Publicado por Mi vocación
Mirar atrás es una manera de enfocar, de vivir la vida. A veces necesitamos esa mirada al pasado para poder seguir viviendo el presente… Es curioso, pero también es una realidad. ¿Por qué nos ocurre esto? ¿por qué no dejamos de lado lo pasado para vivir con libertad el presente?
Es muy importante que no nos dejemos envolver por ese estado, no podemos tener la cabeza, la vida, girada hacia otro lugar que no sea hacia adelante. Lamentarse no ayuda, pero por supuesto, es necesario darse cuenta de lo vivido, hemos de aprender de las experiencias aunque no estancarnos en los errores.
Creo que es necesario encontrar el movimiento a la Conversión, es decir, llorar mirando atrás pero girar y echar la vista al frente. El pasado ha dejado huella, pero esa es la que, precisamente, me empuja para crecer más.
Mi pobreza, insatisfacción… ya es una Gracia porque es lo que me pone en situación de darme la vuelta y buscar, por lo tanto, no condenemos de entrada nada de lo que tenemos o somos. Todo ayuda al encuentro con Dios, todo es un camino que es necesario recorrer para llegar a la plenitud de lo que buscamos. A Dios se le experimenta y ama conforme se le busca...; buscar… “como tierra reseca agostada sin agua…” como dice el salmo. No decaigamos en ese camino, amemos con fuerza nuestra vida y situación para llegar victoriosos al encuentro soñado. Texto: Hna. Conchi García.
Es muy importante que no nos dejemos envolver por ese estado, no podemos tener la cabeza, la vida, girada hacia otro lugar que no sea hacia adelante. Lamentarse no ayuda, pero por supuesto, es necesario darse cuenta de lo vivido, hemos de aprender de las experiencias aunque no estancarnos en los errores.
Creo que es necesario encontrar el movimiento a la Conversión, es decir, llorar mirando atrás pero girar y echar la vista al frente. El pasado ha dejado huella, pero esa es la que, precisamente, me empuja para crecer más.
Mi pobreza, insatisfacción… ya es una Gracia porque es lo que me pone en situación de darme la vuelta y buscar, por lo tanto, no condenemos de entrada nada de lo que tenemos o somos. Todo ayuda al encuentro con Dios, todo es un camino que es necesario recorrer para llegar a la plenitud de lo que buscamos. A Dios se le experimenta y ama conforme se le busca...; buscar… “como tierra reseca agostada sin agua…” como dice el salmo. No decaigamos en ese camino, amemos con fuerza nuestra vida y situación para llegar victoriosos al encuentro soñado. Texto: Hna. Conchi García.
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