflicto de visiones sobre el Mesías, y en torno al Templo. En la religiosidad popular y muchas veces en las celebraciones, se subraya la devoción al Señor del Triunfo o se habla de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y aun se habla de la entrada de Jesús como Rey, un Rey que entra humildemente en un burrito (subrayando la humildad de Jesús). Pero ese enfoque está muy lejos de la realidad que vivió Jesús. Días antes de esa entrada, Jesús va a Jerusalén en medio de amenazas de muerte. Tanto que los apóstoles van caminando como frenados, hasta que Tomás en un momento pasajero de valor dice: Vayamos y muramos con El. Jesús entra a Jerusalén y su sola entrada es un desafío a las autoridades político religiosas que se lamentan de que tanta gente lo siga, y deciden matarlo, pero después de la fiesta-para que no se alborote la gente. Y esta entrada también incomoda a Pilatos ¿cómo que un nuevo Rey? ¿Qué alboroto traen ahora los judíos?
Su entrada es también un desafío, pues no entra como un Mesías triunfante, Rey bueno y poderoso, como esperaban muchos judíos, sino humildemente montado en un burrito. No es el Mesías triunfante, sino el humilde servidor. Y Jesús así como Mesías humilde y servidor se deja reconocer y aclamar por el pueblo sencillo. Las autoridades político-religiosas se escandalizan y quieren que calle a la gente sencilla. Jesús les dice: Si ellas se callan, hasta las piedras gritarían. Ellos tienen un corazón más duro que las piedras.
En el Templo Jesús se enfrenta no solo con los comerciantes del atrio del Templo que se volvía como un mercado. Se enfrenta con las autoridades que han propiciado que esa casa de Oración, se haya vuelto una cueva de ladrones. Y ellos entienden que a ellos se refiere, y por eso lo increpan: ¿con qué autoridad haces eso? Y a raíz de ese hecho, toda la semana es de confrontación y de palabras muy fuertes de Jesús, como cuando los llama en la parábola, viñadores asesinos.
En este contexto de reconocimiento de Jesús, como el Mesías servidor, que va hacia la muerte y que se enfrenta a los que oprimen al Pueblo, es en el que tienen pleno sentido nuestras celebraciones del domingo de Ramos, y que no se pueden reducir a mover las Palmas y cantar: Bendito el que viene en nombre de El Señor. Le pregunté algunas personas de las CEB ¿ qué mensaje tiene el Domingo de Ramos para nuestro compromiso social y político? Así me respondieron: vivir la realidad, comprometernos más con los pobres y no tener miedo a Denunciar las injusticias y Anunciar la Buena Nueva de Jesús.
* Del Equipo de Servicios CNP. Comunidades Eclesiales de Base de Nicaragua
Puede ser también simplemente una semana más.
Al decir esto no estoy haciendo ningún juicio moral, ni digo que eso sea malo. Simplemente digo lo que suele pasar. Hay otra manera de vivir la Semana Santa participando en las Celebraciones en los templos o Iglesias o en los Viacrucis en las calles. Se puede suponer que esta es una buena manera en que los cristianos que lo juzgan conveniente, podemos celebrar la Semana Santa. Esto es verdad, pero todavía dentro de ese marco hay dos maneras bien distintas de Celebrar la Semana Santa. Y en esto quiero detenerme.
Se puede participar con mucha devoción en las tan ricas celebraciones litúrgicas de Semana Santa y también en lo que se vive en la religiosidad popular como La Judea, el Huerto, la procesión del silencio, el santo entierro. Eso está bien y da buenos frutos pues se centra en Jesús y en su inmenso Amor que lo llevó a dar la vida por nosotros en medio de tanto dolor, sufrimiento, traiciones y abandono. Pero se puede celebrar eso aisladamente de lo que pasa en Nicaragua, y en particular de lo que le está pasando a tantos niños que están en la calle, tantos desempleados y emigrantes que son los crucificados de hoy día. Y lo que es también muy grave, se puede vivir fuera del contexto real en donde vivió Jesús los misterios de la Última Cena, Pasión, Muerte y Resurrección que estamos celebrando. Para remediar el primer aislamiento que menciono, se suelen tomar con razón varias iniciativas, por ejemplo en el Viacrucis en cada estación nos detenemos en el Viacrucis de Jesús y el Viacrucis del Pueblo. Y cada día en las Celebraciones se ora por las distintas necesidades de la población.
