¿Quién no se da cuenta a lo largo del día, de la gran cantidad de cosas, que recibe gratuitamente y que van constituyendo la trama del día completo?, sin haberlo planeado, ni imaginado, recibimos como “regalos” que nos llegan de los demás, desde una sonrisa o una colaboración impensada en el trabajo que vamos realizando. Y regalos que nos llegan de Dios, el día hermoso, el sol que luce, la salud que nos permite hoy realizar nuestro trabajo y cumplir nuestro deber.
Nos ayudamos mutuamente para hacernos la vida más fácil cuando cada uno mira de ofrecer a los demás aquello que les puede dar gusto, una palabra amable, o estar atento a las expectativas de cada persona, ofrecer un rato de conversación o un tiempo de compañía.
Dios nos ha dado a cada uno múltiples dones y talentos para que los hagamos fructificar, para que los pongamos al servicio, a la disposición de los demás, no podemos reservarnos nada de modo egoísta porque todo aquello que nos guardamos deja de dar su fruto. Aquel que guarda sólo para sí mismo los “talentos” recibidos de Dios nunca conocerá la grandeza del premio, al contrario, se le recriminará su mezquindad.
Dar gratis lo que gratis hemos recibido, es la actitud cristiana que nos conduce por los caminos de la entrega generosa hacia los demás. Si fuésemos capaces de mantener nuestro ojos abiertos para ver cuánto los demás esperan o necesitan, podríamos ofrecerles aquello que para dar el Señor nos ha dado. No cerremos los ojos, pidamos poder ver cuanto podemos realizar en bien de los demás.
Texto: Hna. Carmen Solé
Publicado por Mi Vocacion
Nos ayudamos mutuamente para hacernos la vida más fácil cuando cada uno mira de ofrecer a los demás aquello que les puede dar gusto, una palabra amable, o estar atento a las expectativas de cada persona, ofrecer un rato de conversación o un tiempo de compañía.
Dios nos ha dado a cada uno múltiples dones y talentos para que los hagamos fructificar, para que los pongamos al servicio, a la disposición de los demás, no podemos reservarnos nada de modo egoísta porque todo aquello que nos guardamos deja de dar su fruto. Aquel que guarda sólo para sí mismo los “talentos” recibidos de Dios nunca conocerá la grandeza del premio, al contrario, se le recriminará su mezquindad.
Dar gratis lo que gratis hemos recibido, es la actitud cristiana que nos conduce por los caminos de la entrega generosa hacia los demás. Si fuésemos capaces de mantener nuestro ojos abiertos para ver cuánto los demás esperan o necesitan, podríamos ofrecerles aquello que para dar el Señor nos ha dado. No cerremos los ojos, pidamos poder ver cuanto podemos realizar en bien de los demás.
Texto: Hna. Carmen Solé
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