Publicado por El Blog de X. Pikaza
En el último post he tratado de la herencia que divide (o vincula) a los hermanos, partiendo de un texto clásico del evangelio (Lc 12, 13-21). Como han mostrado muchos comentarios, ése es un tema que sigue apasionando y decidiendo nuestra vida, tanto en plano religioso como social. Para seguir pensando, a partir de lo que dice el evangelio y de los comentarios anteriores, propongo, de forma pausada, varios punto de reflexión que todavía han de seguir siendo pensados, Vivimos de una herencia, como la torre que brota de un suelo que ha desaparecido (de un suelo que se debe recrear cada día).
De eaa forma pongo de relieve, en principio, los valores de los conservadores y de los revolucionarios, de los que quieren mantener la herencia como está, y de los que quieren cambiar lo que existe, para lograr así un mundo distinto, con los riesgos que ello implica. Verá el lector que pienso que sólo se consrva lo que se transforma, que sólo la revolución (conversión) mantiene lo que existe, siempre que haya una experiencia de transcendencia... (es decir, de humanidd radical)... Pero siga leyendo quien quiera, a la luz del evnagelio. Buen día a todos .
1) Los tres principios de la religión (y de la vida): tradición, trascendencia y revolución.
Hace tiempo, en un libro titulado Fenomenología de la religión (Madrid 2000) me atreví a decir que la religión y la vida se sostiene en tres principios. (a) Uno que es la tradición: venimos de una Vida que nos precede, somos por aquello que nos han dado y debemos ser de alguna forma conservadores. (b) El segundo principio era la trascendencia: cada generación, cada persona ha de vincularse con el Origen y Fuente, que es Dios (la Vida), más allá de todas las tradiciones. (c) Para conservar lo que somos debemos transformar lo que existe (ser revolucionarios, en plano personal y social).
2) Todos debemos ser conservadores
La “tradición” en un elemento esencial de la sociedad y de la vida humana. Sin un tipo de “herencia” (es decir, de tradición) no seríamos nadie. Vivimos de una herencia, es decir de aquello que gratuitamente nos ha dado la familia, la sociedad, quizá la Iglesia: vivimos del amor que nos han ofrecido, de la lengua que nos han enseñado para comunicarnos y hablar, de las tradiciones culturales y sociales, de la tierra que otros han cultivado antes que nosotros, de los animales que han domesticado etc. etc. Sin una inmensa herencia de tradición, cultura, humanidad… e incluso religión nos habríamos podido vivir, estaríamos muertos. Gracias, por tanto, a los que nos han dado por herencia la vida.
3. Las tradiciones unifican y enriquecen , pero también dividen y separan
Hay diversas formas de tradición, unas más externas (la herencia material) y otras de tipo cultural, social y religioso. En un sentido es bueno conservar las tradiciones: las civilizaciones, las culturas, las herencias jurídicas, culturales, científicas… Si olvidáramos esas tradiciones volveríamos a la “naturaleza” sin más, como el árbol o el animal. Pero las tradiciones pueden morir (convertirse en museo)… o separar a unos de otros, no dejándoles crear, renovar, enraizarse en la trascendencia…
4. Actualmente hay un fuerte problema de división por la herencia
Como sabe la Biblia, la herencia de la tierra (de la vida) es para todos. Pero algunos se han aprovechado de gran parte de ella: Poseen la mayor parte de los bienes del mundo, dejando a gran parte de la humanidad casi sin nada. Unos reciben en herencia mucho (tierras, casas, campos, ejércitos y bombas, naciones poderosas….), mientras otros reciben muy poco (nacen sin tener ni siquiera un pan bajo el brazo). ¿Es justo eso? Decían muchos Santos Padres que las “herencias” en sí (en su forma actual, en el siglo IV-V d. C.) constituían un pecado: Uno que es muy rico (individuo o sociedad) es porque ha robado él (es un ladrón), o ha robado su padre o abuelo (ha sido un ladrón y bandido). Quizá ese lenguaje es simplista, pero así hablado dicho los mejores Santos Padres cristianos.
5. Las grandes religiones (por ejemplo el judaísmo) empiezan siendo “revolucionarias” y acaban siendo conservadores.
Para nosotros, el ejemplo más claro es el judaísmo, que empieza con la gran revolución social y espiritual del Éxodo (y de los profetas) y que cae en manos de sacerdotes y “ancianos”, que administran lo que hay, para que nada cambie. Los judíos del tiempo organizaban de manera minuciosa las herencias de tipo familiar, social, cultural y religioso. La religión era para ellos “tradición”, mantener la buena herencia (el buen depósito), una herencia hecha de leyes buenas, buenos libros, normas de distinción. La tarea más importante de la religión era regular esas herencias, de manera que los escribas eran, ante todo, jueces y expertos en herencias (como verá quien ley el apéndice, con los dos capítulos de la Misná, con leyes del tiempo de Jesús, aunque codificados siglo y medio más tarde).