Eso está bueno y hay que hacerlo, y no quedarse en celebraciones como en el limbo fuera del espacio y del tiempo. Recuerdo que en las CEB hace tiempo decíamos: La Misa y la vida siempre unidas. Y Pablo VI al final del Concilio Vaticano II, afirmaba que un mal muy grave de nuestro tiempo es la separación de la Fe y la Vida. Como voy diciendo, eso hay que hacerlo y seguirlo haciendo con Fe y creatividad.
Pero eso no basta si no tenemos presente el contexto real en que Jesús vivió y padeció lo que estamos celebrando. Por ahora vamos a detenernos a reflexionar en el Domingo de Ramos.
DOMINGO DE RAMOS. Aquí se da un conflicto de visiones sobre el Mesías, y en torno al Templo. En la religiosidad popular y muchas veces en las celebraciones, se subraya la devoción al Señor del Triunfo o se habla de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y aun se habla de la entrada de Jesús como Rey, un Rey que entra humildemente en un burrito (subrayando la humildad de Jesús). Pero ese enfoque está muy lejos de la realidad que vivió Jesús. Días antes de esa entrada, Jesús va a Jerusalén en medio de amenazas de muerte. Tanto que los apóstoles van caminando como frenados, hasta que Tomás en un momento pasajero de valor dice: Vayamos y muramos con El. Jesús entra a Jerusalén y su sola entrada es un desafío a las autoridades político religiosas que se lamentan de que tanta gente lo siga, y deciden matarlo, pero después de la fiesta-para que no se alborote la gente. Y esta entrada también incomoda a Pilatos ¿cómo que un nuevo Rey? ¿Qué alboroto traen ahora los judíos?
Su entrada es también un desafío, pues no entra como un Mesías triunfante, Rey bueno y poderoso, como esperaban muchos judíos, sino humildemente montado en un burrito. No es el Mesías triunfante, sino el humilde servidor. Y Jesús así como Mesías humilde y servidor se deja reconocer y aclamar por el pueblo sencillo. Las autoridades político-religiosas se escandalizan y quieren que calle a la gente sencilla. Jesús les dice: Si ellas se callan, hasta las piedras gritarían. Ellos tienen un corazón más duro que las piedras.
En el Templo Jesús se enfrenta no solo con los comerciantes del atrio del Templo que se volvía como un mercado. Se enfrenta con las autoridades que han propiciado que esa casa de Oración, se haya vuelto una cueva de ladrones. Y ellos entienden que a ellos se refiere, y por eso lo increpan: ¿con qué autoridad haces eso? Y a raíz de ese hecho, toda la semana es de confrontación y de palabras muy fuertes de Jesús, como cuando los llama en la parábola, viñadores asesinos.
En este contexto de reconocimiento de Jesús, como el Mesías servidor, que va hacia la muerte y que se enfrenta a los que oprimen al Pueblo, es en el que tienen pleno sentido nuestras celebraciones del domingo de Ramos, y que no se pueden reducir a mover las Palmas y cantar: Bendito el que viene en nombre de El Señor. Le pregunté algunas personas de las CEB ¿ qué mensaje tiene el Domingo de Ramos para nuestro compromiso social y político? Así me respondieron: vivir la realidad, comprometernos más con los pobres y no tener miedo a Denunciar las injusticias y Anunciar la Buena Nueva de Jesús.
* Del Equipo de Servicios CNP. Comunidades Eclesiales de Base de Nicaragua
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