Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 1-8
Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, que era uno de los notables entre los judíos. Fue de noche a ver a Jesús y le dijo: «Maestro, sabemos que Tú has venido de parte de Dios para enseñar, porque nadie puede realizar los signos que Tú haces, si Dios no está con Él».
Jesús le respondió:
«Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios».
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?»
Jesús le respondió:
«Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: "Ustedes tienen que renacer de lo alto".
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu».
Los sacramentos, empezando por el Bautismo, infunden en nosotros la vida que nace de la Resurrección. La vida nueva de los hombres nuevos y resucitados por Cristo.
A partir de hoy, y hasta la solemnidad de Pentecostés, en los días de semana estaremos leyendo de manera continua el evangelio de Juan. Lo haremos de la siguiente forma:
(1) El diálogo nocturno de Jesús con Nicodemo (Juan 3; excepto los versículos 22-30) sobre el “Bautismo”. Primer sacramento pascual.
(2) El relato de la multiplicación de los panes y la catequesis sobre el “Pan de Vida” (Juan 6). Segundo sacramento pascual.
(3) Algunos pasajes de la alegoría del “Buen Pastor” (Juan 10).
(4) El discurso de despedida de Jesús a sus discípulos (o “Testamento de Jesús”; Juan 14-16).
(5) La oración sacerdotal de Jesús (Juan 17).
(6) El final del evangelio de Juan, con la última aparición de Jesús (Juan...).
El hilo conductor es...
Encuentro de Jesús con Nicodemo
El evangelio de Juan nos describe con cierta amplitud y con profundidad el encuentro de Jesús con diversas personas. Aquí tenemos el encuentro con un dirigente del grupo judío.
1. “Había un hombre llamado Nicodemo...”: ¿Quién es Nicodemo?
(1) Un hombre de gran prestancia
A Nicodemo inicialmente se le describe como (1) fariseo y (2) magistrado judío; pero más adelante se dice también que es (3) maestro en Israel (cfr. v.10) y (4) miembro del Sanedrín (cfr. 7,45.50), que es la más alta instancia de autoridad judía.
(2) Un discípulo escondido que saldrá a la luz en la Pascua de Jesús
Escondido. Además de lo anterior, Nicodemo es presentado como un discípulo nocturno de Jesús: “Fue éste donde Jesús de noche...” (v.2ª). Este comportamiento parece deberse a la cautela frente a Jesús y al temor de ser reconocido como discípulo, lo cual le puede costar la expulsión del Sanedrín e incluso del judaísmo (ver 9,22; ver 19,38-39, donde aparece asociado con José de Arimatea).
Valiente. Pero, hay que notar que, precisamente después de la muerte de Jesús que discípulos escondidos como éste saldrán a la luz pública, mientras que los más conocidos se esconderán (ver 20,19). Justo en el acontecimiento pascual, al evocar este primer encuentro con Jesús (ver 19,39), se deja entender que el sentido de ocurrido en la Cruz ya estaba anunciado en la conversación de aquella noche.
(3) Uno que ha entendido la obra de Jesús
Llama la atención que Nicodemo no considera contrario a su alta dignidad el ir donde aquel galileo. No le pide ningún signo particular de su mesianismo sino que se presenta ya con la actitud de un creyente. Él está conmovido profundamente por sus obras de poder: “Porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él” (v.2c). Como puede verse, interpreta su verdadero significado: las acciones de Jesús no son únicamente una ayuda para las personas que están en necesidad, sino que son una demostración de que el mismo Dios está con él. Nicodemo reconoce que el Dios que el confiesa como su Dios, está detrás de todo lo que Jesús hace.
De esta observación e correcta interpretación de las obras de Jesús, Nicodemo deduce la autoridad de Jesús como Maestro: “Sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro” (v.2b).
Como acostumbra hacerlo el evangelista Juan, a quien le gusta dramatizar y presentar personajes como símbolos de un grupo entero, el Nicodemo que dialoga con Jesús por la noche representa y simboliza a todos los jerosolimitanos que muestran alguna simpatía por el joven rabí galilea, pero que a ante la prueba de los hechos de muestran incrédulos y rechazan al revelador del amor supremo de Dios, prefiriendo las tinieblas de la incredulidad (Jn 2,23-3,21).
2. “Ver el Reino de Dios... Entrar en el Reino de Dios...”: El tema del diálogo con Jesús
La respuesta de Jesús muestra cómo Jesús es quien realmente pone el tema de la conversación (se comporta como un verdadero Maestro): “En verdad, te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios” v.3).
Jesús responde sobre una pregunta que no le ha sido planteada, pero que es de decisiva importancia: “¿Qué se necesita para entrar en el Reino de Dios?”. Jesús pone la mirada en lo central: Dios está a punto –por medio del ministerio del Mesías- a punto de desplegar definitivamente su potencia misericordiosa. Para poder gozar plenamente de la eficacia de esta bendición hay que conocer las condiciones y hacer el itinerario: “Nacer de lo alto”.
Tengamos presente que en el Evangelio de Juan no es común el tema del “Reino de Dios” (de hecho, esta expresión sólo aparece aquí y en el v.5) sino más bien el tema de la “Vida”: sólo el poder de Dios puede darnos la vida eterna, o sea, la vida que no pasa y que es la única verdadera y efectiva vida (lo veremos en los próximos días: Juan 3,15.16.36).
3. “Nacer de lo alto...”: El camino para entrar en la Vida
Hay que nacer “de lo alto” (v.3), es decir, que para tomar parte en el Reino de Dios se necesita un nuevo nacimiento, un comienzo completamente nuevo. La vida eterna, que es la vida divina, se recibe ya desde aquí mediante un gesto creador de Dios en el creyente.
Con esto Jesús enseña que la vida presente no puede transformase simplemente en vida en el Reino de Dios (en el ámbito de poder de la vida plena e inagotable de Dios), sino que para obtenerla, se necesita una nueva existencia.
Nicodemo queda estremecido ante la propuesta (v.7: “No te asombres de que haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto”). A pesar de que ha reconocido en Jesús un poder divino a través de sus signos (“Nadie puede”), se confunde inicialmente ante la radicalidad del camino que el Maestro le acaba de proponer (“No puede ver el Reino de Dios”). Él no niega la necesidad de este nuevo nacimiento, pero no consigue imaginarse cómo pueda ocurrir: “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez...?” (v.4; nótese la repetición continua del verbo “poder”).
Jesús entonces le ayuda a comprender: el nuevo nacimiento se realiza a partir del agua y del Espíritu Santo (v.5). El ser humano no puede concederse este nuevo comienzo por sus propios medios porque las realidades del Espíritu sólo pueden provenir del don del Espíritu (“lo nacido de la carne es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu”, v.6; ver Juan 1,12-13). Por tanto, es por medio del poder creador de Dios, el Espíritu Santo recibido en el Bautismo, que se logra este nuevo punto de partida en la vida y en el camino hacia la plena vida.
Con nuestras obras no conseguimos realizar el Reino de Dios, ni mucho menos alcanzamos los presupuestos para “entrar” en él (sentido del v.6). Se trata de la acción del Espíritu, lleno de poder, el cual obra de forma misteriosa (sentido del v.8). A nosotros nos corresponde mostrar nuestra mejor disposición, reconocer nuestra incapacidad, nuestra pobreza y abrirnos a su acción con profunda gratitud
1. ¿Qué me dice el comportamiento de Jesús frente al asombrado Nicodemo?
2. El ideal máximo de todo ser humano es “¡Vivir!”. ¿Sueño con una vida que vaya más allá de la presente y que comience desde el presente? ¿Cómo acojo lo que Jesús me dice al respecto?
3. ¿Reconozco que el nuevo nacimiento es un don? ¿Qué se requiere para recibirlo?
Jesús le respondió:
«Te aseguro que el que no renace de lo alto no puede ver el Reino de Dios».
Nicodemo le preguntó: «¿Cómo un hombre puede nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?»
Jesús le respondió:
«Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.
Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: "Ustedes tienen que renacer de lo alto".
El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Lo mismo sucede con todo el que ha nacido del Espíritu».
Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL
Dejarnos iluminar por la Pascua (I):
La Vida Nueva se nos da en el Bautismo del Poder Creador de Dios
Juan 3, 1- 8
“El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”
Por CELAM - CEBIPAL
Dejarnos iluminar por la Pascua (I):
La Vida Nueva se nos da en el Bautismo del Poder Creador de Dios
Juan 3, 1- 8
“El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”
Los sacramentos, empezando por el Bautismo, infunden en nosotros la vida que nace de la Resurrección. La vida nueva de los hombres nuevos y resucitados por Cristo.
A partir de hoy, y hasta la solemnidad de Pentecostés, en los días de semana estaremos leyendo de manera continua el evangelio de Juan. Lo haremos de la siguiente forma:
(1) El diálogo nocturno de Jesús con Nicodemo (Juan 3; excepto los versículos 22-30) sobre el “Bautismo”. Primer sacramento pascual.
(2) El relato de la multiplicación de los panes y la catequesis sobre el “Pan de Vida” (Juan 6). Segundo sacramento pascual.
(3) Algunos pasajes de la alegoría del “Buen Pastor” (Juan 10).
(4) El discurso de despedida de Jesús a sus discípulos (o “Testamento de Jesús”; Juan 14-16).
(5) La oración sacerdotal de Jesús (Juan 17).
(6) El final del evangelio de Juan, con la última aparición de Jesús (Juan...).
El hilo conductor es...
Encuentro de Jesús con Nicodemo
El evangelio de Juan nos describe con cierta amplitud y con profundidad el encuentro de Jesús con diversas personas. Aquí tenemos el encuentro con un dirigente del grupo judío.
1. “Había un hombre llamado Nicodemo...”: ¿Quién es Nicodemo?
(1) Un hombre de gran prestancia
A Nicodemo inicialmente se le describe como (1) fariseo y (2) magistrado judío; pero más adelante se dice también que es (3) maestro en Israel (cfr. v.10) y (4) miembro del Sanedrín (cfr. 7,45.50), que es la más alta instancia de autoridad judía.
(2) Un discípulo escondido que saldrá a la luz en la Pascua de Jesús
Escondido. Además de lo anterior, Nicodemo es presentado como un discípulo nocturno de Jesús: “Fue éste donde Jesús de noche...” (v.2ª). Este comportamiento parece deberse a la cautela frente a Jesús y al temor de ser reconocido como discípulo, lo cual le puede costar la expulsión del Sanedrín e incluso del judaísmo (ver 9,22; ver 19,38-39, donde aparece asociado con José de Arimatea).
Valiente. Pero, hay que notar que, precisamente después de la muerte de Jesús que discípulos escondidos como éste saldrán a la luz pública, mientras que los más conocidos se esconderán (ver 20,19). Justo en el acontecimiento pascual, al evocar este primer encuentro con Jesús (ver 19,39), se deja entender que el sentido de ocurrido en la Cruz ya estaba anunciado en la conversación de aquella noche.
(3) Uno que ha entendido la obra de Jesús
Llama la atención que Nicodemo no considera contrario a su alta dignidad el ir donde aquel galileo. No le pide ningún signo particular de su mesianismo sino que se presenta ya con la actitud de un creyente. Él está conmovido profundamente por sus obras de poder: “Porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él” (v.2c). Como puede verse, interpreta su verdadero significado: las acciones de Jesús no son únicamente una ayuda para las personas que están en necesidad, sino que son una demostración de que el mismo Dios está con él. Nicodemo reconoce que el Dios que el confiesa como su Dios, está detrás de todo lo que Jesús hace.
De esta observación e correcta interpretación de las obras de Jesús, Nicodemo deduce la autoridad de Jesús como Maestro: “Sabemos que has venido de parte de Dios como Maestro” (v.2b).