6. En principio, Jesús no quiso regular herencias, sino recrear la Vida.
Ciertamente, admitió el código o signo principal de la herencia de Israel (La Escritura, la confesión de fe), pero pensó que se debía superar el “etilo legal” de las herencias, al servicio de las familias más ricas de la sociedad. Jesús pensó que para tomar el camino del reino hay que superar este modelo social de posesión y dominio exclusivo de bienes, según la ley de herencias, al servicio de los ricos. Por eso pidió hombre que quiso seguirlo, teniendo muchos bienes, que los dejara todos, que se los diera a los pobres, para así poder seguirle en libertad y comunión de vida (Lc 18, 18-23). Para aplicar lo antes dicho:
a) Jesús apeló a las “buenas tradiciones”, a las originarias (del libro del Génesis), tanto en plano familiar, como social y religioso (matrimonio, dignidad humana).
b) Jesús puso la vida humana a la luz de la transcendencia: del Dios Padre que está en el fondo de la vida de los hombres, de un modo inmediato
c) Jesús buscó la revolución total, es decir, la “conversión”, la transformación radical de la vida (nacer de nuevo).
7. Textos básicos de Jesús sobre la (superación de la) Herencia:
Habría que reunirlos y comentarlos con más cuidado, porque no todos son fáciles de encuadrar en una visión de conjunto. Entre los fundamentales están:
a) Dejar padre-madre y familia… Hay que superar un tipo de orden dado, un tipo de herencia (donde la cosas son como son) para recrear la vida desde la libertad y la fraternidad (cf. Mc 3, 31-35; 10, 28-31).
b) Deja que los muertos entierren a los muertos… (Lc 9, 60; Mt 8, 22). La norma de la tradición es “cuidar” a los padres para cuidar la herencia… Jesús pide a sus discípulos que dejen este sistema de herencias, para iniciar un camino nuevo, en fraternidad universal. Sólo así, superando la ley de las herencias se puede y se debe cuidar en concreto a los padres necesitados como personas (Mc 7,10-12).
c) Vende todo y sígueme… (Mc 10, 17-22). Jesús dice al rico, de gran herencia, que la venda, que la dé a los pobres…, compartiendo de esa forma sus bienes con todos, para seguirle a él, es decir, para crear una humanidad donde los bienes son compartidos, donde la herencia es para todos, no para unas familias o grupos especiales.
d) A Jesús le han matado porque vino a decir que se “repartiera la herencia” (Mc 10, 1-12: Parábola de los renteros homicidas). Los renteros quieren quedarse con la herencia para ellos solos… y matan al “heredero” que es el Hijo (que es el signo de la humanidad entera). Según esa parábola, Jesús ha muerto para que todos los hijos puedan compartir en paz la heencia.
e) Hay otras parábolas y textos sobre la herencia que podrían y deberían estudiarse, desde la de los dos hijos (un que malgasta la herencia: Hijo Pródigo) hasta la de la viuda pobre que da todo, en contra de los “escribas” que comen la herencia de los pobres (cita ad sensum, no literal, de Mc 12, 38-44)
f) Eso significa que, según Jesús, no se puede hablar de “herencias particulares”, al servicio de familias o de particulares (progenies de buen apellido, nobles que dejan millones y millones a sus descendientes, reyes que hacen lo mismo…). Este sistema particular de herencias resulta a su entender injusto, pues él quiere que todos los bienes del mundo sean para todos (al menos en ámbito eclesial). Por eso no ha querido ser juez de herencias entre particulares, sino promotor de un movimiento de comunión universal de personas y bienes.
8. Herencias, un problema de Iglesia.
De manera muy significativa, la Iglesia católica, al hacerse institución establecida, ha recreado una ley de herencias, parecida a la de la Misná y aún peor. De hecho, la ley de herencias judía ha procurado ser más neutral, ha defendido mucho más a los pobres, a pesar del aparente caos de su casuística. Entre los cristianos, en general, ha sido mucho peor, pues al ver que Jesús no decía nada sobre herencias, y al pensar que su mensaje era espiritualista, la Iglesia en su conjunto ha apoyado y sacralizado una ley de herencias que proviene del Derecho Romano y que es anticristiana.
