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jueves, 12 de agosto de 2010

Recuperación cristiana 3. El dogma práctico de la comunión.


Publicado por El Blog de X. Pikaza

La iglesia universal es federación de comunidades que cultivan la gratuidad y contemplación compartida. Sus fieles no están ahí para crear redes objetivas de información religiosa, sino para descubrir, ofrecer y compatir espacios de comunión y diálogo personal, siguiendo la experiencia y tares que Jesús dejó abierta en su muerte. Ella no necesita funcionarios (ni dinero) en línea de sistema, sino experiencia de evangelio, como saben bien los evangelios (cf. Mc 9, 33-4; 10, 35-45).

Cuando falta esa experiencia, que es el brillo de Dios en el fondo del alma y del cuerpo, y se diluye la gratuidad (o queda relegada a un plano formal e intimista, separado de la vida), suele apelarse al sistema: falla el amor, se rompe el diálogo personal y se toman decisiones impersonales, apelando si hace falta al orden de Dios y al valor sagrado de la jerarquía.

Pues bien, en contra de eso, debemos insistir en que la iglesia sólo es fiel siendo comunidad de creyentes, que acogen gratuitamente el amor y lo expresan de modo gratuito. En ese contexto ha de asumirse la protesta de Lutero, pero con una diferencia:

(a) la Reforma protestante destacaba la libertad de cada creyente, en pie ante Dios, por Cristo, en responsabilidad de fe y opción individual, dejando en un segundo plano el nivel comunitario;

(b) sin negar ese valor individual de la libertad, la Nueva Reforma universal, de católicos y proestantes, de Roma y Wittenberg puede y debe destacar la comunión personal de los creyentes, cada uno libre en sí mismo, todos liberados en el amor mutuo.

En el camino que va de la experiencia contemplativa (gracia y libertad en Cristo, fe luterana y mística teresiana) al amor comunitario (buscando cada uno el bien de los demás más que el suyo propio, buscando cada Iglesia la libertad y plenitud de las demás iglesias) se define a nuestro juicio el cristianismo.

Este dogma práctico de recuperación cristiana lo he tomado como tarea de verano, aquí en el hemisferio norte, pues llegan pronto los exámenes de septiembre, cuando el sol dejo de dar "tanta calor", como aquí dicen. Si a alguien le interesa de dónde tomo los ejercicios me lo puede preguntar. Son de un esquema de exámenes que hice un verano de éstos.

Buen día a todos y todas (como se dice). Como signo de esa iglesia, hecha de muchos hilos ensamblados y bellos, he querido colocar esta mañana un telar artesado de Chiapas.Esa mujer de un mundo que ha sido muchas veces marginado por las grandes instituciones puede ser signo de la nueva Reforma y Comunión de la Iglesia, como aquella mujer a la que el Cristo un día vio comp parábola de Reino, una mujer que amasaba tres panes de harina en la artesa, la Mujer Iglesia

No es tiempo de llorar

Esta Nueva Reforma cristiana no consiste sólo en liberar a los creyentes de una estructura eclesial, que parece dirigir y organizar desde fuera su existencia, sino que ha de expresarse suscitando desde Cristo espacios de comunicación de fe y celebración gozosa y solidaria, desbordando la clausura del sistema. En ese fondo podemos asumir y superar un cierto riesgo de divisiones protestantes (por decirlo de algún mundo): cada uno con su Iglesia y todos con sus diferencias seculares.

Necesaria ha sido y sigue siendo una dosis de Reforma Protestante, por lo que ha tenido de afirmación de la individualidad y de la búsqueda personal de Dios, con su Verdad. Pero creo ha ha llegado el momento de insistir en la unidad de raíz del evangelio, valorando la diversidad de experiencias, pero destacando sobre todo los principios creadores de la gracia y comunión personal, por encima de la jerarquía eclesial o del sistema externo.

Hoy tenemos la ventaja de que el César o sistema es independiente. El neo-liberalismo no necesita bendiciones de la iglesia, pues se extiende y vale por sí mismo, como racionalidad económica y social. No podemos pedir su ayuda, ni buscar su apoyo para defender una opción cristiana, como Lutero al apelar a los príncipes germanos o la iglesia católica apoyándose en su círculo de reyes. Gracias a Dios, no hay reyes católicos ni príncipes protestantes, sino un sistema de leyes económico-administrativas, sin más verdad que su proceso racional. En esta situación, unos y otros, católicos y protestantes (ortodoxos y cristianos de diversas confesiones), debemos volver a la raíz de gratuidad y comunión cristiana, valorando las tradiciones propias, pero destacando sólo el evangelio.