Como acostumbra hacerlo el evangelista Juan, a quien le gusta dramatizar y presentar personajes como símbolos de un grupo entero, el Nicodemo que dialoga con Jesús por la noche representa y simboliza a todos los jerosolimitanos que muestran alguna simpatía por el joven rabí galilea, pero que a ante la prueba de los hechos de muestran incrédulos y rechazan al revelador del amor supremo de Dios, prefiriendo las tinieblas de la incredulidad (Jn 2,23-3,21).
2. “Ver el Reino de Dios... Entrar en el Reino de Dios...”: El tema del diálogo con Jesús
La respuesta de Jesús muestra cómo Jesús es quien realmente pone el tema de la conversación (se comporta como un verdadero Maestro): “En verdad, te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios” v.3).
Jesús responde sobre una pregunta que no le ha sido planteada, pero que es de decisiva importancia: “¿Qué se necesita para entrar en el Reino de Dios?”. Jesús pone la mirada en lo central: Dios está a punto –por medio del ministerio del Mesías- a punto de desplegar definitivamente su potencia misericordiosa. Para poder gozar plenamente de la eficacia de esta bendición hay que conocer las condiciones y hacer el itinerario: “Nacer de lo alto”.
Tengamos presente que en el Evangelio de Juan no es común el tema del “Reino de Dios” (de hecho, esta expresión sólo aparece aquí y en el v.5) sino más bien el tema de la “Vida”: sólo el poder de Dios puede darnos la vida eterna, o sea, la vida que no pasa y que es la única verdadera y efectiva vida (lo veremos en los próximos días: Juan 3,15.16.36).
3. “Nacer de lo alto...”: El camino para entrar en la Vida
Hay que nacer “de lo alto” (v.3), es decir, que para tomar parte en el Reino de Dios se necesita un nuevo nacimiento, un comienzo completamente nuevo. La vida eterna, que es la vida divina, se recibe ya desde aquí mediante un gesto creador de Dios en el creyente.
Con esto Jesús enseña que la vida presente no puede transformase simplemente en vida en el Reino de Dios (en el ámbito de poder de la vida plena e inagotable de Dios), sino que para obtenerla, se necesita una nueva existencia.
Nicodemo queda estremecido ante la propuesta (v.7: “No te asombres de que haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto”). A pesar de que ha reconocido en Jesús un poder divino a través de sus signos (“Nadie puede”), se confunde inicialmente ante la radicalidad del camino que el Maestro le acaba de proponer (“No puede ver el Reino de Dios”). Él no niega la necesidad de este nuevo nacimiento, pero no consigue imaginarse cómo pueda ocurrir: “¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez...?” (v.4; nótese la repetición continua del verbo “poder”).
Jesús entonces le ayuda a comprender: el nuevo nacimiento se realiza a partir del agua y del Espíritu Santo (v.5). El ser humano no puede concederse este nuevo comienzo por sus propios medios porque las realidades del Espíritu sólo pueden provenir del don del Espíritu (“lo nacido de la carne es carne; lo nacido del Espíritu es espíritu”, v.6; ver Juan 1,12-13). Por tanto, es por medio del poder creador de Dios, el Espíritu Santo recibido en el Bautismo, que se logra este nuevo punto de partida en la vida y en el camino hacia la plena vida.
Con nuestras obras no conseguimos realizar el Reino de Dios, ni mucho menos alcanzamos los presupuestos para “entrar” en él (sentido del v.6). Se trata de la acción del Espíritu, lleno de poder, el cual obra de forma misteriosa (sentido del v.8). A nosotros nos corresponde mostrar nuestra mejor disposición, reconocer nuestra incapacidad, nuestra pobreza y abrirnos a su acción con profunda gratitud
Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:
1. ¿Qué me dice el comportamiento de Jesús frente al asombrado Nicodemo?
2. El ideal máximo de todo ser humano es “¡Vivir!”. ¿Sueño con una vida que vaya más allá de la presente y que comience desde el presente? ¿Cómo acojo lo que Jesús me dice al respecto?
3. ¿Reconozco que el nuevo nacimiento es un don? ¿Qué se requiere para recibirlo?
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