En esa línea, las Grandes Iglesias, haciéndose ricas, han venido a ser en gran parte de Europa las Grandes Propietarias (con el estamento de reyes y nobles). Evidentemente, ellas han regulado bien, para su provecho, la ley de herencias. Es evidente que muchas iglesias han puesto parte de sus bienes al servicio de los pobres, pero, en conjunto, la Iglesia ha sido siempre bastante rica, hasta que han llegado las diversas “secularizaciones” (en el mundo protestante) y “desamortizaciones” (en el mundo católico), que han privatizado los bienes de la Iglesia para bien (de algunos), para mal (del arte y de los valores culturales)… dentro de un sistema que sigue dominado por el deseo de tener.
9. Un tema abierto…
Dejo el abierto… con las palabras inquietantes de Jesús, que dice que no ha venido a resolver el temas de “las herencias”, en un plano jurídico ¿Por qué lo ha dicho? ¿Simplemente para desentenderse? ¿Para que superemos un orden de herencias injusto? ¿Qué podría hacer, por ejemplo, el Estado con la ley de herencias y grandes patrimonios? ¿Es bueno que una familia pueda legar a sus hijos, por simple suerte biológica, sus grandes bienes? ¿Se debería dar a cada niño, al nacer, las mismas posibilidades económica?... El tema es difícil de resolver. Es claro que no tengo la respuesta, pero me gustaría haber ayudado a pensar.
10. De nuevo los tres niveles de la religión
a) La religión es tradición, por eso es conservadora: ella transmite una herencia de humanidad, de experiencia de respeto entre los hombres… Ella tiene unos tesoros espirituales y materiales que debe conservar….
b) Pero, al mismo tiempo, la religión sólo es verdadera en la medida en que permite que cada hombre o mujer puede acceder al misterio, teniendo un encuentro con su origen divino. Por eso, la religión nos lleva más allá de toda herencia y tradición, al lugar donde cada uno es quien es, lo que es (un absoluto) en manos de Dios (como experiencia de Dios).
c) La religión tiene que ser una experiencia revolucionaria, de cambio social, como quiso Jesús, en los textos citados. La única herencia verdadera es la posibilidad de compartir en amor y respeto los frutos de la viña, entre todos (Mc 12, 1-10). Hoy como en tiempos de Jesús, los hombres y mujeres tienden a apropiarse de esos frutos de la vida, matándose por ellos. Ignoran que o conservamos, mantenemos y compartimos la herencia entre todos… o terminamos matándonos todos.
Buen agosto a todos. Si tenéis tiempo seguirmos reflexionando sobre el tema, entre todos, desde las diversas perspectiva.
De eaa forma pongo de relieve, en principio, los valores de los conservadores y de los revolucionarios, de los que quieren mantener la herencia como está, y de los que quieren cambiar lo que existe, para lograr así un mundo distinto, con los riesgos que ello implica. Verá el lector que pienso que sólo se consrva lo que se transforma, que sólo la revolución (conversión) mantiene lo que existe, siempre que haya una experiencia de transcendencia... (es decir, de humanidd radical)... Pero siga leyendo quien quiera, a la luz del evnagelio. Buen día a todos .
1) Los tres principios de la religión (y de la vida): tradición, trascendencia y revolución.
Hace tiempo, en un libro titulado Fenomenología de la religión (Madrid 2000) me atreví a decir que la religión y la vida se sostiene en tres principios. (a) Uno que es la tradición: venimos de una Vida que nos precede, somos por aquello que nos han dado y debemos ser de alguna forma conservadores. (b) El segundo principio era la trascendencia: cada generación, cada persona ha de vincularse con el Origen y Fuente, que es Dios (la Vida), más allá de todas las tradiciones. (c) Para conservar lo que somos debemos transformar lo que existe (ser revolucionarios, en plano personal y social).
2) Todos debemos ser conservadores
La “tradición” en un elemento esencial de la sociedad y de la vida humana. Sin un tipo de “herencia” (es decir, de tradición) no seríamos nadie. Vivimos de una herencia, es decir de aquello que gratuitamente nos ha dado la familia, la sociedad, quizá la Iglesia: vivimos del amor que nos han ofrecido, de la lengua que nos han enseñado para comunicarnos y hablar, de las tradiciones culturales y sociales, de la tierra que otros han cultivado antes que nosotros, de los animales que han domesticado etc. etc. Sin una inmensa herencia de tradición, cultura, humanidad… e incluso religión nos habríamos podido vivir, estaríamos muertos. Gracias, por tanto, a los que nos han dado por herencia la vida.
