Por José María Maruri, SJ
1.- Me vais a permitir que la homilía de hoy sea un camino de reflexión para el perdón, para la reconciliación con Dios y los hermanos. Muchos os confesareis hoy; otros, mañana: otros, cuando sea… Pero ojalá estas palabras os puedan servir de algo
Primer Mandamiento: Amarás a Dios. Sin retóricas. Como a tu padre o como a tu amigo. No tengas una Fe que no se traduzca en amor. Porque tu Dios no es la conclusión de un silogismo, sino Alguien que te ama y a quien tienes que amar.
Segundo Mandamiento: No usarás en vano las grandes palabras: Dios, Amor, Patria, Tocarás esas grandes realidades de año en año y con respeto, como la campana gorda de una Catedral. No las uses jamás contra nadie, jamás para sacar jugo de ellas, jamás para tu propia conveniencia
Tercer Mandamiento: Piensa siempre que el domingo está muy bien pensado, porque tú no eres un animal de carga creado para sudar y morir. Impón al éxodo de trabajo que te domina, pausas de silencio para encontrarte con la soledad, con la música, con la Naturaleza, con tu propia alma, con Dios. Hay flores que sólo crecen con el trabajo, y otras que solo viven en el ocio fecundo.
Cuarto Mandamiento: Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste de tus padres. Todos tus esfuerzos personales jamás serán capaces de construir el amor y la ternura que te regaló tu madre, ni la honradez y el amor al trabajo que te enseñó tu padre.
Quinto Mandamiento: Vive despierto para no hacer daño a nadie, ni hombre, ni animal, ni a cosa alguna. Sabes que se puede matar negando una sonrisa, y que tendrás que dedicarte apasionadamente a ayudar a los demás para estar seguro de no haber matado a nadie.
Sexto Mandamiento: Tu vida no es una película del Oeste, en que el cuerpo sería el malo y el alma sería el bueno. Tu cuerpo es tan limpio como tu alma y necesita tanta limpieza como ella. No temas a la amistad y el amor. Pero no caigas en esa gran trampa de creer que el amor es recolectar placer para ti mismo, cuando es transmitir alegría a los demás.
Séptimo Mandamiento: No robarás a nadie nada, ni su derecho a ser libre. Recuerda que te dieron el alma para repartirla y que roba todo aquel que no la reparte.
Octavo Mandamiento: De todas tus armas la más peligrosa es tu lengua. Rinde culto a la verdad sin olvidar que nunca la tendrás completa, y que en ningún caso debes imponerla a los demás.
Noveno Mandamiento: No desearás la mujer de tu prójimo, ni su casa, ni su coche, ni su sueldo. No conviertas tu corazón en cementero de chatarra, de deseos estúpidos.
Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos, ni tampoco los propios. Recuerda que sólo los que no desean nada lo poseen todo.
Primer Mandamiento: Amarás a Dios. Sin retóricas. Como a tu padre o como a tu amigo. No tengas una Fe que no se traduzca en amor. Porque tu Dios no es la conclusión de un silogismo, sino Alguien que te ama y a quien tienes que amar.
Segundo Mandamiento: No usarás en vano las grandes palabras: Dios, Amor, Patria, Tocarás esas grandes realidades de año en año y con respeto, como la campana gorda de una Catedral. No las uses jamás contra nadie, jamás para sacar jugo de ellas, jamás para tu propia conveniencia
Tercer Mandamiento: Piensa siempre que el domingo está muy bien pensado, porque tú no eres un animal de carga creado para sudar y morir. Impón al éxodo de trabajo que te domina, pausas de silencio para encontrarte con la soledad, con la música, con la Naturaleza, con tu propia alma, con Dios. Hay flores que sólo crecen con el trabajo, y otras que solo viven en el ocio fecundo.
Cuarto Mandamiento: Recuerda siempre que lo mejor de ti lo heredaste de tus padres. Todos tus esfuerzos personales jamás serán capaces de construir el amor y la ternura que te regaló tu madre, ni la honradez y el amor al trabajo que te enseñó tu padre.
Quinto Mandamiento: Vive despierto para no hacer daño a nadie, ni hombre, ni animal, ni a cosa alguna. Sabes que se puede matar negando una sonrisa, y que tendrás que dedicarte apasionadamente a ayudar a los demás para estar seguro de no haber matado a nadie.
Sexto Mandamiento: Tu vida no es una película del Oeste, en que el cuerpo sería el malo y el alma sería el bueno. Tu cuerpo es tan limpio como tu alma y necesita tanta limpieza como ella. No temas a la amistad y el amor. Pero no caigas en esa gran trampa de creer que el amor es recolectar placer para ti mismo, cuando es transmitir alegría a los demás.
Séptimo Mandamiento: No robarás a nadie nada, ni su derecho a ser libre. Recuerda que te dieron el alma para repartirla y que roba todo aquel que no la reparte.
Octavo Mandamiento: De todas tus armas la más peligrosa es tu lengua. Rinde culto a la verdad sin olvidar que nunca la tendrás completa, y que en ningún caso debes imponerla a los demás.
Noveno Mandamiento: No desearás la mujer de tu prójimo, ni su casa, ni su coche, ni su sueldo. No conviertas tu corazón en cementero de chatarra, de deseos estúpidos.
Décimo Mandamiento: No codiciarás los bienes ajenos, ni tampoco los propios. Recuerda que sólo los que no desean nada lo poseen todo.
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