1. Oración inicial
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura para las ocho bienaventuranzas:
En este domingo, la Iglesia nos invita a meditar las ocho Bienaventuranzas. Una vez, viendo la gran muchedumbre que lo seguía, Jesús subió a una montaña cerca del lago de Galilea. Sentado en la cima, mirando a la gente, hizo esta solemne proclamación: “¡Bienaventurados los pobres de espíritu, los afligidos, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los que luchan por la paz, los que se preocupan por los pobres, los puros de corazón, los perseguidos a causa de la justicia!”. ¡ Palabras de fuego, que hasta hoy, resuenan en el mundo! A lo largo de dos milenios, ha golpeado a millones de personas. Y nos ha hecho pensar y preguntarnos: “¿Qué cosa es la felicidad? ¿Quién es verdaderamente feliz?
Un consejo: Después de la lectura de las ocho bienaventuranzas, es bueno no comenzar de pronto a estudiar y analizar las palabras de Jesús. En primer lugar, es mejor hacer silencio en el propio corazón por un momento y pensar que estamos en medio de la gente reunida en la ladera de la montaña, cerca del lago, que mira a Jesús y escucha sus palabras.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Mt 5,1: El solemne anuncio de la Nueva Ley
Mt 5,2-10: Las ocho puertas que permiten entrar en el Reino de Dios
Mt 5,11-12: Jesús declara felices a los perseguidos
c) El texto:
1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acerca-ron. 2 Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 «Bienaventura-dos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventu-rados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Biena-venturados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
i) ¿Qué parte del texto te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
ii) ¿Dónde, cuándo y por qué pronuncia Jesús este discurso?
ii) ¿Cuáles son los grupos de personas a los que Jesús declara felices? ¿Cuál es la promesa para cada grupo?
iv) ¿Existen hoy estos grupos de los que habla Jesús?
v) ¿Cómo entender que una persona pueda ser pobre y feliz al mismo tiempo?
vi) Trata de recordar dos momentos en los que te has sentido feliz en tu vida. Tu visión de la felicidad ¿es la misma que la de Jesús?
vii) ¿Qué clase de felicidad busca hoy la gente?
5. Una clave de lectura
para los que desean profundizar en el tema.
a) Contexto del discurso de Jesús:
En el Evangelio de Mateo, Jesús aparece como el nuevo legislador, el nuevo Moisés. Siendo Hijo, conoce al Padre. Sabe lo que el Padre tenía en su mente cuando, en el pasado, dio la ley al pueblo por medio de Moisés. Es por esto por lo que Jesús puede ofrecer una nueva versión de la Ley de Dios. El solemne anuncio de esta Nueva Ley comienza aquí, en el Sermón de la Montaña. En el Antiguo Testamento la Ley de Moisés está representada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando al viejo modelo, Mateo presenta la Nueva ley en cinco grandes Discursos repartidos en el evangelio: el Discurso de la Montaña (Mt 5 a 7), el Discurso de la Misión (Mt 10), el Discurso del Misterio del Reino presente en la vida (Mt 13), el Discurso de la Comunidad (Mt 18) , el Discurso del futuro del Reino (Mt 24 y 25). Pero para Mateo, no basta sólo el estudio de la Ley. Es necesario observar bien la práctica de Jesús, porque en ella obra el Espíritu de Dios, que anima desde dentro la letra de la Ley. La descripción de la práctica de Jesús ocupa las partes narrativas intercaladas entre los cinco Discursos y tiene la finalidad de mostrar cómo Jesús observaba la ley y la encarnaba en su vida.
b) Comentario del texto:
Mateo 5,1: El solemne anuncio de la Nueva Ley
En el Antiguo Testamento, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. También Jesús, nuevo Moisés, sube a la montaña y mirando a la gente que le seguía, proclama la Nueva Ley. Hasta este momento, sólo eran cuatro los discípulos de Jesús (Mt 4,18_22). Pero de hecho lo seguía un inmenso gentío. Rodeado de discípulos, Jesús comienza a enseñarles, proclamando las bienaventuranzas.
Mateo 5,3-10: Las ocho puertas de entrada al Reino
Las bienaventuranzas constituyen la solemne apertura del Sermón de la Montaña. En ellas Jesús define quién puede entrar en el Reino. Son ocho categorías de personas. Ocho puertas de entrada. ¡No hay otra puerta para entrar en el Reino, en la Comunidad!. Los que desean formar parte del Reino deberán identificarse con una de estas categorías o grupos.