Es bueno el cambio: no es tiempo de llorar o lamentarse por la pérdida de influjo de la iglesia y la caída del nacional-cristianismo (-catolicismo), sino tiempo de eclesiogénesis o surgimiento eclesial, desde la raíz del evangelio, en las nuevas condiciones de un sistema al que ya no combatimos con armas, pero que debemos denunciar y superar por su injusticia (excluye a muchos), optando por los excluidos y creando espacio de comunión encuentro personal, no de mercado.

No es tiempo de protestantes contra católicos o viceversa, sino de comunicación creadora (en gratuidad gozosa) de todos los cristianos frente al gran sistema, al que no importan los valores más profundos del encuentro personal y del amor preferente hacia los pobres.

Este es el milagro y dogma de la iglesia: ella no quiere ni puede construir un sistema de sacralidad, que los usuarios utilizan luego a conveniencia (como en un supermercado donde cada uno escoge su producto preferido); no expone dogmas que valen por sí mismos, fuera de la comunión fraterna, ni abandona a cada fiel en solitario ante Dios, para que tome por aislado su opción ante el misterio, sino que es experiencia y campo de comunicación personal, en diálogo con todos los humanos. Desde aquí han de entenderse su dogma y sus tareas administrativas.

En cierto momento, para actuar mejor como soporte sacral de la sociedad, por deseo de racionalización sistémica y posible efectividad, la iglesia ha fijado unos dogmas que corren el riesgo de volverse exteriores (como verdad independiente de su vida) y ha delegado funciones comunitarias en manos de una burocracia jerárquica de especialistas o virtuosos (como hacía el César de Roma). Con ello se ha vuelto efectiva, pero ha perdido comunicación y responsabilidad directa ante los fieles.

Más aún, ella ha racionalizado de modo universal otros aspectos de la vida cristiana, desde la teología oficial a la liturgia, desde la organización de los ministerios a las costumbres nupciales (con derecho a la nulidad matrimonial). La Curia romana se ha vuelto así el único organismo decisorio de la iglesia, reservándose jurídicamente la interpretación de los carismas, desde la aprobación de órdenes y congregaciones religiosas hasta la canonización de santos... De esa forma ha construido un sistema unitario, pero ha corrido el riesgo de que las iglesias dejen de ser lugares de fe compartida (donde los fieles se saben responsables y gestores) para convertirse en delegaciones de un poder externo. Ese proceso, que sólo ha culminado ahora (a a principios del siglo XXI) ha podido mostrarse efectivo a un nivel, pero es contrario a la experiencia y dinámica más honda del Cristo, que vincula gratuidad (contemplación) y encuentro personal de los creyentes, en gesto de apertura misionera hacia los pobres .

Los elementos básicos del dogma cristiano

Esto significa que el dogma religioso no es algo objetivo y superior (como las verdades o ideas de Platón), sino la comunicación personal, en libertad de amor. Que los humanos pueden escucharse y dialogar, en donación gratuita, en esperanza de vida: eso es religión para los cristianos. Desde ese fondo, quiero afirmar que el proceso de secularización no ha sido negativo, ni contrario al cristianismo, pues lo opuesto al evangelio no es la secularización (encarnación), sino la carencia de comunicación, la falta de libertad y amor al prójimo.

Pues bien, si la verdad cristiana es la comunicación creyente, la estructura de la iglesia cobra un valor teológico especial, queda integrada en la dogmática. Así lo indicarán de forma progresiva los temas que siguen.

1. Partiendo de Israel, principio comunicativo.

Israel ha interpretado su experiencia religiosa en claves de comunicación (profecía, mesianismo), pero no ha dado a esa comunicación un alcance universal. Las mismas religiones eran (y son) procesos de experiencia comunicativa, de manera que lo divino (incondicionado, fundante, numinoso) se revela y realiza como relación y diálogo humano; por eso, Dios no es irracional, sino principio dialogal, sentido de la racionalidad comunicativa del encuentro interhumano. La religión israelita ha sido un proyecto de comunicación universal: la unidad y trascendencia de Dios tiende a expresarse en la elección de Israel y en su apertura hacia los pueblos. Pero ese proyecto ha quedado como un horizonte utópico, abierto al fin de la historia: Dios hará que todos los pueblos se vinculen y dialoguen sobre el Monte Sión, en paz mesiánica y/o transpa¬rencia interhumana; por ahora, no puede o quiere hacerlo y así queda en silencio, como misterio superior, impronunciable .

