(Hay una tentación posible cada vez que leemos un texto escatológico de los Evangelios: esa tentación es la del temor, la del miedo. Pero nada más errado que suponer que la pedagogía del Maestro sea la de atemorizarnos; el miedo es totalmente ajeno a la Buena Noticia, el miedo esclaviza, detiene y paraliza. La Palabra libera.
Que este tiempo fuerte y de esperanza militante que llamamos Adviento lo comencemos con este texto no es casual, claro que nó. La causalidad del Espíritu es manifiesta.
Es tiempo de espera atenta, de no adormilarse con los sopores mundanos.
Porque no se trata de algo que está por suceder de un momento a otro, se trata de Alguien que está por venir.
Y aún con el arquetipo de Noé, es tiempo que debe leerse en clave de Niño.
Esta vigilia del encuentro supone un esfuerzo por desterrar todo mecanismo autómata de supervivencia, y atreverse al coraje de vivir, vivir con sentido, con un hacia dónde, con un hacia Quien y desde un porqué.
Desde el comer y el beber hasta los distintos trabajos, han de expresar algo más profundo que la mera acción a la que hacen referencia: cuando el comer, beber, trabajar -es decir, la existencia- se inundan del sinsentido, es tiempo de subirse al arca de Salvación que implica orientar todo lo que se hace hacia ese Alguien que resignifica todas las cosas.
Más aún, poner proa hacia Aquél que es el único que da sentido y trascendencia a la vida humana.
Cualquier otra suposición, toda otra alternativa supone la noche más cerrada.
Y estamos en camino al alba de la Salvación, con la certeza de que nos espera un Niño en brazos de su Madre, el tiempo de Dios con nosotros)
Paz y Bien
Que este tiempo fuerte y de esperanza militante que llamamos Adviento lo comencemos con este texto no es casual, claro que nó. La causalidad del Espíritu es manifiesta.
Es tiempo de espera atenta, de no adormilarse con los sopores mundanos.
Porque no se trata de algo que está por suceder de un momento a otro, se trata de Alguien que está por venir.
Y aún con el arquetipo de Noé, es tiempo que debe leerse en clave de Niño.
Esta vigilia del encuentro supone un esfuerzo por desterrar todo mecanismo autómata de supervivencia, y atreverse al coraje de vivir, vivir con sentido, con un hacia dónde, con un hacia Quien y desde un porqué.
Desde el comer y el beber hasta los distintos trabajos, han de expresar algo más profundo que la mera acción a la que hacen referencia: cuando el comer, beber, trabajar -es decir, la existencia- se inundan del sinsentido, es tiempo de subirse al arca de Salvación que implica orientar todo lo que se hace hacia ese Alguien que resignifica todas las cosas.
Más aún, poner proa hacia Aquél que es el único que da sentido y trascendencia a la vida humana.
Cualquier otra suposición, toda otra alternativa supone la noche más cerrada.
Y estamos en camino al alba de la Salvación, con la certeza de que nos espera un Niño en brazos de su Madre, el tiempo de Dios con nosotros)
Paz y Bien
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