3. Las tradiciones unifican y enriquecen , pero también dividen y separan
Hay diversas formas de tradición, unas más externas (la herencia material) y otras de tipo cultural, social y religioso. En un sentido es bueno conservar las tradiciones: las civilizaciones, las culturas, las herencias jurídicas, culturales, científicas… Si olvidáramos esas tradiciones volveríamos a la “naturaleza” sin más, como el árbol o el animal. Pero las tradiciones pueden morir (convertirse en museo)… o separar a unos de otros, no dejándoles crear, renovar, enraizarse en la trascendencia…
4. Actualmente hay un fuerte problema de división por la herencia
Como sabe la Biblia, la herencia de la tierra (de la vida) es para todos. Pero algunos se han aprovechado de gran parte de ella: Poseen la mayor parte de los bienes del mundo, dejando a gran parte de la humanidad casi sin nada. Unos reciben en herencia mucho (tierras, casas, campos, ejércitos y bombas, naciones poderosas….), mientras otros reciben muy poco (nacen sin tener ni siquiera un pan bajo el brazo). ¿Es justo eso? Decían muchos Santos Padres que las “herencias” en sí (en su forma actual, en el siglo IV-V d. C.) constituían un pecado: Uno que es muy rico (individuo o sociedad) es porque ha robado él (es un ladrón), o ha robado su padre o abuelo (ha sido un ladrón y bandido). Quizá ese lenguaje es simplista, pero así hablado dicho los mejores Santos Padres cristianos.
5. Las grandes religiones (por ejemplo el judaísmo) empiezan siendo “revolucionarias” y acaban siendo conservadores.
Para nosotros, el ejemplo más claro es el judaísmo, que empieza con la gran revolución social y espiritual del Éxodo (y de los profetas) y que cae en manos de sacerdotes y “ancianos”, que administran lo que hay, para que nada cambie. Los judíos del tiempo organizaban de manera minuciosa las herencias de tipo familiar, social, cultural y religioso. La religión era para ellos “tradición”, mantener la buena herencia (el buen depósito), una herencia hecha de leyes buenas, buenos libros, normas de distinción. La tarea más importante de la religión era regular esas herencias, de manera que los escribas eran, ante todo, jueces y expertos en herencias (como verá quien ley el apéndice, con los dos capítulos de la Misná, con leyes del tiempo de Jesús, aunque codificados siglo y medio más tarde).
6. En principio, Jesús no quiso regular herencias, sino recrear la Vida.
Ciertamente, admitió el código o signo principal de la herencia de Israel (La Escritura, la confesión de fe), pero pensó que se debía superar el “etilo legal” de las herencias, al servicio de las familias más ricas de la sociedad. Jesús pensó que para tomar el camino del reino hay que superar este modelo social de posesión y dominio exclusivo de bienes, según la ley de herencias, al servicio de los ricos. Por eso pidió hombre que quiso seguirlo, teniendo muchos bienes, que los dejara todos, que se los diera a los pobres, para así poder seguirle en libertad y comunión de vida (Lc 18, 18-23). Para aplicar lo antes dicho:
a) Jesús apeló a las “buenas tradiciones”, a las originarias (del libro del Génesis), tanto en plano familiar, como social y religioso (matrimonio, dignidad humana).
b) Jesús puso la vida humana a la luz de la transcendencia: del Dios Padre que está en el fondo de la vida de los hombres, de un modo inmediato
c) Jesús buscó la revolución total, es decir, la “conversión”, la transformación radical de la vida (nacer de nuevo).
7. Textos básicos de Jesús sobre la (superación de la) Herencia:
Habría que reunirlos y comentarlos con más cuidado, porque no todos son fáciles de encuadrar en una visión de conjunto. Entre los fundamentales están:
a) Dejar padre-madre y familia… Hay que superar un tipo de orden dado, un tipo de herencia (donde la cosas son como son) para recrear la vida desde la libertad y la fraternidad (cf. Mc 3, 31-35; 10, 28-31).
b) Deja que los muertos entierren a los muertos… (Lc 9, 60; Mt 8, 22). La norma de la tradición es “cuidar” a los padres para cuidar la herencia… Jesús pide a sus discípulos que dejen este sistema de herencias, para iniciar un camino nuevo, en fraternidad universal. Sólo así, superando la ley de las herencias se puede y se debe cuidar en concreto a los padres necesitados como personas (Mc 7,10-12).
c) Vende todo y sígueme… (Mc 10, 17-22). Jesús dice al rico, de gran herencia, que la venda, que la dé a los pobres…, compartiendo de esa forma sus bienes con todos, para seguirle a él, es decir, para crear una humanidad donde los bienes son compartidos, donde la herencia es para todos, no para unas familias o grupos especiales.