2. Evangelio, mensaje de comunicación.

Cuando Jesús anuncia e inicia con su vida la llegada del reino de Dios está expresando el cumplimiento de la comunicación escatológica. ¡Vendrá Dios! decían los judíos: man¬tengamos mientras tanto la estructura del pueblo, fieles a la Ley que el mismo Dios ha revelado para el tiempo de la espera ¡Está viniendo ya! dice Jesús: expresemos por tanto su venida; vivamos a partir de su presencia. Esta palabra (Mc 1, 14-15 par) constituye la novedad radical del cristianismo, como experiencia presente, teológica y social, de comunicación para todos los humanos . Desde ese fondo, quiero definir el evangelio como culmen del proceso comunicativo: la fe en Dios se identifica con el despliegue de la comunión personal, gratuita y gratificadora, entre todos los humanos. Desde el centro de la historia (como grano de mostaza, simiente sembrada en la tierra), Jesús ha puesto en marcha el proceso de comunicación. De esa forma, asume y realiza aquello que los israelitas esperaban para el fin del tiempo: traduce la Palabra (amor universal) de Dios en forma de Comunica¬ción interhumana. Sabían los judíos que amor de Dios y los humanos se implican, siendo al fin son inseparables. Pues bien, Jesús los vincula en su vida y proyecto de reino, de forma escatológica, universal.

3. Jesús, comunicación encarnada. La gran protesta.

El proyecto comunicativo de Jesús ha sido combatido por los poderes del sistema que le han condenado. Pero invirtiendo esa condena, Dios le resucita, haciéndole en medio de la historia humana garantía y sentido de amor mutuo. Así se condensa el evangelio. Jesús ha ofrecido a todos un mensaje de comunicación gratuita y salvadora, abierto en especial hacia los antes marginados (pobres, pecadores...). Ese gesto ha suscitado el rechazo de los poderes establecidos que controlan la información religiosa nacional (sacer¬dotes) y la política imperial (romanos): para mantener sus privilegios, impidiendo el acceso de los pobres a la vida compartida, en nombre del "dios" del orden establecido, los poderes del mundo han matado a Jesús, que ha protestado dejándose matar.

Su muerte no ha sido un asesinato más (aunque él se asocie con los asesinados), sino el de aquel que quiso abrir a todos los humanos un espacio de comunicación gratuita. Él había dicho dad al Cesar lo que es del César..., pero no cualquier cosa, ni de cualquier manera. Por no torcerse ante el César le han matado, y su Cruz sigue siendo una protesta contra todo lo que oprime al ser humano, contra los asesinos de la historia, grandes o pequeños Por eso, su resurrección ha de entenderse como triunfo de su gran protesta, verdad de su proyecto de comunicación y gracia universal .

4. Dios, comunicación universal.

Por la pascua de Jesús sabemos que Dios es comunicación fundante y universal, centrada en el misterio trinitario: es encuentro del Padre con el Hijo en el Espíritu, donación personal, amor intradivino y efusión de amor divino. No hay primero un Dios en si (más allá de toda relación, puro silencio), y después comunicación de Dios, que se revela porque así lo ha decidido. De manera sorprendida y gozosa, los cristianos traducen el mensaje de Gen 1, 1 (en el principio creó Dios...) en claves de comunicación intradivina: en el principio era la Palabra, Dios mismo era Palabra dialogada (cf. Jn 1, 1).

Ésta es la experiencia teológica más honda: Dios es Trinidad, Comunión personal, Palabra que se da gratuitamente (Padre), se acoge en amor (Hijo) y se comparte (Espíritu Santo). Por eso, creer significa asumir la comunicación fundante de Dios que se abre de manera creadora a todos los humanos: es comunicar gratuitamente la vida, en protesta contra todo lo que oprime a los humanos, en comunión con los hermanos y donación a los excluidos del sistema. Dios mismo aparece como principio de racionalidad universal y suscita, por la pascua de Jesús en el Espíritu Santo, una iglesia o comunidad de creyentes que comparten y ofrecen la Palabra a los que no tienen palabra ni son reconocidos en el mundo. Normalmente, el César de la historia (sistema social) tiende a crear espacios de comunicación reducida, expulsando a los disidentes, distintos o innecesarios; protestando contra eso, la iglesia quiere abrir su espacio de comunicación a todos, en especial a los excluidos.

5. Iglesia, Comunión personal en la historia.

En la línea anterior, definimos la iglesia como la comunidad de aquellos que, creyendo en la Palabra de Jesús resucitado, la comparten y celebran ya en el mundo. No les vincula una raza o historia pasada, ni algún tipo de intereses materiales, sino la misma Palabra, encarnada en Jesús y vivida entre ellos (por ellos) como principio dialogal: son cristianos aquellos que creyendo en Dios se creen y se dicen la vida, en torno al pan y vino de la eucaristía, en una iglesia que es regalo gozoso de Dios, siendo espacio de encuentro abierto hacia todos los humanos. No condena el cristianismo a las otras religiones, ni gana a sus adeptos por la fuerza, pues la fuerza es lo contrario a la comunión universal del evangelio.

