Por José María Maruri, SJ
1.- La conversión de que nos habla hoy San Juan Bautista no es la confesión semanal o esporádica. Metanoia significa cambio de mentalidad, cambio de escala de valores, cambio de dirección. Que para ir a Sevilla no se puede ir por la Autovía de Burgos, aunque vayamos arrepentidísimos de las muchas infracciones de tráfico que otras veces hemos cometido, que el único medio es ir por la Autovía de Andalucía. No es arrepentimiento, es cambio de vida.
2.- Sabiendo leer el evangelio de hoy, pinta ante nosotros un tremendo contraste. En la lejanía… los palacios de Herodes, de los sumos sacerdotes, de los romanos invasores… aquí el desierto. Hombres vestidos de púrpura y oro, allí… y aquí Juan vestido de piel de camello.
--Allí grandes banquetes servidos por esclavos, Juan comiendo miel silvestre y saltamontes.
--Escenificación de la revolución de valores que significa Juan y que va a predicar Jesús.
--El mismo Antiguo Testamento habla de las riquezas como signo de la bendición de Dios… Jesús va a gritar: “¡Ay de vosotros los ricos…!”
--El poder, en grande o en pequeño (¿hay mayor tiranía que la de lo subalternos?) es una de las aspiraciones de los hombrecillos… Jesús va a decir: “el que quiera ser el mayor se haga esclavo vuestro…”
--El placer comercializado, democratizado, disfrazado de amor, sacado de los burdeles y establecido como norma de vida de nuestra juventud, es junto con la droga, una de las libertades que nos traen estos nuevos tiempos… y Jesús nos dice: “el que desea a la mujer su prójimo ya ha fornicado con ella”. El mismo Señor en San Marcos y San Mateo pone la fornicación como distinta del adulterio y a la misma altura de los robos y asesinatos: del corazón salen las malas intenciones: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios.
--El mismo contraste de palacios y desierto, de púrpura y de piel de camello, de banqueteos y saltamontes
--Revolucionario Juan… revolucionario Jesús… y demócratas acomodaticios todos nosotros
--El poeta indio Tagore llora por una revolución que comenzó Jesús y que han abortado los cristianos.
3.- Mientras nuestra norma de vida sea el dinero más o menos emboscado en la necesidad de supervivencia, el placer revestido de la felicidad a la que tiene derecho todo hombre, y el poder, o tráfico de influencias, para subir en la vida, ya podemos prometer que cumpliremos todas las normas de Dios, ya podemos confesarnos arrepentidos de furtivas transgresiones, que por esa carretera no llegaremos nunca al Reino a donde lleva un estrecho camino.
Hasta que no consigamos poner en lo más alto de nuestra real escala de valores a Dios y a los demás (con los que Dios se identifica) y amemos de corazón una vida sin despilfarros, honrada y honesta, compartida, blindada a la corrupción, nuestro tren ira a gran velocidad por una vía muerta que no llega a ninguna parte.
4.- Si nos encontramos entre las manos una sociedad sucia en televisión, espectáculos, en la promiscuidad de sexos, corrupta en todos los estamentos de la política, una sociedad donde que el tiene poder se jacta de usarlo en amiguismos y favoritismos… no nos quejemos.
En medio de una corrupción semejante los primeros cristianos supieron ser sal y nosotros hemos perdido el sabor, fueron luz y a nosotros se nos han fundido los plomos.
2.- Sabiendo leer el evangelio de hoy, pinta ante nosotros un tremendo contraste. En la lejanía… los palacios de Herodes, de los sumos sacerdotes, de los romanos invasores… aquí el desierto. Hombres vestidos de púrpura y oro, allí… y aquí Juan vestido de piel de camello.
--Allí grandes banquetes servidos por esclavos, Juan comiendo miel silvestre y saltamontes.
--Escenificación de la revolución de valores que significa Juan y que va a predicar Jesús.
--El mismo Antiguo Testamento habla de las riquezas como signo de la bendición de Dios… Jesús va a gritar: “¡Ay de vosotros los ricos…!”
--El poder, en grande o en pequeño (¿hay mayor tiranía que la de lo subalternos?) es una de las aspiraciones de los hombrecillos… Jesús va a decir: “el que quiera ser el mayor se haga esclavo vuestro…”
--El placer comercializado, democratizado, disfrazado de amor, sacado de los burdeles y establecido como norma de vida de nuestra juventud, es junto con la droga, una de las libertades que nos traen estos nuevos tiempos… y Jesús nos dice: “el que desea a la mujer su prójimo ya ha fornicado con ella”. El mismo Señor en San Marcos y San Mateo pone la fornicación como distinta del adulterio y a la misma altura de los robos y asesinatos: del corazón salen las malas intenciones: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios.
--El mismo contraste de palacios y desierto, de púrpura y de piel de camello, de banqueteos y saltamontes
--Revolucionario Juan… revolucionario Jesús… y demócratas acomodaticios todos nosotros
--El poeta indio Tagore llora por una revolución que comenzó Jesús y que han abortado los cristianos.
3.- Mientras nuestra norma de vida sea el dinero más o menos emboscado en la necesidad de supervivencia, el placer revestido de la felicidad a la que tiene derecho todo hombre, y el poder, o tráfico de influencias, para subir en la vida, ya podemos prometer que cumpliremos todas las normas de Dios, ya podemos confesarnos arrepentidos de furtivas transgresiones, que por esa carretera no llegaremos nunca al Reino a donde lleva un estrecho camino.
Hasta que no consigamos poner en lo más alto de nuestra real escala de valores a Dios y a los demás (con los que Dios se identifica) y amemos de corazón una vida sin despilfarros, honrada y honesta, compartida, blindada a la corrupción, nuestro tren ira a gran velocidad por una vía muerta que no llega a ninguna parte.
4.- Si nos encontramos entre las manos una sociedad sucia en televisión, espectáculos, en la promiscuidad de sexos, corrupta en todos los estamentos de la política, una sociedad donde que el tiene poder se jacta de usarlo en amiguismos y favoritismos… no nos quejemos.
En medio de una corrupción semejante los primeros cristianos supieron ser sal y nosotros hemos perdido el sabor, fueron luz y a nosotros se nos han fundido los plomos.
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