José Mulligan, S.J
Jesuita estadounidense, trabaja desde 1986 con las CEBs de Nicaragua
Publicado por Adital
Jesuita estadounidense, trabaja desde 1986 con las CEBs de Nicaragua
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Las Cuaresmas vienen y van. En algunos países mucha gente se hace loca, celebrando con bacanales el Mardi Gras, el martes antes del Miércoles de Ceniza. Aquí el Miércoles nosotros recibimos un poco de ceniza como signo de arrepentimiento al comienzo de la Cuaresma – un período de preparación para la Semana Santa. Algunos participan en el Viacrucis los viernes y en las liturgias de la Semana Santa.
¿Qué diferencia hace todo esto en nuestra vida diaria y nacional? ¿Algo puede cambiar? Sí, y mucho, pero depende de nuestra apertura y cooperación con el Espíritu Santo. Vamos a ver.
El texto del evangelio del primer domingo de Cuaresma nos presenta las tentaciones de Jesús al comienzo de su vida pública. Pero inmediatamente antes él fue bautizado y "vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él” (Mateo 3:16). Esto quiere decir que Jesús no es cualquier persona sino que él tiene al Espíritu Santo con quién nos puede "bautizar”, como había dicho Juan el Bautista (3:11) – el Espíritu de Amor que nos capacita para amarnos unos a los otros, hasta a los enemigos. Por eso podemos tener esperanza que es posible cambiar nuestra vida de egoísta e insensible a una Persona Nueva con nuevo corazón para servir y ser solidaria con los demás.
A este cambio Jesús invitó a la gente después de las tentaciones, cuando proclamó:
"Cambien sus caminos, porque el Reino de los Cielos está ahora cerca” (4:17). Cambien sus caminos, dejando el camino del egoísmo, violencia, corrupción, e injusticia en el pasado para acompañar a Jesús en el Camino (primitivo nombre de la iglesia) de los que luchan por la justicia, la paz, y un mundo nuevo que es posible. Esto implica arrepentimiento por las ofensas que hemos hecho, pidiendo perdón no solamente a Dios sino también si es posible a las personas que hemos dañado, e implica también transformación de nuestro corazón y mente que es lo que puede hacer en nosotros el Espíritu de Amor.
El arrepentimiento debe ser específico: debemos liberarnos de nuestra tendencia a la auto-justificación y buscar en nuestra conciencia una cosa o dos de las cuales realmente no podemos estar orgullosos, no podemos sentirnos bien o tranquilos. Podría ser una ofensa contra un miembro de la familia o vecindad, una palabra demasiado dura o dañina, o una "omisión” (no hacer lo que debo hacer) que cause sufrimiento. Uno diría: "no quiero seguir siendo así, no quiero seguir haciendo cosas semejantes”. Y le pide perdón con confianza a Dios, con propósito firme de ser una persona mejor.
La "transformación” también debe ser específica: ¿Cómo quiero cambiar durante esta Cuaresma? ¿Cómo puedo ser más responsable y cariñoso con mi familia o comunidad? ¿Cómo puedo conocer mejor a Jesús y seguirle más cercanamente, sirviéndole más generosamente en los demás, especialmente en los necesitados?
Debemos cambiar así para estar en concordancia con el Reino de Dios que ya está cerca y está llegando – el Reino de amor y fraternidad – y podemos cambiar precisamente porque este Reino está cerca y Dios va a ayudarnos a vivir como sus hijos e hijas, verdaderos ciudadanos(as) de su Reino. ¿Por qué la expresión según Mateo es "Reino de los Cielos”? Solo tiene que ver con el más allá, con la vida después de la muerte?
De ninguna manera! Es que Jesús y los otros judíos no pronunciaron el nombre "Dios” por respeto a él, sino dijeron "de los Cielos” para referirse a Dios. Entonces "Reino de los Cielos” es igual al "Reino de Dios”, que tiene que ver con este mundo porque Dios es Rey de toda su creación – desde los corazones de los individuos hasta las estructuras sociales, políticas, y económicas. El Dios de los espiritualistas es demasiado pequeño.
Ya podemos mirar el texto de este domingo, el de las tentaciones de Jesús. "El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre”. Esto muestra claramente que Jesús es "verdadero hombre” como "verdadero Dios”, como dice el catecismo.
"Entonces se le acercó el tentador y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan’. Pero Jesús le respondió: ‘Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Puede ser que esta tentación, como las otras, tenía que ver con la estrategia de Jesús al comienzo de su campaña para cambiar al mundo. Él podía atraer a mucha gente y organizar a una masa poderosa ofreciéndoles migajas o panaderías llenas de pan y regalándoles todas las cosas materiales para satisfacer sus necesidades físicas.
Y no es que no hay necesidades reales y serias; después Jesús les enseñaría a pedir al Padre: "Danos hoy el pan que nos corresponde” (6:11), y luego, cuando les aconsejaba "No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos”, él mismo reconoció que "el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas” (6:32-33). Es decir, luchar por un mundo de solidaridad y esa solidaridad lógicamente resultará en una distribución más equitativa de los recursos del mundo.
Pero Jesús quería precisamente que los hambrientos se organizaran en comunidades, se transformaran como personas, y lucharan por el Reino de Dios en esta tierra, y no que quedaran como limosneros, pasivamente recibiendo de él panes y otras cosas. No es que él no quería solucionar la crisis de la desnutrición en el mundo; la cuestión era cómo resolverla. No es que la persona humana no necesita de pan, sino que "no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Conociendo la palabra de Dios y poniéndola en práctica en mi vida personal y comunitaria y política, así yo estaría luchando por un mundo nuevo en que todas las necesidades humanas sean satisfechas.
Para que esta Cuaresma haga una diferencia en nuestra vida, vámonos a estudiar la Palabra, especialmente los cuatro evangelios, para conocer mejor a Jesús nuestro amigo y liberador, para amarle más, y para seguirle más cercanamente en nuestra vida personal, familiar, comunitaria, y como ciudadanos de Nicaragua y del mundo, siempre confiando en su presencia y amistad como él que nos llama: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres” (4:19) – invitándoles a las mujeres y hombres a unirse con comunidades que construyen el mundo nuevo, el Reino.
Las otras dos tentaciones se podrían interpretar en este mismo sentido – como tentaciones a usar el poder del espectáculo (tirándose de la parte más alta del Templo para que los ángeles lo salven milagrosamente) para imponerse sobre las masas, y a usar la fuerza política y militar (el poder de "todas las naciones del mundo” que el diablo ofrece) para establecer su Reino sobre la gente, sin importar si lo quiere o no. El cristiano(a) debe luchar en la política para mejorar el mundo, pero siempre cuidándose mucho de las tentaciones que el poder lleva.
¿Qué diferencia hace todo esto en nuestra vida diaria y nacional? ¿Algo puede cambiar? Sí, y mucho, pero depende de nuestra apertura y cooperación con el Espíritu Santo. Vamos a ver.
El texto del evangelio del primer domingo de Cuaresma nos presenta las tentaciones de Jesús al comienzo de su vida pública. Pero inmediatamente antes él fue bautizado y "vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él” (Mateo 3:16). Esto quiere decir que Jesús no es cualquier persona sino que él tiene al Espíritu Santo con quién nos puede "bautizar”, como había dicho Juan el Bautista (3:11) – el Espíritu de Amor que nos capacita para amarnos unos a los otros, hasta a los enemigos. Por eso podemos tener esperanza que es posible cambiar nuestra vida de egoísta e insensible a una Persona Nueva con nuevo corazón para servir y ser solidaria con los demás.
A este cambio Jesús invitó a la gente después de las tentaciones, cuando proclamó:
"Cambien sus caminos, porque el Reino de los Cielos está ahora cerca” (4:17). Cambien sus caminos, dejando el camino del egoísmo, violencia, corrupción, e injusticia en el pasado para acompañar a Jesús en el Camino (primitivo nombre de la iglesia) de los que luchan por la justicia, la paz, y un mundo nuevo que es posible. Esto implica arrepentimiento por las ofensas que hemos hecho, pidiendo perdón no solamente a Dios sino también si es posible a las personas que hemos dañado, e implica también transformación de nuestro corazón y mente que es lo que puede hacer en nosotros el Espíritu de Amor.
El arrepentimiento debe ser específico: debemos liberarnos de nuestra tendencia a la auto-justificación y buscar en nuestra conciencia una cosa o dos de las cuales realmente no podemos estar orgullosos, no podemos sentirnos bien o tranquilos. Podría ser una ofensa contra un miembro de la familia o vecindad, una palabra demasiado dura o dañina, o una "omisión” (no hacer lo que debo hacer) que cause sufrimiento. Uno diría: "no quiero seguir siendo así, no quiero seguir haciendo cosas semejantes”. Y le pide perdón con confianza a Dios, con propósito firme de ser una persona mejor.
La "transformación” también debe ser específica: ¿Cómo quiero cambiar durante esta Cuaresma? ¿Cómo puedo ser más responsable y cariñoso con mi familia o comunidad? ¿Cómo puedo conocer mejor a Jesús y seguirle más cercanamente, sirviéndole más generosamente en los demás, especialmente en los necesitados?
Debemos cambiar así para estar en concordancia con el Reino de Dios que ya está cerca y está llegando – el Reino de amor y fraternidad – y podemos cambiar precisamente porque este Reino está cerca y Dios va a ayudarnos a vivir como sus hijos e hijas, verdaderos ciudadanos(as) de su Reino. ¿Por qué la expresión según Mateo es "Reino de los Cielos”? Solo tiene que ver con el más allá, con la vida después de la muerte?
De ninguna manera! Es que Jesús y los otros judíos no pronunciaron el nombre "Dios” por respeto a él, sino dijeron "de los Cielos” para referirse a Dios. Entonces "Reino de los Cielos” es igual al "Reino de Dios”, que tiene que ver con este mundo porque Dios es Rey de toda su creación – desde los corazones de los individuos hasta las estructuras sociales, políticas, y económicas. El Dios de los espiritualistas es demasiado pequeño.
Ya podemos mirar el texto de este domingo, el de las tentaciones de Jesús. "El Espíritu condujo a Jesús al desierto para que fuera tentado por el diablo, y después de estar sin comer cuarenta días y cuarenta noches, al final sintió hambre”. Esto muestra claramente que Jesús es "verdadero hombre” como "verdadero Dios”, como dice el catecismo.
"Entonces se le acercó el tentador y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan’. Pero Jesús le respondió: ‘Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios’”. Puede ser que esta tentación, como las otras, tenía que ver con la estrategia de Jesús al comienzo de su campaña para cambiar al mundo. Él podía atraer a mucha gente y organizar a una masa poderosa ofreciéndoles migajas o panaderías llenas de pan y regalándoles todas las cosas materiales para satisfacer sus necesidades físicas.
Y no es que no hay necesidades reales y serias; después Jesús les enseñaría a pedir al Padre: "Danos hoy el pan que nos corresponde” (6:11), y luego, cuando les aconsejaba "No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos”, él mismo reconoció que "el Padre de ustedes sabe que necesitan todo eso. Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas” (6:32-33). Es decir, luchar por un mundo de solidaridad y esa solidaridad lógicamente resultará en una distribución más equitativa de los recursos del mundo.
Pero Jesús quería precisamente que los hambrientos se organizaran en comunidades, se transformaran como personas, y lucharan por el Reino de Dios en esta tierra, y no que quedaran como limosneros, pasivamente recibiendo de él panes y otras cosas. No es que él no quería solucionar la crisis de la desnutrición en el mundo; la cuestión era cómo resolverla. No es que la persona humana no necesita de pan, sino que "no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Conociendo la palabra de Dios y poniéndola en práctica en mi vida personal y comunitaria y política, así yo estaría luchando por un mundo nuevo en que todas las necesidades humanas sean satisfechas.
Para que esta Cuaresma haga una diferencia en nuestra vida, vámonos a estudiar la Palabra, especialmente los cuatro evangelios, para conocer mejor a Jesús nuestro amigo y liberador, para amarle más, y para seguirle más cercanamente en nuestra vida personal, familiar, comunitaria, y como ciudadanos de Nicaragua y del mundo, siempre confiando en su presencia y amistad como él que nos llama: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres” (4:19) – invitándoles a las mujeres y hombres a unirse con comunidades que construyen el mundo nuevo, el Reino.
Las otras dos tentaciones se podrían interpretar en este mismo sentido – como tentaciones a usar el poder del espectáculo (tirándose de la parte más alta del Templo para que los ángeles lo salven milagrosamente) para imponerse sobre las masas, y a usar la fuerza política y militar (el poder de "todas las naciones del mundo” que el diablo ofrece) para establecer su Reino sobre la gente, sin importar si lo quiere o no. El cristiano(a) debe luchar en la política para mejorar el mundo, pero siempre cuidándose mucho de las tentaciones que el poder lleva.
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