La verdad de la iglesia es comunión; por eso, todo intento de imponerla, sin diálogo de amor, es contrario al evangelio. Un cristianismo que nos obligara a ser cristianos no sería cristianismo y una iglesia que destruyera a las restantes religiones (como a veces ha sucedo en la conquista de América) no puede llamarse iglesia: signo de esa comunicación universal en Cristo ha de ser ella, espacio de palabra para todos los humanos.

6. Comunicación, dogma cristiano.

El contenido fundante de la confesión cristiana (Dios es Trinidad, Cristo ha resucitado) se identifica, e expresa y expande, con la acción comunicativa de la iglesia. Por eso, tomar unos dogmas de tipo ontológico (en clave más o menos platónica) y ponerlos como verdad absoluta, fuera de la comunicación cristiana carece de sentido: la trinidad inmanente (dogma en sí) no puede separarse de la económica, es decir, del proceso de comunicación gratuita de Dios, que es salvador en Cristo, por el Espíritu Santo. Desde ese fondo se entiende la racionalidad del cristianismo, expresada allí donde la Iglesia encuentra a Dios en Jesús como Logos fundante de la humanidad o principio de Razón Comunicativa (amor mutuo).

Suele hablarse a veces de la fe, en forma ontológica, como si ella fuera una verdad independiente, depósito de dogmas aceptados por revelación-autoridad; luego se añade que esa fe se comunica, en un segundo momento, a través de una información y testimonio. Según eso, la fe tendría sentido y consistencia (realidad) en sí misma, fuera de la comunicación creyente. Pues bien, en contra de eso, el contenido de la fe (Trinidad, Encarnación) no puede separarse de su comunicación (ni viceversa). La verdad de la fe cristiana sólo existe y puede expresarse en diálogo interpersonal, de Dios en Cristo; así se identifica con (y se expresa en) la comunicación de vida y esperanza pascual entre los humanos.

7. Ministerios de la comunicación.

El planteamiento anterior nos sitúa en el centro de la fe cristiana, que se expresa (encarna) en una iglesia que es comunidad comunicativa, sin más tarea que el despliegue y apertura del diálogo de amor de Dios en Cristo a todos los humanos . No hay verdad cristiana fuera de la comunión personal de hombres y mujeres que creen en Jesús y expanden su fe-amor a los humanos. Amor mutuo: eso es la verdad. Comunión afectiva y efectiva abierta a todos los humanos: eso es iglesia.

Un largo y hermoso camino se abre a los creyentes: itinerario de comunicación, reto humano, invitación cristiana. El Dios de los cristianos no está fuera, sino en la misma comunicación, pues por Cristo se ha hecho carne de vida, muerte, entrega y pascua, en el tejido de violencia de la historia (para convertirlo en campo de diálogo humano). No podemos buscarle en una trascendencia resguardada, sino en la misma acción comunicativa de amor entre creyentes. Por eso, los ministerios cristianos son mediaciones comunicativas: no expresan el poder de un dios en sí (principio superior y separado, que se goza imponiendo su dictado), sino la comunicación de Dios en Cristo; mediadores de esa comunicación quieren ser los ministros.

1 comentario:

Rodolfo Plata dijo...

Una cosa es la ecumene abrahamica enmarcada en el mito del pacto del Sinaí, y demarcada por los convencionalismos de los que solo es sagrado para Israel. Y otra muy distinta el camino ecuménico señalado por Cristo enmarcado en el fenómeno de la transformación humana, y demarcado por los universalismos de la filosofía y el conocimiento espiritual. Y siendo un hecho, que Cristo en su diatriba contra el puritanismo hipócrita de los rabinos señaló como reos de pena eterna a los seguidores de la doctrina y conducta judía. Que no somos judíos sino gentiles. Que el cristianismo se inició como un movimiento laico. Que los rabinos, fueron y han sido enemigos de Cristo. Que los judíos siempre han sido enemigos de los gentiles. Que los rabinos siempre han atacado, infiltrado e interferido la Iglesia y su doctrina, a causa de diferir de la ortodoxia judía. Que San Pablo es un apostata que separo la fe de la razón en sus Epístolas castrando mentalmente a sus seguidores, contradiciendo la unión entre la fe y la razón revelada por Cristo al ciego de nacimiento. Luego entonces debemos retomar el camino ecuménico y dejar la ecumene abrahámica, abrogando de nuestra fe el Antiguo Testamento. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD