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sábado, 7 de agosto de 2010

Comentario Bíblico y Pautas para la homilía: XIX Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 12, 32-48) - Ciclo C


"Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el hijo del hombre".
Por Dominicos.org

Introducción

Ofrecemos hoy las pautas del XIX Domingo del T.O. y las pautas de Santo Domingo de Guzmán, celebrado como solemnidad en la Orden de Predicadores.

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

La vida humana es insegura: no tenemos el control sobre nuestro nacimiento, ni nuestro futuro, ni sobre la mayoría de las circunstancias de nuestro presente.

Sentirse inseguro es bueno y realista, cuando nos lleva a vivir atentos y activos para ir encontrando soluciones y respuestas a nuestras necesidades y a nuestros interrogantes. Pero sentirse inseguro puede transformarse en una enfermedad mental y espiritual cuando el agobio, el miedo, y la tensión de tenerlo todo atado y bien atado nos obsesiona y bloquea.

¿Qué elementos nos aporta la Palabra de Dios hoy para vivir confiadamente en un mundo inseguro y en la esperanza del Reino?

Solemnidad de Santo Domingo

La figura de Santo Domingo de Guzmán (1170-1221), va mucho más allá del hecho de ser el fundador de la Orden de Predicadores. Es una de las figuras claves de la espiritualidad cristiana, iniciador vital de uno de los caminos en los que ésta se vive (la llamada “espiritualidad dominicana”, junto a la benedictina, franciscana, ignaciana, etc.).

Tanto los dominicos y dominicas como aquellos que no pertenecen a esta familia eclesial, tenemos que redescubrir a Domingo como el gran maestro espiritual que fue y que, por su actualidad y radicalidad evangélica, puede ayudarnos hoy en nuestro seguimiento de Jesús.


Comentario bíblico

XIX Domingo de T.O.

Estad preparados

Iª Lectura: Sabiduría (18,6-8): Memoria de la pascua liberadora

I.1. La lectura de este día quiere describir la noche de salvación para Israel, la noche pascual, que se ha convertido en el paradigma nostálgico de un pueblo que siempre ha recurrido a su Dios para que lo liberara de todas las esclavitudes; que anhela salvación y que encuentra en el Dios comprometido con la historia la razón de ser de su identidad. Es, probablemente, un texto cultual, es decir, nacido en la liturgia. El c. 18 de este libro escrito en griego, para la comunidad judía de Egipto, es una memoria litúrgica de la noche pascual, de la noche de la libertad y de la noche de la luz. Nada hay tan celebrado en Israel como la noche pascual.

I.2. “Memoria” es mirar al pasado. Pero es más que eso, es tener presente que Dios siempre puede encender la luz de la salvación para su pueblo en cualquier momento que lo necesite. Se hace memoria para actualizar y para “sentir” la misma presencia liberadora de Dios, porque el pueblo, la comunidad, las personas siempre pueden estar amenazadas de esclavitud. Sólo en Dios es posible poner la esperanza, porque en sus manos está la luz.



IIª Lectura: Hebreos (11,1-2.8-19): La fe, por encima de la muerte

II.1. Hoy, la segunda lectura, tomada de Hebreos 11, llena de contenido esta parte de la celebración, con su visión práctica de la fe evocada a la luz de las grandes figuras de la “historia de la salvación” y de todos aquellos que, por amor de lo que esperaban y de las realidades invisibles, renunciaron a los honores terrenos. Se dice que con este capítulo, el autor de la carta a los Hebreos, que no es San Pablo desde luego, sino un maestro desconocido, compuso este sermón para mover a la fe a la comunidad, al igual que los padres del pueblo, pero ahora con la esperanza que procura Jesús y su obra. Él es el ejemplo de nuestra fe en Dios y de nuestra entrega a los hombres al comprender todas las flaquezas. Por esto es Sumo Sacerdote, porque siendo Dios, superior a los ángeles, a Moisés y a Aarón ,comprendió más que nadie los pecados de los hombres.

II.2. En nuestra peregrinación hacia Dios, en la tipología hacia el santuario celeste, tenemos un mediador y una seguridad que no tuvieron los padres del pueblo: al mismo Jesús. Por eso, creer, según lo que se propone en Hebreos 11, no es mirar al pasado, ni conservarlo, sino avanzar hacia el futuro. Quiere decir que debemos estar en camino, que no hay puntos muertos en la historia de la salvación. Como es lógico, la lectura de hoy solamente toma algunos aspectos de ese capítulo, y se debe leer el mismo en su totalidad. La figura de Abrahán, el padre del pueblo al que se le pidió todo, es el ejemplo. Si fuéramos realistas diríamos que Dios no pide la muerte de un hijo, el de las promesas. Eso es un “género simbólico” para decir que todo está en manos de Dios. Pero precisamente es en las manos de Dios donde está la resurrección, y ésa es la gran cuestión de la fe en Dios y una de las afirmaciones de más alcance de este texto de la carta a los Hebreos.



