Si las gentes que escuchaban a los Apóstoles las enseñanzas de las verdades cristianas, que son que Jesucristo padeció, murió, resucitó y vive glorioso, al ver los signos que hacían, se conmovían y muchos se agregaban al grupo de los creyentes, aún debería ser mayor nuestra opción por Cristo y nuestra adhesión a la Iglesia al escuchar de labios de Jesús resucitado el don que les entrega a los Apóstoles en la mañana de Pascua: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 22-23).
Era el primer día de la semana; los discípulos de Emaús volvieron corriendo a Jerusalén, a contar lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Entonces, de pronto, se aparece de nuevo el Señor, y para demostrarles que no es un fantasma, les pide de comer. Los discípulos le dieron a su Maestro un trozo de pez asado y Él lo tomó y comió. En este gesto descubro hasta dónde Jesús ha entregado a su Iglesia el poder divino.
En la tarde del Jueves Santo, Jesús tomó el pan y lo dio a los suyos. En el día de Pascua, Él pide a los suyos que le den de comer. Y el Resucitado toma y come: los mismos gestos que hicieron los discípulos en la noche en que su Maestro iba a ser entregado.
En otra escena, Jesús pide a Pedro que traiga de los peces que ha pescado, y los junta con el pez que Él tenía sobre las brasas; después los invita a almorzar. El pez sobre las brasas simboliza a Cristo, y los peces de los Apóstoles se le unen en la misma comida pascual.
La Iglesia ha recibido del Resucitado el poder de perdonar y de ofrecer el banquete eucarístico. «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones» (Lc 24, 46-47).
Pascua es paso del pecado a la gracia, del rencor al perdón, de la tristeza al gozo. Pascua es paso de la duda a la fe, del resentimiento a la alabanza, del ensimismamiento a la entrega, de la soledad a la pertenencia comunitaria.




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