Publicado por Acción Católica General
● Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... En los hechos vividos esta Semana Santa, ¿qué experiencias he tenido de encuentro con el Resucitado? ¿A través de que personas? ¿Cómo me predispone a volver a mi “Galilea” donde pueda “ver” al Señor?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿Qué he descubierto sobre la muerte y la resurrección del Señor en estos días? ¿Qué me supone renovar las promesas bautismales en la Noche de Pascua?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
VER
Ayer reflexionábamos acerca de las veces en que nos encontramos con el misterio de la muerte. Pero aun en esas situaciones, nos encontramos también con sorpresas: bosques arrasados por el fuego en los que al poco tiempo empiezan a aparecer nuevos brotes; varios días después de una catástrofe son encontrados supervivientes cuando ya no se esperaba nada; niños que superan varias intervenciones quirúrgicas difíciles hasta para un adulto... Son ocasiones en las que nos encontramos con el misterio de la vida, que se abre paso a pesar de todo.
JUZGAR
Esta noche estamos celebrando el triunfo de la Vida. Tras la oscuridad del Viernes Santo, la Luz de la Vida, simbolizada en el Cirio Pascual, brilla con fuerza en la noche. Como hemos proclamado en el Pregón: «Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo...». Esta es la noche en la que nos encontramos con el Misterio de la Vida, porque si sólo pudiéramos llegar hasta el Viernes Santo, si sólo tuviéramos ante nosotros el misterio de la muerte, ¿de qué nos serviría haber nacido...? La existencia humana, todo lo que existe, sería un absurdo.
Pero no: hoy celebramos el triunfo del Dios de la Vida. En la liturgia de la Palabra hemos hecho un repaso del plan de salvación de Dios, de ese Plan de Vida que Él ha dispuesto para todos.
- Un Plan de Vida que partió de su impulso creador (1ª lectura).
- Que a veces no es comprendido por el hombre (2ª lectura).
- Que se traduce en liberación (3ª lectura).
- Un Plan de Vida que Dios ofrece con amor a pesar de la infidelidad de su pueblo (4ª lectura).
- Que para Dios es una alianza perpetua que renueva una y otra vez (5ª lectura).
- Que siempre está disponible para nosotros cuando queramos acogerlo (6ª lectura).
- Que nos renueva y purifica (7ª lectura).
- Un Plan de Vida que alcanza su culminación en Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado.
En Cristo, el Dios que es la Vida nos ha mostrado que Él triunfa por encima de la muerte, de cualquier tipo de muerte.
Aunque encontremos tanta muerte a nuestro alrededor, aunque parezca que todo apunta a que la cruz y la muerte es el final, esta noche nos encontramos con el Misterio de la Vida que es Cristo Resucitado y resuena para cada uno de nosotros el anuncio: «No temáis; ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho».
Al encontrarnos con el Misterio de la Vida que es Cristo Resucitado, la luz de la esperanza brilla para nosotros, porque nos damos cuenta de lo que decía san Pablo en la 2ª lectura: «si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya».
Como hizo con María la Magdalena y la otra María, Jesús Resucitado sale también a nuestro encuentro y nos dice: «Alegraos».
ACTUAR
Este debe ser nuestro sentimiento predominante esta noche, lo que impregne nuestro actuar: la alegría. Es cierto que la muerte no ha desaparecido de nuestro mundo ni de nuestra vida, pero ha sido vencida. Porque «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él». Y nosotros, incorporados a Cristo por el Bautismo, estamos incorporados también a una resurrección como la suya. Ése es el motivo de nuestra alegría, de nuestra fe, y por eso dentro de unos momentos renovaremos las promesas bautismales.
Que este encuentro con el Misterio de la Vida haga que nos sintamos «vivos para Dios en Cristo Jesús, y andemos en una vida nueva», y como María la Magdalena y la otra María, anunciemos sin miedo que verdaderamente Jesús el crucificado HA RESUCITADO como había dicho.
● Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
● Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
● Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... En los hechos vividos esta Semana Santa, ¿qué experiencias he tenido de encuentro con el Resucitado? ¿A través de que personas? ¿Cómo me predispone a volver a mi “Galilea” donde pueda “ver” al Señor?
● Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿Qué he descubierto sobre la muerte y la resurrección del Señor en estos días? ¿Qué me supone renovar las promesas bautismales en la Noche de Pascua?
● Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
● Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
“MISTERIO DE LA VIDA”
VER
Ayer reflexionábamos acerca de las veces en que nos encontramos con el misterio de la muerte. Pero aun en esas situaciones, nos encontramos también con sorpresas: bosques arrasados por el fuego en los que al poco tiempo empiezan a aparecer nuevos brotes; varios días después de una catástrofe son encontrados supervivientes cuando ya no se esperaba nada; niños que superan varias intervenciones quirúrgicas difíciles hasta para un adulto... Son ocasiones en las que nos encontramos con el misterio de la vida, que se abre paso a pesar de todo.
JUZGAR
Esta noche estamos celebrando el triunfo de la Vida. Tras la oscuridad del Viernes Santo, la Luz de la Vida, simbolizada en el Cirio Pascual, brilla con fuerza en la noche. Como hemos proclamado en el Pregón: «Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo...». Esta es la noche en la que nos encontramos con el Misterio de la Vida, porque si sólo pudiéramos llegar hasta el Viernes Santo, si sólo tuviéramos ante nosotros el misterio de la muerte, ¿de qué nos serviría haber nacido...? La existencia humana, todo lo que existe, sería un absurdo.
Pero no: hoy celebramos el triunfo del Dios de la Vida. En la liturgia de la Palabra hemos hecho un repaso del plan de salvación de Dios, de ese Plan de Vida que Él ha dispuesto para todos.
- Un Plan de Vida que partió de su impulso creador (1ª lectura).
- Que a veces no es comprendido por el hombre (2ª lectura).
- Que se traduce en liberación (3ª lectura).
- Un Plan de Vida que Dios ofrece con amor a pesar de la infidelidad de su pueblo (4ª lectura).
- Que para Dios es una alianza perpetua que renueva una y otra vez (5ª lectura).
- Que siempre está disponible para nosotros cuando queramos acogerlo (6ª lectura).
- Que nos renueva y purifica (7ª lectura).
- Un Plan de Vida que alcanza su culminación en Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado.
En Cristo, el Dios que es la Vida nos ha mostrado que Él triunfa por encima de la muerte, de cualquier tipo de muerte.
Aunque encontremos tanta muerte a nuestro alrededor, aunque parezca que todo apunta a que la cruz y la muerte es el final, esta noche nos encontramos con el Misterio de la Vida que es Cristo Resucitado y resuena para cada uno de nosotros el anuncio: «No temáis; ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho».
Al encontrarnos con el Misterio de la Vida que es Cristo Resucitado, la luz de la esperanza brilla para nosotros, porque nos damos cuenta de lo que decía san Pablo en la 2ª lectura: «si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya».
Como hizo con María la Magdalena y la otra María, Jesús Resucitado sale también a nuestro encuentro y nos dice: «Alegraos».
ACTUAR
Este debe ser nuestro sentimiento predominante esta noche, lo que impregne nuestro actuar: la alegría. Es cierto que la muerte no ha desaparecido de nuestro mundo ni de nuestra vida, pero ha sido vencida. Porque «Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él». Y nosotros, incorporados a Cristo por el Bautismo, estamos incorporados también a una resurrección como la suya. Ése es el motivo de nuestra alegría, de nuestra fe, y por eso dentro de unos momentos renovaremos las promesas bautismales.
Que este encuentro con el Misterio de la Vida haga que nos sintamos «vivos para Dios en Cristo Jesús, y andemos en una vida nueva», y como María la Magdalena y la otra María, anunciemos sin miedo que verdaderamente Jesús el crucificado HA RESUCITADO como había dicho.
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