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martes, 4 de enero de 2011

Epifanía del Señor (Mt 2, 1-12) - Ciclo A: Fiesta de la luz para todos


Por P. Félix Jiménez Tutor, escolapio

Una historia de Etiopía nos presenta a un anciano que, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo:

No puedo dividir en tres partes lo que poseo. Os tocaría muy poco. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más astuto y sagaz. Dicho de otra forma, a mi mejor hijo. Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tomadla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa se quedará con todo.
Se fueron.
El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad.
El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó.
El tercero -que consiguió la herencia- sólo compró un pequeño objeto. Una vela.
Éste esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.

La Navidad es la historia de un viaje de ida y vuelta.

Dios vino en pobreza y en debilidad y los suyos no lo reconocieron ni lo recibieron.

Este viaje es una epifanía, una manifestación de Dios.

La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje al encuentro con Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro.

Navidad es la cita del amor. En el amor verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo.

Navidad es la cita del amor de Dios con cada uno de sus hijos.

Navidad es el viaje de Dios que sale a nuestro encuentro.

De pequeños todos hemos jugado a lanzar piedras en algún río, estanque..

¿Quién lanzaba la piedra más lejos? ¿Quién hacía más ondas?

Jesús fue, por así decir, como una piedra lanzada en Oriente.

La primera onda alcanzó a los judíos.

La segunda onda alcanzó a los gentiles.

La tercera, la cuarta…. Hasta llegar a nosotros.

Ondas de amor y de luz emanan de la piedra que es Cristo y llegan hasta nuestra orilla.

El evangelio que hemos proclamado hoy, debería ser nuestra historia personal.

No basta que digas qué suerte tuvieron los tres Magos de Oriente.

No, tienes que dejarte tocar por el evangelio.

Mi vida es una pregunta: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido para ir a adorarlo?

Mi vida es esta búsqueda y este viaje hacia Dios.

Búsqueda a pesar de las dificultades del camino, a pesar de que la estrella se esconda, a pesar de que la vida no me sonríe, a pesar de las traiciones y los escándalos…

Los Magos tuvieron que hacer un largo viaje, la cita era en Belén, con el rey, el pastor de Israel, con un niño recién nacido.

Los Magos que no tenían ni los profetas, ni las promesas, ni las tradiciones, ni la esperanza de un Mesías… se pusieron a viajar en busca de Dios.

Los Magos, unos extranjeros, vinieron a enseñar a los judíos, los herederos, que el Salvador ya había viajado hasta nosotros.

Los judíos, los sacerdotes, los escribas, Herodes… siguieron estudiando la Biblia, pero no se pusieron en camino. Nunca hicieron el viaje al lugar de la cita, a Belén, a la cita con Jesús.

Los profesionales y los funcionarios de la religión no encontraron al Dios de la vida.

Su libro santo no les sirvió de nada. Porque Jesús no es un libro sino el Salvador.

Más tarde los funcionarios de la religión rechazaron y mataron a Jesús y a sus seguidores.

Hermanos, hay que viajar al lugar de la cita del amor y con el amor.

Hay que viajar y preguntar el camino como los Magos y no descansar hasta encontrar al rey.

Hay que viajar, sin regresar a los Herodes que quieren matar el amor que llevamos todos dentro.

Hay que viajar, ahora que es Navidad, ahora que hay una oferta, ahora que vemos la estrella.

Hay que viajar sin maletas, sin regalos, con el corazón abierto para adorar a Dios.

"Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo".

Cada domingo tenemos una cita con el amor. Un cortísimo viaje nos separa de la casa donde nace el amor.

¿Dónde encajamos nosotros en esta fiesta de la Epifanía?

Aquí venimos a tener una visión nueva, una epifanía.

Nuestra fe no es una propiedad privada y vallada. Somos parte de una comunidad, la iglesia y viajamos en caravana. Nadie viaja solo. Nadie se salva solo.

Todos necesitamos una estrella que nos guíe: un consejo, una palabra de ánimo de los hermanos, escrutar las escrituras, preguntar…

Todos estamos en diferentes etapas del viaje: los viejos buscadores y los novatos, los que dudan, los que pecan, los que tienen un problema como Herodes, los que saben todo como los escribas, los que caminan rápido y los que caminan lentamente…

Lo importante es alcanzar la meta y contemplar el rostro del Mesías.

Epifanía, fiesta de la esperanza, fiesta de la luz para todos.

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