Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 3, 20-21
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: «Es un exaltado».
Querido amigo/a:
En la ciudad de Valencia (España), se conserva el lugar donde encontraron los restos del santo que recordamos hoy. Un diácono que sufrió una cruel persecución por anunciar y defender a Jesús. Sobre aquel descampado, se erige hoy la parroquia de San Vicente Mártir, cuya cripta es muy frecuentada por muchos valencianos/as un día como hoy. http://www.churchforum.org/san-vicente-martir.htm Cada vez que nos acercamos a un testimonio martirial nos puede invadir un sentimiento de duda: ¿por qué llegó hasta ese extremo? ¿No estaría un poco loco?
Es lo que pensaron los familiares de Jesús, cuando en el relato evangélico de hoy, vieron tal gentío en la casa que ni se podía entrar a comer. Quizá en ocasiones hay que estar un poco loco, como dice la canción: “Hazme un loco Señor, loco de amor…” Porque a veces, hay que darle la vuelta a las cosas… por amor. Porque por amor, y no por otra razón, Jesús acogería a tal gentío. No nos pasa nada si hacemos locuras por el amor de Jesús. Y es que hay que estar “un poco loco” para dar la vida por amor. Al menos, si no se nos pide entregarla por entero, pues el martirio es un don que se acoge y no se busca, que la demos día a día, gesto a gesto, aunque nos etiqueten de locos. No seremos los primeros, ¡ hasta los suyos etiquetaron así a nuestro Maestro!
Es lo que pensaron los familiares de Jesús, cuando en el relato evangélico de hoy, vieron tal gentío en la casa que ni se podía entrar a comer. Quizá en ocasiones hay que estar un poco loco, como dice la canción: “Hazme un loco Señor, loco de amor…” Porque a veces, hay que darle la vuelta a las cosas… por amor. Porque por amor, y no por otra razón, Jesús acogería a tal gentío. No nos pasa nada si hacemos locuras por el amor de Jesús. Y es que hay que estar “un poco loco” para dar la vida por amor. Al menos, si no se nos pide entregarla por entero, pues el martirio es un don que se acoge y no se busca, que la demos día a día, gesto a gesto, aunque nos etiqueten de locos. No seremos los primeros, ¡ hasta los suyos etiquetaron así a nuestro Maestro!
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