d) A Jesús le han matado porque vino a decir que se “repartiera la herencia” (Mc 10, 1-12: Parábola de los renteros homicidas). Los renteros quieren quedarse con la herencia para ellos solos… y matan al “heredero” que es el Hijo (que es el signo de la humanidad entera). Según esa parábola, Jesús ha muerto para que todos los hijos puedan compartir en paz la heencia.
e) Hay otras parábolas y textos sobre la herencia que podrían y deberían estudiarse, desde la de los dos hijos (un que malgasta la herencia: Hijo Pródigo) hasta la de la viuda pobre que da todo, en contra de los “escribas” que comen la herencia de los pobres (cita ad sensum, no literal, de Mc 12, 38-44)
f) Eso significa que, según Jesús, no se puede hablar de “herencias particulares”, al servicio de familias o de particulares (progenies de buen apellido, nobles que dejan millones y millones a sus descendientes, reyes que hacen lo mismo…). Este sistema particular de herencias resulta a su entender injusto, pues él quiere que todos los bienes del mundo sean para todos (al menos en ámbito eclesial). Por eso no ha querido ser juez de herencias entre particulares, sino promotor de un movimiento de comunión universal de personas y bienes.
8. Herencias, un problema de Iglesia.
De manera muy significativa, la Iglesia católica, al hacerse institución establecida, ha recreado una ley de herencias, parecida a la de la Misná y aún peor. De hecho, la ley de herencias judía ha procurado ser más neutral, ha defendido mucho más a los pobres, a pesar del aparente caos de su casuística. Entre los cristianos, en general, ha sido mucho peor, pues al ver que Jesús no decía nada sobre herencias, y al pensar que su mensaje era espiritualista, la Iglesia en su conjunto ha apoyado y sacralizado una ley de herencias que proviene del Derecho Romano y que es anticristiana.
En esa línea, las Grandes Iglesias, haciéndose ricas, han venido a ser en gran parte de Europa las Grandes Propietarias (con el estamento de reyes y nobles). Evidentemente, ellas han regulado bien, para su provecho, la ley de herencias. Es evidente que muchas iglesias han puesto parte de sus bienes al servicio de los pobres, pero, en conjunto, la Iglesia ha sido siempre bastante rica, hasta que han llegado las diversas “secularizaciones” (en el mundo protestante) y “desamortizaciones” (en el mundo católico), que han privatizado los bienes de la Iglesia para bien (de algunos), para mal (del arte y de los valores culturales)… dentro de un sistema que sigue dominado por el deseo de tener.
9. Un tema abierto…
Dejo el abierto… con las palabras inquietantes de Jesús, que dice que no ha venido a resolver el temas de “las herencias”, en un plano jurídico ¿Por qué lo ha dicho? ¿Simplemente para desentenderse? ¿Para que superemos un orden de herencias injusto? ¿Qué podría hacer, por ejemplo, el Estado con la ley de herencias y grandes patrimonios? ¿Es bueno que una familia pueda legar a sus hijos, por simple suerte biológica, sus grandes bienes? ¿Se debería dar a cada niño, al nacer, las mismas posibilidades económica?... El tema es difícil de resolver. Es claro que no tengo la respuesta, pero me gustaría haber ayudado a pensar.
10. De nuevo los tres niveles de la religión
a) La religión es tradición, por eso es conservadora: ella transmite una herencia de humanidad, de experiencia de respeto entre los hombres… Ella tiene unos tesoros espirituales y materiales que debe conservar….
b) Pero, al mismo tiempo, la religión sólo es verdadera en la medida en que permite que cada hombre o mujer puede acceder al misterio, teniendo un encuentro con su origen divino. Por eso, la religión nos lleva más allá de toda herencia y tradición, al lugar donde cada uno es quien es, lo que es (un absoluto) en manos de Dios (como experiencia de Dios).
c) La religión tiene que ser una experiencia revolucionaria, de cambio social, como quiso Jesús, en los textos citados. La única herencia verdadera es la posibilidad de compartir en amor y respeto los frutos de la viña, entre todos (Mc 12, 1-10). Hoy como en tiempos de Jesús, los hombres y mujeres tienden a apropiarse de esos frutos de la vida, matándose por ellos. Ignoran que o conservamos, mantenemos y compartimos la herencia entre todos… o terminamos matándonos todos.
Buen agosto a todos. Si tenéis tiempo seguirmos reflexionando sobre el tema, entre todos, desde las diversas perspectiva.
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