Evangelio: Lucas (12,32-48): La sabiduría de la vigilancia

III.1. El evangelio de Lucas nos ofrece aquí una serie de elementos que están en el Sermón de la Montaña, en Mateo, y un conjunto de parábolas (los criados que esperan a que su amo vuelva de unas bodas, el amo que vigila su casa por si llega un ladrón, y el administrador fiel al que se le ha confiado repartir el trigo) sobre la vigilancia y la fidelidad al Señor. La exhortación primera, que concluye con el dicho “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”, es toda una llamada a la comunidad sobre el comportamiento en este mundo con respecto a las riquezas. Lucas es un evangelista que cuida, más que ningún otro, este aspecto tan determinante de la vida social y económica, porque escribía en una ciudad (Éfeso o Corinto) donde los cristianos debían tomar postura frente a la injusticia y la división de clases.

III.2. El dicho del tesoro y el corazón es un dicho popular que encierra mucha sabiduría de siglos. Pero es propio de estos dichos (el llamado “Evangelio Q” como algunos lo llaman actualmente) poner de manifiesto la radicalidad sapiencial y escatológica que se vivió en aquellos momentos. Si bien es verdad que el rigor apocalíptico ya no es determinante, sí lo es el sentido que mantienen estas palabras. Vigilar, ahora, ya no es estar preocupados por el fin del mundo, sino estar preocupados por no poner nuestro corazón en los poderes y las riquezas. Son dichos para comprometerse en nuestro mundo, aunque sin perder la perspectiva del mundo futuro.

III.3. Lucas sitúa esto en el programa de buscar el Reino de Dios, pidiendo y exigiendo al cristiano no desear las mismas cosas que desean y tienen los poderosos de este mundo. El Reino exige otros comportamientos. Así, pues, las parábolas sobre la vigilancia y la fidelidad vienen a ser como el comentario a esa actitud. Es una llamada a la responsabilidad en todos los órdenes, pero especialmente la responsabilidad de saberse en la línea de que la vida tiene una dimensión espiritual, trascendente, sabiendo que hay que ponerse en las manos de Dios. Eso no es una huida de lo que hay que hacer en este mundo; pero, por otra parte, tampoco ignorando que nos espera Alguien que un día se ceñirá para servirnos si le hemos sido fieles. Ése de quien habla Jesús en la parábola, es Dios. Nosotros, mientras, administramos, trabajamos, ayudamos a los más pobres y necesitados, como una responsabilidad muy importante que se nos ha otorgado.

Fray Miguel de Burgos Núñez
Lector y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura



Pautas para la homilía

Ofrecemos hoy las pautas del XIX Domingo del T.O. y las pautas de Santo Domingo de Guzmán, celebrado como solemnidad en la Orden de Predicadores.

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Estamos en un momento de grave crisis de esperanza. Las dificultades económicas dejan ver la debilidad de nuestro sistema, y el cambio acelerado de costumbres nos produce vértigo. Nos preguntamos si existe un fundamento seguro sobre el que apoyar nuestra vida y nuestras certezas.

Las utopías han caído. Queramos o no, formamos parte de una cultura postmoderna en la que sentimos que nos tenemos que bastar a nosotros mismos y quedarnos en el aquí y ahora, confiando que la suerte nos depare formar parte del grupo de los de arriba y no caer, por desgracia, en el abismo de los de abajo: enfermos, pobres, ancianos, marginados, arruinados, etc.

¿Qué hacer frente a este vendaval de desesperanza? Las lecturas de hoy nos hablan de crisis y de superación de esa crisis.

El libro de Éxodo nos remite al tiempo de la persecución de los israelitas en Egipto. Una situación de genocidio sin salida. Pero Dios salió a su encuentro, los liberó y, con ello, les dio razones para permanecer juntos y confiar en El.

También el autor de la Carta a los Hebreos, al poner el ejemplo de Abrahán, nos lo muestra como “hombre de la fe y la esperanza”: Abrahán no pone su seguridad en el pasado (volver a su tierra), ni en su presente (vivir errante), ni en su futuro humano (Isaac su hijo), sino sólo en Dios, su promesa y su palabra.

En definitiva, la crisis de esperanza y la crisis de seguridad, que es su fundamento, sólo se solucionarán pasando de las expectativas humanas más o menos fundadas, a la confianza en el Dios del Reino.

En el evangelio, Jesús, señala los modos y maneras de esta confianza: no dejarse llevar por la angustia de la escasez futura y, por lo tanto, no acumular. Vivir la vida como un servicio a los demás, como el administrador que se sabe que no es dueño de sus bienes y que tiene que utilizarlos en beneficio de otros, y, en tercer lugar, vivir como aquel que sabe que va a venir su Señor a pedirle cuentas según la responsabilidad confiada.

En definitiva, y como gran mensaje en estos tiempos de inseguridad, miedo al futuro y repliegue sobre nosotros mismos, optar por una esperanza ilusionada, responsable y servidora fundada en la gran promesa: “No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el Reino”.



