NO DEJES DE VISITAR
GIF animations generator gifup.com www.misionerosencamino.blogspot.com
El Blog donde encontrarás abundante material de formación, dinámicas, catequesis, charlas, videos, música y variados recursos litúrgicos y pastorales para la actividad de los grupos misioneros.
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

jueves, 7 de abril de 2011

Homilías y Recursos para la Homilías: V Domingo de Cuaresma (Jn 11, 1-45) - Ciclo A


"RESUCITAREMOS"
Publicado por Agustinos España

En el quinto domingo del Tiempo de Cuaresma, las lecturas de la misa de hoy nos hablan del poder del Señor sobre la muerte, y del destino del hombre en la eternidad.

El Evangelio nos trae uno de los milagros más relevantes que hizo el Señor. En el milagro de la resurrección de Lázaro, que relata San Juan en el Cap 11 se confirma el poder de Jesús sobre la muerte, que ya había quedado demostrado con la resurrección de la hija de Jairo, y el de la hija de la viuda de Nain, relatados en otros pasajes del Evangelio.

Este es el séptimo y último milagro de Jesús en el evangelio de Juan. Con toda intención, las primeras palabras son para presentar al hombre enfermo: Lázaro personifica al hombre, herido por el pecado, que camina a la muerte, a no ser que Cristo lo llame a la vida.

¡Lázaro vuelve a la vida! No nos quedemos maravillados porque Lázaro tuvo la suerte de vivir algunos años más y la mala suerte de tener que morir otra vez. Este milagro es solamente el anuncio de la verdadera resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida, sino en la transformación de nuestra persona. La resurrección es ante todo espiritual, a pesar de que afecta a toda nuestra persona. Empieza desde el primer momento en que la fe nos hace salir de nuestra mezquina manera de vivir, para abrirnos a la vida de Dios.

Los judíos creían en la resurrección de los muertos en el último día, como lo expresa Marta; pero pensaban en una fuerza divina que vendría a sacudir el universo y abrir las tumbas para hacer salir a los muertos. En realidad, la resurrección de los muertos procede del Hijo de Dios, que tiene en sí todas las energías necesarias para resucitar a las personas y transfigurar la creación. El que se ha entregado a Cristo ya ha pasado de la muerte a la vida y, por eso, nunca morirá.

La vuelta de Lázaro a la vida viene a ser un signo de nuestra resurrección futura. Pero Cristo, con su resurrección gloriosa es también la causa de nuestra resurrección y modelo de la misma. En eso se distingue su resurrección de la de Lázaro, puesto que “Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere más, mientras que Lázaro solo vuelve a la vida terrena para tener que morir otra vez.

En este tiempo de Cuaresma, a pocos días del comienzo de la semana Santa, las lecturas de la misa de este domingo nos llevan a reflexionar sobre nuestra necesidad de morir al pecado y a resucitar a la Vida de la gracia.

Pidamos al Señor, que aprovechemos estos días que nos quedan de preparación para la Pascua, para convertir nuestro corazón a Dios y podamos recibir la gracia de su resurrección.


RECURSOS PARA LA HOMILÍA


Nexo entre las lecturas
La victoria de la vida sobre la muerte es el centro de atención de este último domingo de cuaresma. Esta victoria tendrá lugar sólo en el misterio pascual de Cristo: pasión, muerte y resurrección, pero en esta liturgia se prefigura ya en la visión del profeta Ezequías de los huesos muertos que recobran vida (1L) y, sobre todo, en la resurrección de Lázaro (EV), el amigo de Jesús. El tema de fondo es de gran interés: la muerte es y ha sido siempre un gran enigma para el género humano. Podemos decir que después de los evangelios de cuaresma de la samaritana, del ciego de nacimiento, éste último de Lázaro promueve la esperanza del hombre pecador a una altura inimaginable. Aunque uno esté muerto por sus pecados y sus culpas, es más grande el poder del Señor que lo salvará.


Mensaje doctrinal

1. La Resurrección de Lázaro y la pasión de Jesús. La liturgia de este día nos prepara de modo inmediato para vivir la pasión de N.S. Jesucristo. Jesús aparece en el evangelio de la resurrección de Lázaro como aquel que tiene poder sobre la muerte. Él es verdaderamente la resurrección y la vida y lo demuestra con los hechos. Se cumplen así las palabras del mismo Juan en otra parte de su evangelio: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). El Señor es amigo de la vida y no se complace en la muerte de los vivientes. Aquello que para el hombre resulta imposible, como el dar vida a unos huesos áridos o resucitar a un muerto, es posible para Dios, porque para Él nada es imposible. La resurrección de Lázaro es el último milagro que Jesús cumple antes de su Pasión. Es la conclusión de todos los “signos” que coloca San Juan en una especie de “crescendo”. Para que el hombre pueda tener vida, para que sea derrotado el “ultimo enemigo, la muerte” (Cfr 1 Cor 15,26), es preciso que el Cristo ofrezca su vida, sufra su pasión, muera y resucite. Jesús que está caminando con decisión hacia Jerusalén para cumplir con su misión, parece que quiere mirar la muerte anticipadamente aquí en Betania y anunciar su derrota definitiva. Cristo ofrece aquí ya un signo y una prenda de la resurrección del último día al devolver la vida a Lázaro. Anuncia así su propia resurrección que, sin embargo, será de otro orden

