Por Clemente Sobrado C. P.
En su Diario, cuenta el filósofo Kierkegard, cómo un caminaba por la autopista de Londres. En un momento entró en dudas y preguntó a un aldeano que estaba trabajando en su campo.”Amigo, ¿es esta la autopista de Londres?” “Sí, Señor”. “Gra- cias”. Pero el aldeano con su buena filosofía le gritó: “Pero, dígame: ¿usted a dónde va?” “Yo a Londres”. Señor, esta es la autopista de Londres, pero usted va al revés.
Si quiere llegar a Londres tendrá que darse la vuelta porque va en dirección contraria”.
Somos muchos los que estamos en la autopista de la felicidad. Pero vamos “en dirección contraria”. Y Jesús, es el aldeano que nos grita desde su chacra: “si queréis ser felices tenéis que dar vuelta atrás, porque vais en dirección contraria. Porque las bienaventuranzas son eso: una manera de concebir y de buscar la felicidad.
Todos nosotros buscamos ser felices.
¿Pero en qué dirección vamos para encontrarla?
Todos nos ofrecen la felicidad.
Todos son vendedores de la felicidad.
Basta mirar a la Televisión y nos daremos cuenta en qué estamos poniendo nosotros la felicidad. La felicidad del placer. La felicidad del tener cada vez más.
La felicidad del escalar puestos cada vez más arriba.
La felicidad de los triunfos. La felicidad de evitar todo sufrimiento.
Y viene Jesús y parece decirnos que ese no es el camino.
Que vamos por camino equivocado.
Que buscamos la felicidad pero caminando de espaldas a ella.
Porque El nos propone la felicidad:
En la pobreza del espíritu.
En las lágrimas que derramamos por el sufrimiento de los otros.
En el sufrimiento para que otros puedan estar mejor.
En la lucha para que la justicia llegue a todos, sobre todo a los más necesitados
En el saber comprender a los demás y sienten misericordia con los que sufren.
En un corazón limpio que les hace ver de manera diferente la vida.
En la lucha diaria por la paz del mundo.
En la persecución porque perturban el orden exigiendo la justicia.
En ser perseguidos y calumniados por ser fieles al Evangelio.
La autopista es la de Londres. Pero nosotros caminamos de espaldas a Londres.
La autopista es la de la felicidad. Pero nosotros caminamos de espaldas a la felicidad.
¿Puede la pobreza se fuente de felicidad? Cierto que no. Pero el vivir desprendidos de los bienes sí. Porque el egoísmo del tener no hace feliz a nadie.
¿Puede el sufrimiento hacernos felices? Claro que no. Pero sufrir por los demás y para que los demás sufran menos, sí.
¿Puede la lucha por la justicia hacernos felices? Pienso que no. Pero luchar para que se haga justicia a todos, sobre todo a los más necesitados, sí.
¿Puede la persecución hacernos felices? Ni pensar. Pero ser perseguido por una causa que vale la pena como es el Evangelio del Reino, sí.
¿Puede la calumnia hacernos felices? Estoy de acuerdo que no. Pero ser calumniados falsamente por defender a Dios y su Evangelio, sí.
La felicidad no está en las cosas, sino en el corazón. No está en lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. No está en el placer que dura un instante, sino aquello que es capaz de dar sentido a nuestras vidas. La felicidad no está en el corazón lleno de cosas, sino en el corazón libre y que vive en libertad.
¿Recuerdas a Tomás Moro, mártir por confesar su fe? Encarcelado en la Torre de Londres, el 6 de julio de 1535 murió en patíbulo tomó el anuncio como “buena noticia”. Y al verdugo que lo iba a ejecutar le dijo sonriendo: “Haz acopio de valor, muchacho. Y no temas en cumplir tu oficio. Mi cuello es muy corto, así que procura asestar bien el golpe, no vayan a creer que no conoces bien tu oficio”. El mismo se vendó los ojos y puso su cabeza en tajo y se detuvo para acomodarse bien la barba, para que no fuese cortada por el hecha. Y le dijo: “La barba no ha cometido delito alguno de lesa traición”.
No es extraño que escribiese una alinda oración en la que le pedía a Dios: “Dame, Señor, el sentido del humorismo. Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida y pueda compartirla con los demás”.
“Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estas alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.
¿No tendremos que emprender el camino de regreso sabiendo que la verdadera felicidad está en otra parte?
www.iglesiaquecamina.com
Si quiere llegar a Londres tendrá que darse la vuelta porque va en dirección contraria”.
Somos muchos los que estamos en la autopista de la felicidad. Pero vamos “en dirección contraria”. Y Jesús, es el aldeano que nos grita desde su chacra: “si queréis ser felices tenéis que dar vuelta atrás, porque vais en dirección contraria. Porque las bienaventuranzas son eso: una manera de concebir y de buscar la felicidad.
Todos nosotros buscamos ser felices.
¿Pero en qué dirección vamos para encontrarla?
Todos nos ofrecen la felicidad.
Todos son vendedores de la felicidad.
Basta mirar a la Televisión y nos daremos cuenta en qué estamos poniendo nosotros la felicidad. La felicidad del placer. La felicidad del tener cada vez más.
La felicidad del escalar puestos cada vez más arriba.
La felicidad de los triunfos. La felicidad de evitar todo sufrimiento.
Y viene Jesús y parece decirnos que ese no es el camino.
Que vamos por camino equivocado.
Que buscamos la felicidad pero caminando de espaldas a ella.
Porque El nos propone la felicidad:
En la pobreza del espíritu.
En las lágrimas que derramamos por el sufrimiento de los otros.
En el sufrimiento para que otros puedan estar mejor.
En la lucha para que la justicia llegue a todos, sobre todo a los más necesitados
En el saber comprender a los demás y sienten misericordia con los que sufren.
En un corazón limpio que les hace ver de manera diferente la vida.
En la lucha diaria por la paz del mundo.
En la persecución porque perturban el orden exigiendo la justicia.
En ser perseguidos y calumniados por ser fieles al Evangelio.
La autopista es la de Londres. Pero nosotros caminamos de espaldas a Londres.
La autopista es la de la felicidad. Pero nosotros caminamos de espaldas a la felicidad.
¿Puede la pobreza se fuente de felicidad? Cierto que no. Pero el vivir desprendidos de los bienes sí. Porque el egoísmo del tener no hace feliz a nadie.
¿Puede el sufrimiento hacernos felices? Claro que no. Pero sufrir por los demás y para que los demás sufran menos, sí.
¿Puede la lucha por la justicia hacernos felices? Pienso que no. Pero luchar para que se haga justicia a todos, sobre todo a los más necesitados, sí.
¿Puede la persecución hacernos felices? Ni pensar. Pero ser perseguido por una causa que vale la pena como es el Evangelio del Reino, sí.
¿Puede la calumnia hacernos felices? Estoy de acuerdo que no. Pero ser calumniados falsamente por defender a Dios y su Evangelio, sí.
La felicidad no está en las cosas, sino en el corazón. No está en lo que hacemos, sino por qué lo hacemos. No está en el placer que dura un instante, sino aquello que es capaz de dar sentido a nuestras vidas. La felicidad no está en el corazón lleno de cosas, sino en el corazón libre y que vive en libertad.
¿Recuerdas a Tomás Moro, mártir por confesar su fe? Encarcelado en la Torre de Londres, el 6 de julio de 1535 murió en patíbulo tomó el anuncio como “buena noticia”. Y al verdugo que lo iba a ejecutar le dijo sonriendo: “Haz acopio de valor, muchacho. Y no temas en cumplir tu oficio. Mi cuello es muy corto, así que procura asestar bien el golpe, no vayan a creer que no conoces bien tu oficio”. El mismo se vendó los ojos y puso su cabeza en tajo y se detuvo para acomodarse bien la barba, para que no fuese cortada por el hecha. Y le dijo: “La barba no ha cometido delito alguno de lesa traición”.
No es extraño que escribiese una alinda oración en la que le pedía a Dios: “Dame, Señor, el sentido del humorismo. Dame el saber reírme de un chiste para que sepa sacar un poco de alegría a la vida y pueda compartirla con los demás”.
“Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estas alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.
¿No tendremos que emprender el camino de regreso sabiendo que la verdadera felicidad está en otra parte?
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