Bienaventurados los pobres de espíritu
No es ni el rico, ni el pobre con mentalidad de rico. Sino el que, como Jesús, vive pobre (Mt 8,18), cree en el pobre (Mt 11,25-26) y ve en ellos a los primeros destinatarios de la Buena Noticia (Lc 4,18). Es el pobre que tiene el Espíritu del Señor.
Bienaventurados los pacíficos
No es la persona pasiva que pierde las ganas y no reacciona por nada. Sino que son aquéllos que están “pacificados” y ahora, como María, viven en la “humillación” (Lc 1,48). Perdieron la tierra que poseían, pero la recobrarán (Si 37,7.10.11.22.29.34). Como Jesús, intentan ser “ mansos y humildes de corazón” (Mt 11,19).
Bienaventurados los tristes
No se trata de cualquier tristeza, sino de la tristeza ante las injusticias y las faltas de humanidad que suceden en el mundo (Tb 13,16; Sir 119,136; Ez 9,4; 2Pe 2,7). Están tristes porque no aceptan la situación en la que se encuentra la humanidad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
No se trata sólo de la justicia que se busca en los tribunales y que muchas veces es la legislación de la injusticia. Sino sobre todo es la Justicia de Dios que se busca, haciendo de modo que las cosas y las personas puedan ocupar el lugar que deben ocupar en el plan del Creador.
Bienaventurados los que son misericordiosos
No es la filantropía que distribuye limosnas, sino que se trata de imitar a Dios, la que tiene entrañas de misericordia por aquéllos que sufren (Ex 34,6-7). Misericordia quiere decir tener el corazón en la miseria de los otros para disminuir su dolor. Quire decir obrar de modo que no nos sea ajeno el sufrimiento de los demás.
Bienaventurados los puros de corazón
No se trata de la pureza legal que sólo mira lo externo, sino que se trata de tener la mirada purificada para asimilar la Ley de Dios en el corazón, que se hace transparente, y permite a las personas reconocer la llamada de Dios en los hechos de la vida y de la naturaleza.
Bienaventurados los constructores de paz
No es sólo la ausencia de guerra. La Paz que Dios quiere sobre la tierra es la reconstrucción total y radical de la vida, de la naturaleza, de la convivencia. Es el Shalôm, la Paz anunciada por los profetas y dejada por Jesús a sus apóstoles (Jn 20,21).
Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia
En el mundo construído y organizado a partir del egoísmo de personas y grupos (como el sistema neoliberal que hoy domina al mundo), aquél que desea vivir el amor desinteresado, será perseguido y morirá en la cruz.
La 1ª y 8ª categorías (los pobres y los perseguidos por la justicia) reciben la misma promesa del Reino de Dios. Y la reciben desde ahora, puesto que Jesús dice “ de ellos es el Reino de los Cielos” Entre la 1ª y la 8ª categorías, hay otros que reciben una promesa que debe realizarse en el futuro. En estas seis promesas aparece un nuevo proyecto. Es el proyecto del Reino, que quiere reconstruir la vida en su totalidad: en relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios. La comunidad cristiana, pobre y perseguida, es ya una muestra del Reino. ¡Su simiente!
(1) La primera pareja Mansos y Afligidos, se dice en relación con los bienes materiales. Para el futuro esperan una repartición más justa de los bienes de este mundo entre todos.
(2) La segunda pareja Hambre y sed de justicia y Misericordiosos, se dice con respecto a la relación entre las personas y las comunidades. Para el futuro esperan la reconstrucción fraterna de la convivencia humana.
(3) Una tercera pareja, Corazones puros y Promotores de la Paz, se dice con respecto a la relación con Dios: ver a Dios y ser hijos de Dios. Para el futuro esperan la reconstrucción de la relación con Dios.
Las ocho Categorías
Las ocho Promesas
El Proyecto del Reino
1. Los pobres de espíritu
De ellos es el Reino
La simiente del reino
2. Los mansos
3. Los tristes
Poseerán la tierra
Serán consolados
Justa repartición de bienes
Elimina la desigualdad
4. Hambre y sed de justicia
5. Los misericordiosos
Serán saciados
Recibirán misericordia
Reconstruir la relación
fraterna y justa
6. Los puros de corazón
7. Los constructores de paz
Verán a Dios
Serán hijos de Dios
Dios presente
Presencia amiga y fiel
8. Perseguidos a causa de la justicia
De ellos es el Reino
La semilla es crucificada
Mateo 5, 11-12: Jesús declara felices a los perseguidos
Comunica una palabra de consolación a los perseguidos. En tiempos de Mateo, hacia los años ochenta después de Cristo, este proyecto de reconstrucción de la vida y de la convivencia estaba para ser asumido por las comunidades cristianas, todas ellas pobres y sin mucha relevancia. Y por esto perseguidas. Esta palabra final de Jesús confirma a las comunidades en la resistencia por amor al evangelio.
c) Ampliando la visión sobre las Bienaventuranzas:
* La comunidad que recibe las bienaventuranzas
Mateo tiene ocho bienaventuranzas. Lucas tiene cuatro y cuatro maldiciones (Lc 6, 20-26).
Las cuatro de Lucas son: “vosotros los pobres, vosotros que tenéis hambre, vosotros que lloráis, vosotros que sois odiados y perseguidos” (Lc 6,20-23). Lucas escribe para las comunidades de paganos convertidos. Viven en el contexto hostil del Imperio Romano.
Mateo escribe para las comunidades de judíos convertidos, que viven en el contexto de rotura con la sinagoga. Antes de la rotura, gozaban de una cierta aceptación social. Pero, ahora, después de la rotura, la comunidad entró en crisis y en ella empezaron a aparecer diversas tendencias en lucha entre ellos. Algunos que pertenecían a la línea farisaica querían mantener el mismo rigor de la observancia de la Ley, a la que estaban acostumbrados antes de su conversión a Jesús. Pero al hacerlo, excluían a los pobres y pequeños. La nueva ley introducida por Jesús pide que sean escuchados todos en la comunidad como hermanos y hermanas. Por esto, al solemne comienzo de la Nueva Ley presenta ocho bienaventuranzas que definen las categorías de personas que debe ser escuchadas en la comunidad: los pobres, los mansos, los afligidos, aquéllos que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los promotores de paz, los perseguidos.
* ¿Pobres de espíritu?
Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Su misión era “anunciar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). Él mismo vivió como pobre. No poseía nada propio, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,18). Y a los que quieren seguirlo Jesús pide que escojan entre Dios y el dinero (Mt 6,24). Pobre en Espíritu es la persona que tiene ante los pobres el mismo espíritu que Jesús.
Cada vez que en la historia del Pueblo de Dios se intenta renovar la Alianza, se comienza también a restablecer el derecho de los pobres y de los excluídos. Sin esto, no es posible renovar la Alianza. Así hacían los profetas y así hace Jesús. Denuncia el sistema que excluye a los pobres y persigue a los que luchan por la justicia. En nombre de Dios, Jesús anuncia un nuevo Proyecto que acoge a los excluídos. La comunidad en torno a Jesús debe ser una muestra donde este futuro Reino comience a plasmarse. Debe caracterizarse con un nuevo tipo de relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios mismo. Debe ser semilla de una nueva nación. He ahí el deber más importante para nosotros los cristianos, sobre todo para los jóvenes. Porque el único modo de merecer credibilidad es presentar una muestra bien concreta del Reino, una alternativa de vida que sea verdaderamente una Buena Nueva de Dios para los pobres y excluídos.
* Ser felices hoy
El evangelio dice exactamente lo contrario de lo que afirma la sociedad en la que vivimos. En la sociedad el pobre es considerado un infeliz, y es feliz quien posee dinero y puede gastar a su antojo. En nuestra sociedad es feliz quien tiene fama y poder. Los infelices son los pobres, aquéllos que lloran. En televisión, las telenovelas divulgan el mito de las personas felices y realizadas. Y sin darse cuenta, las telenovelas se convierten en padrones de vida para muchos de nosotros. Estas palabras de Jesús todavía tienen sentido en nuestra sociedad: “¡Bienaventurados los pobres! ¡Bienaventurados los que lloran!”. Y para mí, que soy cristiano o cristiana, ¿quién de hecho es feliz?
6. Oración: Salmo 117
Dios merece alabanza
¡Aleluya!
¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
Señor Jesús, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer la Biblia en el mismo modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús. Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén.
2. Lectura
a) Clave de lectura para las ocho bienaventuranzas:
En este domingo, la Iglesia nos invita a meditar las ocho Bienaventuranzas. Una vez, viendo la gran muchedumbre que lo seguía, Jesús subió a una montaña cerca del lago de Galilea. Sentado en la cima, mirando a la gente, hizo esta solemne proclamación: “¡Bienaventurados los pobres de espíritu, los afligidos, los humildes, los que tienen hambre y sed de justicia, los que luchan por la paz, los que se preocupan por los pobres, los puros de corazón, los perseguidos a causa de la justicia!”. ¡ Palabras de fuego, que hasta hoy, resuenan en el mundo! A lo largo de dos milenios, ha golpeado a millones de personas. Y nos ha hecho pensar y preguntarnos: “¿Qué cosa es la felicidad? ¿Quién es verdaderamente feliz?
Un consejo: Después de la lectura de las ocho bienaventuranzas, es bueno no comenzar de pronto a estudiar y analizar las palabras de Jesús. En primer lugar, es mejor hacer silencio en el propio corazón por un momento y pensar que estamos en medio de la gente reunida en la ladera de la montaña, cerca del lago, que mira a Jesús y escucha sus palabras.
b) Una división del texto para ayudar en la lectura:
Mt 5,1: El solemne anuncio de la Nueva Ley
Mt 5,2-10: Las ocho puertas que permiten entrar en el Reino de Dios
Mt 5,11-12: Jesús declara felices a los perseguidos
c) El texto:
1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acerca-ron. 2 Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 «Bienaventura-dos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventu-rados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Biena-venturados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
3. Un momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nosotros e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
para ayudarnos en la meditación y en la oración.
i) ¿Qué parte del texto te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
ii) ¿Dónde, cuándo y por qué pronuncia Jesús este discurso?
ii) ¿Cuáles son los grupos de personas a los que Jesús declara felices? ¿Cuál es la promesa para cada grupo?
iv) ¿Existen hoy estos grupos de los que habla Jesús?
v) ¿Cómo entender que una persona pueda ser pobre y feliz al mismo tiempo?
vi) Trata de recordar dos momentos en los que te has sentido feliz en tu vida. Tu visión de la felicidad ¿es la misma que la de Jesús?
vii) ¿Qué clase de felicidad busca hoy la gente?
5. Una clave de lectura
para los que desean profundizar en el tema.
a) Contexto del discurso de Jesús:
En el Evangelio de Mateo, Jesús aparece como el nuevo legislador, el nuevo Moisés. Siendo Hijo, conoce al Padre. Sabe lo que el Padre tenía en su mente cuando, en el pasado, dio la ley al pueblo por medio de Moisés. Es por esto por lo que Jesús puede ofrecer una nueva versión de la Ley de Dios. El solemne anuncio de esta Nueva Ley comienza aquí, en el Sermón de la Montaña. En el Antiguo Testamento la Ley de Moisés está representada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando al viejo modelo, Mateo presenta la Nueva ley en cinco grandes Discursos repartidos en el evangelio: el Discurso de la Montaña (Mt 5 a 7), el Discurso de la Misión (Mt 10), el Discurso del Misterio del Reino presente en la vida (Mt 13), el Discurso de la Comunidad (Mt 18) , el Discurso del futuro del Reino (Mt 24 y 25). Pero para Mateo, no basta sólo el estudio de la Ley. Es necesario observar bien la práctica de Jesús, porque en ella obra el Espíritu de Dios, que anima desde dentro la letra de la Ley. La descripción de la práctica de Jesús ocupa las partes narrativas intercaladas entre los cinco Discursos y tiene la finalidad de mostrar cómo Jesús observaba la ley y la encarnaba en su vida.
b) Comentario del texto:
Mateo 5,1: El solemne anuncio de la Nueva Ley
En el Antiguo Testamento, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. También Jesús, nuevo Moisés, sube a la montaña y mirando a la gente que le seguía, proclama la Nueva Ley. Hasta este momento, sólo eran cuatro los discípulos de Jesús (Mt 4,18_22). Pero de hecho lo seguía un inmenso gentío. Rodeado de discípulos, Jesús comienza a enseñarles, proclamando las bienaventuranzas.
Mateo 5,3-10: Las ocho puertas de entrada al Reino
Las bienaventuranzas constituyen la solemne apertura del Sermón de la Montaña. En ellas Jesús define quién puede entrar en el Reino. Son ocho categorías de personas. Ocho puertas de entrada. ¡No hay otra puerta para entrar en el Reino, en la Comunidad!. Los que desean formar parte del Reino deberán identificarse con una de estas categorías o grupos.
Bienaventurados los pobres de espíritu
No es ni el rico, ni el pobre con mentalidad de rico. Sino el que, como Jesús, vive pobre (Mt 8,18), cree en el pobre (Mt 11,25-26) y ve en ellos a los primeros destinatarios de la Buena Noticia (Lc 4,18). Es el pobre que tiene el Espíritu del Señor.
Bienaventurados los pacíficos
No es la persona pasiva que pierde las ganas y no reacciona por nada. Sino que son aquéllos que están “pacificados” y ahora, como María, viven en la “humillación” (Lc 1,48). Perdieron la tierra que poseían, pero la recobrarán (Si 37,7.10.11.22.29.34). Como Jesús, intentan ser “ mansos y humildes de corazón” (Mt 11,19).
Bienaventurados los tristes
No se trata de cualquier tristeza, sino de la tristeza ante las injusticias y las faltas de humanidad que suceden en el mundo (Tb 13,16; Sir 119,136; Ez 9,4; 2Pe 2,7). Están tristes porque no aceptan la situación en la que se encuentra la humanidad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia
No se trata sólo de la justicia que se busca en los tribunales y que muchas veces es la legislación de la injusticia. Sino sobre todo es la Justicia de Dios que se busca, haciendo de modo que las cosas y las personas puedan ocupar el lugar que deben ocupar en el plan del Creador.
Bienaventurados los que son misericordiosos
No es la filantropía que distribuye limosnas, sino que se trata de imitar a Dios, la que tiene entrañas de misericordia por aquéllos que sufren (Ex 34,6-7). Misericordia quiere decir tener el corazón en la miseria de los otros para disminuir su dolor. Quire decir obrar de modo que no nos sea ajeno el sufrimiento de los demás.
Bienaventurados los puros de corazón
No se trata de la pureza legal que sólo mira lo externo, sino que se trata de tener la mirada purificada para asimilar la Ley de Dios en el corazón, que se hace transparente, y permite a las personas reconocer la llamada de Dios en los hechos de la vida y de la naturaleza.
Bienaventurados los constructores de paz
No es sólo la ausencia de guerra. La Paz que Dios quiere sobre la tierra es la reconstrucción total y radical de la vida, de la naturaleza, de la convivencia. Es el Shalôm, la Paz anunciada por los profetas y dejada por Jesús a sus apóstoles (Jn 20,21).
Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia
En el mundo construído y organizado a partir del egoísmo de personas y grupos (como el sistema neoliberal que hoy domina al mundo), aquél que desea vivir el amor desinteresado, será perseguido y morirá en la cruz.
La 1ª y 8ª categorías (los pobres y los perseguidos por la justicia) reciben la misma promesa del Reino de Dios. Y la reciben desde ahora, puesto que Jesús dice “ de ellos es el Reino de los Cielos” Entre la 1ª y la 8ª categorías, hay otros que reciben una promesa que debe realizarse en el futuro. En estas seis promesas aparece un nuevo proyecto. Es el proyecto del Reino, que quiere reconstruir la vida en su totalidad: en relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios. La comunidad cristiana, pobre y perseguida, es ya una muestra del Reino. ¡Su simiente!
(1) La primera pareja Mansos y Afligidos, se dice en relación con los bienes materiales. Para el futuro esperan una repartición más justa de los bienes de este mundo entre todos.
(2) La segunda pareja Hambre y sed de justicia y Misericordiosos, se dice con respecto a la relación entre las personas y las comunidades. Para el futuro esperan la reconstrucción fraterna de la convivencia humana.
(3) Una tercera pareja, Corazones puros y Promotores de la Paz, se dice con respecto a la relación con Dios: ver a Dios y ser hijos de Dios. Para el futuro esperan la reconstrucción de la relación con Dios.
Las ocho Categorías
Las ocho Promesas
El Proyecto del Reino
1. Los pobres de espíritu
De ellos es el Reino
La simiente del reino
2. Los mansos
3. Los tristes
Poseerán la tierra
Serán consolados
Justa repartición de bienes
Elimina la desigualdad
4. Hambre y sed de justicia
5. Los misericordiosos
Serán saciados
Recibirán misericordia
Reconstruir la relación
fraterna y justa
6. Los puros de corazón
7. Los constructores de paz
Verán a Dios
Serán hijos de Dios
Dios presente
Presencia amiga y fiel
8. Perseguidos a causa de la justicia
De ellos es el Reino
La semilla es crucificada
Mateo 5, 11-12: Jesús declara felices a los perseguidos
Comunica una palabra de consolación a los perseguidos. En tiempos de Mateo, hacia los años ochenta después de Cristo, este proyecto de reconstrucción de la vida y de la convivencia estaba para ser asumido por las comunidades cristianas, todas ellas pobres y sin mucha relevancia. Y por esto perseguidas. Esta palabra final de Jesús confirma a las comunidades en la resistencia por amor al evangelio.
c) Ampliando la visión sobre las Bienaventuranzas:
* La comunidad que recibe las bienaventuranzas
Mateo tiene ocho bienaventuranzas. Lucas tiene cuatro y cuatro maldiciones (Lc 6, 20-26).
Las cuatro de Lucas son: “vosotros los pobres, vosotros que tenéis hambre, vosotros que lloráis, vosotros que sois odiados y perseguidos” (Lc 6,20-23). Lucas escribe para las comunidades de paganos convertidos. Viven en el contexto hostil del Imperio Romano.
Mateo escribe para las comunidades de judíos convertidos, que viven en el contexto de rotura con la sinagoga. Antes de la rotura, gozaban de una cierta aceptación social. Pero, ahora, después de la rotura, la comunidad entró en crisis y en ella empezaron a aparecer diversas tendencias en lucha entre ellos. Algunos que pertenecían a la línea farisaica querían mantener el mismo rigor de la observancia de la Ley, a la que estaban acostumbrados antes de su conversión a Jesús. Pero al hacerlo, excluían a los pobres y pequeños. La nueva ley introducida por Jesús pide que sean escuchados todos en la comunidad como hermanos y hermanas. Por esto, al solemne comienzo de la Nueva Ley presenta ocho bienaventuranzas que definen las categorías de personas que debe ser escuchadas en la comunidad: los pobres, los mansos, los afligidos, aquéllos que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los puros de corazón, los promotores de paz, los perseguidos.
* ¿Pobres de espíritu?
Jesús reconoce la riqueza y el valor de los pobres (Mt 11,25-26). Su misión era “anunciar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). Él mismo vivió como pobre. No poseía nada propio, ni siquiera una piedra donde reclinar la cabeza (Mt 8,18). Y a los que quieren seguirlo Jesús pide que escojan entre Dios y el dinero (Mt 6,24). Pobre en Espíritu es la persona que tiene ante los pobres el mismo espíritu que Jesús.
Cada vez que en la historia del Pueblo de Dios se intenta renovar la Alianza, se comienza también a restablecer el derecho de los pobres y de los excluídos. Sin esto, no es posible renovar la Alianza. Así hacían los profetas y así hace Jesús. Denuncia el sistema que excluye a los pobres y persigue a los que luchan por la justicia. En nombre de Dios, Jesús anuncia un nuevo Proyecto que acoge a los excluídos. La comunidad en torno a Jesús debe ser una muestra donde este futuro Reino comience a plasmarse. Debe caracterizarse con un nuevo tipo de relación con los bienes materiales, con las personas y con Dios mismo. Debe ser semilla de una nueva nación. He ahí el deber más importante para nosotros los cristianos, sobre todo para los jóvenes. Porque el único modo de merecer credibilidad es presentar una muestra bien concreta del Reino, una alternativa de vida que sea verdaderamente una Buena Nueva de Dios para los pobres y excluídos.
* Ser felices hoy
El evangelio dice exactamente lo contrario de lo que afirma la sociedad en la que vivimos. En la sociedad el pobre es considerado un infeliz, y es feliz quien posee dinero y puede gastar a su antojo. En nuestra sociedad es feliz quien tiene fama y poder. Los infelices son los pobres, aquéllos que lloran. En televisión, las telenovelas divulgan el mito de las personas felices y realizadas. Y sin darse cuenta, las telenovelas se convierten en padrones de vida para muchos de nosotros. Estas palabras de Jesús todavía tienen sentido en nuestra sociedad: “¡Bienaventurados los pobres! ¡Bienaventurados los que lloran!”. Y para mí, que soy cristiano o cristiana, ¿quién de hecho es feliz?
6. Oración: Salmo 117
Dios merece alabanza
¡Aleluya!
¡Alabad a Yahvé, todas las naciones,
ensalzadlo, pueblos todos!
Pues sólido es su amor hacia nosotros,
la lealtad de Yahvé dura para siempre.
7. Oración final
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.
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