Solemnidad de Santo Domingo de Guzmán

En junio de 1206 llegaban a la ciudad de Montpellier Diego de Acebes, Domingo y su cortejo, de vuelta de su misión diplomática y su paso por Roma y Cister. Este viaje les habría seguramente ensanchado las perspectivas nacionales, culturales y eclesiales de su Castilla natal.

En la ciudad francesa se encontraron con una reunión de los legados del papa que evaluaban los frutos de su misión. El desánimo se abatía sobre ellos por tres razones fundamentales: la complejidad de la tarea encomendada; la poca acogida de sus esfuerzos por sus destinatarios y la ineficacia de los métodos jurídicos, diplomáticos y pastorales empleados.

El “negotium fidei et pacis” de la Narbonense incluía problemas como la inseguridad ciudadana, los nuevos problemas económicos, los nuevos retos culturales, las herejías importadas de Oriente y, como una consecuencia no deseada de los intentos de la reforma gregoriana de un cambio radical en la conducta de “la cabeza y los miembros” de la Iglesia, una crítica consciente y feroz contra los modos de vida del clero alto y bajo y, como efecto positivo , un ansia y sueño de “volver al Evangelio” como modo de vida y de pastoral que inspiraba a los nuevos movimientos religiosos.

La solución dada por Diego y secundada por Domingo fue triple: Escuchar lo que tenían de verdad las ideas y prácticas de los oponentes; volver al Evangelio no sólo en doctrina, sino en modo de vida y de pastoral y, de este modo, constituirse en alternativa de una Iglesia feudalizada y sin repuesta a lo nuevo, pero sin romper la comunión con ella, al contrario: actuando de fermento en la masa.

Las opciones de base, que después fueron explicitadas prácticamente en las Constituciones de la Orden y teóricamente por Santo Tomás y su sistema, fueron:

1) La fe en que el Dios creador es el Dios salvador. No hay contraposición, como pensaban los cátaros, entre naturaleza y gracia. El compromiso por lo humano es opción por Dios y viceversa.

2) Confianza en el hombre y sus instrumentos intelectuales para alcanzar la verdad objetiva, vivir de acuerdo con ella, y la necesidad del esfuerzo de todos para alcanzarla. Frente a fideísmos o agnosticismos, toda verdad, diga quien la diga, es del Espíritu Santo. Necesidad de la libertad de la propia conciencia para un obrar moral. El bien común como referencia moral, La vida humana como proyecto: el movimiento de la criatura inteligente, amante y libre hacia Dios.

3) La importancia de los “lugares” (físicos, ideológicos y sociales) desde donde se cree, se piensa, se vive, se convive y se predica): ciudades, mendicidad, comunidad, universidad, misión ad gentes.



Hoy nos encontramos en una situación parecida a la que provocaba el desánimo de los legados papales en 1206. Una historia reciente que no ha ocurrido según nuestros análisis y expectativas, un secularismo globalizador y consumista galopante que, como nuevo catarismo, se aleja del hombre y la mujer reales para proponer la salvación únicamente para los “perfectos” (jóvenes, ricos, sanos, bellos y consumistas); una Iglesia que tiene nostalgia de la situación de cristiandad y que se ve retada por nuevas forma de pensar, actuar, sentir y creer y por nuevos problemas no contemplados hasta ahora dentro de su seno (opinión pública en la Iglesia, papel de la mujer, magisterio y conciencia, etc.). Estamos en una situación de intemperie que nos produce unos sentimientos de confusión, de vértigo, de inutilidad, de mucho stress y poco gozo contemplativo. Incluso de culpabilidad ¿qué hemos hecho mal para que lo esperado del Vaticano II haya producido, en apariencia, el resultado precisamente contrario?

Y sin embargo, ¿no será este un tiempo de gracia que nos permite y hace posible lo que llamamos fe, esperanza, ágape, comunidad cristiana y misión al modo de los apóstoles? ¿No nos está exigiendo escucha, aprendizaje y vuelta al Evangelio? ¿La caída de las expectativas no es la posibilidad de la esperanza-confianza en el Dios siempre más grande?

Es curioso que, según parece, los resultados de la decisión de Montpellier fueron, en sentido cuantitativo, más bien escasos. Diego se tuvo que volver a Osma, un legado fue asesinado, comenzó la cruzada contra los albigenses, Domingo pasó 10 años solo, las conversiones fueron pocas y, algunos años más tarde la Orden en Toulouse estaba orgullosa de su papel en la Inquisición, olvidando su espíritu de diálogo y aprendizaje del contrario.
Pero, por otro lado, la decisión de Montpellier es la que hizo posible que hoy nosotros estemos aquí y que nos preguntemos por estas cosas.


Fr. Francisco José Rodríguez Fassio
Convento de Sto. Domingo "Scala Coeli" (Córdoba)

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