Andrea Tornielli (nuestro colaborador) y Paolo Rodari, dos de los más reputados vaticanistas italianos, acaban de publicar un libro en el que investigan y documentan a fondo el discurrir del pontificado de Benedicto XVI. Un pontificado que muchos creían de transición, pero que está dejando huella. Un pontificado marcado, según los autores, por un ataque contra el Papa. Desde dentro y desde fuera de la Iglesia católica. En “Attaco a Ratzinger. Accuse e scandali, profezie e complotti contro Benedetto XVI”, Tornielli y Rodari sostienen, pues, que Benedicto XVI está siendo atacado desde diversos ángulos. Por tres enemigos principales.
El primero es, a juicio de los vaticanistas italianos, un lobby heterogéno, integrado por los laicistas, los homosexuales, las feministas, los masones, las empresas farmacéuticas que comercializan productos abortivos y los abogados americanos que piden y, a veces, consiguen, indemnizaciones millonarias por los casos de pederastia del clero. Esta galaxia multiforme lucha por imponer la "dictadura del relativismo", contra la que se levanta el Papa desde el comienzo de su pontificado.
El segundo enemigo es, según los autores, el progresismo católico, integrado por teólogos, obispos y sacerdotes progresistas, que se oponen al desmantelamiento del Vaticano II que, según la galaxia progre, estaría llevando a cabo el Papa Ratzinger. Este polo progresista eclesial permitiría a la prensa laicista presentar al Papa como reaccionario, dispuesto a abolir el Concilio y a seguir involucionando la dinámica eclesial.
Y el tercer enemigo del Papa es, para los vaticanistas, las numerosas imprudencia y errores de los colaboradores papales. Sobre todo en el ámbito mediático. A juicio de Tornielli y Rodari, las autoridades mediáticas vaticanas no tienen capacidad de reacción. Porque siguen reaccionando a las noticias (sobre todo a las adversas y a las falsas) con criterios de antes de Internet. Porque, si antes de la web, la reacción se establecía en un día o dos, ahora, con la capacidad de instantaneidad y penetración de la Red, la reacción se produce en minutos.
Hasta aquí el resumen (muy sucinto, a la espera de leer el libro con detenimiento) del análisis del libro de los vaticanistas italianos. ¿Tienen razón en su análisis? A mi juicio, faltan enemigos en el elenco que ofrecen. Uno de ellos, los más papistas que el Papa. Es decir, la ultraderecha católica, que dispara contra todos los que piensan distinto en lo accidental e intentan excomulgar a los que no comparten sus soflamas tridentinas. Y son capaces, por fundamentalistas en la defensa de sus ideas, de ir mucho más allá que los progresistas. Son capaces (y ésa es su técnica habitual) de descalificar a personas, instituciones y jerarquías eclesiales con simples argumentos "ad hominem", con insultos, con medias verdades. Insultan, discriminan, dividen, llegan a odiar a los católicos que no piensan como ellos y ofrecen un espectáculo penoso en la Red. Muy alejado de aquel "mirad cómo se aman" de los primeros cristianos. No tienen límites ni frenos en la defensa de lo que creen sacrosanto. Y eso es algo que nunca hacen los progresistas ni las izquierdas eclesiásticas, para entendernos.
Los progres proponen sus interpretaciones sin descalificar a las demás sensibilidades y, en el fondo, sólo piden que, en el seno de una Iglesia plural y abierta, se reconozcan a todas ellas. Todos somos Iglesia. Pero que se reconozca de verdad y en la praxis. Que sigan teniendo acceso a cátedras y puestos de responsabilidad. Y que no se les ponga la cruz simplemente por ser moderados, ya no progresistas. Y los ejemplos abundan y están en la mente de todos.
Análisis, pues, incompleto el de Tornielli y Rodari. Y sesgado hacia el ámbito conservador, al que ambos pertenecen.
El primero es, a juicio de los vaticanistas italianos, un lobby heterogéno, integrado por los laicistas, los homosexuales, las feministas, los masones, las empresas farmacéuticas que comercializan productos abortivos y los abogados americanos que piden y, a veces, consiguen, indemnizaciones millonarias por los casos de pederastia del clero. Esta galaxia multiforme lucha por imponer la "dictadura del relativismo", contra la que se levanta el Papa desde el comienzo de su pontificado.
El segundo enemigo es, según los autores, el progresismo católico, integrado por teólogos, obispos y sacerdotes progresistas, que se oponen al desmantelamiento del Vaticano II que, según la galaxia progre, estaría llevando a cabo el Papa Ratzinger. Este polo progresista eclesial permitiría a la prensa laicista presentar al Papa como reaccionario, dispuesto a abolir el Concilio y a seguir involucionando la dinámica eclesial.
Y el tercer enemigo del Papa es, para los vaticanistas, las numerosas imprudencia y errores de los colaboradores papales. Sobre todo en el ámbito mediático. A juicio de Tornielli y Rodari, las autoridades mediáticas vaticanas no tienen capacidad de reacción. Porque siguen reaccionando a las noticias (sobre todo a las adversas y a las falsas) con criterios de antes de Internet. Porque, si antes de la web, la reacción se establecía en un día o dos, ahora, con la capacidad de instantaneidad y penetración de la Red, la reacción se produce en minutos.
Hasta aquí el resumen (muy sucinto, a la espera de leer el libro con detenimiento) del análisis del libro de los vaticanistas italianos. ¿Tienen razón en su análisis? A mi juicio, faltan enemigos en el elenco que ofrecen. Uno de ellos, los más papistas que el Papa. Es decir, la ultraderecha católica, que dispara contra todos los que piensan distinto en lo accidental e intentan excomulgar a los que no comparten sus soflamas tridentinas. Y son capaces, por fundamentalistas en la defensa de sus ideas, de ir mucho más allá que los progresistas. Son capaces (y ésa es su técnica habitual) de descalificar a personas, instituciones y jerarquías eclesiales con simples argumentos "ad hominem", con insultos, con medias verdades. Insultan, discriminan, dividen, llegan a odiar a los católicos que no piensan como ellos y ofrecen un espectáculo penoso en la Red. Muy alejado de aquel "mirad cómo se aman" de los primeros cristianos. No tienen límites ni frenos en la defensa de lo que creen sacrosanto. Y eso es algo que nunca hacen los progresistas ni las izquierdas eclesiásticas, para entendernos.
Los progres proponen sus interpretaciones sin descalificar a las demás sensibilidades y, en el fondo, sólo piden que, en el seno de una Iglesia plural y abierta, se reconozcan a todas ellas. Todos somos Iglesia. Pero que se reconozca de verdad y en la praxis. Que sigan teniendo acceso a cátedras y puestos de responsabilidad. Y que no se les ponga la cruz simplemente por ser moderados, ya no progresistas. Y los ejemplos abundan y están en la mente de todos.
Análisis, pues, incompleto el de Tornielli y Rodari. Y sesgado hacia el ámbito conservador, al que ambos pertenecen.
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