2. El amor de Jesús. En la escena de Betania llama poderosamente la atención la frecuencia con la que el evangelista muestra a Jesús conmovido. Se le anuncia en frase concisa y bella que “el que ama está enfermo”. Se dice que Jesús amaba a Lázaro y a sus hermanas. Al ver llorar a María y a los que la acompañaban Jesús se turba, solloza, se siente conmovido. Más tarde Jesús se echa a llorar y, nuevamente, ante la tumba muestra su pesar. Se revela así de un modo sencillo la enorme compasión del Señor, su rica sensibilidad, su humanidad. Él es verdadero Dios y verdadero hombre que comparte solidariamente la suerte de los mortales. Él es el buen samaritano que al ver la desgracia del transeúnte se mueve a compasión, Él es el buen pastor que da la vida por sus ovejas. Dios y hombre, perfecto en su humanidad y perfecto en su divinidad. En él comprendemos que Dios es amor. Con acierto se dice que el pasaje de la resurrección de Lázaro es un compendio de la Cristología, un evento fundamental de la revelación de Jesús. Ecce homo: he aquí el hombre perfecto en su humanidad. Ecce Deus: he aquí Dios Señor de la vida y de la historia.

2. Creer en Jesús es ya vencer la muerte. El pasaje de la resurrección de Lázaro muestra, no sólo el poder de Cristo sobre la muerte, sino que subraya algo más: el creyente está de tal manera unido a Jesús que ni siquiera la muerte lo podrá separar,en otras palabras, el creyente no morirá para siempre. Esta enseñanza se manifiesta en la conversación entre Marta y Jesús. El resultado de la fe, según este diálogo, es la posesión de la vida eterna: “el que cree en mí no morirá para siempre”. Una posesión que inicia ya en el momento presente. No es necesario esperar al “último día” para poseer ya en prenda la vida eterna. Santo Tomás comenta: La fe es una virtud propia del espíritu con la cual comienza en nosotros la vida eterna” (S.Th II-II c.14,1c). Si toda imaginación nada resuelve ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la divina Revelación, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz, más allá de los límites de las miserias de esta vida (Cfr. Gaudium et spes 18).


Sugerencias Pastorales

1. El que amas está enfermo. Aquello que más consuela a la persona humana es el sentirse amada, sentirse eternamente amada, y por eso, es preciso que el hombre vuelva su mirada a Cristo, revelador del amor del Padre. El paso del tiempo va dejando sus huellas en la vida del hombre en su espíritu y en su cuerpo: a la infancia sucede la juventud y a ésta la edad madura y la vejez. Nuestro cuerpo sufre el deterioro ocasionado por el tiempo. La sensación de encaminarse hacia el atardecer de la vida está presente en la vida del hombre. Es preciso, por tanto, volver a estas palabras del evangelio: “El que amas está enfermo”. En medio de la enfermedad y del dolor y de lo inevitable de la muerte hay “alguien” con mayúscula que me ama con amor infinito. La persona que atraviesa por la prueba de la enfermedad puede sentir la seguridad de que Cristo la ama y la acompaña en este trance de su vida. José María Rilke lo expresó de una forma poética:

Caen las hojas
Caen como de lejos
Caen como si se marchitasen lejanos jardines en los cielos.
Caen con ademanes que parece que todo lo niegan....
Todos nosotros caemos...

Y sin embargo, hay uno que -con infinito cuidado-
sostiene ese caer en sus manos.

En nuestras parroquias hay muchos enfermos que necesitan del amor de Dios. Renovemos nuestro espíritu auténticamente cristiano para salir a su encuentro. No podemos sentirnos indiferentes ante ellos. Promovamos entre nuestros fieles una nueva sensibilidad por el que sufre, por el anciano abandonado, por el enfermo que no puede sanar, pero que puede ser “curado”, es decir, cuidado y amado. Ellos, los enfermos ,son “otros Cristos”, son “los amigos del Señor” que esperan nuestra visita.

2. El Señor está aquí y te llama. Dios llama al hombre a una altísima vocación: participar de la vida divina. Esta vocación se actúa en cada uno de modo particular. Por eso, no debemos de cansarnos de lanzar las redes para la pesca. El Señor llama a los hombres a su amistad: a unos los llamará a la consagración total en el sacerdocio o en la vida consagrada, a otros los llamará a la increíble vocación familiar, a otros los llamará a una vocación de total servicio de los demás, pero a todos los llama a participar de su amor. Nosotros debemos ser los pregoneros de la llamada de Dios, debemos hacer cuanto esté en nuestra mano para promover el surgimiento de la vocación divina, especialmente la consagrada, por la necesidad de los tiempos actuales. No nos asuste la aparente indiferencia actual. El mundo sigue necesitando de Dios y de pregoneros de su amor. Es muy interesante aquel diálogo del Cura de Ars con el Señor:

Señor, ¿por qué me enviaste al mundo?
Para salvarte, respondió el Señor.
Y, ¿por qué quieres que me salve?
Porque te amo.

Aquí está el secreto de toda vocación: “porque te amo”.

No hay comentarios: