Incluso después de la aprobación de sus Estatutos, los Neocatecumenales (más conocidos como Kikos, por uno de sus fundadores, Kiko Argüello) seguían estando en la picota en muchas partes del mundo. Las últimas semanas, en Japón, cuyos obispos pidieron al Papa que los expulsase de su país al menos durante cinco años. Pero Benedicto XVI ha debido ver en ellos la fuerza de choque de la nueva evangelización. Porque no sólo no los ha expulsado del país nipón, sino que, además, ayer los recibió en audiencia y los lanzó al estrellato eclesial. Con la previa aprobación de su controvertido catecismo por parte de Doctrina de la Fe.
El movimiento de Carmen y de Kiko tiene, pues, todos los avales y todos loa papeles en regla. El Papa sólo les puso una condición: que apuntalen su comunión con la Iglesia diocesana. Les vino a decir: Sois un don de Dios, pero tenéis que obedecer a los obispos.
Si no cometen excesos, como el de Carmen Hernández, ayer sin ir más lejos, en rueda de prensa en Roma, tras la bendición papal, asegurando que "el cardenal Arinze nos hizo la guerra". O Kiko, asegurando, que "La Teología de la Liberación ha sido nuestro más feroz enemigo". Si lo hacen, si se integran, si no van de cátaros, podrían aportar su frescura y capacidad evangelizadora a la Iglesia. Porque número y fuerza los tienen. Dicen -aunque las cifras nunca son oficiales- que son ya 1.700.000 en todo el mundo. Todo un ejército en orden de batalla.
Si se tornan humildes, si pierden sus ínfulas de grandeza, si Kiko deja de lado su megalomanía de pintor y cantautor, si suman al común acervo eclesial y si perduran con el paso de los años (los nuevos carismas sólo se consolidan en el crisol del tiempo),estaremos ante una de las realidades más potentes y positivas de la Iglesia moderna. Y es de origen español. Y, como lo cortés no quita la valiente, ¡enhorabuena!
El movimiento de Carmen y de Kiko tiene, pues, todos los avales y todos loa papeles en regla. El Papa sólo les puso una condición: que apuntalen su comunión con la Iglesia diocesana. Les vino a decir: Sois un don de Dios, pero tenéis que obedecer a los obispos.
Si no cometen excesos, como el de Carmen Hernández, ayer sin ir más lejos, en rueda de prensa en Roma, tras la bendición papal, asegurando que "el cardenal Arinze nos hizo la guerra". O Kiko, asegurando, que "La Teología de la Liberación ha sido nuestro más feroz enemigo". Si lo hacen, si se integran, si no van de cátaros, podrían aportar su frescura y capacidad evangelizadora a la Iglesia. Porque número y fuerza los tienen. Dicen -aunque las cifras nunca son oficiales- que son ya 1.700.000 en todo el mundo. Todo un ejército en orden de batalla.
Si se tornan humildes, si pierden sus ínfulas de grandeza, si Kiko deja de lado su megalomanía de pintor y cantautor, si suman al común acervo eclesial y si perduran con el paso de los años (los nuevos carismas sólo se consolidan en el crisol del tiempo),estaremos ante una de las realidades más potentes y positivas de la Iglesia moderna. Y es de origen español. Y, como lo cortés no quita la valiente, ¡enhorabuena!
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